Fermasa cierra este viernes como centro de vacunación tras seis meses y más de 400.000 dosis administradas

Por el vacunódromo de Armilla han pasado unos 250.000 granadinos con jornadas de entre 2.000 y 4.000 visitantes

Reportaje cierre de vacunodromo Fermasa Carlos Gijon_
Fermasa se quedará vacío desde este sábado para comenzar a prepararse las ferias y exposiciones | Fotos y vídeo: Carlos Gijón
Miguel López Rivera
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Cinthya tiene 12 años, Judith 13 y Carmen acaba de ser madre. Todas ellas tienen algo en común. Forman parte de la última remesa de granadinos que han pasado por las instalaciones de Fermasa para vacunarse contra el Covid. Así lo atestiguan ellas mismas en el vídeo que acompaña a esta noticia en nuestro canal de YouTube. Algún día podrán contarle a sus hijos cómo en aquel stand de Juveándalus para hacer manualidades ellos hacían cola, cómo recibieron el primer pinchazo junto al lugar donde en ese momento habrá un castillo hinchable o la sensación que tuvieron cuando entraron al recinto de Armilla y vieron que no estaban los escenarios ni la Barca Vikinga.

Y es que este viernes, casi seis meses y medio después desde que el 22 de febrero se recibiera a los primeros docentes, la Feria de Muestras echa el telón como ‘vacunódromo’ para retomar su actividad de siempre. La de los festivales, las actividades para los más pequeños, las exposiciones y cómo no las ferias: el Salón del Automóvil, la Feria General, la de Sabores, Belmoda o la del Caballo, Juveándalus o la más próxima –Andalucía Belleza y Moda–, que se celebrará los próximos 24, 25 y 26 de septiembre. Habrá escenas de alegría por cuanto esto significa, de mucha emoción por lo que se deja atrás y alguna que otra sorpresa.

Desde 1978, los granadinos tienen en la linde entre la capital y Armilla un recinto privilegiado por el que acostumbraron a organizar sus calendarios para asistir a los eventos más acordes a sus preferencias. El Covid le cambió la cara, pero no el alma. Fermasa siempre ha sido “un estímulo y motor para Granada”, en palabras de su director gerente, Raúl Robles, y con la pandemia ese binomio entre la Feria de Muestras y el Área Metropolitana se ha fortalecido como nunca antes.

Entre 400.000 y 500.000 dosis

Han sido 193 días entre frascos con dosis, jeringuillas, algodones y refrigeradores. El goteo no lo han puesto los viales, sino las aproximadamente 250.000 personas que han desfilado por allí para inyectarse en total entre 400.000 y 500.000 dosis de los distintos remedios. A saber: Pfizer, AstraZeneca, Moderna o más recientemente la vacuna monodosis de Janssen. Primero se vacunó en coches, lo que permitió trabajar a un ritmo frenético. A primeros de mayo se cambió la logística y los granadinos comenzaron a recibir las inyecciones formando fila en los pabellones. Pero la idea de transformar Fermasa en un gran punto para la lucha contra el Covid nació casi un año antes, cuando aún ni se vislumbraban las vacunas.

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La vacuna no es sólo el momento del pinchazo, antes hay que pasar por el registro.

En febrero de 2020, con la pandemia recién iniciada se planteó transformar la instalación de Armilla en un hospital de campaña al estilo Ifema. Lo rememora el director gerente de la instalación. “Casi desde febrero de 2020 cuando estalló la pandemia se planteó el hospital de campaña, incluso con un proyecto técnico sobre dónde colocar las bombonas de oxígeno, todo. Por suerte no hubo que prepararlo”, contextualiza antes de poner en valor “la importancia que ha tenido el disponer de Fermasa como centro para inmunizar a la población en la provincia a cinco minutos del centro de Granada”.

En los 193 días que ha estado abierto como punto de vacunación, Fermasa ha administrado entre 400.000 y 500.000 dosis a unas 250.000 personas

La coordinadora de los centros de vacunación en los distritos Granada y Metropolitano, Yolanda Quintero, recuerda que en aquellos primeros días “no fue nada fácil partir desde cero”. “Cada semana teníamos un seminario y cada vez nos iban explicando diferentes cosas. Las vacunas con los estudios han ido cambiando. Al principio tenían una durabilidad y teníamos que buscar pacientes sí o sí para no perder dosis, y luego eso lo fuimos solventando. Nosotros tenemos que mantener las vacunas a una temperatura y nos hemos ido reinventando porque esto era nuevo para todo el mundo”, detalla.

Quintero considera que este más de medio año allí ha sido “emotivo”, no olvida al equipo de 14 celadores y 50 enfermeros que se han turnado para trabajar día y noche de lunes a domingo. Tampoco a la Policía Local de Armilla o a las agrupaciones de Protección Civil de este y otros municipios como Cijuela. Eso sí, le resulta inevitable rememorar a veces otros momentos que fueron algo más desagradables: “Hemos tenido insultos, agresiones… Durante la etapa de vacunación en coches, una señora en una zona peatonal del recinto se quitó el calzado y nos pegó con los zapatos a los que estábamos alrededor", explica antes de matizar que "nos quedamos con lo bueno”, que es “la gente llorando mientras se ponía su primera dosis o compañeros y mucha gente que venía con esas ganas de vacunarse porque ya se podía".

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El avance en el porcentaje de población vacunada permite tomarse algunos respiros a estas alturas, aunque la parafernalia sigue siendo la misma.

Echando la vista atrás, Raúl Robles define aquella primera etapa del proceso de inmunización como “más compleja” porque “iba destinada a personas con dificultades de movilidad”. “El personal de Fermasa ayudó en todo lo que pudo, pero el dispositivo de seguridad fundamentalmente estuvo a cargo de la Policía Local y Protección Civil de Armilla. Básicamente el dispositivo ha sido Armilla. Sin ellos, el éxito de este proceso habría sido diferente”, confiesa. Y volviendo la mirada al presente le invade una mezcla de nostalgia y alegría. “Por un lado te queda el recuerdo de ver a la gente emocionada, la ilusión… Y por otro, el hecho de que cerremos el vacunódromo es una buena noticia porque significa que retomamos nuestra vida normal”. Pocas frases hacer converger de forma más acertada dos realidades a priori tan dispares.

Los trabajadores y los granadinos vacunados

Esa suerte de ‘síndrome de Estocolmo’ bien entendido es común entre quienes como Javier Gómez han trabajado todo este tiempo en el recinto. “Se le coge un poco de cariño al espacio, al entorno y hasta a la situación, pero dentro de todo es positivo que por fin recupere su actividad normal”, añade este enfermero. Con entre 2.000 y 4.000 personas diariamente desfilando por allí, Gómez califica de “positivo” el balance: “Granada ha respondido bien, es para estar satisfecho”.

“Al principio venía la gente con un poco de miedo, proponiendo la vacuna que querían ellos. Ahí hemos tenido que hacerles entrar a veces en la educación, la información y el tipo de vacuna que tenían que ponerse”, relata al tiempo que abunda en las condiciones de mantenimiento de los viales: “Hemos contado con unas cámaras de refrigeración bastante bien acondicionadas en las que se han conseguido las temperaturas óptimas para administrar la vacuna incluso en las fechas de más calor”. Su compañero Antonio Salinas añade a lo primero “la falta de conocimiento sobre nuevas tecnologías” de la población más mayor y “muchas dudas sobre las vacunas”. “Sobre todo relativas al espacio entre una dosis y otra, si se ponían vacunar con una enfermedad o las alergias que podían acarrear”, resume.

Mientras, Lucía Hernández, celadora, destaca “el nivel de compañerismo, que ha sido muy bueno”: “Todos hemos estado con todos para frenar esta pandemia. Ha habido días en los que la gente se ha puesto nerviosa, pero también otros en los que muchos te daban las gracias o elogiaban el funcionamiento y coordinación de Fermasa”. Y Rafael Sánchez, voluntario de Protección Civil de Cijuela, no olvida cómo “estábamos al pie del cañón junto a enfermeros y celadores. Hemos mimado a los críos más pequeños. En este punto de vacunación hemos estado de maravilla y si alguien se mareaba, o si alguno metía follón, intervenimos con la Policía Local de Armilla para solucionarlo”.

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Un enfermero vacuna a una menor en una de las filas de Fermasa.

Cinthya pasa este viernes por Fermasa consciente de que era una de las últimas personas en vacunarse aquí. En su caso, para recibir la segunda dosis de Pfizer. “Nos han tratado fenomenal”, afirma. Desconoce esa primera circunstancia Juan, que ha pedido permiso en el trabajo para recibir el pinchazo. En lo que no difiere con Cinthya es en el trato: “Ha sido estupendo, qué se puede decir. Me he puesto mi vacuna y a funcionar otra vez”. Carmen destaca el hecho de que no sólo es una de las últimas personas en vacunarse en el recinto de Armilla, sino que también ya lo fue en su franja de edad, mientras que Judith hace hincapié en la importancia de que en un espacio tan abierto “no tengamos que estar tan apelotonados”. Por su parte, Jorge destaca la organización --“Terminas en un segundete”-- y Toni admite que le impone pensar cuántos granadinos han sido atendidos en el vacunódromo. Le acompaña Ana, quien refrenda sus palabras y se muestra sorprendida al haber descubierto esa otra faceta de Fermasa porque “ha sido siempre un lugar de mi infancia en el que siempre he venido a divertirme”.

Cada uno tiene sus propios recuerdos, pero los sanitarios y profesionales que han dado el do de pecho durante estos seis meses, además de guardar los suyos, suman también los de todos los demás. El 3 de septiembre de 2021 quedará grabado para siempre en el imaginario colectivo como el día que Fermasa cerró como espacio para la vacunación para volver a albergar todo aquello que nunca debió perder. Y a quienes de una forma u otra lo hicieron posible habrá que decírselo cada cierto tiempo alto y claro: “Por el tiempo, la paciencia, la dedicación y la labor de servicio público… ¡A todos, gracias!”.







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