30 años del 14-D: lo que va de ayer a hoy

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Imagen ilustrativa de una huelga | Foto: Archivo GD
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A las cero horas de un día como hoy, 14 de diciembre, hace ahora 30 años, la programación se interrumpió abruptamente y en las pantallas quedó congelada para las 24 horas siguientes la imagen de unos pajaritos sobre un fondo azul celeste, un tono más bien bobalicón que simbolizaba la inopia con la que el Gobierno de la época había quedado ante la jornada de huelga general que arrancaba en ese mismo momento, jornada de huelga general que desde ese mismo momento había triunfado.

Fue el 14-D, que marca la etapa de mayor fuerza del sindicalismo español. Una huelga general contra el Gobierno que presidía Felipe González, todavía con mayoría absoluta del PSOE. Jornada histórica, por tanto, convocada por los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO en contra de un plan de empleo juvenil que proyectaba el Ministerio de Trabajo que tenía como titular a Manuel Chaves. Un plan que perseguía la integración en el mercado laboral de jóvenes entre 18 y 25 años, con contratos temporales de hasta 18 meses de duración y salario mínimo interprofesional, más incentivos para las empresas que convirtiesen en indefinidos los contratos.

El detonante fue el plan. Lo que va de ayer a hoy: treinta años después de una jornada calificada de histórica por sindicatos y los partidos a la izquierda del PSOE, todo lo relativo a salarios, precariedad, provisionalidad y condiciones laborales de los jóvenes ha ido a peor. O, por decirlo de otra forma, se ha deteriorado en los últimos años y no solo por la reforma laboral -aunque sí lo más grave- aprobada por el Gobierno del PP. Aquel 14-D se saldó con la retirada del plan que planteaba el Gobierno de Felipe González y un aumento del gasto social. Y, sobre todo, una derrota política del ejecutivo socialista.

Eran tiempos de mayorías absolutas. El espectro político de la derecha se estrellaba electoralmente contra la hegemonía socialista. Y el éxito de la huelga fue saludado a derecha e izquierda como un síntoma del desgaste del Gobierno y de González. Un presidente autonómico, de gran relevancia y protagonismo en años posteriores, alentó a sus funcionarios a sumarse al paro mediante una circular en la que anunciaba que no se deduciría la parte proporcional del salario a quienes no acudieran a su puesto de trabajo. Más claro… Los piquetes, en su labor ‘informativa’, completaron la faena y el seguimiento de la huelga fue masivo.

La convocatoria, además, abrió un desgarro entre el PSOE y su fraternal sindicato UGT. Pero antes de un año, en octubre de 1989, hubo elecciones generales y la candidatura socialista, aun cuando sufrió un palpable descenso de votos, renovó la mayoría absoluta.

Hoy, cuando todo el escenario ha ido a peor en la comparación con aquellos días de 1988, los sindicatos y los sindicalistas de entonces bien podrían hacer una reflexión entre la fortaleza de hace treinta años y preguntarse el porqué de la debilidad de ahora. Burocratización, preferencia por los de dentro y olvido de los de fuera y, también, esta 'bomba nuclear' que fue este 14-D: si lanzas la bomba atómica el primer día de la guerra, ¿qué lanzarás el segundo día? ¿Qué armas quedan para la situación de ahora?







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