Como en casa, en ningún sitio (1-0)

El Granada vence al Zaragoza en un tenso encuentro resuelto con un gol de Miguel Rubio a la vuelta del descanso

Granada CF Real Zaragoza
Miguel Rubio celebra con sus compañeros el gol que ha dado el triunfo al Granada | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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El idilio que mantiene el Granada con su estadio va camino de convertirse en una historia de amor mejor que Crepúsculo. El conjunto rojiblanco no se siente en ningún lugar como en casa, donde saca a relucir su personalidad más solvente, y lo ratifica en cada jornada. La orquesta nazarí afinó los instrumentos de nuevo en Los Cármenes, pero en esta noche requirió elevar la dureza y arremangarse para ganar a un Zaragoza poco incisivo, aunque correoso, en un encuentro tenso. Un gol de Miguel Rubio, que definió con sangre fría una acción torpe tras un saque de esquina, ha decantado el duelo en favor de los de Aitor Karanka, de nuevo agresivos y veloces en su retorno a Los Cármenes. Pudieron irse con una renta mayor, insistentes este viernes, pero se ganó el sueldo Cristian Álvarez bajo palos. Por perdonar, se vio abocado a resistir al final, pero los datos lo dicen todo: aun sufriendo, ya es el mejor local de la categoría.

Sonó El Canto del Loco con su ‘Volverá’ en lo que se llenaba el estadio, lo que terminó siendo un preludio. Volvió ese equipo que se mueve acompasado e intenso, a ritmo rockero para hincar el diente a su rival. El Granada fue un lobo ante un Zaragoza que, aun vestido con piel de cordero, amenazó con los puñales que luce en el último tercio de campo y se mantuvo vivo hasta el final. Sin nuevos nombres que alistar en el parte de bajas, más allá de los ya doloridos, Karanka recompuso lo más parecido a un once de gala, frescos tanto Melendo como Callejón y recuperado -y de qué manera- Miguel Rubio de su gastroenteritis, para apuntalar una zaga en la que se asienta Víctor Díaz con galones. Quién lo diría cuando arrancó el curso. No hubo sorpresas, lo que en sí es novedad con Karanka. La vuelta del mediapunta, algo menos lúcido que en intervenciones previas, desabrochó el corsé nazarí, con Puertas y Uzuni afilados en bandas.

El inicio fue veloz, de esos que gustan a la mejor versión de este Granada, en un incesante intento por canalizar el flujo ofensivo por los pasillos, aunque el equipo no luciera su traje más lujoso. Se descolgaba Callejón, de nuevo en punta, para permitir que los dos extremos del Granada se acercaran al área rival. Se asomó Puertas, en un centro de Quini, pero el balón se paseó frente a la meta. El conjunto maño no se arrugó y aceptó la invitación nazarí a correr de un fondo a otro. Gueye, delantero tenaz, imponía con su presencia, bien fijado por Miguel Rubio, poderoso en cada lance. Larra se internó en el área en una carrera endiablada, pero se topó con Quini, duro al choque. El colegiado no apreció nada punible en la acción pese a la protesta del visitante, que inició el festival de roces.

Los de Aitor Karanka fueron avanzando yardas, agresivos y agudos, pero sin la ortodoxia de otras faenas. Combinaron en el balcón Callejón y Uzuni para que el albanés obligara a Cristian Álvarez a estirar su brazo izquierdo para escupir el peligro. Poco después, cabeceó Miguel Rubio sin potencia en un córner. Bodiger se multiplicaba, omnipresente ya fuera en construcción o destrucción, y Meseguer le guardaba la espalda, excelente en esta ocasión. Se giró Ricard, rodeado de camisetas amarillas y negras, y se disfrazó del Correcaminos. Levantó las pegatinas a Puche, hizo la pared con Puertas y sumó otro perseguidor, antes de entregar a Callejón uno de esos pases atrás que crujen defensas. El motrileño, sin embargo, no tenía ajustada la mirilla y disparó a un lado.

Era un duelo entretenido, pero de un voltaje demasiado alto para los rojiblancos, faltos de poso y precisión en los metros finales para poder ver puerta. Bermejo les recordó lo que le suele suceder al que no aprovecha sus ocasiones con un aviso al borde del descanso. Recibió una descarga de Gueye en la media luna, controló con el pecho y picó la pelota con la frente para sortear a Meseguer antes de estrellarla en la cepa del poste. Replicó Puertas a la advertencia con un inocente tiro a las manos de Cristian Álvarez, tras un centro de Quini. Después, el cordobés estorbó a Ricard al ir a rematar un balón que el catalán también puso en poder del portero.

Debió de incidir Karanka en aquel recordatorio durante el descanso, pues aún regresaban los aficionados a sus asientos cuando rompió el equilibrio en el contador. Quini quiso terminar la jugada después de que Fran Gámez expulsara de la zona de castigo un saque de esquina. El cordobés, que se llevó un recuerdo del propio zaguero maño en la rodilla y tuvo que ser sustituido, conectó un disparo defectuoso, convertido en una asistencia para Miguel Rubio, aún descolgado en el área. El central controló, desafió con la mirada a Cristian Álvarez y definió con sangre fría, al lado contrario al que se lanzaba el guardameta. La guinda a una actuación magnífica.

El gol permitió soltar lastre a los granadinistas y dejó al Zaragoza atolondrado. Pepe entró para sustituir al dolorido Quini, desplazado Ricard al carril izquierdo. Desde este, colgó un centro que prolongó Callejón sin hallar un aliado. Después, el motrileño aprovechó un regalo del recién ingresado Vada y habilitó una aventura de Bodiger en el área. Sirvió atrás el envío, raso, enredado entre las piernas de Lluís López, que llevó la pelota al mismo poste que en el primer tiempo tronó en un disparo de su compañero. Miguel Rubio volvió a festejar, al empujar el balón tras un barullo en las dependencias mañas, pero en esta ocasión estaba demasiado adelantado y el juez de línea levantó el banderín.

Los de Carcedo entraron en depresión, completamente desconectados, y se ahogaban con la presión local. Robó Melendo, que vio con el rabillo del ojo el desmarque de Callejón a su derecha. Filtró el balón y el granadino obligó al cancerbero visitante, que no anduvo falto de trabajo, a palmear de nuevo. El preparador zaragocista agitó el árbol y puso sobre el verde a Giuliano Simeone, hijo del Cholo, que, astuto, detectó una fisura a la espalda de Víctor Díaz, en su único despiste. Hacia allí corrió, en busca de un balón en profundidad que, cuando lo cazó, lo inyectó entre las piernas de Raúl Fernández. Un golazo que tampoco subió al marcador, adelantado por milímetros el atacante, que exhibe un potencial interesante. Enfurecía la hinchada con González Fuentes, no por el tanto anulado, sino porque hubo sangre en el brazo de Callejón en una posible falta previa al envío al espacio que no fue señalada.

La acción, aunque eventual, hizo brotar los nervios, tanto en la grada como en los rojiblancos, a la par que la tensión iba en aumento entre choques. Karanka, previsor, retocó el esquema para dar consistencia al equipo y abrochar el resultado. Entraron Ignasi Miquel y Jorge Molina, retirados Melendo y Uzuni, para juntar a tres centrales y situar al alcoyano como referencia. El albanés, antes de abandonar, acarició un golazo en una acción individual que culminó por poco desviada. El ariete derramó dos ocasiones en sus dos primeras intervenciones, en un córner la primera y al impactar mal un centro de Callejón después. Puertas y Bodiger rizaron demasiado un ataque posterior para volver a mostrar clemencia.

El Granada pudo pagarlo en un impulso postrero del Zaragoza, que vendió cara su piel, pero el cuadro maño careció de atino. Tampoco lo tuvo Rochina, en un mano a mano final, cuando los nazaríes pensaban más en que terminara la cita que en engrosar la renta. Los puntos se quedaron en Los Cármenes, fortaleza inexpugnable aún, para satisfacción de un Aitor Karanka que, bajo la supervisión de Sophia Yang desde el palco, vuelve a respirar tranquilo, al menos, durante una semana más. Son 16 los puntos sumados en territorio propio, más que ningún otro equipo. El debe sigue estando a domicilio.

Ficha técnica:

Granada CF: Raúl Fernández; Ricard, Víctor Díaz, Miguel Rubio, Quini (Pepe, 47’); Meseguer, Bodiger; Puertas (Rochina, 89’), Melendo (Ignasi Miquel, 70’), Uzuni (Jorge Molina, 70’); y Callejón (Bryan Zaragoza, 89’).

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Fran Gámez, Jair, Lluis López, Fuentes; Manu Molina, Jaume Grau (Zapater, 82); Larra (Luna, 67’), Sergio Bermejo (Vada, 45’), Miguel Puche (Víctor Mollejo, 67’); y Gueye (Giuliano Simeone, 53’).

Goles: 1-0: Miguel Rubio, min. 47.

Árbitro: Raúl Martín González Francés, del comité de Las Palmas. Amonestó a los locales Bodiger, Meseguer, Uzuni, Víctor Díaz y Jorge Molina, así como a su entrenador, Aitor Karanka, y al entrenador visitante, Juan Carlos Carcedo.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 13ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 15.259 espectadores. Antes del partido, Antonio Puertas recibió una camiseta a modo de homenaje por alcanzar los 200 partidos del Granada, entregada por el director general del club, Alfredo García Amado, y la presidenta, Sophia Yang.







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