Proyecto Jericó, una iniciativa que combate el 'sinhogarismo' en Granada

Manolo García, párroco de San Gil y Santa Ana: "Queremos mostrar cercanía a quienes para la mayoría de la sociedad son invisibles"

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Párroco de San Gil y Santa Ana, Manolo García | Foto: David García
Olga Pérez Antúnez
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El sinhogarismo es el término que se refiere a todas las personas que carecen de un lugar permanente para residir y que se ven obligadas a vivir a la intemperie, un problema estructural que afecta a todas las sociedades y que se debe a factores de tipo social, económico y político. En Granada alrededor de 200 personas pernoctan en la calle cada día, en unas circunstancias que dejan mucho que desear y que por desgracia, empeoran en esta época debido a la evidente bajada de las temperaturas que conlleva la llegada del frío.

Desde el 2016, año de la Misericordia para la Iglesia universal, el arciprestazgo Virgen de las Angustias de Granada lleva adelante una labor social y humanitaria en favor de estas personas con su llamado Proyecto Jericó. La iniciativa, que debe su nombre a la parábola del buen samaritano perteneciente al Evangelio de Lucas, surgió para "expresar la cercanía a quienes para la mayoría de la sociedad son como invisibles" tal y como relata Manolo García, principal responsable del proyecto y párroco de San Gil y Santa Ana.

Las 12 parroquias del arciprestazgo colaboran mano a mano con la Asociación 'Calor y café', que les ayuda con los trámites y la gestión de las personas que participan en el proyecto. La Asociación gracias a su experiencia conoce más de cerca el tema y son los encargados de hacer una especie de "criba" de quienes pueden formar parte en la iniciativa. Para poder optar a ello, se deben tener más de 18 años y estar en riesgo de calle, además hay que estar dispuesto a tener el control necesario ya que, como relata Manolo "hay gente que no quiere ningún tipo de control y el proyecto requiere un mínimo, una serie de datos, no pueden llevar perros al lugar donde se alojan, hay gente con dependencias de drogas o alcohol que no se adaptan, o incluso hay cada vez más personas que, por desgracia, tienen problemas psicológicos y al estar en la calle no están diagnosticados y no son tratados", y aunque la realidad de los sin hogar en Granada oscila alrededor de las 200 personas, no todos participan en el proyecto, no porque no se les permita si no porque lo rechazan. El resto de personas que están dispuestas a aceptar esas 'normas' no reciben únicamente ayudas de forma puntual, si no que les ofrecen durante una semana "un lugar confortable, en el que puedan ducharse, descansar bien y refugiarse del frío".

Existe un rango de edad significativo en el que se agrupan las personas sin hogar. La mayor cifra se da entre 31 y 50 años, franja que abarca más de la mitad de los participantes en el proyecto, y por otro lado, las franjas de edad de entre 18-30 y 51-70, que se encuentran en proporciones similares. Unas tres cuartas partes de las personas del Proyecto Jericó son hombres, mientras que menos de una cuarta parte son mujeres aunque en estos últimos años está habiendo un aumento significativo. Desde la parroquia, piensan que una de las principales causas que llevan a la calle a estos hombres y mujeres es la soledad, ya que "la mayoría de gente en esta situación son solteros o personas separadas o divorciadas". "Hay una minoría de personas casadas o en pareja que acuden a este servicio", expone. Otro dato llamativo es que en torno al 75% son personas desempleadas, y que tan solo hay un mínimo de personas con empleo y también algunos casos de pensionistas.

En pandemia, cuando trasladaron a las personas sin techo al Palacio de Deportes, se vio la realidad de este problema. "Granada es una ciudad en la que estar en la calle, aunque no haga frío es muy duro", afirma Manolo. Este proyecto está pensado para ayudar a aquellos que no tienen refugio y es algo que alientan tanto las parroquias, la Catedral y la Capilla Real como instituciones dentro del arciprestazgo y que colaboran en ello.

Los particulares que quieran colaborar pueden hacerlo mediante donaciones periódicas o puntuales que se destinan de forma íntegra al proyecto para que siga adelante a través de su número de cuenta. A parte de ello, no cuentan con subvenciones de otro organismo, es propio del arciprestazgo aunque como el párroco de San Gil y Santa Ana aclara "no rechazan ninguna ayuda puntual de instituciones ni por supuesto de personas que lo deseen". La intención es que el proyecto continúe y vaya a más. "El deseo es que haya un albergue municipal que pueda dar respuesta a esta realidad de manera más organizada, con personas que hagan seguimiento psicológico, educativo, social...", desea Manolo, que, aunque admite que es una labor difícil para muchas situaciones crónicas, algunos pocos tienen la posibilidad de encauzar nuevamente su camino, objetivo que persigue Jericó en la medida de sus posibilidades en su ya séptimo curso tratando de hacerles la vida mejor.







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