Descenso en el primer 25-J

1) Z-Gr 66-67
El Granada 66-67 en La Romareda. Ñito, Tosco, Datzira, Zubiaurre, Tinas y Barrachina; con Lara, Carolo, Miguel, Eloy y Vicente
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El término 25-J para gran parte del granadinismo significa uno de esos momentos en la historia del Granada en que se cosechó un resultado frustrante a más no poder. Para no pocos futboleros, 25-J es por antonomasia sinónimo de descalabro balompédico desde el 25 de junio de 2000, cuando estando ya todo casi hecho y preparado para que el Granada pudiera por fin escapar del hoyo profundo del tercer nivel del fútbol español, una mala tarde de los de rojiblanco dejó helada a la parroquia y aplazó en diez años el alirón.

Pero en la historia nonagenaria del GCF hay un total de cuatro 25-J que tienen todos en común el hecho de ser cuatro domingos en que jugó nuestro equipo otros tantos partidos a cara o cruz en los que lo que se ventilaba era el ser o no ser porque en los cuatro sucedió que lo que estaba en juego era conseguir o evitar un cambio de categoría. En cuanto al desenlace ya se parecen menos porque dos acabaron felizmente y los otros dos en tragedia. Permítanme los pacientes lectores de esta sección (esos cuatro o cinco benditos) que nos refiramos a ellos puesto que todos esos 25-J tuvieron gran trascendencia en la marcha del club de nuestros amores.

Empezaremos por el primero, que se produjo treinta y tres años antes del 25-J más conocido, concretamente el 25 de junio de 1967. Un año antes el Granada, como subcampeón del grupo II de segunda, se había clasificado para disputar la promoción, que se tradujo en su tercer ascenso a primera al superar al Málaga.

Ya en máxima categoría, la temporada 66-67 tuvo un espectacular arranque para los rojiblancos, que fueron capaces de endosar en la segunda jornada un palizón (6-2) al mejor Zaragoza histórico, el de “los cinco magníficos”, que lo colocaron tercero en la clasificación y con un positivo, el logrado una semana antes en el campo del Las Palmas. Pero pronto se acabaron las euforias porque sólo cinco jornadas después ocupaba nuestro equipo puesto de promoción por la permanencia, decimotercero. Con todo, la primera vuelta no fue mala y al ecuador se llegó con el equipo en la mitad de la tabla. La segunda vuelta fue bastante peor y, aunque nunca llegó a ocupar puesto de descenso directo (15º y 16º), tampoco logró superar la posición 13ª, que condenaba a tener que jugarse la permanencia en promoción a doble partido. A la jornada 30 y última llegó nuestro equipo con escasas posibilidades de escapar de los puestos comprometidos, pero un inapelable 0-3 frente al Español de Jeno Kalmar en Los Cármenes determinó que nuestro equipo acabara la liga 14º.

Por cierto y haciendo un inciso en este punto, el “Mago Karag”, muy popular en la época como pitoniso futbolero, acertó de pleno en sus pronósticos, señalando allá por los últimos días de enero que el Madrid sería campeón y el Barcelona segundo, así como que Sevilla y Granada jugarían promoción y Hércules y Coruña descenderían de forma directa. Todo sucedió tal como lo había vaticinado. Cuando Acisclo Karag emitió su profecía faltaban todavía por disputarse doce jornadas, pero en el caso de nuestro equipo no se equivocó ni en la puntuación final: 23 -7.

Gijón o Betis, respectivamente subcampeones de los dos grupos de segunda (detrás de R. Sociedad y Málaga), eran los posibles rivales, y al Granada le correspondió el hueso, el Betis. Según se lee en “Adiós a Los Cármenes”, de Ramón Ramos, el resquemor por la posibilidad de un arreglo de despacho para evitar un enfrentamiento entre los dos sevillanos con la primera en juego siempre flotó entre la afición granadinista, pero en el mismo volumen se da la palabra al presidente José Bailón, quien afirma rotundamente que el sorteo, al que asistieron representantes del Granada, fue del todo limpio y legal.

La liga había finalizado el 23 de abril e inmediatamente se supo quién sería el rival en promoción, señalándose en principio los domingos 21 y 28 de mayo para su disputa. Pero antes de jugarse el todo por el todo frente al Betis había que participar en la Copa del Generalísimo, torneo en el que nuestro equipo logró deshacerse sucesivamente del Mestalla (de 2ª) y del Sabadell (de 1ª), necesitando en ambos casos de un tercer partido de desempate, para llegar a cuartos de final y caer eliminado de paliza por el Elche ya en junio. Así, el domingo siguiente a la derrota en Elche, 18 de junio de 1967, en el Benito Villamarín se disputó la ida de la promoción, a la que llegaban los locales con más de un mes de descanso. Lo cierto es que el Betis fue muy superior y ganó 2-0, resultado corto según todas las crónicas, que no fue mayor gracias a la grandísima actuación del portero Manolín, quien actuó en ese partido porque Ñito había sido expulsado y sancionado con dos encuentros en la ida de copa frente al Elche.

Ñito en el Bernabéu ante Grosso

En esos días de inactividad por su sanción, Ñito, convocado por Balmanya (Balmaña por entonces), actuó la segunda parte, sustituyendo a Iríbar, en el partido homenaje al jugador del Atlético de Madrid Martínez, en estado vegetativo desde hacía ya varios años por una rara enfermedad. Una selección nacional menor se enfrentó y derrotó 2-0 en el novísimo Manzanares al equipo local. Pero, a pesar de su no oficial internacionalidad, el portero canario estaba en el centro de las críticas de un sector importante de la afición y era culpado de la mala situación del equipo. Era la primera de las ocho temporadas que perteneció a nuestro equipo y estaba lejos todavía de convertirse en el gran ídolo de la hinchada y ser considerado uno de los mejores guardametas de la historia rojiblanca. Y hasta tal punto era la desconfianza en Ñito en esos momentos que dos días antes del decisivo Granada-Betis, un puñado de socios se manifestó ante la puerta de la sede del club, en la calle Lepanto, pidiendo a gritos la vuelta de Otero, que por motivos económicos se había marchado del club antes de comenzar la 66-67 aunque le quedaba un año de contrato.

De Sevilla habían viajado los nuestros directamente a Lanjarón, donde los jugadores rojiblancos quedaron concentrados toda la semana. De allí fue llamado por la directiva el míster, Ignacio Eizaguirre, quien tras una larga reunión resultó destituido (dimitió, dijo la prensa local), porque se supo que ya tenía contrato firmado con el Celta para la temporada siguiente. Manolo Ibáñez, entrenador del Recreativo, se hizo cargo del equipo tan sólo tres días antes del crucial Granada-Betis.

Y así llegamos al fatídico 25-J 1967. Con el campo a rebosar y público hasta en las grandes botellas de Coca-Cola sobre los postes de la luz (el hincha de 15 años Rafael Barranco López se cayó y resultó herido muy grave), y con varios cientos de sevillanos en las gradas, Ñito; Tosco, Barrenechea, Zubiaurre; Santos, Sande; Vicente, Almagro, Agüero, Eloy y Flores, que tenían como acicate un millón de pesetas a repartir entre toda la plantilla, prometido meses atrás por la permanencia, más 5.000 duros del ala por barba ofrecidos la misma mañana del partido, más un traje para cada uno, gentileza del vicepresidente Paulino Vico, dueño de Almacenes La Santa Cruz, lo intentaron todo, pero esa tarde en Los Cármenes el Granada dijo adiós a la primera división al perder frente al Betis 0-1. También en esta ocasión todas las crónicas del evento se muestran unánimes y dicen que el Betis fue muy superior y su ascenso del todo merecido.

Recorte de Ideal de 25 de junio de 1967

Vicente, que nunca fue internacional pero lo mereció, no hacía ni un mes que se había reincorporado al equipo después de actuar esa misma temporada en el Peñarol, al que había sido traspasado por el Granada en abril, un traspaso que quedó sin efecto a primeros de junio porque la Federación no dio su visto bueno tratando de evitar que siguieran fugándose “cerebros”, como Suárez, Del Sol o Peiró, en un fútbol nacional en el que no se admitían extranjeros. Nada más volver a Granada fue incluido en el once que jugó en Elche en la copa. En la ida de la promoción no jugó, pero sí lo hizo en la vuelta en Los Cármenes y a punto estuvo de marcar un gol en la mejor ocasión rojiblanca del partido. El WhatsApp de aquellos años del ra-ra-rá era el telegrama y, según Ideal, Vicente fue el destinatario preferido de los algo más de trescientos que recibieron los futbolistas del Granada en su retiro de Lanjarón, remitidos por hinchas granadinistas.

Manolo Ibáñez introdujo hasta cinco cambios en la alineación, pero remontar un 2-0 a aquel Betis de Antón, Quino, Eusebio Ríos, Rogelio y otros, era difícil para un equipo que había llegado muy mal al final del campeonato, y más después de que a los cinco minutos de la segunda parte marcaran los forasteros el único gol de la tarde. El bético Rogelio en magnífica jugada individual dio la puntilla al equipo rojiblanco en el tercer descenso de su historia, cosa que ocurrió un 25-J, el primero de los cuatro que en la historia rojiblanca han sido.

En el apartado ciudadano, a Granada, donde acababa de echar a andar la edición XVI del Festival Internacional de Música y Danza, el olor del napalm con el que USA bombardeaba las aldeas vietnamitas no llegaba, aunque sí los ecos de la breve pero intensa Guerra de los Seis Días entre Israel y una coalición de estados árabes.

También es destacable como noticia local el acuerdo recién firmado en Madrid por el cual se aprobaba la construcción de la presa sobre el río Aguas Blancas que conocemos como pantano de Quéntar, para acabar con las restricciones en el suministro de agua que cada verano sufría la capital. En tres años estaría todo listo y en funcionamiento, dice la prensa. Pero ya sabemos que cualquier obra pública penibética tarda mucho más en terminarse que en cualquier otro rincón de la geografía celtibérica. Casi una década habrá que esperar.

Por 80.000 rubias pesetas (480 €), una fortuna para la gran mayoría de paisanos, se podía adquirir un “8 y medio”, un Seat 850 nuevecito con matrícula GR cincuenta y tantos mil. Quizá si hubieran dispuesto de coche propio se habrían librado de las lesiones que padecieron los 14 usuarios de un tranvía que fueron víctimas de un accidente que dio mucho que hablar en la ciudad por su espectacularidad, ocurrido en la avenida de Andalucía, a la altura del Sanatorio de la Salud. A eso de las 8,45 de la tarde del 20 de junio, se lee en la prensa local, el coche con remolque de la línea de Pinos-Puente que acababa de salir de su parada del Triunfo, fue visto avanzando sin gobierno ni nadie en su interior y envuelto en llamas cual tranvía fantasma en película de acción. El incendio del motor provocó el pánico del pasaje, que se lanzó en marcha al exterior a toda prisa, arrollando al conductor y empujándolo asimismo fuera del vehículo. El propio conductor logró detener la marcha del descontrolado tranvía tras varios metros de carrera para alcanzar la bola de fuego y desde el remolque desconectar la electricidad y frenar el convoy. Los bomberos no tuvieron mayor dificultad para apagar el fuego poco después.

Chiste de Miranda en Ideal tras el descenso







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