El Granada zozobra con puño de hierro y mandíbula de cristal (2-4)

El conjunto rojiblanco suma ante el Girona su cuarta derrota en Liga, dominado durante gran parte del encuentro a pesar de poseer capacidad goleadora para maquillar el resultado

Granada CF Girona FC
Bryan Zaragoza, cabizbajo mientras los jugadores del Girona celebran uno de los tres goles que anotaron en el primer tiempo | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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El Granada zozobra y, probablemente, la peor noticia para el conjunto dirigido por Paco López sea que el ímpetu con el que golea no es suficiente para rascar puntos. Ante el Girona, fue vapuleado en poco más de media hora de samba futbolística, aunque el tanteo reflejó una diferencia menor por la capacidad anotadora del cuadro local. Tiene un puño de hierro, pero mandíbula de cristal. Sávio Moreira devoró a una defensa gelatinosa, para asistir primero a Tsygankov y, después, agujerear él mismo la red. Una maravillosa acción del laboratorio de Míchel colocó el tercer tanto en el marcador, obra de David López. Uzuni y Lucas Boyé maquillaron el resultado final en una inyección de furia tras el intermedio, aunque terminó persiguiendo de nuevo el balón hasta marearse. Yan Couto cerró el choque. El casillero nazarí suma otra derrota, y van cuatro en cinco jornadas, con lo que el único triunfo cosechado parece ahora un simple espejismo. Cabía esperar que el salto de categoría convirtiera al equipo en cola de león, pero hasta el momento ha sido un ratoncillo a merced de los feroces felinos que juegan en Primera. Hay destellos interesantes, pero carencias mayúsculas.

Paco López estaba convencido hace unas semanas de que llegaría a este día con un equipo considerablemente distinto del que arrancó la campaña, pero la clausura del mercado encerró en el pozo su deseo. No se refugió en excusas, satisfagan o no los argumentos de la cúpula granadinista, sino que se enfundó de nuevo el disfraz de Walter White para reformular un once competitivo con prácticamente los mismos elementos de los que dispone desde hace meses. Esbozó una alineación atrevida, en la que tan solo dos futbolistas aparecen como nuevos fichajes en el álbum de cromos. Reclutó al bicentenario Víctor Díaz junto a Ignasi Miquel y, por sorpresa, guardó a Sergio Ruiz en el banco. Reubicó a Melendo cerca de Gumbau, por momentos como vértice más adelantado de un rombo en la medular. Callejón y Bryan amenazaban por los costados, mientras Boyé y Uzuni se zafaban con los centrales.

Con el balón en movimiento, el Girona tardó poco en desvelar las virtudes que le han convertido en poco menos que la revelación de este inicio liguero. El cuadro dirigido por Míchel es un equipo trabajado y divertido para el espectador, de los que cuidan la pelota en un gran rondo a lo largo del campo. Incluso el guardameta se anima a participar. De su primera combinación, veloz como la imaginación, se encontró Dovbyk habilitado, pero le sobró potencia en el golpeo. Los de franjas horizontales no fluían con tal virtuosidad, sino que optaron por aplicar oficio para tratar de contrarrestarlo. Se escapó Ricard con campo por delante y enarboló un centro que amortiguó Gazzaniga, aunque el peligro lo repelieron tras el posterior saque de esquina. Después fue Bryan, superdotado en el quiebro, quien le sacó la cadena a Daley Blind, sin hallar un aliado que encauzara el centro. Tampoco fue el día del malagueño.

Por los carriles se animaba el choque y morían los de casa. Yan Couto penetraba en la zaga local como cuchillo en mantequilla, ya fuera con carreras en línea recta o trazando endiabladas diagonales, para poner el motor catalán a más revoluciones de las que podía alcanzar la maquinaria del Granada. Los rojiblancos se resquebrajaban sin balón y cortocircuitaban tras cruzar la divisoria cuando lo poseían, pero, aun a trompicones, todavía lograban profundizar. Se estiró Raúl Fernández para palmear en un saque de esquina un remate hacia su propia portería de Ignasi Miquel, que en un segundo intento sí la lanzó por detrás de la cal. Bryan Zaragoza, después, conectó un servicio brillante tras la brega de Lucas Boyé, si bien a Uzuni le faltó flequillo para enviar a gol. El albanés tampoco llegó después a un centro cruzado de Callejón que embolsó Gazzaniga.

Fue justo antes de que en la cabeza de Sávio Moreira empezara a sonar Magalenha. Comenzó el baile. El brasileño recibió en el límite de los dos campos y cruzó hacia el balcón del área como una estrella fugaz rasga el cielo en la noche, dejando atrás tanto a Bryan como a Ricard en el eslalon. Descargó sobre Tsygankov, despegado de Neva, y el ucraniano guardó el balón donde duermen las arañas, inalcanzable para cualquier humano. Quebró al Granada como si hubiera atinado en una ventana con su golpeo. Los nazaríes cayeron en una profunda depresión, movidos desde entonces por inercia, al ritmo que marcaba el Girona. Erraron en la salida de balón y el extremo carioca, antes asistente, conectó un disparo más propio de Oliver Atom que, por un momento, quedó suspendido al golpear la red. Raúl Fernández solo pudo acariciarlo antes de que rompiera la cámara que se sitúa tras la meta.

La grada pedía una dosis de testosterona a los pupilos de Paco López, pero el equipo se descuajaringaba, con el alma en los talones. Al zurriagazo de Sávio Moreira siguió una falta escorada de Melendo a la que dio vida Aleix García. Dovbyk, poderoso en el segundo palo, hizo resbalar a toda la zaga granadinista al cambiar de poste el envío. Apareció por allí David López para sumarse el tanto, brillante la pizarra de Míchel; inerte el Granada. Apático pero con una gran habilidad de generar peligro, el conjunto rojiblanco pudo engancharse al duelo antes del intermedio, en un centro de Ricard que Uzuni, sin oposición, cabeceó fuera. Aunque acabó marcando, le ha sentado fatal el cambio de categoría. Bryan lo intentaba con picaresca y Lucas Boyé se pegaba con los centrales gerundenses, pero no bastaba. Todo el sistema fallaba. Tsygankov combinó con Dovbyk y Miguel Gutiérrez en la frontal, esquivó seguidamente a los zagueros nazaríes como si fueran conos y sorteó la salida del portero, pero Ignasi Miquel sacó sobre la línea de gol en un alarido que pedía el intermedio.

A la vuelta de los vestuarios, se equivocó en una construcción el cuadro visitante, que ya era noticia, y Bryan conectó raudo con Uzuni, que debió de ver gigante a Gazzaniga cuando pisó sus aposentos. La ocasión, aunque invalidada por fuera de juego, despertó algo de rabia en el conjunto rojiblanco, que, poco después, volvió a errar por medio del albanés. Detuvo primero el guardameta rival y, seguidamente, el larguero, si bien tampoco valía. El pichichi del curso pasado en Segunda todavía tendría otra oportunidad más antes de desquitarse, a la media vuelta en el área, felino entonces el portero del Girona.

Paco López movió ficha antes de que el cansancio aplacara el ímpetu e introdujo en el campo tanto a Torrente como a Gonzalo Villar. Se acomodaban aún sobre el césped cuando, desde la esquina, Gumbau logró conectar con Ignasi Miquel, quien, más que rematar, prolongó el balón hacia el segundo palo. Entró con todo Uzuni, desesperado, que esta vez sí consiguió remachar para perfundir esperanza en las venas rojiblancas. Míchel, en vista de la mejora local, llamó a filas a Portu, Stuani y el exgranadinista Yangel Herrera, recibido este último con un sonoro aplauso. 

El vigor de los hombres de Paco López se fue apagando ante la nana que el Girona les cantaba con el balón, de un lado a otro como mecido por una mano invisible. Raúl Fernández salvó en dos ocasiones el cuarto tanto visitante, en una de ellas tras complicarse demasiado, y todo parecía zanjado, pero el duelo enloqueció en las postrimerías. Famara Diédhiou, recién incorporado, puso en la pomada un balón llovido que Lucas Boyé mandó a la jaula. El argentino tiene olfato de tiburón para el gol. La hinchada se ilusionó, pero la mínima diferencia en el marcador era mayúscula en realidad sobre el césped. Yan Couto, algo desaparecido en el segundo acto, se encargó de romper la ficción, hábil en el recorte sobre el debutante Álvaro Carreras y letal en el golpeo. El conjunto rojiblanco tiene gol, pero una defensa extremadamente frágil. Tendrá que remar mucho.


Ficha técnica:

Granada CF: Raúl Fernández; Ricard, Víctor Díaz (Torrente, 61’), Ignasi Miquel, Carlos Neva (Álvaro Carreras, 83’); Callejón (Gonzalo Villar, 61’), Gumbau, Melendo (Puertas, 74’), Bryan Zaragoza (Famara Diédhiou, 83’); Uzuni y Lucas Boyé.

Girona FC: Gazzaniga; Yan Couto, Eric García, David López, Daley Blind (Juanpe, 90+1’), Miguel Gutiérrez; Iván Martín (Yangel Herrera, 70’), Aleix García; Tsygankov (Portu, 67’), Sávio Moreira (Valery, 90+1’) y Dovbyk (Stuani, 70’).

Goles: 0-1: Tsygankov, min. 22; 0-2: Sávio Moreira, min. 31; 0-3: David López, min. 35; 1-3: Uzuni, min. 63; 2-3: Lucas Boyé, min. 85; 2-4: Yan Couto, min. 89.

Árbitro: Isidro Díaz de Mera Escuderos, del comité castellanomanchego. Amonestó a los locales Uzuni, Melendo y Torrente, así como a los visitantes Yan Couto, Juanpe y Yangel Herrera.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 5ª jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 17.323 espectadores. Antes del inicio del encuentro, se entregó una camiseta al capitán del Granada CF, Víctor Díaz, por cumplir 200 partidos con el club. María Pérez, doble campeona de atletismo en la modalidad de marcha, realizó el saque de honor. Antes del comienzo del partido, se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas del terremoto de Marruecos, las inundaciones de Libia y en memoria de Pepe Domingo Castaño.







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