Parapandafolk clausura su 31ª edición tras encandilar a 4.000 espectadores

Mujeres Mediterráneas y Pep Gimeno ‘Botifarra’ cerraron la muestra, que en esta ocasión emprendió un regreso a sus raíces

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Pep Gimeno 'Botifarra', durante su actuación | Foto: Gabinete
Gabinete
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Pep Gimeno ‘Botifarra’ es un artista totémico en la zona levantina. Con 13 años se lanzó a recorrer pueblo por pueblo grabando a las personas mayores para rescatar del olvido y preservar una tradición que estaba a punto de desaparecer. Es un personaje irrepetible. Atesora entre pecho y espalda la sabiduría milenaria de la huerta y la ribera valencianas. Sus dotes teatrales, casi de monologuista, recitando muy apropiadamente frases hechas, trabalenguas, romances y cuentos acompañando su canto le convierten en un gran comunicador, de ironía compartida y carcajada comunal. En compañía del guitarrista Miquel Pérez, interpretó jotas, fandangos, cants de batre, habaneras, granaínas y romances…, y recordó a Carlos Cano con aquellas ‘Habaneras de Cádiz’, la única pieza que no interpretó en valenciano durante su actuación en la jornada de clausura de la 31ª edición del Parapandafolk.

El Parapandafolk es un Festival organizado por el Ayuntamiento de Íllora y patrocinado por la Delegación de Cultura y de Turismo de Diputación de Granada, con la colaboración Fundación SGAE, Hispanaweb, Aguasvira y Fundación Caja Rural de Granada.

A partir del proyecto de Flamenco Oriental ‘Anlage Fusión’, surgió la idea de ‘Mujeres Mediterráneas’. El núcleo fundacional lo componían la guitarrista granadina Pilar Alonso, la cantante marroquí Habiba Ouakhchachi, una flautista suiza Fauzia Benedetti, la percusionista argentina Juana Larreta y la saxofonista Mixtlán Salomón. Con el tiempo Mujeres Mediterráneas se ha ido transformando en una plataforma de encuentro de mujeres músicas que se reúnen para crear diferentes estilos aprovechando la personalidad que aporta cada una, este vez en sexteto.

Los ‘pellizcos’ de la guitarra flamenca, las variaciones rítmicas del cajón bajo La Meri, las voces biculturales de Habiba y de Ana Sola, la flauta mágica de Elena Botica se pasean entre Marruecos, Oriente y España transportándonos a paisajes exóticos. Así en el Parapanda estuvieron revolviendo esencias con desparpajo, también oral, soleas con moaxas, cantos bereberes, colombianas con malouf argelino… Asomando en algunas esquinas el bolero ‘Alma corazón y vida’ o el Lorca de ‘La leyenda del tiempo’. Aportaron armonías y ritmos, con sutileza y frescura, hermanando culturas y conexiones musicales andalusíes de ida y ya de vuelta. Un broche de 10 para un festival que ha remontado la pandemia.

Según la organización, unas 4.000 personas han participado en alguna de las actividades de su programa, fuesen los conciertos en directo en el Auditorio, la música de calle, los talleres, conferencias o rutas. Su director, Antonio Caba, asegura haber quedado "muy satisfecho" con la edición, máxime cuando los dos últimos años han sido irregulares por la situación de la pandemia. Para él ha sido muy "emocionante" el hermanamiento con el Festival Xera de Jerez, así como la respuesta a las "propuestas muy renovadoras que hemos hecho este año, que permiten el acceso de nuevo público, más joven, al mundo de las músicas tradicionales".







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