La operación triunfo de Dani contra el linfoma de Hodgkin

El joven granadino encontró en el programa la fuerza para superar la quimioterapia y, tras conmover a los concursantes con un post, ha sido invitado a la final

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Dani ha encontrado en Operación Triunfo la fuerza para sobrellevar la quimioterapia | Foto: GD
Chema Ruiz España
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La vida de Dani frenó en seco en julio, después de casi ocho meses de visitas insistentes al hospital por lo que, a tenor de los juicios médicos, parecían ser unas paperas. "Estuve desde diciembre con los mismos síntomas", relata. Un bulto en el cuello, dolor y fiebre constantes que, según los especialistas, no debían suscitar preocupación. Pero, pasado tanto tiempo, lo hacían. El joven granadino decidió plantarse en el Clínico San Cecilio una vez más, dispuesto entonces a que le hicieran todas las pruebas posibles. El diagnóstico fue distinto: linfoma de Hodgkin, tres palabras que rondaron su cabeza mientras estuvo ingresado, hasta que, ya en casa, pudo comprender de lo que se trataba. "Dije 'hostia, que tengo cáncer linfático en estadio cuatro'", recuerda. Comenzó su operación triunfo contra la enfermedad, un duro proceso de quimioterapia en el que encontró la fuerza en el popular programa musical. "Ha sido mi safe place desde que todo empezó", conmovió a los concursantes a través de redes sociales, invitado posteriormente a la final.

"Todo empezó en diciembre de 2022 porque me salió un bultito muy pequeño en el cuello", narra el joven. "Lo dejé pasar una semana o dos pensando que no era nada, pero, viendo que no se bajaba, fui al médico. Me dijo 'son paperas, quédate en tu casa, reposo, ibuprofeno y el mes que viene vuelves'. A mí el bulto no se me bajaba. Cada vez era más grande y yo, venga a ir al médico, a urgencias. Me daba mucha fiebre y mucho dolor, y no me dejaba de crecer", detalla, convencido ya entonces de que "eso no podían ser paperas". Los juicios médicos, no obstante, insistían en que lo eran, así que el tiempo fue pasando. "No me querían hacer pruebas. De hecho, incluso en la misma sala de clasificación de Urgencias me decían que no me iban a pasar a consulta porque ya había estado muchas veces y no hacía falta, que siguiera con el mismo tratamiento", precisa.

Un amigo de su madre, médico de profesión, le hizo una ecografía en la que, no obstante, lo único que apreció fueron "unas bolitas de grasa", por lo que los sanitarios "tampoco le dieron importancia". Y así, hasta mayo. "Fui al hospital seriamente, diciendo que no podía más, que me hicieran una prueba o no saldría de allí. Me programaron un TAC a los dos meses, en julio", apunta. De ahí sí surgió el diagnóstico certero, por lo que quedó ingresado mientras era sometido a más exámenes. Los resultados arrojaron que la enfermedad se encontraba en estadio 4 de desarrollo y que había producido metástasis. "Es decir, se había pillado tan tarde que se había distribuido por muchísimos órganos. Ya no era solo un bulto. Eran decenas por dentro", sintetiza.

Comienzo de la quimio

"Hasta que llegué a mi casa, busqué en internet lo que era y lo que implicaba, no me di cuenta de hasta dónde había llegado. Ya entonces, sentí rabia. Si yo me hubiera enterado en el hospital de lo que era, habría explotado, porque han sido meses y meses diciéndome que no es cáncer", expresa. Lo hace ahora con la perspectiva del tiempo, porque entonces, tocaba actuar. El 1 de agosto comenzó el tratamiento, arrancó su particular operación. Doce sesiones de una quimioterapia "bastante fuerte", sostiene. "Cuando empecé la quimio, no notaba los efectos tan fuertes. Por ejemplo, a los dos primeros meses no percibía que se me cayera el pelo ni falta de fuerzas. Era lo típico, algo de vómito y mucha fiebre, pero me recuperaba rápido. Por la quinta o sexta sesión, ya sí empecé a tener infecciones, enfermedades secundarias que no se me curaban, retracción de encías…", señala.

El día a día de Dani, que estudia Química en la Universidad de Granada, quedó en stand by. "Tuve que pedir el certificado de estudiante con enfermedades o discapacidades para que me programaran ayuda en la Universidad, me facilitaran los exámenes, los horarios… También pedí un estudiante de apoyo que me pasara los apuntes y me explicara las cosas porque no podía ir a clases. En primero, ya estaba malo, pero dentro de lo posible, estaba bien. Fue con la quimio cuando empecé a perder fuerza, a debilitarme. Ya no quería salir a la calle, no quería relacionarme con la gente. Es un cambio gordo para tu vida, también físico. No me sentía bien. La gente me miraba, preguntaba… No me apetecía", exterioriza. 

OT como vía de escape

Cerró su círculo en torno a su novio y a su familia. Y, entre medias, se coló una afición que le acompaña "desde pequeñito". "Cuando me ingresaron, empezaron los castings de OT. Yo estaba todo el día en el hospital aburrido, así que me tragaba los vídeos enteros. Diez horas, once… Lo que durase. Estaba todo el día viéndolos", asevera el joven granadino. Hubo un paréntesis entre que finalizaron las clasificaciones y la gala 0 del programa, el 20 de noviembre, durante el que el joven "estaba ya nervioso". "En cuanto empezó, al ser 24 horas con la academia en directo y yo estaba todo el día en la cama o en el sofá, me lo ponía en la tele y hacía lo que tuviera que hacer. No lo he soltado desde entonces", abunda.

"Ha sido el lugar en el que me he volcado para estar distraído", resuelve. Cuando estaba solo en casa, los triunfitos le hacían compañía; si estaba estudiando, su presencia le apoyaba sin sonido. Así, hasta el 1 de enero, cuando tuvo su última sesión de quimioterapia. Por eso quiso hacer llegar al programa su agradecimiento a través de su perfil en redes sociales. "Hoy es mi última quimio y ojalá Noemí Galera supiera que su academia ha sido mi safe place desde que todo empezó. Mil gracias", escribió en X. "Lo puse más o menos empezando la quimio. Me quedé dormido y, cuando desperté, vi cientos de mensajes, llamadas de mi familia…", resalta. La directora de la academia había hecho llegar a los concursantes sus palabras en directo.

Su intención solo era "agradecerles" el apoyo que, de manera inconsciente, le habían dado. "Decir 'mira, Noemí Galera, gracias porque me habéis entretenido todo este tiempo y me lo he pasado bien con vosotros'", asegura. "Cuando pude coger el móvil no sabía qué había hecho. Me pasaron el vídeo, no había leído de qué iba. Empecé a escuchar y se me paró todo. Estaba tan sensible en ese momento que solo me dio por llorar", expone. La dirección del programa se puso en contacto con el joven granadino a través de redes sociales y le invitó a la gala final del concurso. "Para mí, es un sueño. Ha sido como el regalo que me merezco, como el karma, del que siempre estamos diciendo", afirma.

Invitado a la final

Dani aceptó con ilusión la invitación y ya piensa en el momento de poder asistir. "Sonaría muy típico, pero me gustaría que Ruslana fuera la ganadora, o Lucas. Hombre, yo estoy feliz. No sé hasta qué punto podría acercarme o hablar con alguno de ellos, pero con el hecho de verles, aunque sea de lejos, ya es un sueño cumplido", reconoce. Eso sí, comparte el entusiasmo con el de los exámenes de enero, algo menos habitual. "Ahora puedo retomar las clases. Me da cosita volver, pero tengo ganas. Tengo ya ganas de empezarlos", admite. Aún sigue pendiente de resultados, pues acabar la quimioterapia "no quiere decir que esté curado". "Significa que ya no necesito más tratamiento de momento. Me falta hacerme un TAC y el 14 de febrero tengo los resultados. En caso de que fuera necesario, se recurriría a otro tipo de tratamiento. Aún no sé si estoy curado", aclara.

Se contenta, no obstante, con que la quimio "ya ha acabado". "Ese es mi alivio", suspira, sosegado por restar preocupación a su familia y a su novio, y con positividad. "Con el paso de los días, me siento más fuerte. Ahora, esperar al cambio físico, a que me crezca el pelo y recuperar el tono muscular. Hay que tener paciencia. Me noto bien, tranquilo".







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