El mejor local de Segunda aún tiene deberes a domicilio

El Granada más parecido al equipo de Diego Martínez volvió a presentar una versión solvente frente al Zaragoza, aun falto de pulcritud, para consolidar su idilio con Los Cármenes

Granada CF Real Zaragoza
Miguel Rubio celebra el gol de la victoria frente al Zaragoza | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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El Granada venció este viernes al Zaragoza con rasgos del equipo que dirigió Diego Martínez entre 2018 y 2021. El conjunto rojiblanco, aun falto de pulcritud en la construcción del juego, elevó su dureza para rayar el nivel que requería el duelo, frente a un rival muy correoso y competitivo, fue intenso e incisivo en las acciones ofensivas. Ante la densidad del compromiso en la franja ancha, los de Aitor Karanka canalizaron su flujo atacante por las bandas y lanzaron ataques relámpago que, en su mayoría, derramaron ante Cristian Álvarez, que evitó una renta mayor. En labores de destrucción, fue contundente para escupir el peligro, imperiales Miguel Rubio y Víctor Díaz. Solo Giuliano Simeone escapó de su red. Raúl Fernández fue un voluntario frente a una diana, sin necesidad de moverse para esquivar los cuchillos. Consolidó su idilio con Los Cármenes, pero sigue teniendo deberes a domicilio.

Este Granada de Aitor Karanka es como el protagonista de la película Múltiple, que encerraba en su interior hasta 23 personalidades. El conjunto rojiblanco muestra casi una versión por jornada. Pasa de manifestar un control sin puntería en Ponferrada a expresar una superioridad arrolladora frente al Sporting para, posteriormente, desdibujarse en Tenerife con una facilidad pasmosa. Este viernes, fue un equipo obrero, que labra el triunfo arremangado, pico en mano y con más inquina que ortodoxia, para terminar agarrándolo con tres centrales, como en tantas ocasiones sucedió durante los últimos cuatro años. 

Tanto en la grada como en el terreno de juego se escuchó con alivio el pitido final del encuentro, pero el miedo al empate en el último empujón visitante fue más infundido por la escasa renta que por los acercamientos maños. El Zaragoza merodeó al final el área de Raúl Fernández, pero, más allá del gol anulado a Giuliano Simeone por un fuera de juego milimétrico que aún levanta ampollas -las líneas tiradas por el VAR arrojan dudas sobre su posición-, su bagaje en todo el duelo apenas queda resumido en un disparo al poste de Bermejo en una acción aislada en el primer tiempo y otro que se fue desviado por poco de Mollejo ya en las postrimerías del duelo. El recuento final señala siete disparos, ninguno entre palos, menos, por ejemplo, que los que efectuó el Sporting que se fue goleado de Los Cármenes.

El Granada remató 14 veces, seis a puerta. Una vocación ofensiva manifiesta durante todo el encuentro, pese a la obstrucción zaragocista a su elaboración. Lo intentaron Uzuni, Puertas, Callejón, Ricard y Rochina, sin éxito ante un acertado Cristian Álvarez. Solo Miguel Rubio pudo batirlo, y en dos ocasiones, aunque la segunda lo hizo en fuera de juego. Bastó, como en la última visita zaragocista, también resuelta con un único tanto anotado por un central, Germán en aquel caso. Entonces, la victoria también se celebró de forma especial.

Se convirtió el cuadro dirigido por Karanka en el mejor local de la categoría. De los seis encuentros que ha disputado, ha ganado cinco y ha empatado otro, ante el Huesca, inexpugnable todavía el estadio del Zaidín. Allí, muestra sus mejores personalidades, no siempre lujosas, pero eficaces. Lo ratifican 13 dianas anotadas y solo una en contra, la del accitano Raúl García en la visita del Mirandés. Su antítesis aparece lejos de Los Cármenes, como Mr. Hyde. Solo un triunfo y cinco derrotas en los mismos encuentros disputados hasta ahora. En el cómputo global, dos tantos, los anotados frente al Ibiza en la primera jornada, uno de ellos en propia puerta. Ha sido incapaz de marcar en otro campo y de reaccionar cuando se le han adelantado. En total, ha encajado nueve goles fuera de casa.

Alcanzar la regularidad a la que aspira, esencial para sostener la ambiciosa pretensión de ascender por la vía rápida, es su principal problema. Lograrlo, además de engrosar el contador de puntos, disiparía dudas y otorgaría consistencia a su candidatura. Ahí está la misión de Karanka, que, cuando llegó al banquillo, se encontró el miedo escénico precisamente en la situación contraria, al jugar en Los Cármenes. Acabar con él fuera también permitirá trabajar con mayor tranquilidad al técnico, que aseguró en su rueda de prensa posterior estar "contento de poder seguir en este estadio, con esta gente", mensaje enigmático tras conversar con Sophia Yang. La estabilidad trae calma.