Quinielas en Moncloa, quinielas municipales

Mitin de Santiago Abascal
Mitn de Santiago Abascal, líder de Vox, en Granada | Autor: Antonio L. Juárez
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Decíamos ayer… y decimos hoy. A una semana de la constitución de las nuevas corporaciones locales poco o nada se puede añadir a la combinación de partidos y votos que finalmente dé nombre a los alcaldes del mandato 2019-2023. Especulaciones, muchas; datos concretos o ciertos sobre los que cimentar la especulación, pocos. O ninguno, sería más ajustado decir.

En ese escenario y en el ámbito de Andalucía, Vox ha lanzado un órdago cuya onda se ha expandido de inmediato sobre las tranquilas aguas en las que el popular Moreno Bonilla y sus socios de Ciudadanos pretenden desempeñarse al frente de la Junta. No es casual el momento elegido para presentar una enmienda a la totalidad del proyecto de presupuestos para la región. Unos días antes, en una reunión de máximo nivel en Madrid, Ciudadanos había decidido vetar todo contacto con Vox para las investiduras de alcaldes y formación de gobiernos locales.

Señalado el PP como socio preferente en los pactos, los naranja dejan a los populares la tarea de convencer a sus extremistas derechos. Y éstos se han revelado: ya está bien de mirar para otro lado y no darse por enterados de que están en el Gobierno de Andalucía gracias a sus votos. A Vox se le podrán achacar muchas cosas, pero no -y menos, en este caso- el de la incoherencia. Ciudadanos pretende pasar por este pacto ‘oculto’ como pasa el sol por el cristal. Y, claro, Vox se planta. Hay plazo para dar marcha atrás, pero caduca en una semana. Si Vox va de farol o no, lo sabremos la semana que viene y, en todo caso, antes de la constitución de los ayuntamientos y la designación de alcaldes.

Entretanto, Vox emplaza a Ciudadanos a sentarse a dialogar con ellos. Son muchos los ayuntamientos y su gobierno de derechas en juego. Ciudadanos tendría que hacer algo más que ese 'con la puntita nada más' con el que simula no darse por enterado del apoyo de la ultraderecha en la Junta. Si se mantiene el órdago, no tendría por qué darse por clausurada la legislatura en Andalucía ni estaríamos en un escenario de elecciones anticipadas. El tándem PP-Cs podría funcionar con presupuestos prorrogados, pero sería todo un negativo símbolo político de zurrapa en el primer tapón.

Y, todo, con la dificultosa investidura presidencial y la constitución del nuevo Gobierno como escenario de fondo. Desde que el 28 de abril hubo elecciones, más el domingo electoral del 26 de mayo, ha pasado ya mes y medio. Mes y medio de campaña municipal y europea, más alguna votación autonómica. Un periodo que los partidos han dejado pasar sin mojarse en demasía, con el doble objetivo de no perjudicar con sus negociaciones y pactos sus propias expectativas electorales. Los ayuntamientos sí tienen plazo concreto de constitución y mecanismos que automáticamente deciden el alcalde si distintos partidos son incapaces de cerrar un pacto.

A mí, aquel “¡con Rivera, no!” me sonaba tan excesivo y nocturno-electoral como aquel otro que se coreó en 1996, ‘’¡Pujol, enano, habla castellano!” del que Aznar salió dos meses después hablando catalán en la intimidad. Esa cercana noche de abril, cuando la militancia socialista gritaba a las puertas de Ferraz estaba reciente el giro derechista de Albert Rivera, en su estrategia fallida de ‘sorpasso’ al PP. Este jueves, el dirigente naranja acudió a Zarzuela. Y a la salida volvió a autoproclamarse como líder de la oposición que le espera a Sánchez si finalmente es investido presidente. Rivera es un gran orador pero de aritmética va cortito… Por el otro lado, un debilitado Pablo Iglesias -que simula no darse por enterado de sus debilidades- cada día es menos reivindicativo desde la exigencia primera de gobierno de coalición a algún ministerio, no más.

Pasado el sábado 15 de junio, se entrará sin remedio en la pendiente de la investidura de Sánchez. En los casi dos meses que habrán transcurrido ese día, líneas rojas, vetos, personalismos, estrategias fracasadas y resultado final de la negociación en los ayuntamientos habrán dejado ‘heridos’ y 'heridas' a flor de piel entre unos y otros. Hacer pronósticos en tales circunstancias es tanto como hacer quinielas.

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