Primeras figuras del flamenco, encabezadas por Antonio Canales, rinden homenaje a Mario Maya

La emoción se apoderó del Auditorio Manuel de Falla durante el espectáculo

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Actuación de Antonio Canales durante el espectáculo 'Recordando a Mario Maya' | Foto: José Albornoz
Gabinete
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Resulta extraordinario y poco habitual ver sobre el mismo escenario a cinco primeras figuras del flamenco, reuniéndose en ellas el toque, el baile y el cante. Eso fue lo que sucedió en el Festival de la Guitarra de Granada durante el espectáculo 'Recordando a Mario Maya' que se celebró este viernes en el Auditorio Manuel de Falla.

Tres guitarras de lujo

Rafael Riqueni, que además de extraordinario guitarrista es un gran compositor, abrió el recital con un tema dedicado a la memoria del bailaor del Sacromonte, que se estrenaba para la ocasión. Fue una bella melodía en torno a la farruca. Luego llegó el turno de disfrutar también en solitario de Manolo Franco y de Paco Jarana, cuya esposa, la granadina Eva la Yerbabuena, estaba en el patio de butacas, como también lo hacía otra bailaroa de enorme talla, Mariquilla. Cada guitarrista exponía su personalidad y, finalmente, se reunían los tres para ejecutar la marcha Amarguras. La obra de Font de Anta fue recreada para este conjunto de guitarras, incluso con alguna variación donde volvió a ponerse de manifiesto el genio creativo de Riqueni.

El Pavarotti del flamenco

El espectáculo resultaba variado, atractivo, con una calidad incuestionable y para mantener el pulso de la novedad escénica, aparecía Segundo Falcón. Alguien ha llamado a este cantaor el Pavarotti del flamenco. No le falta razón. Su voz laína, con la que logra ofrecer un fraseo soberbio y su potencia sonora, lo convierten en una artista de gran atractivo. Granadinas, una rondeña de aires morentianos o los fandangos del Albayzín le permitieron exponer todo su caudal.

Canales, un genio

Después de que el protagonismo fuera para el toque y luego para el cante, llegó el momento del baile. Era el tercer cuadro de la noche. Apareció Antonio Canales, con unas botas colorás y su característico gesto. El público estaba entregado. Ya estaban todos los artistas juntos sobre el escenario. Sus pies dieron una lección de ritmo y fuerza. No faltó su particular expresividad corporal, por momentos cercana a la tragedia. Triunfó. Así lo acreditan las ovaciones encendidas de entusiasmo que surgían cada vez que cerraban un palo, como sucedió con una tremenda soleá, en la que Canales sacó lo más auténtico de cuanto atesora quien ya es un mito del flamenco.

El colofón

El colofón no fue al uso. Era lógico ante la constelación de estrellas que fueron apareciendo sobre el escenario y con los que colaboraron de manera brillante el percusionista Antonio Coronel y los cantaores Enrique “El Extremeño” y Juan José Amador. Riqueni hizo sonar las seis cuerdas y Canales ejecutó sus últimos movimientos. Así se apagaba la llama de una noche donde la emoción más jonda se apoderó del Auditorio Manuel de Falla.

Concluido el espectáculo, en la entrada de la Sala Rosa Sabater, la pintora mexicana Cristina Casos, representante de la Fundación Mario Maya, recogía un lienzo con el rostro del bailaor granadino, que le entregaba Vicente Cobes, director del Festival, como recuerdo del homenaje que se le acababa de tributar. Se trata de un lienzo de Patricio Carmona.







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