El héroe que conecta Chernóbil con Armilla

Este piloto ruso, una figura esencial en el soterramiento del núcleo del reactor para contener la radiación, tiene un pequeño monumento en la Base Aérea

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Entrada a la Base Aérea de Armilla | Foto: Archivo GD
Agustín Ramírez López
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Base Aérea de Armilla, Granada. Si alguna vez llegan a entrar, notarán que hay en la calle principal de acceso a la sala de armas un humilde monumento de una maqueta de un helicóptero Mi-24 Hind con una inscripción en su base que reza: "Anatoly Grishchenko, piloto de helicópteros, héroe de Chernóbil", desastre que en este miércoles vuelve a la memoria por el Día Internacional de Recordación de este suceso. Pero ¿quién fue este héroe desconocido y por qué tiene un monumento en la Base Aérea de Armilla?

Anatoly Grishchenko nació en Leningrado (actual San Petersburgo, Rusia), en el año 1937. Su familia se trasladó a la aldea de Bazar, en Ucrania, cuando apenas era un bebé. Vivió los desastres de la Segunda Guerra Mundial, en la que su padre sirvió como médico militar, hasta que, con 16 años, ingresó en el Instituto de Aviación de Moscú, donde se inició en el pilotaje de avionetas. Al graduarse como ingeniero, empezó a trabajar en el Instituto de Investigaciones Aeronaúticas, labor que compaginaba con los estudios para convertirse en piloto de helicópteros. Su talento no pasó desapercibido para la URSS, ya que pronto se convirtió en uno de los pilotos más valorados de todo el país y se le requería especialmente para el pilotaje de aviones de transporte de grandes cargas.

Durante muchos años sometió a pruebas los nuevos prototipos que la industria aeronáutica rusa iba sacando. Trabajo no exento de peligro; de los cuatro pilotos originales que conformaban el equipo, él fue el único que no murió en un accidente.

En la década de los 80 es cuando su destino quedó ligado a España. En aquella época el Gobierno español comenzó a contratar helicópteros y pilotos del Este de Europa, en especial a pilotos soviéticos, para que participaran en campañas antiincendios en verano. Grishchenko participó en estas campañas, con lo que se ganó el respeto y admiración de sus compañeros debido a su habilidad y buen carácter.

El desastre

Sin embargo, el 26 de abril de 1986 todo se torció en Chernóbil; un día antes se había programado un mantenimiento rutinario del cuarto reactor de la central nuclear llamada Vladimir Ilich Lenin y los trabajadores planearon usar el tiempo de inactividad para probar si el reactor podía enfriarse en caso de que alguna vez la central se quedara sin suministro eléctrico. Pero durante dicha prueba los empleados incumplieron los protocolos de seguridad y aumentó súbitamente la potencia dentro de la central. A pesar de los intentos de apagar el reactor, otro incremento de potencia provocó una reacción en cadena de explosiones en su interior. Finalmente, el núcleo del reactor quedó expuesto y expulsó material radiactivo a la atmósfera.

Los bomberos trataron sin éxito de apagar una serie de incendios en la central y, en última instancia, los helicópteros tiraron arena y otros materiales en un intento de sofocar las llamas y contener la contaminación. A pesar de la muerte de dos personas en las explosiones, la hospitalización de los trabajadores y los bomberos, y el peligro de la lluvia radiactiva y el fuego, no se evacuó a nadie en las zonas circundantes —ni siquiera la cercana ciudad de Prípiat, construida en los 70 para albergar a los trabajadores de la central— hasta 36 horas después del comienzo del desastre.

No fue hasta catorce días después cuando el teléfono sonó en casa de Anatoly; desde el otro lado del auricular, una orden: "Debes ir a Chernóbil". Sus servicios fueron requeridos para sepultar con hormigón el núcleo del reactor, de forma que la radiación quedase contenida bajo esa suerte de cúpula, lo que conllevaba sobrevolar la zona cero de la explosión en repetidas ocasiones y exponerse a la contaminación. Él no dudó y acudió a la llamada. Junto con Gurgen Karapetian, se encargó de hacer un reconocimiento aéreo del terreno y seleccionar posibles rutas de aproximación para conseguir la mínima exposición posible. Ambos sabían que las placas de plomo que se instalaron en el suelo de los helicópteros, en un intento de frenar la radiación, no les protegerían del todo. Aun así, tanto Grishchenko como Karapetian trabajaron sin descanso hasta que, a finales de mayo, tras casi un mes de arduo trabajo, vieron por completada su tarea.

Consecuencias de la exposición

Durante los primeros meses no sufrió ninguna molestia, a diferencia de su compañero, que empezó a sentir cierto malestar. Fue por ello que Anatoly fue llamado en agosto para acudir otra vez a Chernóbil con una nueva tarea: transportar una serie de grandes secciones de un gran mecanismo de ventilación cercano al reactor, misión que implicó otro mes de vuelos continuos sobre el núcleo. En septiembre de ese año, Anatoly se sometió a un reconocimiento médico en el que le detectan por primera vez una disminución de número de leucocitos. Poco después, empezaron los mareos, vómitos, debilidad, dolores... Al ver que el número de defensas de su sangre no dejaba de bajar, los médicos decidieron internarlo en el hospital, donde le fue diagnosticada una "leucopenia de origen desconocido" (la leucopenia se refiere a una disminución de glóbulos blancos), aunque en ningún momento se relacionó la enfermedad con la exposición a la radiación. Poco después, fue dado de alta. 

En el año 1989, el compañero de Anatoly Grishchenko, Karapetian, conoce en la exposición Aeronáutica de París a Charles 'Cap' Parlier, veterano de Vietnam, piloto de helicópteros y director del departamento de pruebas de la McDonnell Douglas Helicopter Company, a quien le cuenta su historia. Parlier quedó impresionado y se ofreció a ayudarles si lo necesitaban. En el verano de 1989, el estado de Anatoly empeora y se le diagnostica un estado de preleucemia; su única esperanza: un trasplante de médula, operación que, en aquella época, resultaba imposible de efectuar en la URSS.

Sus amigos recurrieron entonces a Cap Parlier, que removió cielo y tierra hasta que logró que el doctor Jhon Hansen, del Fred Hutchinson Cancer Reseach Centre de Seattle (uno de los centros punteros en investigación sobre el cáncer), se interesara por el caso de Anatoly. Tras una búsqueda a nivel mundial de un donante para el piloto, ya que sus seres cercanos eran incompatibles, Jhon Hansen lo encontró en Francia. El Gobierno soviético acordó sufragar los gastos del tratamiento, con lo que asumió que miles de personas sufrían secuelas de la fuga radiactiva, algo que había negado previamente. Fue entonces cuando su caso y su historia saltaron a los medios de comunicación, lo que otorgó fama a Anatoly. Tanto él como su esposa viajaron a Seattle para iniciar el tratamiento en abril de 1990.

Cuando llegó, se le sumó a su estado preleucémico un mieloma múltiple (cáncer de la médula ósea), neumonía, anemia y una grave infección pulmonar provocada por un hongo. Se sometió al trasplante el 27 de abril y su estado de salud experimentó una mejora inicial, pero la infección pulmonar se agravó y, finalmente, Anatoly Grishchenko murió el 2 de julio de ese mismo año.

Fue enterrado el 13 de agosto en la ciudad rusa de Zhukovsky, ciudad conocida por sus numerosas industrias y centros de investigación relacionados con la aeronáutica, en un cementerio donde hay enterrados numerosos aviadores caídos en actos de cumplimiento del deber.

¿Por qué se le homenajea en Granada?

A su muerte, países de todo el mundo le rindieron numerosos homenajes y le concedieron varios premios a título póstumo, incluida la Orden de la Revolución de Octubre, la segunda máxima distinción de la URSS. Calles y escuelas por toda la antigua URSS llevan su nombre. En España, el lugar escogido para recordar su figura es la Base Aérea de Armilla, sede de la Escuela de Pilotos de Helicóptero de los Tres Ejércitos, la Policía y la Guardia Civil. Un monolito en su honor fue inaugurado en 1991 por el Rey Juan Carlos I y una delegación del ejército ruso se desplazó hasta la provincia para colocar una maqueta del helicóptero que Anatoly Grishchenko. También su familia donó más tarde su casco de vuelo. Recuerdos con los que el héroe conecta Granada y Chernóbil.







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