El Granada, a un partido de Segunda División

El Sevilla apaga la reacción del conjunto rojiblanco, que descenderá en cuanto no gane alguno de los cuatro encuentros que le restan o cuando el Mallorca venza

Sevilla FC v Granada CF - LaLiga EA Sports
Ignasi Miquel lamenta la derrota en Sevilla | Foto: E. P.
Chema Ruiz España
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El Granada se encuentra a un partido de descender matemáticamente de categoría. Será equipo de Segunda División en el momento en que no gane alguno de los cuatro encuentros que le restan, o bien cuando el Mallorca sí venza uno de aquí al cierre del curso. Una muerte hace tiempo anunciada que, probablemente, se producirá el próximo sábado en Los Cármenes, frente al Real Madrid, en un compromiso para el que los abonados deben pagar un suplemento de 30 euros si quieren acceder al estadio. El broche a una gestión deficiente en todos los departamentos de la entidad, que tres entrenadores no lograron reconducir en la parcela deportiva y que tornó en una larguísima agonía que aleja a la afición granadinista, a pesar de que la inyección de optimismo con la que llegó Sandoval suavizara la caída. El golpe amenaza con tambalear los cimientos del club.

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Algún hincha ilusionado con la reacción rojiblanca llegó a hacer cuentas que casi comprendían una intervención divina para que el Granada se salvara. Papel que fue mojando el Celta con cada uno de sus tres goles al Villarreal y que el Sevilla deshizo posteriormente. El técnico de Humanes logró suavizar un desenlace traumático hasta el punto de divertir a la afición, que todavía puede darse alguna alegría consoladora en lo que queda, pero su discurso optimista nunca pudo, ni pretendió, sostener la utopía que entrañaban los cálculos más positivos: ganarlo todo y que otros tres equipos se precipitaran sin paracaídas durante toda la recta final. Aquella ilusión tenía fecha de caducidad previsible, un abrupto final en el momento en el que el orgullo no diera para amarrar un resultado positivo.

El Pizjuán pinchó la burbuja y la realidad a la que se enfrenta el conjunto rojiblanco volvió a quedar al descubierto, para desazón incluso del propio Sandoval, que en rueda de prensa asumió el descenso. Había ganado el Celta, con lo que las posibilidades ya quedaban reducidas a supuestos rocambolescos, pero la derrota del Granada sumió de lleno al equipo en Segunda. "No vamos a estar pensando en la salvación cuando estamos así", reconoció el técnico madrileño tras caer "en la trampa" del Sevilla. Y no es que los nazaríes volvieran a mostrar esa versión deprimente con la que tocó fondo bajo las directrices del Cacique Medina. Sencillamente, el cuadro hispalense fue superior y desvistió a un plantel que siempre tuvo carencias, incluso con los remiendos de enero -cuatro se han asentado, a quienes se unió Matías Arezo en el feudo sevillano-.

Al Granada le faltó filo, con Uzuni maltrecho en el banquillo. Iba a forzar una vez más, pero el dolor en su tendón de Aquiles se intensificó al llegar al estadio, con lo que Sandoval entendió inútil arriesgar la integridad de su goleador desde el inicio. Confió en Matías Arezo por primera vez desde que aterrizó en el banquillo y el charrúa desaprovechó otra oportunidad. No hay rastro del potencial con el que deslumbró cuando vestía la camiseta del River Plate uruguayo, ni de sus goles. Sigue desubicado en el fútbol europeo, sin sitio en un conjunto rojiblanco que tampoco anda sobrado de gol. Lucas Boyé se zafó en esta ocasión más lejos del área de lo que lo venía haciendo en las últimas semanas, también desacertado. Atrás, falló muy pronto el sistema de defensa de los costados, lo que hizo al equipo ir a remolque casi todo el duelo. Tras el receso, el retoque táctico de Quique Sánchez Flores asestó la puntilla.

A la conclusión se dio por certificado lo que en realidad lleva hecho desde hace semanas. La última bala rojiblanca, el partido aplazado contra el Valencia, le dio en el pie. Lo que vino después no fue más que la mejoría previa a la muerte de un equipo que ha sufrido una planificación errática y tardía. Las horas de este Granada están contadas y el Real Madrid, que se acaba de proclamar campeón de Liga, puede escribir su epitafio. El final del curso, en cualquier caso, será largo.