"Hay mucha materia que no he dado durante el curso y me la he preparado en una academia"

Marta y Carmen, dos alumnas de los más de 7.000 que se presentan a la Selectividad, cuentan cómo han vivido las semanas previas

Niña estudiando para un examen de Selectividad
Carmen García, estudiante de Selectividad, en una de sus jornadas de rutina. | Foto: GD
Miguel López Rivera
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Son las 8:30 horas y el reloj de Marta Fernández no para de sonar. Comienza una jornada más en el corto pero intenso camino hacia la Selectividad, un examen académico y, en muchos casos, también vital. Marta busca una buena nota que termine de sacarle partido al 7’90 que lleva de media en Bachiller y le permita entrar en Marketing e Investigación de Mercados.

Si presentarse a la Pevau ya pone los nervios a prueba, hacerlo este curso, en el que no se ha podido dar todo el temario debido a la suspensión de las clases. Aun más. Para compensarlo, Educación ha diseñado una Selectividad ‘a medida’; con más opciones de respuesta en cada examen. Aunque entre el alumnado hay quien le ve más ‘contras’ que ‘pros’.

“Yo, por ejemplo, me siento agobiada. Hay mucha materia que no he dado. En ‘Mates’ me puedo dejar un bloque, pero siempre vas bien preparada por si acaso. Nos hemos encontrado con cosas que llevábamos bien, pero que no habíamos dado en el instituto y nos las hemos tenido que ingeniar. En mi caso, yendo a un intensivo en la academia. Gracias a eso voy a ir más segura”, relata esta joven.

A priori, más tranquila debería estar Carmen García. Acude a la prueba con una media de 9’8, rozando la perfección del 10. Sin embargo, no puede bajar la guardia si quiere estudiar el próximo curso Medicina, cuya nota se acerca a 13 (la media entre Bachillerato y Selectividad pondera sobre 14).

“Es un poco más la tensión que siento que otra cosa. Al final, este examen es lo mismo que llevamos haciendo todo el año”, explica. A Carmen le tranquiliza el colchón que le otorga su 9’8, aunque admite que siente la presión de “llegar al lugar”, así como también “la que los mismos estudiantes nos metemos”.

Marta asegura estar “más tranquila de lo que pensaba”, pero mira con recelo la asignatura de Historia. Quedarse en blanco es uno de los pensamientos negativos que más atemorizan a los alumnos a la hora de enfrentarse a la prueba, cuyo ambiente previo es calificado por la joven como “frío”.

“No puedes interactuar con ningún profesor cercano en las aulas, donde tampoco habrá aire acondicionado”, lamenta. Con todo, fía su ‘suerte’ a dos materias importantes como son Lengua y Economía: “Me las he preparado bien”.

Horarios de opositor

Por su parte, Carmen explica cómo ha sido su día a día en estas últimas semanas, que se asemeja al de cualquier opositor. “Me despierto a las 8:30, desayuno y me pongo sobre las 9:00. A las 14:30 paro a comer y vuelvo a ponerme de 16:00 a 20:30. El domingo me lo tomo de descanso”, ilustra.

“En mi caso, yo no he podido dar Geometría en la asignatura de Matemáticas. En Química, tampoco he tocado las Reacciones de Ácido Base. Soy de Ciencias y esas asignaturas te las tienes que estudiar un montón. Desgraciadamente, siempre se deja para el último trimestre lo más difícil”, apostilla.

Sin rituales que valgan, la suerte está echada. Desde este martes, y hasta el jueves, más de 7.000 alumnos se miden a un momento en su vida que marcará un punto de inflexión. El primer paso hacia un futuro soñado. Dos años de esfuerzo contenidos en tres días.







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