Morata no permite creer al Granada (0-1)

Un gol del ariete en posición justísima tumba al conjunto rojiblanco horizontal, bien plantado pero sin pólvora, que persiguió las tablas en un controvertido final

Granada CF Atletico de Madrid
Gumbau lamenta un remate fallado en el primer tiempo ante el Atlético de Madrid | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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El Granada y su afición quisieron creer, pero Morata no se lo ha permitido. Un certero testarazo del ariete en posición justísima, difícil de aclarar incluso desde la sala de los monitores, ha descompuesto a los nazaríes, bien plantados hasta entonces. Se escrutarán con lupa las líneas trazadas por el VAR, así como una posible mano de Giménez ya en el alargue. Antes, otra de Ignasi Miquel pudo adelantar el tanto del Atlético de Madrid. Es el conjunto rojiblanco horizontal un equipo bien protegido desde la llegada de los refuerzos, dominado por el corazón, pero escaso de munición. Y cuando halló una bala, disparada por Arezo también con el tiempo cumplido, fue escupida bajo palos. Ha mostrado un planteamiento resultón de inicio ante el combinado colchonero este lunes, aun carente de veneno en sus ataques, si bien el paso de los minutos y la activación de algunos suplentes de lujo decantó la partida de ajedrez en que, por momentos, se convirtió el duelo entre el Cholo y el Cacique. Persiguió con desesperación las tablas en un encomiable y rabioso envite final, pero no le dio.

Medina pulsó el cronómetro y comenzó el intercambio de movimientos. El charrúa abrió con un gambito de dama, al más puro estilo Beth Harmond en la popular serie de Netflix, con laterales tan incisivos que parecían tender una alfombra roja a sus adversarios, aunque en realidad tenía por objetivo contener las embestidas del Atleti por los flancos. Hubo de ajustar su plan en el último momento, dolorido Piatkowski, que no pudo ni vestirse. Regresó Ricard tras su penitencia y Gumbau reforzó la medular de los de franjas horizontales, que salieron con el cuchillo entre los dientes. Simeone refrescó su escuadrón, desgastado en dos prórrogas. Fue más paciente, pero igualmente ofensivo en su turno, agobiante en algunos tramos, protector finalmente.

Bryan se presentó con desparpajo y, en la estrategia, merodearon los de casa las dependencias de Oblak. El Cacique, visiblemente inquieto, negaba con la cabeza a cada imprecisión, mientras que su homólogo atlético ordenaba a los suyos a golpe de silbido. Robó el Granada en los primeros compases de una construcción colchonera y Boyé disparó con la escopeta de feria. Los nazaríes intentaban imprimir calma, ordenados atrás y prestos en el repliegue cuando movían los visitantes, aunque a Griezmann se le iban los ojos a la pradera sin propietario a la espalda de Ricard. Batalla, muy participativo en la elaboración, jugaba con los nervios de su hinchada, rebosante de confianza hasta rozar lo temerario.

Suele suceder, sin embargo, que, cuando dos estrategias funcionan, terminan por anularse, por lo que el peligro volaba frente a los arqueros de un costado a otro sin castigar la palma de sus guantes. Se expresaron con más brío en ataque los de casa durante la primera media hora, en órbita un latigazo de Bryan, pero cuando el Atlético tomó el relevo hizo correr un escalofrío por la espalda granadinista, más por presencia que por atino. Se giró Griezmann en una franja angosta frente al balcón del área y encontró una grieta hacia la que se dirigía Morata. El pase llevaba polvo de hadas y el remate, buena dirección, segurísimo Batalla pese a que el banderín ondeaba.

Se rompió entonces la partida en varios lances rápidos que no derribaron ni un peón. El guardameta argentino embolsó un intento seguido de Riquelme y el Principito, más tarde, reventó el travesaño con Neva en el suelo tras sentir en el rostro el codo de Llorente, inhabilitado también este ataque. Después apareció una vez más Morata al cabeceo, de nuevo con el visor nublado. Se soltó Bryan por el carril diestro y descargó sobre Gonzalo Villar, mal posicionado para el golpeo. Culminó sin puntería Gumbau en la frontal.

El duelo tenía de todo menos pólvora, por lo que Simeone acudió al armarito de las provisiones en el intermedio. Y vaya si la encontró. Morata conectó un frentazo que llovió a las manos de Batalla y Samuel Lino, recién incorporado al juego, aderezó con pimienta un contragolpe atlético. Descosió la pelota, de nuevo a las palmas del guardameta rojiblanco horizontal. De Paul, que saltó también en el descanso, tiró directamente fuera después. Nadie lo decía, pero Los Cármenes mascaba la tragedia.

No llegó en un centro de Nahuel Molina que rechazó Ignasi Miquel con la manga, en un gesto similar al que empleó Vinicius para marcar al Almería este domingo, pues Jaime Latre mantuvo el mismo criterio que con el brasileño y no señaló penalti. Fue en un servicio musical que regaló Griezmann a Morata, que picó el remate al fondo de la red, sin marcaje entre los centrales rojiblancos. Ahí sí tuvieron que fijar la vista en el monitor para comprobar la posición del atacante, en apariencia adelantado, en una revisión eterna. Simeone levantó los pulgares al colegiado, mientras Medina pedía la presión de su hinchada. Al final, el milimétrico ojo de halcón permitió la celebración.

Muy pronto volvieron a golpear los atléticos, descompuestos los nazaríes. Lino se deslizó de nuevo ante Ricard y combó alto un impacto venenoso. Después remató Saúl a las mallas otro centro medido, en esta ocasión de Nahuel Molina. Su posición sí parecía esta vez habilitada por los zagueros locales, pero la escuadra y el cartabón corroboraron la buena vista del juez de línea. No le gustaba al Cacique lo que veía, por lo que reclutó a Matías Arezo, inadvertido Uzuni. La chispa de los de franjas horizontales, no obstante, brotaba solo en las botas de Bryan.

El malagueño forzó un córner, ya en la recta final, en cuyo primer remate pidieron mano los nazaríes. Frente a los televisores no apreciaron nada punible, como tampoco en otro golpeo de la pelota con la extremidad que no tocaba de Giménez. Boyé vio su quinta amarilla en un rifirrafe con Savic y Medina pretendió estimular a su plantel con la incursión de Melendo y Callejón, al banco Gumbau y la joya del Granada.

Fue en cambio la tensión, o tal vez la noción de que la oportunidad para recortar distancia con la permanencia era manifiesta, lo que motivó un empuje aguerrido. Sea como fuere, sintieron los de franjas horizontales el orgullo de Peter Pan para rascar un empate que habría resultado valioso. El voltaje se disparó, cuestionados varios roces en el área y anulado un tanto a Griezmann. La bala de Arezo salió escupida y el pitido final resonó acompañado de un grito coordinado: "¡Corrupción en la Federación!". Los puntos viajan a Madrid y la urgencia sigue creciendo en los de el Cacique, pese a que sus rivales directos se empeñen en insuflarles vida jornada tras jornada.


Ficha técnica:

Granada CF: Augusto Batalla; Ricard (Puertas, 85’), Bruno Méndez, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Gumbau (Melendo, 80’), Sergio Ruiz, Gonzalo Villar; Bryan Zaragoza (Callejón, 80’), Uzuni (Arezo, 67’) y Lucas Boyé.

Atlético de Madrid: Oblak; Savic, Witsel, Mario Hermoso; Nahuel Molina, Marcos Llorente (De Paul, 46’), Pablo Barrios (Giménez, 80’), Saúl (Koke, 76’), Rodrigo Riquelme (Samuel Lino, 46’); Griezmann y Morata (Correa, 76’).

Goles: 0-1: Morata, min. 58.

Árbitro: Juan Martínez Munuera, del comité valenciano. Amonestó a los locales Lucas Boyé y Augusto Batalla, así como a los visitantes Saúl y Savic. Amonestó también al entrenador local, Alexander Medina, y expulsó al segundo técnico local, Luis Machado.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 21ª jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 18.704 espectadores.