Paco Martínez: "Me habría gustado mucho jugar en el Granada, pero entonces estaba por debajo de mi nivel"

Primer granadino en conquistar un título europeo, la Recopa con la que el Barça inauguró su palmarés continental, admite haber echado en falta el interés del club rojiblanco como canterano: "Me habría gustado algún acercamiento cuando era joven"

Paco Martinez exjugador granadino del FC Barcelona
Paco Martínez posa con la bufanda del Barça ante la Fuente de las Batallas, símbolo inequívoco del granadinismo | Foto: Antonio L. Juárez
Miguel López Rivera
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Paco Martínez Díaz nació en Granada un 6 de enero de 1954, pero el verdadero regalo de Reyes se lo hicieron con dieciséis años y por teléfono: "FC Barcelona, te tienes que incorporar inmediatamente". La llamada que todo el mundo espera le llegó el 1 de febrero de 1970. Nueve años más tarde se vestiría de corto para conquistar la Recopa de Europa de Basilea, primer título continental del club azulgrana que también le convirtió en el primer futbolista de Granada en ganar uno. A su palmarés también incorporó otra Recopa más y dos Copas del Rey, aunque de estas tres finales sólo jugó una más. Deportista incansable desde la infancia, partió a la Ciudad Condal tras militar en el Imperio de Albolote y el CD OJE de Granada. Desde entonces, poco se supo de él en su ciudad natal. "Cuando hacía una buena actuación, leía en prensa: 'El granadino Paco Martínez...'. Yo me preguntaba si eso llegaba aquí más allá de mi familia", recuerda con tristeza horas antes de ser premiado como 'Leyenda del Deporte de Granada' en la gala de la Asociación de la Prensa Deportiva de Granada.

Precisamente en la sede de dicha asociación se sienta una hora con GranadaDigital para contestar absolutamente a todo lo que se le pregunta. Desde sus inicios hasta la histórica final de Basilea, los recuerdos que conserva del Granada CF, el momento actual del equipo rojiblanco o su fascinación por Vicente, el canario. "Me habría gustado que el Granada hubiera hecho algún acercamiento cuando yo era joven", lamenta. También habla sobre Negreira, el bautizado por Laporta como madridismo sociológico o la amnistía, pues además de futbolista fue alcalde de Portbou (Girona).

La entrevista fue realizada el 17 de noviembre sin guion ni preparación previa alguna. Se planteó como una diálogo, motivo por el que el lector encontrará partes que se anteceden con la clásica fórmula de 'Pregunta' y 'Respuesta' –o sus abreviaturas 'P' y 'R'– y otras en las que simplemente se separan las intervenciones mediante guiones. Debido a la alternancia entre entrevista y charla informal, ambas pautas se intercalan, mientras que el editor se decanta por una u otra cuando aprecia ambigüedad en el estilo del lenguaje. En cualquier caso, siempre se respeta que la negrita corresponda al entrevistador y la redonda normal al entrevistado, que es quien a continuación comienza espontáneamente a hablar al enlazar una conversación previa y antes de que se le formule la primera pregunta. Por cierto que al final no desveló la anécdota que, dijo, iba a contar al final de la entrevista. Para la siguiente.

Un momento de la entrevista con Paco Martínez | A. L. Juárez

—En mi currículum deportivo, aparte de ser jugador de fútbol, he procurado siempre ampliar un poco mis conocimientos. Soy entrenador nacional; también he ejercido cinco años como profesor de técnica, táctica y estrategia; tengo también el título de Administración y Dirección de Entidades Deportivas; he sido presidente de un club náutico y he llevado a cabo algunos proyectos muy interesantes ligados a la política deportiva y social.

—Incluido ser alcalde de un pueblo de Girona, de Portbou...

—Sí, sí...

—No íbamos a empezar por ahí, pero como lo ha nombrado...

—Bueno, no pasa nada. He dicho social porque quería introducir una innovación en lo que son los torneos de niños. Realmente, los municipios de doscientos o trescientos habitantes no tienen posibilidad de crear un equipo y muchos de ellos se quedan colgados y no pueden participar en el deporte. A través de los colegios y de los ayuntamientos, yo fui a buscar participantes para esos torneos con el fin de que, por primera vez, saliesen a un campo y se interrelacionasen con otros compañeros. Digamos que fue un torneo con mucha sensibilidad social.

Pregunta. Hablemos de sus inicios. Porque usted procede del barrio de La Chana...

Respuesta. La Chana es posterior. Yo vivía en Las Angustias y después paso al barrio de La Victoria. Son mis hermanos Ángel y Gabriel quienes posteriormente sí que llegan a vivir en La Chana...

En el Imperio de Albolote aprendí a moverme dentro de un campo

P. Son siete hermanos, ¿no?

R. No, éramos diez hermanos. Quedamos siete. Pero más que de La Chana, donde tengo muchas amistades y gente que quiero y sobre todo han querido mis hermanos, yo donde he estado es en Las Angustias y en La Victoria. De ahí ya me marché a Barcelona. Incluso cuando ganamos en Basilea me acuerdo que fuimos al barrio de La Victoria y pusimos un proyector y vimos el partido.

—Las Angustias sé que es la parte antigua de La Chana, pero el barrio de La Victoria sí que no lo sitúo...

—Angustias es de los primeros barrios. Y después hicieron aquí [bosqueja un pequeño plano sobre un folio que encuentra en la mesa], esto eran campos y aquí hicieron unas casas que eran casas-jardines.

—¿Pero eso no era La Virgencica?

—No, La Virgencica está más abajo. Y después está aquí [sigue dibujando con el rotulador] La Encina y aquí La Guita, que es otro barrio que también desconocéis vosotros.

—Yo soy de Las Torres, o sea que somos cercanos...

—¿De dónde?

—De Las Torres. Es la zona de La Chana que pega a Villarejo, donde están los bares... Es un pelín más moderna.

—Aquí en la esquina de la Carretera de Málaga había un bar que era muy conocido. Después estaban las viviendas de la Renfe. Pues esto es el barrio de Las Angustias, el barrio de La Victoria y el de La Encina. Y después este barrio estaba todo cerrado y aquí en medio había un patio interior grande, que eran una especie de construcciones de posguerra. Yo nací al lado del Estadio de la OJE (antiguo nombre del Estadio de La Juventud), en el que permanecí hasta los dos años. Mi padre era militar y allí había un pabellón militar. Después me fui a Las Angustias hasta los diez. A los diez, a La Victoria. Y con dieciséis, a Barcelona.

Ver a Vicente, el canario, enriquecía mi sueño: me metía dentro de sus cualidades, de su cabeza, de su mente y de cómo se expresaba

Pregunta. Y hablando de la OJE. Es que empieza a jugar en el Imperio de Albolote y después en la OJE. Hábleme primero del Imperio...

Respuesta. Nosotros teníamos un equipo que era el Victoria, por el nombre del barrio, en el que había jugadores bastante buenos. Había un tal Reyes, un tal Garre (José Luis Garre), su hermano Pedro, que no jugó con nosotros porque era más mayor... Y nosotros íbamos a jugar a los Salesianos, donde estaba también un tal Morente, Horacio... que jugó luego también en categorías bastante más superiores. Después de esto, fuimos a jugar contra el Imperio de Albolote y empecé a jugar allí dos años. Y después me incorporé ya con el San Fernando OJE, que era el nombre del infantil del Deportivo OJE.

P. El Imperio siempre ha sido un equipo que ha llevado la voz cantante de la cantera en Granada. ¿Cómo recuerda aquel fútbol formativo de Granada?

R. En el Imperio de Albolote fue donde realmente me supieron enseñar a moverme dentro de un campo. Y la primera vez que yo aprendí. Me decían: "Tienes que moverte por esta zona, que tú juegas en esta zona...". Porque yo jugaba como se juega en los colegios, que perseguíamos la pelota. Allí llegaron y me racionalizaron mi parcela de juego, la ocupación justa de los espacios. Al entrenador le llamaban Valmaña y es un tío que nos enseñó mucho y con el que ganamos y tuvimos buenos resultados. Después ya pasé al San Fernando y luego al Deportivo OJE. Creo que tenía quince años y me pusieron ya con los de dieciocho y esas cositas.

P. Pero ya en el instituto usted destacaba por hacer mucho deporte...

R. Yo jugaba a balonmano, jugaba a baloncesto, hacía atletismo y, para poder jugar federado, también era entrenador del equipo de balonmano femenino. Por eso tenía que jugar con el colegio a balonmano y baloncesto. Y a veces, cuando el profesor [de Gimnasia] no podía venir, llamaba al director y le decía que diese la clase yo. Tenía una cierta facilidad para desarrollar las actividades que hicieran falta en ese momento. Si lo hacía es porque tenía esa capacidad. Estamos hablando de trece, catorce o quince años.

P. ¿Cómo recuerda aquellas últimas vivencias en el Instituto Juan XXIII, que por cierto es el mismo en el que yo estudié...?

R. ¡Ah, sí? Estupendo.

P. ¿Cómo fue aquello antes de irse a Barcelona?

R. Pues allí hice cuarto de Reválida y después empecé aquí en Granada a estudiar Perito Mercantil, que más tarde continué en Barcelona. Eso fue con dieciséis años, cuando me fui a hacer las pruebas. Dejamos Granada, aunque antes tuve una experiencia positiva porque me preseleccionaron para la Selección Andaluza juvenil. Pero yo creo que fue por quedar bien porque pienso que no nos prestaban la suficiente atención. Pienso. De hecho, de Granada creo recordar que terminó yendo uno nada más. Creo que se llamaba Eladio, muy conocido entre los veteranos. Incluso tengo contacto con él porque alguna vez nos hemos cruzado en un aeropuerto. Entonces, mi padre habla con un hermano mío en Barcelona. A ese hermano mío resulta que quien lo entrena es Waldo Ramos, que en ese momento estaba incorporándose al Espanyol. Pero entonces dijo: "Mejor que vaya al Barcelona porque el Espanyol no cubre los estudios y no cubre ni la estancia. Y si entra en el Barcelona y gusta, allí tiene una residencia que le paga los estudios y donde le dan un sueldecillo para vivir".

P. Que no era La Masía...

R. No, La Masía no existía todavía. En aquel entonces eran unas oficinas y allí era donde íbamos a cobrar y nada más. Teníamos un sueldo para coger el autobús, ir al cine... Ibas justito. Yo tampoco quería molestar a mis padres. Siempre he tirado para adelante y nunca he necesitado la ayuda de mis padres. Ellos me daban el amor y el cariño. Para mí eso era más que suficiente. Yo era espabilado y sabía que me tenía que espabilar más.

Conocí a Fernández cuando llegué al Barcelona, donde sólo podía disputar partidos los miércoles y los jueves por haber jugado ya en Granada

P. ¿De qué equipo era su padre?

R. No, mi padre lo que era es muy quinielista. Era de aquellos que escribían todas las apuestas que hacían. Pero si me preguntas que de qué equipo era, pues del Granada. No era muy futbolero, pero tenía dos carnés de socio. Yo no iba con el suyo. Íbamos con los amigos o con los colegios. Lo único que me repetía mi padre es que si pasaba las pruebas con el Barcelona me compraba unas botas. ¿Crees que se las pedí? No.

P. Como a toda aquella generación, de aquel Granada el jugador que más le sorprendió fue Vicente, el canario, ¿no?

R. No solamente me sorprendió, sino que me metía dentro de sus cualidades, de su cabeza, de su mente y de cómo se expresaba. Para mí, ver a Vicente enriquecía mi sueño. Veía esa zurda, ese golpeo, esa forma de jugar y esa claridad, y era muy muy muy importante porque muchas cosas recalaron en mí. Después resulta que me entero de que Vicente ha estado en el FC Barcelona. También estuvo Fernández. Cuando yo ficho por el Barcelona, al no poder jugar ese año porque había jugado ya en Granada, me llevaron con el primer equipo a hacer partidos los miércoles o los jueves. Y yo iba con Fernández a jugar. Quiero decir que ya nos conocíamos.

P. ¿Cuál es el último recuerdo que tiene del Granada?

R. Me acuerdo siempre de un partido en el que lo pasé muy bien, que le metimos 6-2 al Zaragoza [al de los Cinco Magníficos]. Me acuerdo de Ñito, que era muy espectacular. Era un showman y eso le gustaba mucho al aficionado.

P. Salía con el balón controlado hasta el centro del campo...

R. Sí, sí. Era un crack y para el Granada era motivador. Son jugadores que tienen algo más que ser jugador. La calidad, la tensión o la madurez en el campo de Almagro y de Santos. Yo tenía trece o catorce años y hablo del año sesenta y pico. Veía a todos esos jugadores fantásticos como Lorenzo, Lara...

Sonó el teléfono y me dijeron que me tenía que incorporar con el Barça; miré a mi familia y les dije: "¿Qué? Que esto es verdad"

P. ¿Carranza o Arsenio Iglesias le pillaron?

R. Carranza es más viejo y yo creo que Arsenio Iglesias tampoco. Lorenzo era un rubito de León que vino de lateral izquierdo y era muy rápido. Recuerdo que el presidente era Cándido y yo tenía la costumbre de quedarme un rato más cuando terminaba el partido para recoger vitolas de puro, que tenía una colección.

P. Y de ahí, a hacer la prueba en el Barça. ¿Cómo es el desembarco en una ciudad y un club como el Barcelona?

R. Mi padre habla con mi hermano. Yo no me enteré porque mi padre siempre ha sido muy discreto y, de hecho, yo le decía que si quería ir a verme no se fuese con el resto de padres, sino al otro lado del campo. Se ve que habló con mi hermano de que yo no la tocaba mal y esas cosas. Entonces me dicen: "Oye, que hemos hablado con Nono y tiene un amigo allí...". Un amigo que es Waldo Ramos, concretamente. Aprovecho un parón de Navidad en los estudios y voy dos días.

—Veintiocho horas de tren, he leído...

—Sí. Bueno, primero creo que fueron 24 y luego cuando ya me incorporo fueron 28. Paraba en Valencia. A mis padres yo se lo agradecí porque me cogieron una litera, lo que no evitaba que estuviera todo el rato 'taca taca taca taca ta, pam'...

Pregunta. ¿Dándole vueltas a la cabeza?

Respuesta. No, el ruidito del tren, el ajetreo. Pero ellos hicieron el máximo esfuerzo para que yo fuese cómodo y tuviera mejores posibilidades. Y tengo una anécdota final, que luego la cuento porque no quiero destriparla aún. Entonces, hago una prueba, completo un entrenamiento y a los dos días hacemos un partido. Allí nadie me conocía, era todo un poco frío, pero cuando empieza el partido hay un momento que cojo el balón y hago 'tiqui tiqui ti pam pam pom', la clavo y 'pum', dentro. Vieron que vino un lateral, que resulta que ese lateral hace poco me confesó que fue él que me cubrió a mí. Se llamaba Fernando Navarro. Me dijo que le habían dicho que se pusiera de lateral derecho, pero que no quería porque era centrocampista. Lo rompí dos o tres veces, por lo que le contesté: "Bueno, a lo mejor me ha ido bien que a ti no te gustase ponerte de lateral porque a mí me fue muy bien". La gracia es que le dije a mi hermano: "Ya tengo bastante, me quiero ir a mi casa con mi familia, a mi Granada". No tenía ninguna ansiedad ni ninguna preocupación. Para mí era como si fuese a hacer un partido normal y corriente. Eso quizás me ayudó bastante. Si tú vas presionado, tensionado, a ver si lo haces bien para que guste o no guste... Yo fui a hacer como si te invitan a jugar una combina, un partidillo en la calle.

Cogí y me fui a mi casa a seguir con mi vida. Tenía dieciséis años cuando hice las pruebas. El 6 de enero cumplo los diecisiete. Y el 1 de febrero suena el teléfono de mi casa. Lo cogió mi madre y me dijo: "Paquito, es para ti". Cuando me pongo, me dicen: "FC Barcelona, que te tienes que incorporar inmediatamente y tal y cual". Que te tienes que incorporar, ¿sabes? Miré a toda mi familia y les dije: "¿Qué? Que esto es verdad".

—Vaya llamada. Una llamada así no entra todos los días. Vamos, a mí no me ha entrado nunca...

—[ríe] Recuerdo que con catorce añitos tenía un grupo de amigos que eran tres o cuatro vecinos. Nos visitábamos para comer fruta en los huertos que teníamos en La Victoria. Un día les dije: "No le tengo miedo a la vida ni me preocupa. Yo creo que algún día volaré por ahí, no sé a dónde". Y es que creo que al ser el noveno de diez hermanos he aprendido mucho. Tengo un hermano que se llama Ángel y que jugaba muy bien al fútbol. Jugó en Tercera División cuando no había Segunda B. Y aparte era atleta. Fue campeón de Granada de 3.500 metros. Cuando íbamos a ver las carreras al Estadio de La Juventud el que llegaba primero era él siempre. Ha corrido con Mariano Haro, el Campeonato de España y todas estas cosas. Falleció con 35 años de cáncer. Él digamos que era un poco nuestro padre deportivo.

Perfectamente me podría haber ido al Real Madrid, los buenos jugadores encajan mejor en los buenos equipos

Pregunta. ¿Qué posición ocupaba entre todos los hermanos?

Respuesta. Él era... [piensa] Dos hermanas, dos hermanos... Quinto, sí, el quinto. Yo era el penúltimo. Era muy referente para mí. Tenía dos carreras porque hizo Información y Turismo e hizo Aparejador. En verano era director de un hotel en Benidorm y se llevaba a todos los amigos a trabajar allí para que se ganaran su dinerillo. Era un crack. Las tiendas Canon de fotocopiadoras de toda Granada las montó él. Estaba en Málaga y pusieron aquí una filial. Se levantaba por las mañanas para vender máquinas a bancos y todos esos negocios, pero por la tarde se ponía el mono y arreglaba las máquinas. Era uno de esos tíos que cogía la máquina, te ponía un papelito en tal sitio y la máquina ya funcionaba. Los televisores aquellos antiguos que todavía eran casi en blanco y negro los arreglaba todos. Y no es que fuera técnico ni estudiara nada de eso, es que era un chico muy avanzado. Por eso te digo que tuve un buen ejemplo en él.

—Y luego tuve el hermano que te digo de Barcelona, Antonio, Noni, que era un defensa rápido y daba unas hostias que eran terribles. Jugó aquí en el Granada juvenil. O en el amateur...

—¿En el Recre?

—No, había un amateur aquí...

—Hubo un filial que se llamaba Real Granada...

—Este, este. En el Real Granada estaba metido, sí. Allí, después, pues ya empiezo a jugar con la Selección Catalana de fútbol y comencé a hacer buenas actuaciones con los juveniles. Luego me metí en el Barcelona Amateur y después en el Barcelona Atlético. Es ahí cuando hice buenas campañas. Aunque no era delantero centro, dos años fui el máximo goleador. Hasta que un día te viene una carta que pone: "Preséntese usted al entrenamiento del primer equipo". Empiezo en el año 76, pero resulta que me encuentro un entrenador que no sabía quién era, que yo no entiendo cómo funciona un club que te ficha a ti y resulta que el entrenador no sabe quién eres tú.

Pregunta. Hablamos de Rinus Michels...

Respuesta. Sí. Me llama un día y me dice: "Señor Martínez, que yo no cuento con usted". Y entonces pensé: "Joder. ¿Y entonces el club cómo funciona? ¿Quién me ha dicho que venga a entrenar con usted?". Le dije: "Con educación le voy a decir lo siguiente. Que le voy a intentar hacer cambiar de opinión entrenando a tope, y espero que algún día reconozca..." ["...que tengo un sitio en el Barça", completa la frase el entrevistador]. Pero es que el tío estaba obsesionado, obsesionado, obsesionado y no. Y después me pidió perdón un día. Después de ver que yo empezaba a jugar ya en el Barcelona, que empecé a jugar en Basilea, antes de Basilea ya jugué ante el Anderlecht o contra un equipo ruso, y ya iba funcionando. El tío se dio cuenta. Un día le preguntaron en rueda de prensa: "¿Qué le parece el resurgir de Paco Martínez?". Contestó: "Me alegro mucho por él porque yo creo que no lo debe haber pasado bien conmigo". Yo entrenaba lunes, martes, miércoles y jueves con el primer equipo. El viernes iba a entrenar con el Barcelona Atlético y el domingo jugaba con el Barcelona Atlético. ¿Para qué? Porque si un día se marchaba Michels, o cambiaba de opinión, yo ya tendría ritmo de partido. El ritmo de partido es muy importante. Es muy diferente entrenar que jugar. El ritmo y la tensión que llevan un partido son diferentes a un entrenamiento.

Y ya hasta que viene Lucien Müller de entrenador y se queda encantado conmigo, viene Kubala y se queda encantado conmigo, Rifé también me da sus partidos, Helenio Herrera también me animó, y bueno, hice 130 partidos más o menos. Luego cambiaron un poco el concepto y empezaron a buscar a gente un poco más de fuerza, que no técnica. Pero yo ayer [por el jueves 16 de noviembre] fui al médico con mi mujer y uno de los doctores le susurró a la enfermera: "Hay un jugador aquí del Barcelona". Tengo 69 años y él tendría unos 64. Yo tenía bigote y no es que haya cambiado mucho, pero sí que me reconoció. Cuando salí del despacho de mi médico, estaba esperando para saludarme. Y yo encantado.

—Me hace mucha ilusión que me reconozcáis. Y todo el mundo me dice lo mismo: "Qué clase tenías, qué elegante eras". Me parecía un poco a Vicente el del Granada, que no sé si lo has visto jugar...

—No, es que tampoco hay muchos vídeos de esa época. Lo que sí guardo es un gran testimonio oral de Vicente. Mis abuelos siempre me contaban que era el mejor jugador que había pasado nunca por el Granada...

—No es que sea yo el mejor, pero sí que podía tener similitudes técnicas del tipo de Vicente. El golpeo y otras cositas. Como te decía, el Barcelona decide entonces fichar a jugadores más de fuerza y en esas se me presentó la posibilidad de ir al Real Madrid, que después le pregunté a Di Stéfano. Hizo una selección de jugadores de la AFE y me convocó a mí, a Maradona, a Camacho, a López Ufarte, etcétera. Vamos a jugar contra Rumanía en Vigo y le digo: "Míster, te voy a preguntar una cosa con toda la confianza –porque él siempre me llamaba a mí con cariño 'Martinito'– ¿Usted me pidió para ir a que jugara con usted al Madrid?". Y me dice: "Claro, che. Claro que te pregunté, lo que pasa es que me mandaron al chico este de Bélgica". Le mandaron a Lozano, del Anderlecht, que no cuajó. "Yo te quería a ti, pero no, no, los técnicos dijeron que apostábamos por esto y tal". Después, estando yo ya en el Salamanca, José María García viene con la Vuelta Ciclista y en la Plaza Mayor me dice: "¿Te vienes el año que viene con nosotros?".

—¿A dónde?

—Al Atlético de Madrid. Él tenía toda la información...

—¿Pero hablamos de José María García el periodista?

—Sí, el 'Butanito'.

—Me acabo de enterar de que era del Atlético...

—Bueno, la información la tenía él. Le dije: "Pues por mí estupendo". Entonces vino el Betis, pero el Betis daba dos jugadores al Salamanca en lugar de dinero, y lo que el Salamanca necesitaba era el dinero. Fue cuando vino el Mallorca y creo que pagó veinte millones por mí.

Dos horas antes de la final de Basilea llegamos al estadio, vimos toda la gente que había y dijimos: "Hoy no podemos perder aquí"

Pregunta. Veinte millones de pesetas del año ochenta y pico era una pasta...

Respuesta. Del año 84, sí. Y con 28 o 29 años que tenía ya. Primero es que yo podía cobrar. Pero es que podían cobrar seis o siete más. Entonces, me fui al Mallorca. El Mallorca se crea un equipo muy bueno. Faltó dirección, colocar las piezas mejor. Había muy buenos futbolistas y a veces completábamos grandes partidos porque había muy buen material.

P. En un momento dado, ¿cree que se podría haber ido al Madrid?

R. Perfectamente. Mira, los buenos encajan mejor con los buenos. El jugador que es bueno lo tiene más fácil en un buen equipo.

P. ¿De pequeño qué le tiraba más, el Barça o el Madrid?

R. Me gustaba el Granada, ¿pero sabes qué pasa? Que en Navidad veía el partido del Barcelona y me gustaba. Hace muchos años, por Navidades daban un partido del FC Barcelona. Cuando jugaba Puskas, Di Stéfano y toda esa gente, también me gustaba el Madrid. Lo que yo no he sido es fanático de ninguno. El Granada me tiraba y te he hablado de anécdotas, de jugadores y de cosas que han hecho que yo lo pasara muy bien con ellos. Lo he pasado muy bien con el Granada y era del Granada. Lo que pasa es que me ha decepcionado muchísimo el Granada muchos años en los que ha habido unos cambios muy bruscos, desequilibrios... Bueno, como en todos los clubes que pasan crisis. No es cuestión de culpar a nadie porque todo el mundo quiere lo mejor, que es que gane. Pero hubo muchos líos que te hacen perder un poquito la ilusión por el Granada. La he vuelto a recuperar hace dos o tres años gracias, sobre todo, a un buen amigo mío que me ha acercado a muchos jugadores del Granada.

—José Luis Aguilera...

—Sí, ese es mi amigo. Luego está Fernandito Aguilera, al que me he enfrentado estando él en el Burgos y yo en el Barcelona Atlético. Incluso creo que me enfrenté a él jugando yo ya en el primer equipo del Barcelona. También estaban Pepe Navarro, que se lesionó y vino a Barcelona a operarse. Con Santi Antonaya jugué en el Murcia.

Paco Martínez mira hacia su derecha, aunque él jugaba por la izquierda | A. L. Juárez

Pregunta. Su madurez futbolística coincide con la madurez del Barça como club, que llega con la Recopa del 79 en Basilea...

Respuesta. Me hablas de Basilea y, como sabes, el Barcelona no había ganado nunca antes un trofeo europeo.

P. Estaban las Copas de Ferias, pero...

R. Claro, pero eso casi no se considera. Era como casi un Gamper ahora o un Trofeo Teresa Herrera. Pero un título de entidad, no. Y fue Basilea. Esa ciudad tenía entonces 60.000 habitantes. Y de Barcelona se desplazaron 30.000 personas. Claro, las autoridades estaban asustadas por si había vandalismo. Resulta que tuvieron un comportamiento ejemplar y las autoridades nos felicitaron. Algo exquisito y fenomenal.

P. ¿Cómo pudo tardar tanto un club como el Barça en ganar su primer título europeo?

R. Ahora hay mayores posibilidades de ser campeón de Europa en muchas facetas. Antes solamente iba a la Champions el que ganaba la Liga. Y el Barcelona estuvo muy mal respecto a la Liga, en el sentido de que no las ganaba. Entonces era el Madrid el que iba a competiciones europeas y el Barcelona como máximo iba a las Recopas. Hasta que empezó la época ya de Rijkaard. Empezó a ganar Ligas, después algunas Champions. Luego vinieron Guardiola y Luis Enrique y cogimos una racha de Ligas, Copas y Champions que desde el año 1992 hasta ahora nos metimos en cinco Champions.

P. Se actualizó en muy poco tiempo todo lo que se había dejado atrás...

R. Sí, sí. El Madrid se imponía a nivel europeo. El Valencia y el Atlético de Madrid hicieron algún movimiento, pero el Barcelona suerte que empezó con estas Recopas. Al menos le abrieron las puertas del triunfo. Tras la de Basilea, nos recibieron en Barcelona un millón de personas. Se dice muy rápido.

Cuando un entrenador le da su toque personal a un equipo como Diego Martínez al Granada se produce una gran conexión. Xavi lo está intentando, pero no puede

P. En aquella época, año 1979, podía ser uno de cada cinco catalanes, porque había unos cinco millones de catalanes en total...

R. Sí, sí, sí, sí, sí. Exactamente, exactamente. El caso es que la final fue un poco épica. Marcábamos nosotros y a los cinco o diez minutos empataban ellos. Los alemanes eran muy fuertes, muy duros. Eran constancia, el típico equipo alemán. Y nosotros llegábamos con el equipo mermado, muy mermado, pero con grandes figuras. Reixach, Migueli, Neeskens, Krankl, Lobo Carrasco... De hecho, a Lobo Carrasco ese partido le sirvió como impulso.

P. ¿Hizo un partidazo no?

R. Hizo un partido muy bueno y estuvo muy bien. Y, bueno, también estaba De la Cruz, que yo me acordaba haberlo visto jugar aquí con el Granada y, al cabo de un año o así, encontrármelo en Barcelona y saludarle. Por eso hemos sido íntimos, aunque yo era juvenil en aquel momento. Tenía una relación con él tremenda. Era una persona encantadora. En ese partido yo creo que a mí me dieron mucho protagonismo. En los partidos previos venía jugando de titular. Me lesionaron en Anderlecht, donde me rompieron el tendón rotuliano, que por cierto tengo una foto en la Alhambra durante mi periodo de recuperación, unos 25 días. Pero enseguida volví otra vez. Los partidos previos habían ido bien, pero ese día como te digo estábamos muy mermados porque ahí finalizaban contrato jugadores como Neeskens o Asensi. Mucha gente de gran importancia, a lo que se sumaba que había muchos lesionados. La mujer de Krankl había tenido un accidente y había muchos factores en contra.

—Muy Barça. Muy condicionado por el entorno y tal...

—[ríe] Sí. Lo más lógico es que hubiésemos perdido. En otro momento y otras circunstancias habríamos perdido, pero hubo un momento principal que fue cuando unas dos horas antes del partido llegamos al estadio, subimos una escalinata y miramos al fondo. Era todo el lateral del estadio, enfrente de la tribuna. Estaba todo lleno de banderas, señeras... Y todos: "¡Uoooh!". Nos quedamos acojonados. Impresionados. ¿Sabes aquello de cuando te pega un subidón que te levanta medio metro? Todos nos miramos y dijimos: "Hoy no podemos perder aquí. Esto es imposible. Hoy no se puede perder aquí". No es que nos fueran a matar, porque nos podrían haber matado y habrían tenido todo el derecho de hacerlo, no era eso. Es que no podíamos perder. Yo he visto varias veces el vídeo del partido y veo una entereza, una fuerza y una entrega que otro día, en otro partido y otras circunstancias, a lo mejor hubiésemos perdido 3-1 o 2-0. Pero ese día no queríamos perder. Ese día teníamos que ganar. Ese día no podían irse esos señores a hacer 1.500 kilómetros en un autobús que corría a 80 por hora como máximo con una derrota. Eso era imposible. Y fue maravilloso.

Hablando ahora a nivel un poco egoísta, hay que decir que el equipo estaba muy mermado en el centro del campo. A Sánchez y a Asensi les había bajado mucho la energía. Se lesionó Costas y lo que iban a hacer era meter a Olmo en su lugar. Pero no habría cambiado nada. Entonces, lo que se hizo es que Asensi pasó a la defensa y yo entré en medio campo. A mí parece que me dieron órdenes, pero no me dieron ninguna orden. Cogí la batuta y empecé a inyectar ánimos. No alentando con palabras a mis compañeros, sino jugando con la pelota, participando... Empezamos a llegar a portería contraria. Metimos el 3-2 ya y ahí se creó ya una expectativa mayor, comenzamos a llegar mucho más a puerta. Llegamos a tener el 4-2, pero a falta de cinco minutos nos meten el 4-3, que por cierto me pilló dentro del área, en un sitio que no me correspondía. Me fui atrás para defender. Tiraron, la despejé para que no entrase, pero otro jugador alemán que estaba por allí cogió el rechace. ¡Y hostia! Cuando apareció me fui a buscar el palo y me pasó el balón por encima. Por suerte, al final ganamos.

Pregunta. Ese día le dieron en la clavícula...

Respuesta. No, en la clavícula no. Fue un encontronazo, creo que en la prórroga. Balón en medio campo, salto y me pega un codazo un jugador alemán. Yo caigo de espaldas y me jodo una costilla. Me quedé doblado que no podía ni respirar. Un señor me pregunta el otro día si me atendieron después ahí. Y le dije: "No. Ahí o te mueres o sigues jugando". Te estás jugando una final de Copa de Europa y no te puedes entregar ni rendir. Estaba doblado, pero mirando dónde estaba el balón con un ojo cerrado y el otro abierto. Y veo a un alemán que va con el balón. Él se pensaba que estaba muerto, pero el muerto resucita. Me levanto, se la robo y se la paso a Krankl, que estaba en la otra banda. Se la puse al piececito, al sitio. Y ahí se genera el 3-2.

En Barcelona generaba titulares en los que siempre se destacaba que era granadino, y yo me preguntaba si, más allá de mi familia, eso llegaba aquí

P. En su palmarés también cuenta con una Recopa más y dos Copas del Rey. Dos finales las juega y las otras dos, aunque le pillan en el primer equipo, no...

R. Sí, estaba en el primer equipo, pero a lo mejor concretamente esos dos partidos no me tocaba jugarlos y ya está, no pasa nada.

P. ¿Cuáles juega y cuáles no?

R. Juego la de Basilea y la Copa que le ganamos 3-1 al Sporting de Gijón en el campo del Atlético de Madrid. Y no juego la final del 78 contra Las Palmas ni la final de Recopa del 82 contra el Standard de Lieja.

—Es increíble cómo en la historia del Barça la Copa del Rey tiene un peso tan grande aunque sea más importante la Liga, como todo el mundo sabe...

—Sí, sí. Somos los máximos vencedores del torneo. Y es porque es el equipo que moviliza más gente.

—Quizás también el que más prestigia la Copa. Nunca la tira...

—Sí, sí, sí. Pero aparte, es que yo creo que la movilización culé siempre ha sido muy importante a la hora de apoyar al equipo. Y por eso a los partidos de Copa se les daba tanta importancia, porque la gente se lo pasaba bien.

El exfutbolista granadino recoge la 'Leyenda del Deporte de Granada' de manos de Julián Redondo, presidente nacional de la AEPD | Foto: AEPD Granada / Fermín Rodríguez

Pregunta. ¿A qué se dedica ahora en el Barça?

Respuesta. Yo quiero al Barça y colaboro con ellos. ¿De qué forma? Sin obligaciones ni preocupaciones, soy un poco la representación institucional del fútbol formativo. Cuando hay partidos de Youth League yo me encargo de atender al delegado de UEFA, que llega el día anterior. Hacemos un poco de turismo, visitamos las instalaciones y al día siguiente pues preparamos el partido para asegurarnos de que todo está en orden: Policía, sanitarios, ambulancia, reglamentación, etcétera. Hago todo lo que es organización de partido, conjuntamente con el delegado de UEFA. Y también soy coordinador de los clubes colaboradores con el Barcelona. Tenemos 20 o 25 equipos que colaboran con nosotros bajo un contrato que incluye una serie de cláusulas como que si un jugador pasa al primer equipo, cobra tanto y ya está. Como coordinador, hago siempre una visita de protocolo a los pisos o a las instalaciones para ver cómo van los chicos y ese tipo de cosas. Y como fui político les pregunto si el agua la pagan ellos o el Ayuntamiento.

P. También ha sido scouting del Barça...

R. Sí, fui scouting ocho o nueve años, en la mejor época. Con Frank Rijkaard, cuando estaban Messi y Guardiola, y con Txiki Begiristain como director deportivo, que ahora es el jefe del Manchester City. También he hecho trabajos para el City o para el Valencia.

P. ¿Cómo está viviendo todo el tema del caso Negreira y lo que se está comentando? ¿Y sobre todo, como catalán adoptivo, lo que dice Laporta del madridismo sociológico?

R. Yo voy a darte mi versión. Creo que en su momento se cometió un grave error, pero no son errores decisivos. Porque yo voy a Pamplona a jugar y digo: "Coño, ¿este árbitro está aquí? Está ayudando al Osasuna y era árbitro". Voy a Madrid y hay un árbitro. Y no pasa nada. Hacen asesoría arbitral y colaboran con el club. Quiero decirte con esto que existe un entente. No buscan a otros señores que sean delegados, sino que buscan a colegiados, que conocen el tema. Eso no tiene importancia, no va a influir, pero hay un colegiado allí. Y cuando se encuentran al árbitro, pues son de la misma profesión. Casi todos los clubes tienen árbitros que colaboran con ellos.

¿Negreira? Bueno, pues yo lo veía normal. Lo que yo no he llegado a entender nunca, ni me va a preocupar porque no me corresponde a mí, es si ese dinero se ha utilizado mal o si ha habido un dinero de regreso. Claro, al final yo escucho como cualquier otro aficionado. No puedo opinar ni tengo suficiente información.

P. ¿En Barcelona se tiene la sensación de que en Madrid estas cosas también pasan pero donde salen siempre es en Barcelona?

R. Yo no voy a justificar al Barcelona diciendo eso, ni mucho menos. Yo digo que ha habido una torpeza en una gestión. Cualquier club, no el Barcelona, sino cualquier club, hace gestiones. Si ven que se ponen los partidos a las dos del mediodía y ese horario no les va bien, el club eleva una protesta. Todos los clubes tienen que hacer las reivindicaciones que crean oportunas cuando consideren que les están perjudicando. Pero no voy a entrar porque no tengo ni idea. Lo que está claro, y eso sí que lo he visto yo en mi carrera, es que al Barcelona y al Madrid siempre le van a pitar a favor. Yo he estado en un grande y después en un pequeño, y he visto la diferencia muy claramente. Hay cierto favoritismo.

P. También llegan mucho más al área, los medios ejercen mucha más presión mediática...

R. Claro, claro. Eso está claro. Ya te digo que yo he estado en un club grande y luego en uno pequeño. Y decía: "Coño, y nos quejábamos nosotros antes". Y ahí [en los clubes pequeños] sí que ya no te puedes quejar porque no tienes suficiente potencial y respaldo como para que te hagan caso.

Al Granada le falta ser más compacto; no puedes permitir esa fragilidad que hace que cuando llegan siempre te marcan

P. Y tras retirarse del fútbol, su vida da un giro y termina siendo alcalde de un pueblo de Girona, Portbou. ¿Cómo surge eso?

R. Muy fácil. Por el tema del negocio de mi mujer, decidimos instalarnos en un pequeño pueblecito de 2.000 habitantes situado en la frontera con Francia. En esa época, que tenía yo unos 32 años, alterno el fútbol semiprofesional con los negocios de hostelería. Yo colaboro con mi mujer en el mundo de la hostelería y continúo en el Figueres. Y de hecho fuimos campeones de Segunda B y ascendimos a Segunda A, donde hicimos campañas muy buenas. Luego, posteriormente, fui director deportivo y también hicimos buenas campañas. El caso es que estás en un pueblo pequeño y no sé si es la gente o el entorno los que te van un poco animando. A los que hemos sido deportistas y hemos estado en ocasiones rodeados de ochenta o noventa mil personas, a veces nos queda dentro un ego. Lo puedes identificar o no, pero a mí me sale ese ego de decir "coño, voy salir a la palestra otra vez. Esta gente me está pidiendo esto, pues vamos allá".

Pero resulta que ese ego me lo tuve que comer. ¿Por qué? Pues porque cuando me dieron la vara, no me lo tomé en broma. Me lo tomé muy en serio. Y tuve que trabajar como un burro, moviéndome hacia todos lados para conseguir los objetivos que nos habíamos marcado dentro de una alcaldía. La gente estaba muy contenta porque cuando me volví a presentar, me votaron el doble. Si uno está cuatro años y lo hace mal, creo que no dura ni un año más. Creo que tomé la responsabilidad y supe compartir el poder con el pueblo. Fue un poco por mi ego, pero después supe también parar y fuera.

P. ¿Cómo está viviendo todo este maremágnum político que hay en torno a Cataluña y al Gobierno de España? La amnistía, el procés y todos estos últimos años...

R. No es que sea sociólogo yo ni politólogo. Pero sí soy granadino y llevo cincuenta años viviendo en Cataluña. Hay un craso error, enorme, en la información. Se desvirtúa muchísimo la información. Pero si media Cataluña es andaluza, extremeña y murciana.

—Media Cataluña son de aquí. Te lo digo en serio...

—Lo sé, lo sé...

—Y allí en Cataluña no hay tal problema con eso de si somos separatistas. Hay gente a la que a lo mejor le calientan la cabeza con que allí no nos llegan las ayudas o que no nos subvencionan. Hablan un poco con la voz de los que no gestionan bien. Si tú gestionas bien tu pueblo o tu ciudad, tú no tienes que llorarle a nadie. Gestiona y haz bien tu trabajo.

—Y lo dice un hombre que, aunque independiente, se presentó a alcalde en la lista de los dos grandes partidos catalanes: el PSC y CiU.

—Sí, pero no más. Tenía mucha amistad con Pasqual Maragall, por ejemplo. Nos teníamos mucho aprecio. Precisamente mañana [por el sábado 18] estaba invitado a Portbou porque va el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, a modificar una estatua de un gran escultor como fue Federico Marès, que nació en Portbou. La van a cambiar de ubicación y va a venir el alcalde de Barcelona a reinaugurarla. Me llamó el jueves Gael Rodríguez Garrido, el actual alcalde del pueblo, que es el más joven de toda Europa, para pedirme que les acompañara. Le respondí: "Me pillas en Granada. Dale muchos recuerdos a todo el mundo". Y ya te digo, me dirijo sobre todo a los granadinos para decirles que no se preocupen porque en Cataluña estamos media Granada.

Pregunta. Hablando de Granada. ¿Cómo ve al Granada CF actual? Mal, porque va muy mal, pero bueno, ahí está Bryan...

Respuesta. Se está armando el equipo. Pero fíjate el partido que hace Bryan contra el Barcelona y ya lo están poniendo en tela de juicio y diciendo que ha perdido el gas, que si ha perdido la continuidad...

P. Con un equipo como el que tiene a su alrededor no es de extrañar...

R. Yo oigo lo que dicen. Ahora estoy viendo mucho más el fútbol del Granada por mi amigo José Luis. Y lo que veo es que le falta solidez general, ser un equipo más compacto. Los deberes empiezan por tener una organización defensiva más sólida y, a partir de aquí, dar de comer a la portería contraria. Pero tú tienes que ser más sólido. No puedes permitir esa fragilidad, que conforme llegan los contrarios te marcan y después te cuesta muchísimo a ti hacer un gol. Que el Granada está haciendo goles, incluso fuera de casa...

—Es muy realizador, lo que pasa es que encaja más...

—Ese es el problema. Yo creo que le falta compactar mejor y buscar mayor equilibrio.

Se desvirtúa mucho la información que llega de Cataluña, media Granada está allí

Pregunta. ¿Recuerda cuál fue el último partido que vio del Granada en el campo?

R. ¿En el campo? ¿En el campo?

—Sí, más o menos. ¿Ha estado en el nuevo?

—No.

—Pues hay que llevarle.

—[ríe] Yo creo que algún día iré. Se darán las circunstancias e iremos. Creo que vine alguna vez a jugar con el Figueres. ¿Puede ser? Año 86 u 87, quizás. Pero era un Granada bastante desconocido. Luego estuvo el tema aquel de que vino Quique Pina a instalarse aquí con el Ciudad de Murcia, pero la ciudad no se lo permitió, se fue a Motril...

—Sí, sí, el Granada 74...

—Sí. Yo no lo sigo nada, pero...

—Sí lo sigue, se nota.

—Si, sí, claro. Ha habido muchos cambios. Este campo me gusta y ver al Granada volver a Primera también me ha gustado muchísimo. Siempre que iban a Barcelona me gustaba verlos. Y hace dos años, con el Covid, nos jodió la Liga.

—El único centro bueno que habrá dado Carlos Neva en toda su carrera fue en el Camp Nou y para dejar sin Liga al Barça...

—Y el gol lo metió Jorge Molina con 38 años. Que me cabreé tanto que mi nieto me dijo: "Paco, me vas a romper la televisión".

—Y luego está la eliminatoria de Copa también frenética durante el Covid, en la que el Barcelona remonta in extremis un 2-0 en Los Cármenes. Qué buenos partidos. Que Diego Martínez, por cierto, también empezó como entrenador en el Imperio de Albolote.

—¿Qué dices? ¿Diego Martínez? Pero si es gallego.

—Sí, pero estudió INEF en Granada y empezó allí...

R. Es un personaje que yo admiro porque creo que aquí encajó de maravilla. Es un tío que le dio su toque al equipo. Cuando un entrenador le da su toque personal al equipo, esa es la gran conexión que existe. Como, por ejemplo, Simeone con el Atlético de Madrid. El Atlético de Madrid es una prolongación de Simeone. Muy pocos entrenadores conectan de esa forma. Xavi lo está intentando, pero no puede.

Pregunta. ¿Le quedó la espinita de jugar en el Granada?

Respuesta. Evidentemente que sí. Lo que pasa es que yo estaba en un nivel que veía bastante lejos de mí al Granada. Te lo digo egoístamente. Tú me has preguntado si me hubiese gustado jugar en el Granada. Yo te respondo que sí. Porque yo era un niño y venía aquí y disfrutaba. Pero cuando yo estaba ahí arriba, en Primera División, el Granada estaba en Segunda.

P. Pues cambio la pregunta. ¿Le habría gustado que la época buena del Granada de Joseíto hubiera coincidido con la suya de profesional?

R. Bueno, yo era muy niño todavía en aquel momento. A mí lo que sí me habría gustado es que, algún día, alguien del fútbol base se hubiese dirigido a mí. Porque en el Granada nadie se ha dirigido a mí. Y me habría gustado que alguien se hubiese acercado a decirme: "Oye, nos gustaría que vinieses con nosotros a jugar". Con el Recreativo de Granada, el Granada CF o yo qué sé. Yo he llegado a la conclusión de que soy un tío muy feliz, porque no necesito nada. Necesito unos zapatos para andar, claro, como te comentaba antes con la anécdota de mi padre con las botas; pero no tengo ninguna necesidad. Si tenía que jugar con un agujero en las botas, jugaba con un agujero en las botas. Pero sí que he echado de menos que alguien del Granada hubiera hecho algún acercamiento cuando yo era joven. Como cuando hacía una buena actuación y leía: "El granadino Paco Martínez ha tenido una gran actuación". Salía la palabra 'granadino' por todos lados y yo me preguntaba si había alguien en Granada, además de mi familia, que lo hubiera leído. Eso me salía de mi corazón desde mi infancia. Yo sabía que llegaba a mi familia, ¿pero y a quienes manejaban los hilos del deporte de Granada?

Después hablaba con mis excompañeros y me decían cosas que yo no recordaba. Me decían: "Paco, íbamos perdiendo 3-1 y tú nos decías que no nos preocupáramos, que ahora lo arreglabas. Cogías y hacías así, 'pum pum', y lo arreglabas". Yo no me acuerdo de eso. Aquello debía ser todo puro corazón. Con mucha humildad, pero ejecutando. Les decía: "¿En serio hacía eso? Pues joder, no me acuerdo, te lo juro". Debía ser eso de jugar el partido irme a mi casa y poco más. De hecho, no sé si entrenábamos un día a la semana. No hacíamos más que un entrenamiento a la semana. O casi no entrenábamos. Jugábamos el domingo y adiós muy buenas. Pero volviendo a la pregunta: ¿Qué si me habría gustado jugar en el Granada? Coño, mucho. Mucho. Pero para que hubiese tenido yo la edad de Vicente y hubiera jugado yo en aquel Granada de '10' y él de '11'. Joder, qué pena.







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