Maracena, un pueblo conmocionado que aguarda respuestas

Los vecinos mantienen la prudencia mientras los testimonios de los protagonistas van esclareciendo algunos detalles del secuestro

Ciudadanos de Maracena pasen por la calle donde se sitúa un Ayuntamiento que estos días es más noticia que nunca | Foto: Celia Pérez
Miguel López Rivera
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Han pasado casi diez días desde que la concejala Vanessa Romero fuera secuestrada a manos de la ya expareja de la alcaldesa, Berta Linares. Más de una semana después, el municipio del Área Metropolitana permanece impasible, aguardando respuestas que permitan esclarecer unos hechos que mantienen conmocionados a los vecinos. La investigación sigue bajo secreto de sumario al menos hasta el 24 de marzo, por lo que los detalles sobre lo que sucedió se siguen revelando a cuentagotas.

Con todo, los testimonios de los distintos protagonistas implicados van permitiendo hacer una composición de lugar sobre lo que sucedió aquel martes 21 de febrero. Si bien, todas las incógnitas que plantea la ecuación serán debidamente resueltas en su momento por la Guardia Civil, la Policía Judicial y la propia justicia. Lo que se sabe hasta el momento, tal y como se ha ido publicando, es que la concejala fue detenida ilegalmente por la expareja de Berta Linares, cuyo nombre es Pedro, tras dejar a sus hijos en el colegio.

Estaba hablando por teléfono con su marido en el momento en el que su secuestrador le pidió que la llevara hasta una gasolinera porque se había quedado sin combustible. Ya en el coche la encañonó con una pistola. Posteriormente, la amordazó, ató con bridas y la condujo hasta un garaje de Armilla. Volvió a Maracena, a una ferretería donde compró un cuchillo de carnicero con la que, según las primeras pesquisas de la Guardia Civil, la podría haber intentado descuartizar.

Posteriormente, se ha deslizado la teoría de que realmente podría tener la intención de que se asfixiara en el maletero. Y mientras regresaba a Armilla en el Metro, y siempre según la información publicada por el periodista Nacho Abad, podría haberse reunido con "una mujer de pelo rubio" en el Metro de Granada. En ese tiempo, Vanessa escapó activando una palanca del asiento trasero y un vecino la ayudó a salir del garaje donde había sido retenida.

Sin embargo, el marido de la concejala, Luis Sánchez, aportó más detalles este miércoles tras ser abordado por los medios cuando abandonaba el pleno extraordinario convocado para tratar este asunto. Por primera vez ha apuntado a La Chana como un nuevo escenario del horror que vivió Vanessa. Era algo que no se conocía hasta el momento. Fue en la capital donde la concejala de Agenda 2030 forcejeó con su captor, quien la había intentado meter en el maletero sin éxito en los pinares del Pantano de Cubillas. Sí consiguió su propósito ya en este barrio de la ciudad.

Luis Sánchez también confirmó este miércoles que el secuestrador nombraba a su pareja y a otra persona más: "Hizo dos llamadas, no sé si habló con una mujer. Me dicen que habló con alguien, pero la Guardia Civil no nos ha dicho nada. Mi mujer no escuchó nada. Cuando estaba encerrada en el maletero, ella dice que le gritó que se callara porque estaba pataleando y le dijo que se callara porque tenía que hacer dos llamadas. Y lo sintió murmurar. Cuando ella forcejeó con él en la cochera, le dijo que o se metía en el maletero o le reventaba la cabeza. En el secuestro solo estaba él, pero por las llamadas y lo que decía están investigando si podría haber una segunda persona implicada". Y, además, dijo no saber nada sobre la mujer de pelo rubio con la presuntamente se habría reunido Pedro en el Metro de Granada.

Los vecinos, prudentes, tratan de superar el golpe

Aunque este suceso le toca de lejos a la mayoría de los vecinos, y alguno incluso se enteraron de la existencia de Vanessa Romero a raíz del hecho, la noticia mantiene en vilo a Maracena. El ambiente que se respiraba en el pueblo este miércoles, día del pleno extraordinario –que también sirvió para conocer que la expareja de Berta Linares se había empadronado allí hace aproximadamente un mes–, era el propio de un municipio golpeado por el dolor, deseoso de hallar los entresijos y pormenores de todo este escándalo, así como todas las consecuencias que pudieran derivarse de él. También una cierta impresión de omertá. Hay mutismo y recelo a hablar de más sin saber.

"No queremos problemas con nadie" o "yo en temas de política no me meto" son algunas de las frases que responden los vecinos cuando se les pregunta por el suceso. También está el típico "yo es que no soy de Maracena", aunque quien lo pronuncie trabaje habitualmente en el pueblo. Al menos dos personas ofrecen esta respuesta al ser preguntados su opinión sobre lo que acontece estos días en la urbe o cómo creen que se resolverá el caso.

A las puertas de un bar, quien parece su propietario, o al menos el camarero, departe con una clienta. Más de lo mismo, no quiere hablar. Ella, en cambio, accede una vez se le explica que es solo una cuestión de sensaciones y que se le asegura el anonimato: "Mira yo si quieres te digo lo que pienso. Mi impresión es que todo el mundo que puede coge de la política. Yo no estoy ahí y no sé si también lo haría". "¿Dinero?", pide aclarar el escribiente. "Claro", remata antes de reconocer que "fue mi amiga quien le vendió el cuchillo", poniendo de relieve esa máxima de que en los pueblos todo el mundo se conoce.

Posteriormente elabora toda una formulación sobre lo que cree que sucedió: "Es difícil imaginar lo que ha pasado por la cabeza de esta persona. La alcaldesa le pudo contar todo lo que pasaba y, al no estar muy bien, actuó así". En ese momento se le pide únicamente un nombre de pila, sin apellidos, pero entre risas rechaza responder. Eso sí, esta joven aclara que es "de Maracena desde chica".

Toca hablar con Nuria Bullejos. No es una persona cualquier, sino la propietaria de la Ferretería Bullejos y quien vendió el cuchillo al secuestrador. Atiende con a este periódico con la normalidad de quien ya está acostumbrada a hablar con los medios. No es ella quien coge inicialmente el teléfono, sino otro hombre que, una vez identificados como prensa no articula palabra y directamente le pasa el teléfono. Nuria contesta preguntas lacónicamente mientras despacha a sus clientes: "Todo lo que sabía ya lo he dicho. Estamos... bien, pero vamos a ver".

Preguntada sobre si la Guardia Civil le ha pedido las cámaras de seguridad, confirma que sí, pero que no tiene en su comercio, un histórico local situado en la avenida principal de Maracena. Este mítico establecimiento cuenta además con otro negocio más del mismo nombre y actividad. Bullejos, no en vano, es un apellido bastante común en el municipio maracenero. Sobre si apreció una actitud nerviosa en Pedro, la respuesta es "no". "No tengo más que decir, yo le vendí lo que me pidió, un cuchillo y cinta americana, se fue y ya está", se reafirma antes de confesar qué le cuentan ahora sus clientes cuando entran a la ferretería: "Te he visto en la tele".

Mientras los vecinos van asumiendo lo que sucedió, el equipo de Gobierno trata de mantener, en la medida de lo posible, la agenda prevista porque el Ayuntamiento necesita seguir funcionando con normalidad. Y eso no solo afecta a la ventanilla de atención al ciudadano sino también a los actos programados de la propia Berta Linares y sus concejales. La alcaldesa asiste este mismo jueves en el Ayuntamiento a unas charlas sobre violencia vicaria y de género institucional. Le acompañarán las regidoras de Armilla y Salobreña, el de Peligros y también diputada provincia de Igualdad y la directora del área en el Ayuntamiento.







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