Día de los Monumentos: "Por Granada han pasado multitud de culturas que han dejado su impronta"

Andrés Adroher, catedrático de arqueología de la UGR, destaca la importancia de proteger el patrimonio y legado histórico de la ciudad

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Fachada principal de la Catedral de Granada | Foto: Archivo GD
Pancho Spínola Bautista
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Este martes 18 de abril se celebra en todo el mundo el Día Internacional de los Monumentos y los Sitios, una conmemoración establecida por la Unesco en 1982 con el objetivo de promover la conciencia social en torno a la vulnerabilidad del patrimonio cultural humano, apelando a los esfuerzos que se requieren para su conservación y protección.

Se trata de una fecha señalada para recordar la importancia del legado arqueológico e histórico de las civilizaciones que han poblado toda la superficie de la Tierra, y, en una ciudad como Granada, cuyos registros como poblado datan del siglo VII antes de Cristo, el Día de los Monumentos y los Sitios es, si cabe, aún más significativo.

No en vano, la localidad tiene cabida en la lista de Patrimonio de la Humanidad elaborada por el citado organismo, donde aparecen lugares tan singulares como Machu Picchu o las Pirámides de Guiza. Desde 1984, la Alhambra y el Generalife forman parte también de esa selecta nómina, a la que se añadió, una década después, el barrio del Albayzín, gracias a "conservar un rico conjunto de construcciones hispanomusulmanas armoniosamente fusionadas con la arquitectura tradicional andaluza", según explica la UNESCO.

Son, sin duda, algunos de los elementos más representativos del legado cultural de la civilización musulmana en Granada, y, aunque muchas veces eclipsen (con todo merecimiento) otros monumentos de gran valor histórico, la ciudad nazarí alberga mucho más.

"No nos podemos quedar solamente en la Alhambra, porque tenemos muchas más cosas que ofrecer", explica Andrés Adroher, catedrático de prehistoria y arqueología de la Universidad de Granada, en declaraciones a este medio. "Esta es una ciudad prácticamente trimilenaria y por aquí han pasado muchas culturas y cada una ha dejado su impronta. El impacto de lo medieval es tan grande y tan visible en nuestro legado que las fases romanas o ibéricas, por ejemplo, han sido desechadas dentro del discurso expositivo y protector del patrimonio. En este aspecto, la Alhambra es un gran beneficio para la ciudad, pero también un gran problema, porque todos los recursos van para ella cuando una parte podría destinarse a hallazgos de otras eras como la romana o la ibérica", analiza Adroher.

La espectacularidad y el gran estado de conservación en el que se encuentran los monumentos que datan de la Edad Media en la ciudad han contribuido a que el resto del patrimonio cultural no haya sido tratado de la misma manera, a juicio del historiador: "aunque hay algunos restos conservados, no son visibles o no están bien señalizados. De alguna forma, lo medieval ha fagocitado las fases anteriores, y también existe la problemática de que muchos hallazgos de épocas pasadas se encuentran ahora en espacios privados". Además, Adroher argumenta que "el impacto arquitectónico de lo medieval es tan grande que es difícil encontrar monumentos similares de la fase romana", citando como referencia de edificación medieval el Corral del Carbón.

Interior del Corral del Carbón | Foto: Clara J. Franco / Archivo GD

En este sentido, el profesor de la UGR considera que "sería interesante elaborar un plan director de la ciudad que permita revalorizar aquellos espacios monumentales de época prerromana, por ejemplo, que no han podido valorarse adecuadamente hasta el momento", poniendo como ejemplo un aljibe ibérico ubicado junto al Palacio del Almirante, un espacio que, a juicio de Adroher, "debería recuperarse para la ciudad para contribuir a vender una idea más caleidoscópica, más abierta que una ciudad simplemente medieval".

Esta es una cuestión en la que se produce un conflicto entre las ideas de divulgación cultural y rédito económico, algo que no debería ir de la mano, según la opinión del arqueólogo: "el problema de este país es que no hemos entendido todavía que la cultura no tiene por qué tener una retribución monetaria directa. Hay repercusiones mucho más interesantes. La cultura, la educación, la sanidad o la justicia no tienen que ser rentables. La rentabilidad no es el dinero, sino la calidad de vida social y la capacidad de los ciudadanos para apreciar el patrimonio".

La problemática entre las reminiscencias que quedan de diferentes civilizaciones es resultado, según comenta el catedrático, de la larguísima historia de Granada como asentamiento: "a diferencia de muchas poblaciones en España, esta, desde que se fundara en el año 700 antes de Cristo, ha sido una ciudad de éxito, se ha mantenido activa durante prácticamente 2700 años, y eso no lo pueden decir muchas".

La protección del patrimonio, en manos de los granadinos

En una fecha señalada como este Día de los Monumentos y los Sitios, es adecuado recalcar la importancia de preservar y cuidar los espacios que a día de hoy aportan valor patrimonial, cultural e histórico a la ciudad, y para ello es esencial hacer sentir a los vecinos que esas zonas les pertenecen, considera Adroher. "Si enamoras a las personas de esos espacios, los protegerán porque los sentirán como suyos", declara.

Para ello, es esencial que se realice una buena labor de comunicación de cara al público en torno a los bienes culturales: "se puede convertir una sola piedra en algo extraordinariamente atractivo vendiendo un producto. No se trata de falsearlo, sino de saber venderlo, y para eso hay que saber comunicar y enamorar a la gente. Detrás de una simple piedra puedes contar tantas cosas que puede resultar incluso más interesante eso que algo mucho más grande sin contexto. Es un poco exagerado, pero si tú vas a la Alhambra y nadie te explica nada, es bonita, pero no tiene nada que ver cuando contextualizas lo que estás observando".

El arqueólogo cree que esta tarea pasa, fundamentalmente, por la contratación de profesionales con las habilidades necesarias para embelesar al cliente. "La mayoría de las visitas a lugares históricos están relacionadas con el boca a boca, merece mucho más la pena invertir en alguien capaz de comunicar con ilusión, pasión y ganas. Los juegos, acertijos o actividades de recreación van a ayudar mucho más que todos los recursos tecnológicos que tú quieras meter", argumenta.

Aún así, Adroher comparte una anécdota reciente que puede apuntar en una dirección positiva: "hace poco estuvimos excavando una muralla del siglo IX antes de Cristo en Fornes y, de repente, un señor que paseaba por la calle le llamó la atención a un miembro del equipo porque pensaba que estábamos perjudicando ese espacio. Mi compañero se cabreó, pero a mí me pareció un éxito, eso significaba que estamos cumpliendo el objetivo y que la gente siente esos monumentos como suyos", concluye con satisfacción.