“No se puede simplificar el regreso de una víctima con su maltratador; influyen muchos factores”

Irene Moreno, socióloga experta en género, destaca que el caso de la mujer apuñalada en Armilla por su expareja y otros similares van más allá de causas económicas

concentración por la mujer apuñalada en Armilla
Concentración celebrada en Armilla tras el apuñalamiento de una vecina el pasado 7 de noviembre | Foto: Antonio L. Juárez / Archivo GD
Sergio Rodríguez Acosta
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Cada 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, instituciones y asociaciones expresan su deseo de dejar atrás las concentraciones, pero ese anhelado momento queda lejos por el momento. Granada recibió este viernes la alegría de conocer que la mujer apuñalada por su expareja en Armilla pasó a planta tras más de dos semanas en la UCI. Este caso conmocionó a la provincia cuando se conoció que la víctima convivía por temporadas con su agresor. El regreso de una mujer junto a un maltratador es una situación que escandaliza vista desde fuera, pero está rodeada de complejidad. Así lo explica Irene Moreno, socióloga experta en género residente en Granada, quien ha podido conocer de primera mano situaciones de este tipo.

En el caso de Armilla, la mujer se encontraba en el Sistema de Seguimiento Integral en casos de Violencia de Género (VioGén), aunque el caso estaba "inactivo" desde el año 2012. Antes, la víctima estuvo en una casa de acogida y en un piso tutelado. Estas son de las tres opciones de ayuda existentes en materia de vivienda. La restante son los centros de emergencia, empleados cuando se requiere de un desalojo de la víctima, y de menos si se requiere, lejos del agresor. En el caso de las casas de acogida, el tiempo es mayor aunque también está limitado. Suelen ser seis meses, un tiempo que es prorrogable posteriormente. Por otro lado, los pisos tutelados están ideados para una fase más avanzada en la que la persona ya puede acceder a un puesto de trabajo. "En todos estos casos siempre hay ayuda psicológica, jurídica y a todos los niveles", recalca Irene Moreno.

"No es la primera vez que pasa, pero tampoco se puede simplificar"

A la hora de hablar del retorno bajo un mismo techo de víctima y agresor, la socióloga señala que "habría que ver factores sociológicos, psicológicos". "El caso de la mujer de Armilla no es la primera vez que pasa. Choca un poco a priori, pero tampoco se puede simplificar el porqué porque influyen muchas cosas", insiste. Dentro de esta corriente, explica que hay estudios que hablan sobre la "dependencia emocional" que queda en una mujer tras un proceso de maltrato. "El porcentaje de mujeres que vuelven con los agresores no es bajo. No es un caso aislado", agrega.

"En formaciones que he dado a hombres o mujeres siempre les hablo del ciclo de violencia de género", indica la especialista, quien defiende que "lo más importante es que tengan conciencia y conocimiento de lo que es violencia de género, que no es solo física". "En muchos casos las propias mujeres no son conscientes de que han sido víctimas de violencia verbal o económica", asegura. Después de ese primer contacto, llega "un proceso largo de introspección" en el que se trabaja para recuperar el autoestima de la persona y otorgarle "las herramientas necesarias" a través de, por ejemplo, cursos de formación o asesoramiento. "Escucho muchas veces '¿cómo es que esa mujer volvió?'", asegura.

Aunque las causas económicas no son las únicas presentes en estos escenarios, si tienen un papel esencial. "Los factores económicos pasan también por medidas laborales. No todos los contratos bonificados se ponen en marcha. El porcentaje es muy bajo", expresa Irene, que espera que en un futuro cercano se puedan "potenciar los recursos" para que la parte empresarial pueda dar un paso adelante para la construcción de un futuro para las víctimas que necesitan un empleo.

Educación como respuesta ante la imposibilidad de un sistema perfecto

Para alejarse aún más de la simplificación que rechaza Irene Moreno, hay que mirar a las medidas existentes para combatir la violencia de género. Ella misma es consciente de que el sistema VioGén "no es matemático". "En la última reunión de crisis, una de las medidas que se propuso fue modificar y mejorar este sistema", detalla. "Hay que mejorar la coordinación de todos los agentes que intervienen", expone. Por otro lado, solicita que el sistema sanitario también este implicado para un mejor funcionamiento. "Se deberían aumentar los recursos económicos y la vigilancia sobre todo", añade.

Una de sus peticiones es que las comunidades autónomas empleen todos los recursos disponibles, pues recuerda que el Ministerio de Igualdad ha contado este 2023 con el mayor presupuesto de su historia. "Hace falta una voluntad política", incide. En este mismo apartado, también considera fundamental "que no se polarice tanto políticamente" con la violencia de género "porque esto está haciendo mucho daño". "Invisibilizar y no reconocer su existencia como es el caso de Vox hace que los maltratadores se empoderen más", lamenta.

Como respuesta a la imposibilidad de un sistema perfecto, la apuesta de Irene Moreno es "la educación como base". Para ello, apunta a campañas de prevención en ámbitos fundamentales como el laboral o el estudiantil. "El ejemplo más claro es el aumento de violencia en jóvenes, que es alarmante", apostilla. La socióloga experta en género ha tenido la oportunidad de dar charlas con padres para mostrarles los peligros que tiene un mal uso de las tecnologías con prácticas como el sexting.

Conciencia para alzar la voz

Otro aspecto fundamental en la lucha contra la violencia de género es la concienciación social para señalar un caso cuando se tienen sospechas o incluso pleno conocimiento. "El nivel ha aumentado una barbaridad. Hasta hace poco se consideraba un problema del ámbito doméstico", recuerda Irene Moreno, consciente de que todavía falta camino por recorrer. "No siempre existe esta concienciación, incluso en la propia familia", remarca. La especialista vuelve a aludir a la "complejidad" para explicar que en ocasiones "también depende de esa persona", una experiencia que ha vivido en cursos de autoayuda a mujeres o de empoderamiento.

El mejor ejemplo del bajo número de denuncias provenientes de los entornos de las víctimas es que "casi todas las denuncias se hacen a través de un atestado policial". Así lo asegura la socióloga residente en Granada, quien opina que es necesaria una mayor implicación en esta fase.

Con la mirada puesta en ese idílico futuro sin días como el 25N, Irene Moreno seguirá colaborando con Cruz Roja y otras instituciones como la Fundación Andaluza Accesibilidad Y Personas Sordas. Su principal mantra continuará siendo "que no existe un único perfil" para que los casos de violencia de género se estudien uno por uno y la sociedad avance con mayor conocimiento y conciencia.







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