Los quioscos de Granada: unos negocios históricos en peligro de extinción

"Esto es el confesionario del barrio", explican los vecinos, para los que estos establecimientos forman parte de la esencia de la ciudad

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Un cliente habitual del quiosco de Emilio, en Plaza de Mariana Pineda | Galería gráfica: Sonia Parra
Mariona Gallardo I Bergés
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La transformación de las plazas, calles y rincones de Granada a lo largo de los años es un hecho innegable. Cada vez más, tiendas locales de barrio se transforman en sucursales de grandes multinacionales. Pequeños restaurantes que han visto a la ciudad transformarse cierran sus cocinas. Y lo mismo pasa con los míticos quioscos que han visto a varias generaciones crecer. Estas "instituciones", como se refieren muchos vecinos, están desapareciendo lentamente de las vidas de muchos granadinos.

"Han cambiado mucho las cosas", comenta Emilio, quien regenta el quiosco de prensa de la Plaza de Mariana Pineda. Añade, mientras atiende a un cliente, que "la prensa escrita ya no se vende como se vendía antes, todo ha cambiado". 

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Emilio lleva 22 años empezando y acabando la jornada laboral en este espacio de poco más de tres metros cuadrados, en la esquina izquierda de la icónica plaza granadina. Cuenta que el negocio "tiene aproximadamente 60 años, antes era de madera y era sobre todo de prensa". "Antes con eso servía", puntualiza medio riendo.

Emilio, el quiosquero de prensa de la Plaza Mariana Pineda.

Explica que ha tenido que reinventarse y que "han venido nuevos artículos como juguetes, cosas de informática o los servicios de paquetería de Amazon o Vinted", y apostilla que también vende imanes o entradas culturales. 

Entre el bullicio habitual de una jornada primaveral a las doce del mediodía, Emilio cuenta que se siente agradecido de "trabajar en tan buen sitio, de mucho paso" y que aunque es un trabajo sacrificado "hay que avanzar y subsistir".

Este conocido quiosquero del barrio se queja de que "hay muy pocas ayudas e iniciativas, mucho que mejorar", al tiempo que propone que se implementen ayudas para reabrir estos establecimientos y dar trabajo a personas en el paro: "Sería de ayuda para todos y también ayudaría a los barrios".

Esperanza para un quiosco que llevaba cerrado cuatro años

Una segunda oportunidad para este quiosco de la Plaza de Gracia.

Unas manzanas más allá, en la Plaza de Gracia, se encuentra el quiosco de Marina y Natalia. Estas dos socias y amigas decidieron ir "un poco a la aventura" y reabrir un quiosco que ya llevaba cuatro años cerrado.

"Cuando el dueño nos comentó en qué zona estaba no nos lo pensamos dos veces", comenta Natalia mientras hecha un vistazo a la plaza. Añade que "está siendo un poco difícil" ya que, igual que Emilio, estas dos socias tienen claro que "con la prensa no se gana dinero". 

Explican que son de los pocos quioscos que abren por la tarde ya que "los niños del colegio son el gran público a esas horas", y hay que aprovecharlo. Como la mayoría de quioscos de la ciudad, también han tenido que reinventarse, y enseñan a GranadaDigital los muñecos que hacen a mano, el pan de Alfacar que también distribuyen e incluso los refrescos y comida que venden.

"En Granada han cerrado más del 50% de los quioscos", cuenta Natalia. Y Marina hace referencia, con un poco de nostalgia, a los antiguos quioscos de flores de Bib-Rambla, que ahora han sido sustituidos por quioscos de productos turísticos.

De esta forma, las dos socias vuelven al trabajo y Natalia comenta entre risas que pretende coger un quiosco familiar en septiembre. "Hay que tirar adelante e intentarlo", dice, "y lo de ser autónomo es para hacer otro reportaje entero", comenta haciendo referencia a las pocas ayudas prestadas por las instituciones.

"Esto es el confesionario del barrio"

Pilar en el mítico quiosco de pan de Plaza Trinidad.

El quiosco de pan Enriqueta, en Plaza Trinidad, es toda una "institución granadina", dicen los vecinos. "Tiene más de 100 años", comenta Pilar, mientras entrega "dos caseritos".

Pilar es la hija de Enriqueta, quien regentó el quiosco desde el año 1963. Antes había sido de su hermano, pero Pilar cuenta que su madre "tenía 79 años y aún estaba aquí trabajando", "era toda su vida".

Entre las animadas charlas con los clientes, explica que antes en la plaza había más quioscos, "el abuelico, que vendía juguetes y canicas, y dos de periódicos, uno se jubiló y el de la esquina tuvo que cerrar". Una situación que le entristece y le hace ver el futuro "regular".

"Esto es el confesionario del barrio", dice un cliente. "Este muchacho ya venía con su madre a comprar y él sigue viniendo”, exclama Pilar. "Pili, a mi tu madre me salvó muchas veces cuando era pequeña", confiesa otra vecina de menor edad. Emocionada por el recuerdo de su madre, Pilar añade que su madre Enriqueta "ha ayudado mucho y ha quitado mucha hambre".

Ya son casi las dos del medio día, y con los estantes casi vacíos, Pilar explica que no quiere esto para sus hijos. "Esto es muy bonito, pero también muy esclavo", dice, "como no se oriente de otra forma no sé qué pasará con los quioscos".

De esta forma, y con un pan "pata negra" bajo el brazo, GranadaDigital se despide de Pilar y de la larga cola de vecinos que aún esperan su preciado pan.

Los quioscos, en peligro de extinción

Un quiosco cerrado en Plaza Trinidad, un ejemplo de esta tendencia.

"Instituciones", "confesionarios" y "puntos de encuentro". Así describen los vecinos de Granada estos míticos establecimientos que ahora se encuentran en peligro de extinción.

Las cifras del número de quioscos funcionales en España no paran de disminuir, y de la misma forma, también se están perdiendo a su paso puestos de trabajo centenarios que han armonizado las calles de las ciudades como Granada durante siglos.

Según La Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Ediciones (Fande), de los 7.639 establecimientos que había abiertos en 2012 en España, el año pasado tan solo quedaban 4.252, casi un 50% menos, una cifra cuando menos impactante.

Así pues, solo queda esperar y ver si realmente esta tendencia "es una etapa", como dice Emilio, o si por el contrario representa "un futuro que no parece muy bueno", tal y como comentaba Pilar.







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