El viaje de Luca, la perra granadina que se quedó en la calle esperando a su dueño infartado

Su propietario, indigente, no pudo hacerse cargo de ella cuando salió del hospital y el animal acabó en la perrera; tratan de encontrarle una familia tras ser acogida temporalmente en una residencia en Sevilla

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Luca, al llegar a Sevilla | Foto: GD
Chema Ruiz España
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El viaje de Luca comenzó, como muchos otros, con una despedida. Esta perrita, una mezcla con boxer de apenas cinco años, vivía en la calle con Juan, su dueño, y la ayuda de los amigos que este hizo en la zona de la Iglesia Parroquial Sagrario, en pleno centro de Granada. Su compañero solía marcharse a desarrollar sus quehaceres diarios, habitualmente recoger comida o ropa, y ella, paciente, le esperaba junto a un árbol porque tiene cierta dificultad para caminar. Nunca tardaba demasiado en llegar. Hasta la mañana del pasado 3 de junio. Él se fue con la promesa de regresar pronto, pero en el camino sufrió un infarto. Se recuperó y volvió a los días, pero su mascota había sido llevada a la perrera, donde se le empezó a buscar un hogar.

Mari Nieves Rodríguez, principal promotora de esta búsqueda, relata su historia. Ella pertenece a la Hermandad del Cautivo y la Encarnación, lo que le permitió conocer a Juan. "Como estaba allí, de ir, hacer los montajes y todo lo que conlleva la Semana Santa, terminas entablando conversación y conoces a la persona", recuerda. Entonces, Luca no estaba aún en Granada. "Él, en principio, no estaba con la perrilla, no la tenía. Me comentó un día ‘mañana me traen a mi Luca’. Se la había dejado a un hombre que él conocía para que se la cuidara, porque en ese momento él no podía estar con ella", precisa. Cuando llegó, se ganó también su cariño y el de la gente que transita por la zona.

La situación en que vivían, sin embargo, era compleja. "Él, a veces, se tenía que ir a Calor y Café, donde le daban de comer, ropa y tal. Al animal lo tenía que dejar en la puerta del mismo Sagrario, en un árbol atado, porque cojeaba. Además, es bastante grandota", explica Rodríguez, que se encargó de velar por la salud de Luca. "Le dije ‘llévala al veterinario, que los gastos corren de mi cuenta’, pero le dijeron que no tenía nada, que le dolería la pata por cualquier motivo, pero que se le pasaría", expone. Pese a ello, subraya que Juan "nunca tardaba en volver, y siempre regresaba".

Luca, antes de que fuera llevada a Sevilla | Foto: GD

Luca, antes de que fuera llevada a Sevilla | Foto: GD

El propietario ya se había planteado días atrás dar en adopción a su mascota, pues no podía mantenerla. "No tiene ni para él", lamenta Mari Nieves Rodríguez. Todo se precipitó el viernes 3 de junio. "Yo pasé al mediodía y estaba la perrilla sola. Como tenía su agua y comida, que siempre le llevábamos de comer, lo dejé estar. Pasé otra vez por la tarde y el animal seguía allí solo, y aquello ya no me gustó", detalla. Tanta inquietud le generó la situación, que pidió a un amigo que vivía cerca que echase un vistazo, ya de madrugada, con lo que confirmó que algo raro sucedía: la perra seguía esperando y no había rastro de Juan. La preocupación fue a más cuando, más tarde, pasó y encontró las cosas de Juan revueltas, tiradas en el suelo, y no a la perra. Alguien se había llevado a Luca.

Primera parada

Preocupada, comenzó a buscar tanto a Juan como al animal. La Policía no pudo proporcionarle ayuda en la localización de su amigo, por protección de datos, ni en la de la perra, pues la denuncia tenía que ser interpuesta por su propietario. Decidió publicar en distintos grupos animalistas de Facebook la foto y la historia de Luca, con lo que consiguió una pista. Una chica que colabora con distintas protectoras y había visto el post le invitó a llamar a la perrera. Aquella fue la primera parada del viaje de Luca.

"¡Imagínate la alegría!", exclama. "No había caído en malas manos, porque, además, es que es una perra que más buena no puede ser. A todo el mundo le movía el rabo, a todo el mundo se le acercaba. Pensaba que algún desalmado se la había llevado. Al saber que estaba allí, respiré", detalla. Un día más tarde, el domingo 5 de junio, recibió una llamada. "Era Juan, que me llamó con el móvil de una muchacha desde un bar de Plaza Bib-Rambla: ‘Estoy bien. Me había dado un infarto al corazón’".

De la perrera a Sevilla

Entonces, pudo arrojar luz sobre lo sucedido. "Iba por Gran Vía, en busca del desayuno. Se agarró a un hombre y cayó desmayado. Se lo llevaron en ambulancia y permaneció ingresado hasta el domingo", desembrolla. El animal, sin embargo, continuó en la perrera durante más de un mes. En su estado, Juan, que sigue viviendo en la calle tras pasar un tiempo con unos familiares en Barcelona, no podía hacerse cargo de él. "Hemos estado moviendo la noticia para buscarle un hogar. Desgraciadamente, ni una persona se ha interesado por ella", lamenta.

Como en la perrera no puede permanecer demasiado tiempo, una residencia de Utrera, en Sevilla, acogió a Luca de forma temporal este pasado domingo. "Es como un refugio. Hasta la fecha, está allí. Hemos conseguido recaudar algunos fondos, de la manera en que se ha podido, porque al animal hay que castrarlo", abunda. Es su segunda parada. No obstante, la perrita todavía no ha dado con un lugar en el que vivir. "Lo que queremos para ella es una familia definitiva. Entendemos que es mala fecha, porque es verano, que es una perra grande… Se juntan una serie de factores que no están de su lado", esgrime Rodríguez, quien ha habilitado el número de teléfono 647266461 para cualquier persona interesada. La búsqueda de esta morada, su ansiada tercera estación del viaje, continúa.







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