Cómo sufrir mejor

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El arte refleja todas las batallas, miedos y anhelos del ser humano desde el principio de los tiempos | Foto: Remitida
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Aprende a encontrar consuelo en las grandes obras de arte.

Al igual que un buen artista, un buen espectador también sufre. Al final, una obra de arte solo se consuma cuando el observador la admira y la hace propia. Y en ese proceso de adueñarnos de la pieza que contemplamos, de los dolores o las ansias del autor, sublimamos nuestras penas y reforzamos nuestra esperanza.

El arte refleja todas las batallas, miedos y anhelos del ser humano desde el principio de los tiempos. Desde ‘La Piedad’, de Miguel Ángel, hasta ‘La columna rota’, de Frida Kahlo, pasando por una ópera de Puccini o un libro de Dostoyevski, el arte nos ofrece consuelo, complicidad y hasta respuestas a las grandes preguntas de la vida.

Como dice el filósofo Alain de Botton, “al arte hay que usarlo como terapia”. Ese es su objetivo, no el estar juntando polvo en los museos y las bibliotecas. A través del arte nos permitimos ser humanos, reconocemos nuestros defectos, recordamos valorar lo bueno y aliviamos el peso de nuestra existencia al entender que no estamos solos en nuestro sufrimiento.

¿A qué nos ayuda el arte?

● A encontrar propósito en el día a día. Una noche en la ópera con Rodolfo y con Mimí puede inspirarnos a retomar nuestro heroico ideal de una vida bohemia, cuando menos por un rato.
● ‘El Pensador’, de Rodin, puede recordarnos que pensar libremente requiere un compromiso en cuerpo y alma.
● Y el libro ‘Walden’, de Henry David Thoreau, exhortarnos a evitar la conformidad y a seguir nuestras propias ideas, aunque sea mientras conversamos con un vecino en el pasillo.

Después de todo, nuestras pequeñas luchas cotidianas también nos hacen miserables. Un dolor persistente en la cintura, la ilusión de una cena transformada en un disgusto, una llamada que no llega.

¿Por qué no ir por un poco de consuelo al museo o al teatro más cercano?

● Una manera posible de liberar nuestros dolores es usar el arte como pañuelo de lágrimas. “El arte nos ayuda a hacer catarsis”, dice De Botton.
● Podríamos contemplar por Internet el paisaje apocalíptico de Antony Gormley y sus 100 esculturas humanas clavadas en la arena en Liverpool. Tal vez dejemos así de victimizarnos por nuestra soledad y nos elevemos hacia causas más nobles, como aliviar la soledad de otros.
● Siguiendo las sugerencias de De Botton y del psicólogo Tal Ben-Shahar, podríamos montar una exposición de arte en el salón de nuestra casa. En lugar de reunir las obras que nos gustan por corriente, año o autor, podemos hacerlo en torno de una emoción particular. Por ejemplo, la soledad.

¿Cómo sería una muestra que te ayude a procesar la soledad?

● Podrías comenzar con el Intermezzo de ‘Cavalleria Rusticana’, de Pietro Mascagni, y sufrir junto a tus invitados por el amor y el desamor.
● Exponer láminas de Edward Hopper como ‘La Autómata’ o ‘Casa junto a la vía del tren’, y conversar sobre por qué la vida moderna puede aislarnos tanto y ser tan solitaria.
● Proyectar ‘Perdidos en Tokio’ y reflexionar sobre el valor y significado que podemos darle a nuestra vida en las diferentes etapas.
● O, tal vez, cerrar con el poema ‘El Enamorado’, de Borges y, como él, confesarle de una vez por todas a tu amante que finges que hay un mundo, que te importan otras cosas, pero es mentira: solo piensas en volverle a ver.







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