¿Qué hacer si mi hijo/a tartamudea?

Existen muchos mitos, incertidumbres y malos diagnósticos entorno a este trastorno de la fluidez del habla

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Hoy quiero hablaros de la tartamudez infantil. Existen muchos mitos, incertidumbres y malos diagnósticos entorno a este trastorno de la fluidez del habla. Despejar algunas de esas dudas es hoy mi misión.

Muchos padres acuden a la clínica muy preocupados ante el hecho de que su hijo pequeñito ha empezado a tartamudear. Otros acuden cuando el niño empieza su adolescencia y realmente se ha convertido ya en un problema social y académico para él. El mayor porcentaje de pacientes acuden en edad adulta motivados por la ilusión de mejorar su fluidez del habla y tras mucha angustia vivida a lo largo de su vida escolar, personal o profesional. El 84% de adultos con tartamudez tienen dificultades para hacer amigos.

Todos hemos conocido en algún momento de nuestra vida a una persona que tiene tartamudez, y de manera inconsciente proyectamos y sufrimos su esfuerzo al hablar. Observamos su descontrol, su tensión, su angustia y lejos de hacer un ejercicio de empatía, muchas de las personas con tartamudez sufren burlas y aislamiento social.
Hace algunas semanas os hablé de Vicente, un paciente que tiene tartamudez y decidió que eso no iba a condicionarle a conseguir su sueño, ser abogado. Hoy quiero hablaros una vez más de tartamudez, pero esta vez de tartamudez infantil.

Espero que este artículo que hoy nos ocupa pueda despejar las dudas de los padres que estén viviendo esta situación en la actualidad y sobretodo trasladar cuándo deben acudir a un profesional en este campo. Ni el profesor, ni el maestro de audición y lenguaje ni el pediatra son los profesionales adecuados para establecer un diagnóstico de este trastorno por lo que desde este pequeño espacio ruego que, si eres pediatra, profesor o maestro de audición y lenguaje deriven al especialista que se ha formado y ha rehabilitado este trastorno, el logopeda. No todo es “cosa de niños” y nuevamente cabe destacar cómo un diagnóstico profesional y una intervención precoz puede cambiar todo el desarrollo de vuestro hijo/a y evitarle un sufrimiento social y/o escolar. Debemos aprovechar la plasticidad neuronal.

La aparición de las disfluencias. ¿Son normales?

En torno a los dos años y medio de edad se produce la explosión del lenguaje, es decir, debemos notar cómo nuestros hijos son capaces de contarnos pequeñas historias,narran y construyen frases complejas con bastante facilidad. En esta etapa de desarrollo del lenguaje y hasta que se consolida en su cabecita (hacia los 6 años), podemos percibir que nuestros hijos tartamudean un poco.
Podemos pensar a priori que pueda ser una disfemia evolutiva, es decir una tartamudez que desaparecerá por sí sola una vez el niño haya consolidado el lenguaje. Seguramente acudamos al pediatra o le preguntemos a su profesor y nos digan que esperemos que eso se le pasará. Debemos conocer por tanto, qué indicios nos deben alertar para poder diferenciar lo que es una disfemia evolutiva de una tartamudez infantil. Es esencial en el caso de que veamos este tipo de señales, que vuestro hijo acuda a un logopeda que pueda establecer un diagnóstico, os de pautas de cómo actuar y ayude a vuestro hijo a minimizar las disfluencias.

Debemos diferenciar entre disfluencias típicas propias de esa explosión del lenguaje y disfluencias atípicas más características de un cuadro de tartamudez.
Algunos de los “errores” en la fluidez del habla consideradas como típicas o “nomales” serían vacilaciones del tipo “pues....... pues eso es de papá”; o reformular oraciones: “¿voy a ...ehh... me quedo con mamá”. Una o dos repeticiones de toda la palabra o la frase: “mamá, mamá vamos” o “Para limpiarme, para limpiarme”. Que se produzcan silencios entre las palabras: “Este es........mi amigo Javi” o interjecciones: “Um, um, yo… quiero ir a casa de los abuelos”. Uso de muletillas del tipo: “Es un juego,... bueno una cosa,... bueno, es un juguete….

¿Cuándo debo acudir por tanto a un logopeda ?¿Cuándo alertarme?

Existen indicios que nos deben alertar para acudir a un profesional que realice una valoración de la fluidez del habla y del desarrollo del lenguaje. Pasaré a enumerarlos para que puedan observarse más fácilmente:

1.- Si hay antecedentes familiares. Entre el 70 y 80% de las personas con tartamudez poseen antecedentes familiares.
2.-Si aparece en torno a los 2,5 a 7 años y persiste más de 14 meses. El 80% de las disfluencias en niños tienden a remitir en 12 meses aproximadamente, pero si percibimos que persisten más de 6 meses, es importante que sea evaluado por un profesional.
3.-Si son intermitentes, es decir, tiene periodos mejor y otros peor pero persisten.
4.-Si repite sonidos tipo: “p…p…p.. papá” o “s..s..s…s…sí voy”
5.-Si repite sílabas: “Pa…pa…pa…pajar i to” o “mi…mi…mi…mío”.
6.- Si produce más de dos repeticiones de palabras cortas: “pero… pero… pero…pero dámelo”.7.-Si alarga un sonido durante varios segundos: “Eeeeeeese niño” o
“Vvvvvvoy yo”, “Yyyyyyyo no quiero”8.- Bloqueos o interrupción del flujo de aire.(sensación de ahogo)9.- Silencios entre las palabras: “¿Por qué .....(silencio, mientras
mantiene la boca abierta) ya no existen los dinosaurios?”.10.-Palabras partidas: “Vamos to…dos a jugar” o “tele…visión”.
11.- Si se aprecia una fuerza evidente mientras se habla, esfuerzos por hacer salir las palabras.
12.-Si existen movimientos asociados como tics oculares, muecas, esfuerzo en los labios o cuello, cuerpo etc13.-Si habla muy deprisa
14.-La frecuencia de estas disfluencias es alta.
15.-Si el niño evita a hablar con personas o en ciertas situaciones.
Si observamos este tipo de indicadores es esencial que acudamos a un profesional logopeda que nos oriente de cómo actuar con nuestro hijo y podamos ayudarle.
Si queréis más información, la Fundación Española de tartamudez dispone en su página web de información para los papás, los docentes y los pediatras que podéis consultar y descargar gratuitamente.

Si eres papá o mamá y estas pasando por este proceso con tu hijo/a, es importante que no te angusties. Para algunos padres que sufren tartamudez desde su infancia implica una vuelta a la angustia y desasosiego que ellos vivieron, reviven su sufrimiento e incluso se sienten culpables de que su hijo/a tenga tartamudez. No lo hagas. Vuelca tu energía en ayudar a tu hijo, en comunicarte con él cada día, ser paciente y un modelo de superación para él. Lo que te ocurrió a ti, no tiene porque pasarle a él/ella.
¡Feliz Semana!

 







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