Se cumplen cinco años del primer caso de Covid-19 registrado en el mundo
El "enemigo invisible" que cambió la historia reciente de la humanidad apareció hace un lustro en un mercado de Wuhan
Hay fechas señaladas en el calendario, a lo largo de la historia moderna, que han marcado un antes y un después en la humanidad. El 6 de agosto de 1945, el bombardero Enola Gay dejaba caer la primera de las bombas nucleares sobre Hiroshima, marcando un punto clave en el belicismo mundial. Otra cita importante es la del 9 de noviembre de 1989, cuando fue derribado el Muro de Berlín, poniendo punto y final a tres décadas de división dentro de la capital alemana. El 11 de septiembre de 2001, dos aviones se estrellan contra las Torres Gemelas, otro cae sobre el Pentágono y otro no llega a su objetivo, el capitolio, cambiando la manera en la que la globalización se entendía y obligando a reestructurar la manera de controlar los cielos del mundo.
Con momentos complicados como la crisis económica, las distintas catástrofes naturales o conflictos bélicos en distintas partes del mundo en estas dos primeras décadas del siglo XXI, parecía que no volvería a vivirse algo en un punto del planeta que afectara al resto de la población de una manera tan nociva. Pero, como muchos expertos, nos equivocamos.
El 11 de diciembre de 2019 será otra fecha señalada en la historia de la humanidad, ya que ese día, en un mundo conectado por internet, con la IA cada vez más presente y con la facilidad de ir a la otra punta del mundo en solo unas horas, un hombre que trabajaba en un mercado de la ciudad china de Wuhan sería identificado como la primera persona infectada por el coronavirus en el mundo. Algo, que pocos meses después, acabaría con la vida de miles de personas, vaciaría las calles de todo el globo y pondría en jaque a gobiernos, sistemas sanitarios y medios de comunicación tal y como los conocíamos.
Una fecha que ha estado en debate
Michael Worobey, director de ecología y biología evolutiva de la Universidad de Arizona, realizó la cronología los casos conocidos de covid-19 antes de que China, a finales del 2019, informara a la OMS de varios casos de una "neumonía de causa desconocida".
Años después de que el virus afectara a todo el planeta, muchos sostienen el debate sobre si la pandemia comenzó por un animal silvestre vendido en el mercado, una filtración en el laboratorio de máxima seguridad o de alguna otra manera, ya que ni siquiera se sabe desde cuándo estaba circulando el virus por Wuhan. En una primera mirada a los posibles orígenes de positivos en casos, la fecha era alrededor del día 8, cuando un contador de 41 años que supuestamente se enfermó, no llegó nunca a confirmarse.
Tras meses de investigación por parte de Worobey, este encontró los datos más fiables sobre el tema. En lo que respecta al contador, este averiguó que fue al hospital el 8 de diciembre por problemas en los dientes y que no desarrolló síntomas propios del coronavirus hasta el 16 de diciembre. Por lo que ya quedaba fuera de la ecuación, más si cabe, cuando llegó a su conocimiento la publicación por parte del equipo médico que trató a un pescadero que ese día 16 ya presentaba síntomas serios, tras ir al hospital en los días anteriores por síntomas similares a los del virus. Por lo que el día 11 se considera el primer registro de sintomatología relacionada con el coronavirus en el sistema sanitario de China.
Cinco años que ya parecen lejanos para muchos
Si echamos el freno a esta vida que se ha acelerado tanto tras la famosas "vuelta a la normalidad" y miramos hacia atrás, parece que el tiempo ha borrado muchas cosas y ha dejado otras grabadas a fuego en la cabeza, los pulmones e incluso la movilidad de algunas de las personas que sobrevivieron a ese enemigo invisible. Para hacer balance y saber lo que hemos aprendido en este lustro, el colaborador de GranadaDigital y director del programa 'Salud a todo Twitch', Joan Carles March, reflexiona sobre ello:
Tenemos todos los ingredientes para saber actuar ante el virus. Pero tristemente no lo hacemos.
Lo que pasó en la pandemia es:
- Inexistencia de protocolos previos
- Errores de coordinación en todos los niveles
- Errores de comunicación
- Falta de reservas estratégicas de materiales e instrumentos
- Carencia de buenos sistemas de información y de alerta coordinados
- Falta de recursos diagnósticos
- Carencias legislativas, que provocaron un caos judicial, con sentencias
- Desconocimiento del ámbito residencial y social, y, esencial
- Carencia de recursos humanos, tanto cuantitativa como cualitativamente, especialmente en los campos de la salud pública y la atención primaria, y, también, en el sector residencial social.
Todas estas acciones se podrían haber resuelto de una manera más fácil y eficaz. Así, la existencia de una Agencia Estatal de Salud Pública hubiera permitido principalmente que hubiera una mejor coordinación entre CCAA en el consejo interterritorial.
En ese sentido, la nueva ley que contempla la agencia estatal de salud pública debería asegurar que dicha agencia (AESAP) sea el centro real de la salud pública en España y que, independientemente del color político, asegure el trabajo científico y la solvencia técnica de sus acciones.
Es necesario que la AESAP trabaje en red con las distintas CCAA, con los municipios y con los centros de investigación y formación en salud pública que hay en España. Y además no solo esté coordinada a nivel nacional con las CCAA y con los municipios, sino también a nivel internacional, con la Unión Europea y más allá, porque los desafíos que vienen son globales.
Asimismo, es necesario un desarrollo legislativo que aborde las carencias y limitaciones que hemos visto y tenido de la pandemia, lo que permitiría una mejor coordinación de las labores jurídicas, legislativas y sanitarias. La AESAP tiene que recoger un compromiso más claro y preciso con la función de investigación y de formación y funcionar como una gran agencia de inteligencia en salud pública generadora de conocimiento.
Además, se necesita un apoyo institucional y político que permita desarrollar los objetivos de salud pública que son, entre otros:
- Modernizar y cohesionar los sistemas de vigilancia epidemiológica, para responder ante futuras pandemias y ante situaciones que necesitan una mayor vigilancia y control. Es necesario tener en cuenta una capacidad anticipatoria, su aptitud de coordinación en la recolección, el manejo y el análisis de datos con la suficiente prontitud, su atención sobre los determinantes sociales de la salud o su calidad y solvencia estética en materia de comunicación actual y adaptada a las audiencias diana.
- Incorporar el concepto One Health a la hora de trabajar en el marco de la salud global o planetaria.
- Evaluar lo que se está haciendo con la mejor evidencia.
- Adecuar la evidencia al caso concreto o valoración, permitiendo establecer directrices adaptadas al contexto de acción.
- Ser sustento de la deliberación u ofrecer alternativas al decisor final.
- Generar sistemas de información y prospectiva.
- Identificar y evaluar las políticas e intervenciones
- Poner en marcha una estrategia comunicativa, incluyendo visualización de datos crudos y evaluados, y la dotación de herramientas de soporte a las decisiones a los diferentes niveles.
- Capacitar competencialmente y fomentar al capital humano;
- Fomentar y financiar la innovación.
Cómo el coronavirus destruyó a la clase media
La pandemia de la covid-19 no ha afectado por igual a los diferentes grupos sociales. Las personas en una situación más desfavorecida han sufrido las mayores consecuencias en términos de salud, sociales y económicos de la pandemia. Las desigualdades sociales suponen un riesgo para la salud, también en el caso de las enfermedades transmisibles. Por eso, más que nunca, es necesario un esfuerzo por parte de los países para tratar de reducir las desigualdades y de mitigar las inequidades en salud que puedan producirse en futuras pandemias.
Sobre los más graves, diría yo que la falta de unidad de acción, que generaba desconfianza en la población. Creo que eso se podría haber minimizado con una aparición conjunta del Presidente del Gobierno con presidentes de las CCAA. Eso habría ayudado a que políticos de diferentes partidos se vieran juntos y que ello facilitara una mejor visión de las medidas de la pandemia. El evitar la discrepancia frontal en público de quienes lideran la lucha contra la pandemia hubiera sido importante. No se deben usar las medidas de salud pública como abono para la contienda política descarnada.
Esa visión de unión yo creo que se consiguió mejor en el apartado de la vacunación. Se creó un registro único de datos que ofrecía toda la información vacunal diariamente, lo que era imprescindible para tomar decisiones sobre la marcha. Era algo sin precedentes. Además, se acordó desarrollar una estrategia única y era necesario que se desplegara de la misma manera en todo el territorio. La mejor estrategia fue informar con la evidencia disponible para resolver dudas. Los aspectos de comunicación, concienciación social, coordinación CCAA y compra centralizada fueron básicos para un muy buen y exitoso proceso de vacunación en España.
Todos estos retos espolearon nuevas formas de investigar y escalar la producción de vacunas, colaborando en ello tanto instituciones académicas como pequeñas empresas biotecnológicas y grandes multinacionales farmacéuticas. Diferentes gobiernos y organizaciones sin ánimo de lucro financiaron ensayos clínicos, a fin de permitir la vacunación más masiva y rápida posible.
No solo era necesario disponer de vacunas, compradas de firma centralizada en Europa: la población debía aceptarlas y emplearlas. Las vacunas frente a la COVID-19 tuvieron reticencias iniciales (antes de disponer de las primeras vacunas) que llegaron a ser muy elevadas (40% según distintas encuestas en España) y apareció la modalidad de respuesta: prefiero esperar a vacunarme. Estas reticencias se disiparon en gran medida (con subidas de aceptación de casi 20 puntos) en el momento en que se conocieron los datos de efectividad de las primeras vacunas aprobadas.
Las encuestas iniciales decían que solo entre el 30% y el 40% de la población estaba decidida a vacunarse y que hasta el 40% tenía reticencias, principalmente por miedo a los efectos secundarios y desconfianza por el rápido desarrollo de las vacunas. El gran peligro es que esto se consolidara. Las reticencias hacia las vacunas han aumentado durante la pandemia en muchos países y en España se logró contener esta tendencia. Así, la vacunación entre adolescentes frente al virus del papiloma humano, por ejemplo, creció después de la pandemia y la cobertura de la triple vírica para niños no cayó como en otros lugares.
La realidad es que España ha sido uno de los países del mundo con coberturas de vacunación frente a la COVID-19 más elevadas, situación que, entre otros factores, es el resultado de la confianza de la población en el sistema sanitario público y en el desarrollo de una campaña de vacunación próxima al ciudadano y efectiva. La vacunación del Covid-19 salvó más de 1,4 millones de vidas en Europa.
Qué podemos aplicar para futuras crisis sanitarias
Es necesario crear una reserva estratégica de materiales, como mascarillas o ventiladores en la UCI, y tener un buen sistema de rastreo de contactos.
Por otra parte, en las residencias, se deberían ampliar los mecanismos de prevención y reforzar la coordinación con los hospitales para evitar las miles de muertes que se produjeron en los geriátricos. También es básico fortalecer y ampliar las capacidades del sistema sanitario, aumentando las plantillas, especialmente en Atención Primaria.
Existe un consenso sobre la necesidad de acelerar y financiar la investigación y el desarrollo de nuevas herramientas sanitarias para brotes y epidemias, garantizando un acceso equitativo en todo el mundo.
También hay que tener en cuenta que es importante diseñar planes que aseguren una información rigurosa y efectiva y que las vacunas tengan un precio razonable.
Se necesitan mejores políticas nacionales e internacionales, además de una mejor gobernanza nacional e internacional. No se debe volver a hacer una estrategia de vacunación sin intentar llegar a todo el mundo para que todos y todas puedan vacunarse.