El Covirán vuelve a ahogarse en la magnitud del derbi andaluz (92-70)

La historia se repite con un conjunto rojinegro completamente perdido en tierras malagueñas, frustrado y sin ideas ante un Unicaja infinitamente superior

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Lluís Costa lanza un triple en el derbi andaluz ante Unicaja | Foto: ACB Photo
Ainoa Morano
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Ambiente festivo en Málaga que acabó en un nuevo dia de luto para el Covirán Granada. Minutos antes de que arrancase el encuentro, granadinos y malagueños ser hermanaron con el sentimiento andaluz por bandera para calentar motores antes del gran derbi que enfrentaría a Unicaja y Covirán. El único deseo era ver un partido competido, emocionante y reñido hasta el final. Dejar en el olvido aquellos encuentros en los que los cajistas no tuvieron piedad de los rojinegros. Quedó solo en eso, en un mero deseo. El Covirán Granada ha vuelto a ahogarse en la vorágine del gran derbi andaluz.

La energía que desprendía esta gran cita se quedó solo en la grada pues ambos conjuntos saltaron al parqué claramente aletargados. Más de dos minutos tuvo que correr el cronómetro para que Cristiano Felicio estrenase el marcador. Las jugadas imprecisas y los tiros errados dieron paso a una leve superioridad granadina. Momentánea eso sí, como una estrella fugaz. Del 2 a 7 se pasó al 12-7, un parcial de diez a cero que obligó a Pablo Pin a parar el encuentro por primera vez. De nada sirvió la reprimenda del técnico granadino. Unicaja siguió sacando su potencial desde el tiro exterior para cerrar el primer periodo con el 18 a 9.

La distancia en el marcador no era insalvable, pero las sensaciones no invitaban al optimismo. Los fantasmas del pasado regresaron. O más bien, regresó la gran bestia negra del Covirán Granada. El Unicaja planteó un juego muy sencillo: defensa de cambios sobre Felicio emparejándolo con Kendrick Perry y ahogar defensivamente a Lluís Costa. Las consecuencias fueron inmediatas. La generación de juego volvió a caer sobre un Joe Thomasson sobrepasado, mientras que los malagueños ganaban ventajas gracias a Perry con penetraciones o sacando el balón al exterior para seguir matando a los granadinos a base de triples. En un abrir y cerrar de ojos, los de Ibon Navarro tenían un +20 en su casillero. Jonathan Rousselle fue el único capaz de plantarle cara al sistema cajista, pero, evidentemente, no fue suficiente (50-30).

Tras el paso por vestuarios, lo que se vería en la pista seguiría siendo esperpéntico, al menos hasta pasado el ecuador del periodo. El Covirán Granada no se había presentado al partido. El Unicaja quería su décima victoria consecutiva por lo que tuvo piedad con su vecino. Un parcial de 8-0 en apenas dos minutos del tercer cuarto volvió a obligar a Pablo Pin a parar el juego. Su equipo no estaba, ni se le esperaba. Desbordados, sin ideas y casi pidiendo la hora desde el segundo cuarto, una vez más, el derbi andaluz era una auténtica pesadilla para los granadinos. La entrada de Jonathan Rousselle dio, otra vez, un soplo de aire fresco a los rojinegros. El base francés, ese que jamás ha vivido un derbi andaluz y que por lo tanto no conoce la presión de este partido, fue el gran revulsivo para los visitantes. Con tres triples consecutivos de Rousselle, Cheatham y Thomasson, el Covirán se metió en el partido, no para poder remontar, pero sí anímicamente. El marcador bailó entre los 19 y los 21 puntos de diferencia a favor de Unicaja, recortados en el último momento por un Thomasson que al fin despertó (70-53).

Con tan solo diez minutos por delante de este tormentoso encuentro, al Covirán solo le quedaba resistir y perder todo el miedo. El partido ya estaba perdido. Los rojinegros siguieron intentándolo, pero la remontada era imposible, no solo porque a nivel físico o de anotación no pudiesen, es que una vez más la actuación arbitral entraría en juego. Eso sí, hay que reconocer que no se pitó adecuadamente para ninguno de los dos conjuntos. Todo podría haber quedado en una simple derrota aplastante de Unicaja, pero la rabia de ver que no se podía ni siquiera competir y que los colegiados tampoco “ayudaban” hizo que Cristiano Felicio sacase toda su furia en forma de protestas, golpes y una pizca de provocación. Pablo Pin recibió una nueva técnica, mientras que el pívot brasileño era abucheado por la grada. su habitual sonrisa se transformó en un gesto de enfado e incomprensión nunca visto. Mientras el Covirán pedía la hora, la grada disfrutaba viendo la desgracia de sus vecinos, de sus compatriotas. Se entiende la efusividad de la décima victoria consecutiva, pero un poco de empatía no vendría mal. Mientras tanto, los aficionados rojinegros desplazados, casi al término del encuentro, dedicaron un sentido ‘Málaga, Málaga’ a los anfitriones. Diferencias. En la pista, el Unicaja siguió arrollando desde el tiro exterior a un Covirán capitaneado por Joe Thomasson, una jornada más. 92-70 y una derrota más al casillero, esta de las que duelen de verdad. Se esperaba competir, pero la historia ha vuelto a repetirse. El Covirán se pierde en tierras malagueñas. El Unicaja sigue siendo la gran bestia negra de este equipo.

Ficha del partido:

Unicaja: Osetkowski, Carter, Díaz, Djedovic, Sima - quinteto inicial - Kalinoski, Kravish, Perry, Ejim, Taylor, Snat-Supery, Thomas.

Covirán Granada: Felicio, Costa, Thomasson, Cheatham, Tomás - quinteto inicial - Kramer, Kairys, Díaz, Iriarte, Rousselle, Konontsuk.

Parciales: 18-9; 32-21 - descanso - 20-23; 22-17

Incidencias: partido correspondiente a la Jornada 14 de la ACB disputado en el Palacio de Deportes José María Martín Carpena.







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