¿Qué comer cuando no se tiene nada?

Catástrofes, conflictos y guerras: ¿Somos conscientes de la suerte que tenemos al poder comer todos los días?

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Al final, ¿qué se acaba comiendo si no se tiene esa suerte? ¿Reciben ayuda y de qué manera? Repaso de una triste realidad…

Sí, es una escultura y no son personas de carne y hueso, pero representa algo real, la hambruna como método de asesinato humano y constante. Ésta obra, localizada en el Museo del Holocausto de Auschwitz, representa lo más bajo a lo que podemos llegar los hombres. Representa la total carbonización y destrucción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y más concretamente, de su artículo 25:

“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial LA ALIMENTACIÓN, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios…”

Aunque si bien son importantes otros derechos, sin la alimentación no existiríamos. Asegurado al 100%. Tal vez por eso, por las hambrunas que reinan nuestro moderno planeta, es por lo que cada año, según el Programa Mundial de Alimentos, sufren más de 795.000.000 de personas, que acaban muriendo en una buena parte. Y África, donde curiosa e incoherentemente se asevera que se originó la humanidad, es donde más se ve al ser humano a morir. Curioso, cuanto menos.

La falta de alimento no solamente azota a África. Lo tenemos más cerca. Entre guerras y conflictos, catástrofes naturales y crisis psicológicas (anorexia) vigentes en nuestra sociedad, podemos hacer un buen compendio de momentos donde el hambre ha azotado sin piedad el alma humana. Más allá del dolor de estómago y una primitiva delgadez. ¿Cuántas guerras conoces, conflictos, desastres naturales y personas cerca de ti que no se alimentan correctamente? Puedes dormir a la intemperie, frío, calor, sin casa, herido, hecho trizas… y sobrevivir. ¿A cuánta gente conoces que no coma ni beba y siga con vida? A pocos por no decir ninguno, ¿verdad?

Las guerras y conflictos armados fueron, son y serán una gran alfombra roja que le construimos a la Parca durante toda la historia del ser humano. Una muerte silenciosa que vaga y arrebata las vidas de los demás de diversas maneras. El herido, el asesinado y el que no almuerza o es envenenado. Nada más nacer, comemos. ¡Cuán importante es el caldo de la vida que sale de nuestra madre! Pero, por desgracia, no todos tienen la suerte de seguir moviendo sus mandíbulas, arriba y hacia abajo, a los lados... Tragando y saboreando la gasolina de la vida.

 

GUERRAS Y CONFLICTOS ARMADOS

En Auschwitz y demás campos de concentración, controlados por el nazismo más cruel, podemos ver, a través de fotos, un ejemplo de todo esto. Si tenías suerte, te alimentaban lo suficiente para seguir trabajando para las tropas y soldados, sino, estabas condenado a muerte cada segundo de tu existencia, nunca se sabía cuándo se iba a morir, de un disparo (entre otras muchas…) o de una angustiosa y lenta muerte por inanición que empezaba incluso mucho antes de llegar al campo, en el mismo tren. Retortijones dolorosísimos, comerte a ti mismo y notar como tus tripas desaparecen cada día más.

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Y había que pelear por la ración, como siempre sucede. Colas interminables, frío o calor extenuante, cansancio encima de los pies… y si eras el último, mala suerte, no comías. A veces unas sopas de agua sucia de piel de patata, de algo de col, o lo que sobraba de las cebollas; algo de mantequilla, carne o salchicha en cantidades ínfimas. Incluso alguna sopa de piedras. Sí, como lees. A veces café aguado o pan enmohecido.

Si no eras capaz de aguantar y tenías que sustentar a tus hijos como fuera, podías buscar en los cubos de basura sin que se dieran cuenta. Alimentos podridos o en mal estado que provocaban diarreas con hemorragias. Incluso las ratas se alimentaban mejor que tú, porque al morir, eras su comida. Y si ese día estabas con mejor humor, hasta podías hacer concursos de recetas con los compañeros de barracón. El que mejor pudiera hacerte imaginar un plato caliente y delicioso, ganaba el honroso pero desierto premio de ser el vencedor de esa noche. Nada más. Tal era el grado de desnutrición, que al ser liberados, tras la dura batalla por sobrevivir al nazismo, caías en manos de la muerte porque no podías asimilar los nutrientes de los alimentos que te daba el aliado tras tu rescate.

No todo nos pilla lejos en el tiempo. Hoy día tenemos decenas de guerras con vidas en manos de muchos soldados. Pero si queremos ver la hambruna en su máximo esplendor debemos ver guerras dónde a las personas se las someta a tal situación extrema que el día a día se vea cambiado radicalmente, y ahí incluiremos los hábitos alimenticios, higiénicos, de ocio, etc.

Desde la guerra de Afganistán, el conflicto islamista de Boko Haram en Nigeria, la guerra civil siria y contra el Estado Islámico, que, provocando un éxodo masivo de personas a otros lugares de Europa en busca de asilo y acogida, ven como su día a día se convierte en una constante lucha por sobrevivir y conseguir un lugar mejor para sus hijos y un plato de comida, por lo menos. ¿Cuántos millones de muertos han provocado la hambruna y consternación sobre los que caía el peso de las bombas, balas, fuerzas de la naturaleza y crueldad humana?

 

HAMBRUNAS COMO COSTUMBRE

Según BBC, en las ciudades aisladas de Siria se están dando escenas lamentables. La gente se muere de hambre, literalmente. No venden alimentos, porque ¿para qué seguir en esa ciudad si es mejor huir? ¿para qué seguir con el negocio en una ciudad asustada y muerta? Ni alimentos ni medicación, todo un caldo fértil de desgracia e infortunios. Pues bien, si no tienes nada en casa para comer, tampoco puedes comprar, ni tienes dinero para ello, lo único que te queda es la opción de buscar comida por tus propios medios. Y ¿qué es lo que encuentras? Pues hierba del suelo, barro, hojas de los pocos árboles que tienes cerca y algún perro o gato que pudo pertenecer a tu vecino o que no sabes qué tipo de enfermedades tendrá ni de dónde procede. Tampoco las madres pueden amamantar, porque no tienen leche ya, pero si aun tienes algo de dinero puedes comprarle a tu hijo casi un kilo de leche en polvo. Eso sí, desembolsa 300 dólares. Todo un chollazo.

¿Nos acercamos a los campos de refugiados? Salimos de las ciudades y nos vamos a una superficie tan extensa y tan ocupada que hay niños que han sido secuestrados y no se les ha vuelto a ver. Puede que veas la ayuda humanitaria llegar, pero pronto le pegarán a tu padre, hermano o amigo un golpe en la nariz y cabeza para robarle y te has quedado sin tu primera cena en 9 días (o a saber…). Vaya suerte ¿eh?

Acnur, Save the Children y Oxfam, entre otras, ayudan con la alimentación a estos refugiados, pero por desgracia no pueden asegurar dar más de una comida al día a toda la gente. Puedes ser uno de los que tome una pequeña ración de arroz, algo de pan o algo de queso, o puede que no y tengas que esperar al día siguiente. Otro problema es la falta de agua potable. No puedes beber sin hacer una interminable cola. Y a veces tu madre la usa para bañarte y que estés bien limpio, sacrificando su bebida para dártela a ti y rociarla por tu cuerpo. En ocasiones no hace falta hacer colas. Te posicionas en la horda de personas que están contigo y esperas a que los policías que custodian los campamentos te arrojen la comida en bolsas como si fueras un animal. Si tienes suerte y agarras algo pues estupendo, sino… lo sentimos. ¿Tan difícil es organizarse?

 

 

Y además, si quieres dar comida a la gente por tu cuenta no puedes. La Policía te lo impide.

Para acabar, ¿conocías algo curioso? En algunos campos utilizan escáneres de retina para poder darte tu ración diaria de comida. Así se aseguran de que nadie te la robe, que nadie que no la merece la reciba y medio asegurarte que no te mueres de hambre pero ¿cuánta gente puede acceder a este servicio? Seguro que muchos ni eso.

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CUANDO PASAR HAMBRE ES UNA FORMA DE VIDA

No todas las personas que pasan hambre se encuentran lejos de nosotros. Conoces a la gente que vive en la calle en tu ciudad. Cada día ves a decenas de personas pidiendo dinero para poder comer. Y son numerosos pero nadie los contabiliza… En España, ha disminuido aproximadamente un 16% la ayuda en forma de alimentación de los centros de atención a personas sin hogar. Aún así, el esfuerzo ha aumentado otro 11%. Se da de comer a más gente con menos ayuda.

Uno de los objetivos de la Estrategia Nacional Integral para Personas Sin Hogar 2015-2020 es garantizar la seguridad de vida de las personas sin hogar. Se pretende movilizar la acción de poderes públicos, sociedad civil y toda la población. Pero, ¿qué ocurre? Pues que por desgracia hay más jóvenes sin hogar: aumenta el número de personas jóvenes en calle y también los mayores de 45 años sin hogar. Y se están viendo con serias dificultades para contabilizar (como siempre ocurre con los afectados por cualquier desgracia) cuántos jóvenes hay en la calle, y encima, éstos se avergüenzan de ir a comedores (entre otros servicios). No desean que los demás vean su situación, por lo que empeoran su calidad de vida y fomentan indirectamente una alimentación precaria y hábitos destructivos.

 

HAMBRE ENTRE ABUNDANCIA

Y bueno, ¿qué piensas de las personas que aun pudiendo comer tres veces, o más, al día, deciden no probar bocado? Hablamos de los afectados por anorexia.

Verdaderos esqueletos andantes, pendientes de webs donde te enseñan a beber agua durante 15 días y luego darte un atracón a escondidas o hacer deporte durante más de 6 horas sin sustento alimenticio. ¿Tanto ha calado en nuestra autoestima y vida las modas de “más delgado/a, más valioso en la vida”? ¿De verdad que hemos pasado a tener una epidemia de dietas peligrosas, inhumanas y dignas de vergüenza ajena? ¿Vale la pena pasar hambre para conseguir nada?

Casi medio millón de personas en España la sufren. Medio millón de personas que están en vías de enfermar cada vez más para acabar, incoherentemente, felices por el resultado. La cultura de la delgadez, la talla perfecta conforme más pequeña es, el sufrir problemas derivados de los vómitos e inanición sin darles importancia… Y es tan escandaloso el problema, que se ha tomado la decisión de que puedas denunciar o avisar de webs que promuevan este trastorno para que ellos tomen cartas en el asunto, incluso vía penal.

Como ves, la comida da muchas alegrías pero también puede dar muchas penas. Gente que no puede comer, otra tanta que no quiere porque piensa que será más popular o se verá mejor, otros cuantos que son alimentados como ganado, algunos que no acuden a pedirla por vergüenza…

Por favor, no te sientas mal por lo que te ponen en el plato cada día porque alguna gente no pueda comer, ni dejes de tomar esa hamburguesa tan rica que a veces te pides como capricho, tampoco comas más de lo que debes porque haya gente que decida pasar hambre. Solamente hazte consciente de la suerte que tenemos de poder seguir nutriéndonos porque incluso, hasta tus abuelos, han tenido que comer cosas inimaginables en la guerra civil. Pregúntales y ¡verás…!

Si quieres, puedes ayudar a que los demás se sientan saciados al menos un día más y colaborar con los bancos de alimentos, como el de Granada, u otras ONGs (tanto en campañas navideñas o puntuales como todo el año). También puedes ayudar no desperdiciando comida, comprando la necesaria o comiendo con mesura para que no tiren tus sobras en los restaurantes.

Ser responsables con lo que hacemos día a día frente a nuestro plato de comida y ayudar en lo posible es la mejor manera de solucionar el problema y/o estar un poco más orgullosos de nosotros mismos. Quién sabe si algún día lo tengas tú que necesitar…

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 Un artículo de Cocina de Urgencia para Universitarios







Comentarios

2 comentarios en “¿Qué comer cuando no se tiene nada?

  1. Los POBRES VERGONZANTES, no figuramos. POBRES VERGONZANTES.

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