La madre de María Teresa tras 20 años de lucha: "¿Qué sentiría el responsable si viera así a su madre?"

Teresa Martín asegura que hay una línea de investigación abierta y, junto a su marido Antonio, mantiene viva la esperanza

maria teresa motril
Imagen de archivo de la joven desaparecida en Motril. | Foto: Archivo
Miguel López Rivera
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Hasta hace unos años, quienes elegían la Costa Tropical para pasar unos días de vacaciones se encontraban una gran pancarta al llegar al cruce de la N-323a. Ese trozo inmenso de tela colgaba del puente por donde pasa N-340 y en él podía verse la cara de María Teresa Fernández, la joven motrileña de cuya desaparición se cumplen este martes 20 años. "Justicia para María Teresa" era la frase que rotulaba aquel letrero.

Porque la historia de María Teresa es la de una ciudad que siempre estuvo al lado de una familia que mantiene un hilo directo con la esperanza. Tanto como para recordar a cada visitante que llegaba a la Costa que la lucha continuaba, y sigue haciéndolo 20 años después. Aunque cada día que pasa es un terrible golpe de realidad para Antonio Fernández y Teresa Martín, los padres de la joven que aquella noche del 18 de agosto del año 2000 asistió en plena feria a un concierto de Café Quijano y nunca más volvió.

Antonio la dejó con el coche en una parada de autobús de una arteria motrileña. Ella le dijo que prefería hacer los últimos metros a pie para ahorrarle la molestia a su padre y esa fue la última vez que se supo de la joven. Un recuerdo indeleble sobre el que se cimenta la esperanza de volver a saber algo sobre el paradero de la chica, como recuerda su madre, Teresa Martín, a GranadaDigital en este triste 20 aniversario.

"Lo último que nos ha dicho la Policía hace tres o cuatro días es que hay una línea de investigación abierta, pero no quieren que intervengamos para que no se entorpezca. El inspector que se ocupa del caso, que está muy implicado, de vez en cuando le echa una ojeada y ya ha trasladado los nuevos hallazgos al juez", explica Teresa.

Con voz entrecortada que desemboca en un llanto ahogado, la madre de la joven recuerda que no hay mañana en la que no piense en su hija nada más despertar. Aunque, evidentemente, una fecha tan señalada como la de este martes tiene una carga emocional aún mayor. "Es un día muy duro, pero es otro más. Pero quién me iba a decir a mí que tendría que aguantar este sufrimiento durante nada más y nada menos que 20 años", confiesa compungida.

Teresa atiende a este periódico desde su cortijo, donde mantiene viva la imagen de su hija celebrando su 18 cumpleaños junto a sus amigos: "Es como si la estuviera viendo. Siempre estaba haciendo bromas con su padre. Era una niña muy aplicada y traía muy buenas notas. Le destrozaron la vida aquel maldito 18 de agosto".

La desaparición de la joven granadina ha estado siempre rodeada de un halo de incertidumbre. Pese a todo, resulta imposible no establecer paralelismos con otros casos cercanos como el de Rocío Wanninkhof o el de Sonia Carabantes. "En la cárcel de Albolote, Toni Alexander King me dijo cara a cara que María Teresa fue asesinada con el mismo cuchillo con el que mataron a Rocío", trae a la memoria Teresa Martín. Un testimonio desgarrador que apunta directamente a Robert Graham.

Aunque si hay algo que en todo este tiempo ha traído de cabeza a la familia es el rastreo del teléfono móvil de María Teresa. "Se hizo lo que se pudo", avanza la madre de la joven, quien se remite a las palabras del inspector jefe que lleva el caso. "Las técnicas que hay ahora no son las que había antes y no se pudo comprobar la conexión desde la que se hizo la última llamada. Lo intentaron, pero no consiguieron nada. Hablamos con Movistar, que era su compañía, y no nos pudieron dar otra solución", lamenta.

Veinte años después, Antonio y Teresa están destrozados. El padre de María Teresa ni siquiera puede atender la llamada, inundado por la emoción y el recuerdo de su hija. Pero su mujer lanza un último mensaje desesperado. "A la única persona que le haría un llamamiento es a la que se llevó a mi hija. Otra cosa no espero, sino tener a mi hija como sea. Poder estar tranquila, porque en paz no me voy a quedar nunca. Las personas que la hicieron desaparecer que den la cara. Son muchos años y me gustaría que se pusiera en mi lugar, o en el de su propia madre. ¿Qué sentirían si vieran a su madre así?". Un ruego que invita a la reflexión. La familia sigue esperando que se haga justicia y que alguien pueda tirar de un hilo, por fino que sea, para esclarecer qué pasó aquella noche de infausto recuerdo del 18 de agosto del año 2000.







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