De Los Ángeles a Granada, el retorno de Rocío Mesa a sus orígenes

La directora granadina regresa al país que la vio nacer y ofrece una entrevista más personal sobre el cine y sus planes futuros

Directora Rocio Mesa en Granada
La directora de 'Secaderos' otorga su visión de la industria cinematográfica | Foto: Antonio L. Juarez
Diana Ioana
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El 'sueño americano', algo con lo que muchos han fantaseado en algún punto de sus vidas, una idealización de Estados Unidos propiciada por las películas y series provenientes del país norteamericano. Esto conlleva, en muchas ocasiones, despreciar lo cercano e infravalorar el trabajo que se realiza dentro de la tierra propia, en obviar los talentos locales y maravillarse ante los internacionales. Sin embargo, hay personas como Rocío Mesa que apuestan por lo contrario.

La directora granadina ha emprendido el camino de vuelta a su tierra tras más de diez años viviendo en California. Tras exportar la cultura española a Estados Unidos, Mesa añoraba el suelo mediterráneo, queriendo demostrar que la cultura también puede desarrollarse desde y dentro del propio país, sin necesidad de recurrir a la masificación y espectáculo que ofrece Hollywood.

Pregunta. 'Secaderos' ha tenido un reconocimiento mayor del esperado, ¿Cómo ha vivido su carrera al haber alcanzado ese punto álgido?

Respuesta. Yo creo que la película ha encontrado el lugar y el público que ha sabido abrazarla. Por ejemplo, tuvimos mucha suerte desde el principio a la hora de tener un estreno en San Sebastián, y de tener un estreno internacional en South By Southwest en Austin, dos festivales de mucho prestigio que han marcado la pauta del viaje de esa película, un viaje lleno de alegría y sorpresa. He sentido que mi carrera se consolida como creadora y lo que espero es que todas esas alegrías me den la oportunidad de seguir haciendo cine, que al final es lo que importa.

P. ¿Qué le hizo emigrar a Los Ángeles y qué le ha hecho venirse de nuevo a Granada tras vivir durante más de una década en California?

R. Durante los últimos trece años he vivido en California. Esto ocurrió porque me dieron una beca Talentia de la Junta de Andalucía para apoyar el talento andaluz y darle oportunidades para que puedan formarse en el extranjero, donde desarrollé una carrera en paralelo con trabajos en España. Después de tantos años en California me apetecía volver a mi tierra y sin duda ese cambio ha sido provocado por Secaderos, una película que hago, consciente o inconscientemente, para volver a conectar con mis raíces. El hecho de haber pasado tanto tiempo en España durante la producción y distribución de la película ha hecho que se me despierten las ganas de volver a Andalucía y hacer cosas aquí también. Pienso que mi generación ha vivido en la diáspora porque parecía que no habían oportunidades en Andalucía, si querías dedicarte a las artes tenías que salir del país. Mi intención es trabajar desde dentro para que las futuras generaciones no tengan por qué salir fuera sino que podamos trabajar desde nuestra tierra si así lo deseamos, y yo así lo deseo ahora y aquí estoy, de vuelta.

P. ¿Qué es aquello que ha aprendido y considera más importante durante su carrera profesional en Estados Unidos?

R. Lo que he aprendido allí es que el capitalismo es el mal, pero eso ya lo sabía yo de casa, sólo lo he confirmado. Necesitamos de un estado del bienestar que provea ayudas públicas para los sectores minoritarios, allí no existen ese tipo de ayudas sociales. Necesitamos discriminación positiva, apoyo tanto en cuestiones de salud y de sanidad universal pública como en cuestiones de ayuda a la cultura. Yo he visto en Estados Unidos una sociedad y una comunidad cultural dañada, atrofiada, con muchas necesidades que no están cubiertas, con una atención a la diversidad que no se hace de forma orgánica ni democrática. En ese sentido en España estamos mucho más avanzados, entonces lo que he aprendido realmente es que hay que luchar por sistemas justos que apoyen a las personas que más lo necesitan dentro de ese tejido cultural. Estados Unidos necesita de ayudas públicas, que los impuestos no se dediquen solamente a conflictos internacionales sino que vayan destinados a salud pública y cultura.

P. ¿Cuál fue uno de los mayores desafíos al emigrar e intentar buscar un hueco en la industria?

R. Yo realmente nunca he entrado en la industria de Hollywood porque no me ha interesado, y las veces que lo he hecho ha sido por necesidades económicas. Desde que decidí dedicarme al cine siempre he tenido un deseo y una necesidad de trabajar en el cine que a mí me interesa, un cine que no está diseñado para que genere grandes beneficios en taquilla, sino que nace de una necesidad creadora  y artística. Por tanto, es un cine con una mirada más autoral o independiente y ahí es donde yo he puesto mi energía. En ese sentido, la dificultad que yo pude tener es encontrar a mi comunidad, encontrar a las personas con las que yo me sentía identificada, saltándome esa industria de Hollywood que puede ser más llamativa pero que no era el lugar donde yo me sentía cómoda.

Mi intención es trabajar desde dentro para que las futuras generaciones no tengan por qué salir fuera

P. ¿Tiene algún proyecto futuro o actual del que pueda hablar y le genere especial ilusión? ¿Alguna historia en concreto que desee contar en la gran pantalla?

R. Tengo varios proyectos. Estoy creando una empresa productora llamada Naino aquí, en Granada, con Jorge Castrillo. Desde esa nueva empresa cinematográfica vamos a ofrecer talleres de creación de cine analógico, ciclos formativos... Nuestra intención es ser agentes activadores de la discusión y promoción de la creación y distribución cinematográfica dentro de nuestra comunidad autónoma, aunque con vistas también al extranjero. A nivel de creación estoy trabajando ahora en un cortometraje con poderes sanadores, de corte mas experimental y estoy escribiendo también un largometraje del que todavía no puedo contar mucho, pero estará muy relacionado con la primavera y la montaña.

"Nunca he entrado en la industria de Hollywood porque no me ha interesado" | Foto: Antonio L. Juárez

P. Tenéis una iniciativa, a través de La ola proyecciones, en la que lleváis cine de vanguardia español a sitios de Estados Unidos, lo que me recuerda en cierto modo al teatro de barracas de Lorca, ¿cómo se os ocurrió esa idea y qué os motivó a llevarla a cabo?

R. 'La ola' es un proyecto que nace de forma colectiva con los compañeros audiovisuales de Playtime España y otros compañeros de Estados Unidos, como Jana Díaz Juhl o Pau Brunet, entre otros. Nace de un deseo de darle visibilidad a un cine súper interesante que se está haciendo en España. Este proyecto surge hace unos diez años, coincide con esta nueva ola de cine español con una mirada autoral, súper innovador tanto en lo estético como en lo narrativo, que empieza a posicionarnos en festivales internacionales de gran prestigio. Pero eran películas que no conseguían distribución en Norteamérica. Gracias a 'La ola' damos un espacio de difusión, invitamos a cineastas españoles a Estados Unidos con la oportunidad de que sus películas se viesen en lugares tan emblemáticos como el 'Anthology Film Archives' o la 'American Cinematheque'. A nivel personal, me ha servido durante muchos años para seguir conectada con todo el tejido y panorama de creación español que tanto me interesaba.

P. ¿De dónde proviene esta pasión por el cine y su relación con la denuncia social? ¿Qué significa para usted el cine y qué pretende reflejar con él?

R. Todo lo que hacemos es político y, por tanto, la forma que tenemos de acercarnos al cine también es política. En Secaderos, por ejemplo, podemos ver que de forma transversal hay una crítica a la expansión inmobiliaria tan bestial que ha habido en la Vega de Granada, que no ha respetado esos terrenos de regadío tan importantes. En ese sentido, mi forma de mirar o acercarme al cine siempre va a tener una intención inevitablemente política no solo en el contenido, sino en cómo se hace y qué tipo de cine es, qué personas incluyes en tu equipo... En cuanto a mi amor al cine y de dónde surge esa necesidad, la verdad es que lo desconozco por completo. Creo que es una forma de creación que aúna muchos elementos que me interesan como la escritura, lo sonoro y la imagen. Pero no descarto dejar de hacer cine y dedicarme a la cerámica, también te lo digo (risas). Bromas aparte, a lo que me refiero es que creo que cuando, de forma intuitiva, tienes un amor por las artes, de repente tropiezas y caes en el cine, pero quizá podría haber sido otra cosa.

P. ¿Hay una cierta vuelta a los inicios del cine, al grabar con técnicas como usar cámaras analógicas 16 mm y super 8? 

R. No se si hay o no una vuelta al analógico, pero sí noto un deseo por parte de los creadores e incluso de las nuevas generaciones. Recientemente estuve dando una clase dentro del Máster de la UGR de Nuevos Medios Interactivos y Periodismo Multimedia, y se acercaron muchas chicas jóvenes cuando hablé de cine experimental porque les interesaba mucho el cine analógico. Creo que hay un interés que procede del hecho de que la transición al cine digital ha sido relativamente reciente, y en esta era digital donde todo ocurre tan deprisa y todo es tan volátil, ese formato que es tangible, que podemos tocar, de repente nos devuelve a una realidad que está presente. Hay algo interesante en ese deseo de poder trabajar con algo presente, táctil, real.

Todo lo que hacemos es político

"Hay algo muy bonito en hacer películas: trabajar de forma colectiva, crear una pequeña familia" | Foto: Antonio L. Juárez

P. ¿Hacia dónde cree que va a encaminarse el cine?

R. Actualmente, con la entrada del cine digital en la creación estamos viendo que el número de películas que se hacen al año incrementa de forma exponencial. Tendremos que inventar nuevas vías de distribución y visibilización del cine, porque se hacen demasiadas películas increíbles al año y hay muy pocas que tengan la capacidad de tener los mecanismos de marketing para publicitarse y llegar al público de forma masiva.

P. ¿Qué se siente al ser mujer y haber alcanzado sus sueños en una industria principalmente dominada por hombres, más aún en Hollywood?

R. El simple hecho de que estemos hablando de esto, que ser mujer en la industria esté en una pregunta de una entrevista, significa que hay un problema que todavía no está resuelto y que no hemos llegado al punto en que vivamos en condiciones igualitarias. Ahora mismo en España están saliendo a la luz declaraciones de muchas mujeres que han sufrido violencia sexual y de género dentro de la industria. Me gustaría pensar que estamos progresando gracias a la lucha de muchas, a las mujeres que se atreven a alzar su voz y denunciar casos de agresiones, injusticias...Tengo muchísimo agradecimiento hacia todas ellas porque me consta que no es fácil. Nos queda mucho trabajo por hacer, pero tengo esperanza porque veo el cambio que ha habido desde que yo entré en la industria hace quince años hasta ahora. Simplemente nos queda seguir la lucha.

Que ser mujer en la industria esté en una pregunta de una entrevista, significa que hay un problema que todavía no está resuelto

P. ¿Qué es lo que más ha cambiado de su concepción del cine desde que empezó?

R. Nada. Lo único es que creo que cuanto más conoces la industria, más te das cuenta del valor del marketing e importancia de los presupuestos. Cuando comparamos películas, no nos damos cuenta de que quizá estamos comparando una de 200 millones con una de 1 millón. La capacidad presupuestaria de producción, marketing y publicidad de esas dos películas no va a ser la misma y no va a llegar a los mismos públicos. En el tiempo que llevo en la industria cinematográfica cada vez le doy más importancia al dinero, algo en lo que yo antes no pensaba. Contar con buenos presupuestos ayuda a que las personas tengan buenas condiciones laborales, a hacer la película que deseas y a que después tenga las herramientas para publicitarse y llegar al público. Yo empecé, como todas, muy inocente, pensando en la creación como un lugar creativo, propiamente dicho. Ahora te das cuenta de que lo creativo está íntimamente ligado a lo económico. En España cada vez hay más mujeres directoras, pero no las vemos haciendo películas de grandes presupuestos. Las mujeres que están haciendo películas de corte autoral o independiente no significa que no merezcan tener el presupuesto suficiente. Es importante luchar por tener buenos presupuestos.

P. ¿Cuál es su momento favorito de hacer una película, la parte que más le gusta?

R. Depende del proyecto, porque todos son diferentes y tienen características únicas. Por ejemplo, de Secaderos te puedo asegurar que mi parte favorita fue trabajar con los actores. En este caso, en su mayoría eran actores sin experiencia previa, lo cual lo hizo muy especial, muy humano y emotivo. Hubo mucha ternura. Esa conexión humana me interesó mucho, pero creo que en otros proyectos hay otros elementos.

Ver cine hecho y escrito por mujeres fue muy revelador

"A mi los Oscar no me interesan mucho, no se ni quién está nominado" | Foto: Antonio L. Juárez

P. ¿Cuáles son las directoras/es que más la han inspirado a lo largo de su vida?

R. Tengo que decir que ver cine escrito y dirigido por mujeres fue muy revelador, de repente sentía que esas películas estaban hechas en un código que me hablaba y me apelaba de forma directa. Era algo que no había sentido previamente hasta acercarme a ese cine hecho por mujeres. Decía "¿pero cómo puede ser, cómo puede estar esta película hablando en este código secreto que yo entiendo?". Me pasó mucho cuando me acerqué al cine de Agnès Varda, Chantal Akerman, Maya Deren, Lucrecia Martel y muchas otras directoras. Por supuesto, hay directores que también me interesan, pero fueron ellas las que me cogieron un pellizquito con ese lenguaje secreto parecido a otro idioma que yo sabía hablar, el contenido, los temas, el tipo de actrices escogidas...

P. Hacer películas es un modo de inmortalizarse, rescatando un poco la idea de Walter Benjamin, ¿Qué opina usted sobre eso?

R. El hecho de que el cine sea capaz de inmortalizar ciertos elementos me interesa, pero no a nivel personal. Por ejemplo, cuando hice Secaderos me interesaba muchísimo documentar esos últimos rastros que todavía quedan del cultivo de tabaco en la Vega de Granada, que quedase como forma de archivo. En ese sentido, el cine sí me interesa como forma de encapsular, eternizar ciertos paisajes, costumbres, tradiciones... pero a nivel personal no me interesa dejar huella en el futuro. Si desaparezco y no queda rastro estaría encantada de la vida, de hecho no voy a tener hijos, con lo cual cuando me muera nadie se acordará de mí nunca (risas).

P. ¿Qué películas crees que ganaran en los Oscar a mejor actor, mejor actriz, mejor película y mejor película extranjera? 

R. Te voy a ser completamente sincera, a mí los Oscar no me interesan mucho, no se ni quién está nominado (risas). El tema de los premios y la competitividad es algo que no me interesa, realmente no creo que se puedan comparar unas películas con otras. Es absurdo, el arte no puede compararse. Todos tenemos sensibilidades diferentes y nos vamos a acercar a una obra artística de forma diferente, lo que a ti te sensibiliza probablemente a mi no. Estos concursos son necesarios para que siga girando la rueda capitalista de la industria y comprendo que existan, pero a mí no me dicen mucho.

Necesitamos visibilidad, eso se traduce en mejores condiciones laborales y mejores oportunidades para seguir haciendo cine en el futuro

P. Secaderos está ahora nominada a los premios Carmen, ¿Cómo se siente respecto a eso?

R. Tenemos cinco nominaciones en los premios Carmen de la Academia de Cine Andaluz, me ha hecho muchísima ilusión que se nominaran a miembros del equipo que no tienen tanta visibilidad. Por ejemplo, dirección de arte, vestuario, efectos especiales... Quien da la cara, por ejemplo en esta entrevista, es la directora o los actores, pero las películas tienen detrás un equipo enorme sin el que sería imposible crearlas. Hay algo muy bonito en hacer películas: trabajar de forma colectiva, crear una pequeña familia y ver que recibe los reconocimientos que se merecen, me da muchísima alegría.

No creo en los premios ni competitividades, además de ser un motor para la industria en cierta manera necesario, también viene de una mentalidad muy masculina, porque lo masculino genera competitividad, comparaciones... Sin embargo, las mujeres tendemos a crear comunidad, a ayudarnos entre nosotras, a crear una especie de tejido colectivo donde cada participación se une. Si la industria estuviera en manos de mujeres, a lo mejor estas galas consistirían en mostrar todo lo que se está haciendo en el panorama cinematográfico sin necesidad de comparar ni competir los unos contra otros. Lo que sí nos interesa, y es muy importante, es que nuestro trabajo tenga visibilidad. Si estos premios van a servir para ello, para que las mujeres que hacemos cine podamos estar en el punto de mira y crear referentes para las jóvenes que quieran dedicarse a ello, entonces estupendo. Necesitamos visibilidad, eso se traduce en mejores condiciones laborales y mejores oportunidades para seguir haciendo cine en el futuro. Nosotras hemos tenido una carencia de referentes femeninos, en ese sentido sí me interesa ir a los premios Carmen u otro tipo de ceremonias y competiciones, con la ilusión de que va a servir para que nuestro trabajo se visibilice.







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