En las organizaciones en las que se cuida a las personas, los resultados se disparan

¿De qué depende la felicidad de los profesionales? Es un objetivo que merece la pena y por el que parece luchar la mayoría de la gente

El clima laboral se define como el conjunto de factores, ya sean físicos o humanos, en los que se desarrolla el trabajo | Foto: Archivo
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Sabemos que en las organizaciones que se cuida a las personas, los resultados son mejores, se disparan. Así lo vimos también en los estudios de centros de salud donde los que tenían mejor clima emocional, tenían mejores resultados.

¿De qué depende la felicidad de los profesionales? La felicidad es un objetivo que merece la pena y por el que parece luchar la mayoría de la gente. Pero, contrariamente a lo que se suele creer, no se consigue persiguiéndola porque sí, centrándose en uno mismo o alcanzando los logros tradicionales. En realidad, la felicidad proviene de algo más que eso, y uno de sus principales orígenes es un sentido de propósito.

Sabemos que el clima laboral se define como el conjunto de factores, ya sean físicos o humanos, en los que se desarrolla el trabajo. Cabe destacar que en España, el 54% de los trabajadores tiene un nivel de satisfacción alto con su profesión.

Si cuidamos el clima laboral, podemos adelantarnos y mejorar las relaciones con nuestro equipo. Además, conseguir un buen clima laboral tiene muchos beneficios para todos:

⁃ Aumenta la motivación y el rendimiento del equipo.
⁃ Se reduce el absentismo.
⁃ Se consigue fidelizar el talento.
⁃ Genera que las relaciones entre compañeros o con quien dirige son más fluidas.
⁃ Se potencia una competencia sana entre equipos.
⁃ Mejora la comunicación interna, las personas se sienten escuchado.
⁃ Aumenta el atractivo de la organización.

Sacar el máximo de las personas pero también sacar lo mejor de ellas. Esa es la clave. Y eso es clave en los buenos equipos que tienen:

1. Objetivos y roles bien definidos.
2. Liderazgo compartido.
3. Toma de decisiones democrática.
4. Procedimientos formales.
5. Comunicación y participación como claves.
6. Análisis del comportamiento individual que ayudan a sumar.
7. Usos y costumbres informales.
8. Identidad corporativa.
9. Valoración de esfuerzos y contribuciones de cada uno y del grupo en su conjunto, mezclado lo que aporta cada uno (me) y lo que añade el equipo (we).
10. Resoluciones de conflictos.
11. Clima o ambiente de trabajo adecuado y cuidado
12. Cultura de equipo.

Las organizaciones que cuidan a las personas, se caracterizan por cultivar una cultura en la que las personas pueden trabajar y desarrollarse profesionalmente sintiéndose seguras física y psicológicamente. Por supuesto, en las organizaciones que cuidan hay tensiones, conflictos de interés, dilemas y momentos de ansiedad o tristeza. La diferencia reside en que si se gestionan de forma que sean productivas y regenerativas, se consigue m que no se conviertan en una fuente de malestar crónico o grave para las personas.

El cuidado por las personas se manifiesta de muchas formas, y de ellas destacaríamos dos, ambas pueden ser necesarias y beneficiosas o pueden ser negativas. La primera es aquella en la que nos ponemos en el lugar del otro para resolver la situación que requiere cuidado. La segunda es aquella en la que mostramos o facilitamos diferentes posibilidades para resolverlo, haciendo conectar a la persona o colectivo con sus capacidades y potencialidades, para que resuelva el problema de cuidado.

Promovemos la mayor autonomía y empoderamiento posible de la persona para el (auto)cuidado, somos conscientes de dos paradojas:

• Las personas somos más capaces de autocuidarnos cuando nos sentimos seguros y rodeados de personas de confianza.

• Las personas que más deberían estar implicadas en el cuidado en la organización a menudo son las que menos disponibles están para dar o recibir cuidado.

Pensamos que los espacios de cuidados surgen de forma natural entre las personas, si las formas y condiciones de trabajo lo permiten:

• Con reconocimiento explícito a los esfuerzos y contribuciones de todas las personas
• Con la visión de conjunto de cómo aporta valor a la organización y al ecosistema en la que está.
• Con enfoques estratégicos que tienen en cuenta entornos inciertos
• Con capacidad para asumir riesgos razonables, y equivocarse.
• Con espacio para voces y opiniones distintas.
• Y en general, con incentivos para el trabajo colaborativo y el apoyo mutuo.

En las organizaciones, las personas asumen que son espacios de cuidado los que tienen respeto a la intimidad, a la participación voluntaria, y creados con un motivo específico y transparente.

En relación a estos espacios, además, existe una cuestión con la que conviene ser intransigentes por razones tanto éticas como estratégicas. No promovemos espacios de cuidados que sean una isla en medio de una cultura organizativa de desconfianza, competencia e incluso maltrato generalizado. Esta cultura tampoco puede ser sustituida por la adhesión a un determinado ideario y necesidades organizativas que anulen las ideas y las necesidades de las personas.

Dicho esto, la pandemia ha afectado también a organizaciones con culturas organizativas que cuidan. Hemos visto cómo este tipo de organizaciones con las que trabajamos han sacado lo mejor de todas las personas, en todos los niveles, para cuidarse. Y lo han hecho en un contexto complicado.

Necesitamos impulsar prácticas de cultura colaborativa y en red desde una perspectiva de cuidado de las personas en las organizaciones. Lo necesitan las organizaciones. Lo necesitan las personas. Los resultados cantan, se disparan.







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