Navidad en familia, valor incalculable

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Cena de Navidad en familia | Foto: Remitida
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Cuando por Navidad, unos por costumbre, otros por creencia y algún que otro por una “instaurada obligación”, nos reunimos en familia, no solemos reparar en algunos detalles intrínseca e íntimamente relacionados con ese momento.

Al margen de otras consideraciones como puedan ser las creencias religiosas de cada uno o la manera de vivir estos días previos a la Navidad -días de adviento para los cristianos- , lo cierto es que no faltan esos encuentros en los cuales disfrutamos –o al menos lo intentamos- de la compañía de amigos, compañeros de trabajo o familia, en definitiva, de los nuestros.

La nostalgia, los recuerdos, por otra parte, están a flor de piel en estos días, es inevitable. Al menos a este que les escribe, le sucede todos los años. Personas queridas que ya no están. Algunas de ellas que nos abandonaron demasiado pronto y que, por ley de vida, deberían seguir con nosotros, vuelven a nuestra memoria aún con más fuerza. A esa memoria de la que nunca se han ido ni se irán mientras respiremos.

Siempre he pensado que la verdadera fuerza motriz de la Navidad, tal como yo la entiendo, son los niños. Ese relevo generacional que vuelve a alumbrar y llenar de alegría los hogares en estos días. Ellos son el auténtico revulsivo y contrapeso a esa ausencia de seres queridos que, cuando pasamos lista en estas fechas, no responden.

La Navidad es tiempo de emociones, de conmemoraciones, de alegría, de reuniones, de brindis. Pero también es tiempo de añoranzas y anhelos y, con más frecuencia de la deseada, de tristeza. También es tiempo de reflexión.

En uno de esos momentos de soledad, en los que uno se pone a pensar sobre algunas cosas y a reflexionar más profundamente sobre otras, andaba yo estos días atrás cuando cayó en mis manos un escrito que me hizo, cuanto menos, pensar en la suerte que tengo. Pese a los avatares, altibajos, e idas y venidas de la vida, y a pesar de las ausencias antes mencionadas de mis seres más queridos, soy un afortunado. Y creo y pienso que la mayoría de ustedes, felizmente, también lo son.

En ese escrito con el cual, como les digo, tropecé, una señora hacía algunas confesiones. Decía que la Navidad para ella no había sido nunca como se la habían contado. Sus padres eran hijos únicos y ella también lo era. No tenía, pues, ni tíos ni primos.
Tan solo pensar en ese hecho, en esa cena de Nochebuena o esa comida de Navidad, me creó un poco de zozobra. Imaginaba esa mesa a tres, con sus padres ya mayores y ella. Y visualizaba esa misma mesa cuando ya no estuvieran sus progenitores. Me sobrecogí.

En mi familia, acostumbrados desde siempre a multitud de hermanos, sobrinos y primos, la sola idea de soledad de esa mujer me hizo meditar. Yo no puedo imaginar la Navidad de otra manera. Sobremesas alegres, ruidosas, con cánticos y villancicos.
Todo eso, como bien decía el escrito, “es un regalo que valora poco quien lo posee y mucho anhela quien carece de él”.

Ciertamente, cada vez van quedando menos, pues se van marchando, pero también es cierto que van entrando los más pequeños. A veces la vida te pone del revés y no queda otra que ver cómo se ve desde esa posición. Y eso suele ocurrir todos los años en fechas tan señaladas.

Todo ese júbilo y felicidad que reina en nuestra mesa cada Navidad no es mérito nuestro. Se lo debemos a nuestros abuelos que fueron quienes nos regalaron a nuestros padres y a nuestros tíos. Y ese ejemplo, como bien subrayaba el escrito, propició que nuestros padres nos regalasen a nuestros hermanos y nuestros tíos a nuestros primos. Y hay que darles las gracias por ese presente. Toca ser generosos.

Tenemos que tener muy claro cuál es nuestra responsabilidad en todo esto y proporcionarles a nuestros hijos y nietos, en la medida de lo posible, la posibilidad de que su Navidad sea tan feliz como fue la nuestra. De lo contrario nos arriesgaremos a que nuestros nietos lleguen a decir que su Navidad no es como se la habían contado pues no habrá ni tíos, ni primos ni niños pequeños correteando alrededor de ella. Y en resumidas cuentas, eso es lo que quería transmitir ese escrito. Gracias a mis abuelos y a mis padres. Feliz Navidad para ustedes.







Comentarios

Un comentario en “Navidad en familia, valor incalculable

  1. A veces las coincidencias son exastas!!... tocar el tema de Navidad con su felicidad y sus tristezas y se ajustan a lo que en estos momentos estoy viviendo!!
    Este articulo es una maravilla y muy necesario para la sociedad tan alterada como está hoy en día!!... necesitamos más palabras de amor, cariño, respeto, alegria y también porqué no! tristeza....
    Enhorabuena J. C..... y siempre Feliz Navidad!!

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