Escuchar lo que no se dice

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“Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que no se dice”, decía Peter Drucker | Foto: Remitida
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“Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que no se dice”, decía Peter Drucker. Y para hacerlo posible es necesario que nos entrenemos a escuchar, que vayamos al gimnasio a mejorar nuestras habilidades, que como dice Xavier Marcet, releamos las conversaciones como si fueran paisajes, que recuperemos detalles y que sepamos que escuchar lo que no nos dicen es a menudo la clave de todo. Y también apunta que tenemos que entrenarnos a preguntar. Porque no todo el mundo expresa lo que quiere decir o lo que siente ni mucho menos y ante ello, es necesario, imprescindible, preguntar, preguntar y preguntar para ir más allá de la obviedad de muchas respuestas que recibimos. Por tanto, cuidemos las preguntas y entrémoslos a escuchar, preguntar y observar, claves para mejorar lo que nos dicen las personas que nos rodean.

No somos conscientes de la importancia que tiene saber escuchar y de lo mucho que nos beneficiaría potenciar esta habilidad. Sin embargo, nuestra necesidad de ser escuchados pasa por encima de esto y nos volvemos egoístas sin ser conscientes de ello.

Cuando una persona se dispone a escuchar lo hace de forma activa, con una intencionalidad. Por tanto, la persona que escucha lo hace de forma voluntaria e intencionada.

La comunicación tiene tres componentes:

1. Lo visual (el lenguaje no verbal) que representa el 55%
2. Lo vocal (tono, claridad y velocidad) representa el 38% y
3. Lo verbal (ideas, contenidos, lenguaje y secuencia) 7%

Una mirada, una sonrisa, una caricia o un gesto en silencio puede ser más sonoro, real y sincero que cualquier forma de comunicación oral. Es por esto, que como dice Peter Drucker, es importante escuchar lo que no se dice.

Seguro que todos recordamos a personas que han conseguido dejar huella con su comunicación, con sus palabras sinceras, claras, coherentes y humildes que encierran una gran lección comunicativa para cualquiera. Y en ello, tienen un poro central también los silencios. Y recuerdo los 21 segundos de silencio del primer ministro canadiense antes de responder a la pregunta de un periodista sobre las amenazas de Donald Trump para sofocar las protestas en EEUU. 21 segundos sin palabras. 21 segundos sin dejar de comunicar con una intensidad mucho mayor que la de cualquier alegato o valoración basada en argumentos, hechos y opiniones. 21 segundos que nos recuerda el poder del silencio y que muchas veces, como señalaba Peter Drucker, la importancia de la comunicación está en lo que no se dice.

En ese sentido, es importante escuchar para comprender y no para defendernos. Escuchar lo que no se dice significa escuchar desde la pausa, desde la atención y desde el afán de comprender. Escuchar nos permite conocer y nos hace poderosos en la medida en que nos permite saber más del otro, de nuestro interlocutor, de nuestra audiencia.

Y es que no saber escuchar o hacerlo a medias afecta a toda relación humana. Supone mucho más que estar en silencio mientras que el otro habla. Es importante intentar comprender otras perspectivas y colocarnos en el lugar de los demás.

La importancia de saber escuchar radica en conectarse con el otro a través de intentar captar los diferentes aspectos del mensaje: la postura, el tono de voz, las dudas, las emociones que se escapan de lo que se dice.

Para mejorar nuestra comunicación es fundamental trabajar mejor las emociones, saber bien lo que sentimos, valorar y tener en cuenta las emociones negativas y poner encima de todo las emociones positivas y contagiarlas. Y escuchar desde la emoción nos muestra a alguien que se siente bien consigo mismo, que experimenta un alto grado de bienestar emocional, alguien que siente una mayor influencia de emociones como la alegría, la ilusión, la gratitud, el entusiasmo…







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