La sequía, una batalla por el futuro de Andalucía

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Embalse del pantano de Cubillas afectado por la sequía en una imagen de archivo | Foto: Miguel López
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En la actualidad, Andalucía se encuentra inmersa en una lucha crucial contra la sequía que amenaza no solo la estabilidad económica de la región, sino también su capacidad para abastecer a sus ciudadanos y mantener su posición como la principal potencia agroalimentaria de España. El presidente Juanma Moreno ha dejado claro que, aunque se haya trazado un rumbo correcto para fortalecer la economía, la verdadera piedra de toque se encuentra en la disponibilidad y gestión del recurso más vital: el agua.

La magnitud de la crisis hídrica se manifiesta en todos los sectores de la sociedad andaluza. Desde los agricultores que ven cómo sus tierras se vuelven áridas hasta los ganaderos que luchan por mantener sus rebaños, pasando por el turismo y la industria que dependen directamente de la disponibilidad de agua. La sequía, que se prolonga por más de cuatro años, ha dejado a su paso un dolor inmenso y circunstancias nunca vividas por aquellos que dependen del vital líquido.

En su discurso de investidura en 2019, el presidente Moreno identificó con claridad la necesidad de abordar la crisis hídrica con una visión a largo plazo. Desde entonces, se han implementado más de mil actuaciones y obras relacionadas con el agua, con unas previsiones de inversión considerable de hasta 4.000 millones de euros hasta 2027. La aprobación de tres decretos de sequía y la planificación de un cuarto reflejan un enfoque proactivo ante una situación que amenaza con empeorar en las próximas semanas si no llueve lo suficiente.

El Gobierno andaluz no se resigna ante las dificultades y ha diseñado una estrategia integral para combatir la sequía. Desde la instalación de desaladoras portátiles hasta la activación de pozos y sondeos en desuso, cada medida se dirige a garantizar el abastecimiento de agua, incluso en los escenarios más adversos. La inversión en investigación, con una asignación de ocho millones de euros, demuestra un compromiso genuino con la innovación y el desarrollo de soluciones a largo plazo.

La llamada a la unidad en el Parlamento andaluz resalta la naturaleza apolítica de la sequía. Este desafío va más allá de las divisiones partidistas y requiere un esfuerzo conjunto para hacer frente a la Unión Europea y al Gobierno de España. La singularidad hídrica de Andalucía debe ser reconocida, abriendo las puertas a fondos europeos prioritarios y a inversiones extraordinarias por parte del Estado.

Andalucía, conocida como la despensa de Europa, está en juego. La región, exportadora líder de frutas y hortalizas, alimenta a 500 millones de personas y su capacidad productiva, de empleo y generación de riqueza está en peligro. Es imperativo que otras administraciones como el gobierno de España se sumen a este esfuerzo extraordinario para garantizar que esta tierra fértil no vea desmoronarse su legado como potencia agroalimentaria.

En conclusión, la sequía en Andalucía no es simplemente un problema coyuntural, sino un desafío estructural que requiere medidas audaces y sostenibles. La respuesta del Gobierno andaluz es un paso en la dirección correcta, pero la verdadera prueba será la implementación efectiva de estas estrategias y la colaboración a nivel nacional e internacional. El agua es el recurso que sustenta la vida y el desarrollo, y solo a través de esfuerzos coordinados se podrá preservar el futuro de esta tierra próspera y vital para la península ibérica.

 







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