El Granada sale ileso de la fosa de los leones (1-1)

El conjunto rojiblanco protege un punto con uñas y dientes tras adelantarse en San Mamés en un córner directo de Gumbau

gumbau-gol-granada-cf-athletic-laliga
Los jugadores del Granada celebran el gol olímpico de Gumbau con el que abrieron el marcador | Foto: LaLiga
Chema Ruiz España
0

El Granada sale ileso de la fosa de los leones, como el profeta Daniel en los textos bíblicos, en un contexto que parecía propicio para que el Athletic, rey de la Copa en busca de la Champions, se diera un festín. Nada más lejos, por más dentelladas que lanzaron los de casa. El conjunto rojiblanco horizontal desplegó filas con arrojo de inicio para domar a su adversario. Se adelantó con un golazo olímpico de Gumbau que, por los pelos, LaLiga otorga a Williams y, aunque concedió el empate de Guruzeta, no se descompuso. Se protegió con uñas y dientes del acoso bilbaíno hasta poner a buen recaudo un punto labrado en la angustia. Servirá de poco a la larga, pero alimenta el imaginario de una hinchada a la que, al menos, ahora entretiene. Qué hubiera sido de este equipo si hubiese competido así antes. 

Dijo Sandoval antes del partido que el triunfo de la jornada pasada era "el antídoto" que necesitaban sus chicos, y tal vez sea cierto, aunque a decir verdad han manifestado una mejoría progresiva. Este equipo tiene otro rostro, la mandíbula más dura y la moral reconstruida, hasta el punto de atreverse a salir de la madriguera para plantar cara al rey león. Ese era el plan que había urdido el de Humanes, aun sin Uzuni, pero se le torció nada más llegar, indispuesto Pellistri por el virus gastrointestinal que ha ido pasando de unos a otros en el vestuario rojiblanco. No importó porque los 22 que habían viajado también se habían contagiado del atrevimiento que pedía su entrenador. Se pusieron por delante y no se amedrentaron cuando el Athletic logró la igualada.

La valentía contra natura con la que afrontaron el duelo los de franjas horizontales, enfundados en su indumentaria dorada en San Mamés, sorprendió al equipo del Txingurri Valverde. Apenas tuvo tiempo para comprender que delante no tenía al Granada temeroso y que se dejaba llevar que encontró en Los Cármenes. El conjunto rojiblanco comenzó a embestir con desparpajo, a pecho descubierto aun sin demasiado lustre, hasta que Lucas Boyé, todo corazón, forzó un córner. Gumbau escrutó el horizonte como si con su mirada estuviera dotada de escuadra y cartabón virtuales, en lo que sus camaradas se apiñaban cerca del poste. Al catalán se le encendió la bombilla que alumbra a los arquitectos y trazó una curva tan cerrada que, en un vuelo casi paralelo a la línea de fondo, hizo aterrizar la pelota en las mallas tras acariciar la coronilla de Iñaki Williams.

El certero dardo de los nazaríes obligó a los de casa a revolucionar el motor, hasta entonces en marchas cortas. Derrapó el menor de los Williams en un zigzagueo endiablado, atento Ignasi Miquel para repeler el peligro. Después se giró para, desde una posición lejana, forzar la primera estirada de Batalla, todavía tranquilo. Se iba volcando el juego hacia el carril por el que inventaba Nico al tiempo que el Athletic se iba desperezando. Sancet se saltó el guion por la otra orilla en una carrera a ritmo de tractorada, pero sin nadie que le cerrara el paso. Se le hizo de noche con tanto margen para pensar, rápido Miguel Rubio cuando se atrevió a dar el pase. Recogió el rechace y lo mandó a la red, pero por fuera. 

El tráfico en el espacio aéreo sobre la cabeza de Batalla empezó a densificar y los visitantes se replegaron. Trataron de responder con cloroformo, pero no había quien anestesiara la imaginación de Nico Williams. Inventó sobre la línea de fondo ante Bruno Méndez y conectó un centro que desvió Miguel Rubio con la punta de la bota. El arquero granadinista, descolocado, palmeó en un escorzo por corregir, atentísimo Guruzeta para mandarla a guardar. Tiraron líneas para comprobar la posición del pequeño de los hermanos del cuadro bilbaíno, habilitado por milímetros.

No se hundió el Granada como acostumbra, sino todo lo contrario. Pareció reengancharse al encuentro cuando empezaba a acular demasiado, sin miedo a saltar líneas para buscar a Józwiak o Boyé, activos, ni a asear la salida si no había chances de contragolpe. Tampoco se arrugaron los leones, que roían a su insolente invitado con prisa. Diversión para el espectador. Se escapó Guruzeta por detrás de Miguel Rubio y definió bien ante Batalla, pero Ignasi Miquel ya esprintar hacia los palos para sacar sobre la línea. Villar, ya en el alargue, recorrió el campo entero al toque de corneta hasta descargar sobre Puertas al llegar al balcón. El de Benahadux cruzó un tiro malicioso, resolutivo Ruiz de Galarreta en la ayuda.

Se retocaron los dos actores en el camerino y sentó mejor el arreglo a los de casa, que se afilaron. Sandoval introdujo a Ricard, con lo que su equipo juntó líneas hasta acabar acorralado. Centró Unai Gómez una falta que Yuri cabeceó fuera y Yeray, tras un saque de esquina, le pegó cerca del poste largo. Después apareció Iñaki Williams, inocuo hasta entonces, para soltar un latigazo que hizo volar a Batalla como si en las botas tuviera muelles en lugar de tacos. Con Uzuni cambió el dibujo granadinista, en busca de vías de escape por las que emprender la fuga, pero lo del Athletic ya era un asedio del que tan solo logró escabullirse Józwiak hasta donde le dieron las piernas.

Maouassa relevó al polaco, grieta abierta en el costado izquierdo, y Arezo inyectó algo de combustible arriba para resistir. Porque lo que el Granada desarrollaba ya sobre el césped de San Mamés era un ejercicio de supervivencia, ni rastro del desparpajo inicial. Los de casa se acuciaban, desesperados, pero una y otra vez se daban de bruces contra un muro. En otro saque desde el rincón, el área nazarí se convirtió en un pinball, sin que nadie acertara a despejar la pelota. Le cayó franca al mayor de los Williams, que la descosió sin atino inexplicablemente. El pitido final sonó a música celestial para los de Sandoval, con la lengua fuera desde hacía ya un buen rato. Sufrieron con dignidad el bombardeo y se llevaron premio. Quién sabe qué sería de este equipo si hubiera competido así todo el curso.


Ficha técnica:

Athletic Club: Unai Simón; De Marcos, Vivian, Aitor Paredes (Yeray, 46’), Yuri (Lekue, 70’); Unai Gómez (Ander Herrera, 63’), Ruiz de Galarreta; Iñaki Williams, Oihan Sancet (Álex Berenguer, 63’), Nico Williams; y Guruzeta (Raúl García, 83’).

Granada CF: Augusto Batalla; Bruno Méndez, Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Carlos Neva (Theo Corbeanu, 90+1’); Gumbau, Sergio Ruiz, Gonzalo Villar (Ricard, 46’); Antonio Puertas (Uzuni, 64’), Józwiak (Maouassa, 80’) y Lucas Boyé (Matías Arezo, 80’).

Goles: 0-1: Williams, en propia puerta, min. 6; 1-1: Guruzeta, min. 24.

Árbitro: Javier Iglesias Villanueva, del comité gallego. Amonestó a los locales Paredes, De Marcos, Oihan Sancet y Ander Herrera, así como a los visitantes Antonio Puertas y Bruno Méndez. También amonestó al entrenador local Ernesto Valverde.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 32ª jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio de San Mamés, ante 45.917 espectadores.