Las emociones positivas como la alegría o la satisfacción, típicas para un buen verano, comparten la característica de ampliar los repertorios de pensamiento y acción, construyendo reservas de recursos para futuras crisis o situaciones en que es necesario afrontar retos. Y el verano puede ser un buen momento para la reflexión y para preparar esos momentos para el futuro.

Experimentar emociones positivas, además de generar un efecto placentero a corto plazo, tiene un efecto a largo plazo, ya que ayuda a preparar a la persona para otros momentos más agradables como el verano y también más difíciles de la vida. De esta manera, mientras las emociones negativas permiten solucionar problemas de adaptación inmediata, las emociones positivas se relacionan con el desarrollo personal y social, reforzando la resistencia ante la adversidad y la resiliencia. Por tanto, afrontar adecuadamente las emociones positivas son clave para un buen futuro y también para un buen verano.
Como apoyo a esta idea, diversos estudios señalan una relación entre estados afectivos positivos, flexibilidad y capacidad de integración de la información. Todo ello fomenta el pensamiento creativo tanto en la solución de problemas como a la hora de tomar decisiones. Por un lado, las emociones negativas pueden conducir a un estilo de pensamiento pesimista y redundante, hasta introducir a la persona en una espiral de síntomas ansiosos y depresivos, nada recomendable para el verano. Este pesimismo conduce a la persona a centrarse únicamente en ver el vaso medio vacío. Por otro lado, las emociones positivas pueden conducir a un pensamiento más abierto y flexible, basado en un campo de atención más amplio. De esta manera, facilitan el afrontamiento del estrés, de la adversidad y aumentan el nivel de bienestar tanto en el momento del verano como sin duda, en el futuro.
El papel de las emociones positivas
El efecto constructivo de las emociones positivas, tanto a nivel individual como comunitario, tienen un papel fundamental en el crecimiento y desarrollo personal y también en los comportamientos que preparan a las personas para tiempos como los del verano.
Como ejemplo de esto, hemos leído que un estudio realizado sobre las medidas que se tomaron antes y después del 11-S mostraban que quienes, tras el atentado, presentaban emociones positivas desarrollaban menos síntomas depresivos, más aprendizaje positivo, un mayor nivel de optimismo, mayor satisfacción con la vida y mucha más tranquilidad. Los autores concluyeron que el hecho de experimentar sensaciones positivas tras una situación traumática hace que cualquier persona que la viva:
- Sienta experiencias subjetivas positivas.
- Reduzca el “daño” que las emociones negativas provocan.
- Minimice el desarrollo de depresiones a largo plazo, aumentando la probabilidad de que se sienta bien en el futuro.
- Refuerce los recursos personales de afrontamiento.
- Posea un pensamiento más creativo, integrador y flexible, además de una mayor facilidad para el descubrimiento de nuevas ideas, acciones y vínculos sociales.
Por tanto, se puede decir que experimentar una emoción positiva, es decir, sentirse bien, transforma a las personas para mejor, ya que las hace más optimistas, más resistentes y más conectadas.
Si bien es cierto que hasta el momento se ha dotado de menos importancia a los eventos positivos que a los negativos, en gran parte porque los sucesos positivos no comprometen la supervivencia, podemos extraer que debemos desarrollar métodos para experimentar emociones positivas con mayor frecuencia. De esta manera, se favorecerá también un proceso de transformación, ya que las emociones positivas de cada persona pueden resonar a través de los demás, favoreciendo la existencia de una cadena de eventos positivos. En definitiva, una sociedad en la búsqueda de un mayor crecimiento, resiliencia y mejor preparada para tiempos difíciles o para momentos de ocio como para el verano.
Hacer un registro de tus emociones positivas
Cosas que pueden hacerse:
- Nombrar las emociones positivas que nos sean conocidas; las que ya hemos sentido en algún momento en nuestro verano.
- Armar una lista. Agregar más emociones a medida que las sentimos.
- Pensar (y escribir) cuáles actividades, situaciones o personas están asociadas con cada una de estas emociones nos puede ayudar porque escribir cura, alivia, acompaña, reconforta.
- Ver la lista de emociones al final del día y escribir cuando sentimos emociones positivas.
- Hacer un registro de las emociones positivas ya que ayuda a darnos cuenta de los sentimientos positivos que ya hemos vivido y de las situaciones o actividades que los generan.
Aumentar ciertas emociones positivas
Identificar una emoción positiva que deseemos aumentar, ayuda. Digamos, por ejemplo, que deseamos estar más alegre. Pensemos en diferentes circunstancias o actividades que puedan generar esa emoción. Escribamos cuantas más podamos.
Además, concentrase en las cosas simples y pequeñas, como una canción que nos hace sentir alegre al escucharla. Cada vez que nos sintamos contentos, agregamos en la lista la situación o la actividad que nos hizo sentir de esta manera.
Una vez que sabemos qué provocó la emoción que queremos aumentar, decidamos de qué manera incluir estas actividades en nuestra vida diaria. Elegir cosas que sean razonables hacer diariamente en función de las posibilidades de cada uno/a. Y en verano, es más fácil encontrarlas.
Comprometámonos a llevar a cabo una o más acciones para aumentar el sentimiento que deseamos aumentar en nuestra vida. Hacer tiempo para estas experiencias. Este ejercicio emocional nos protegerá nuestra salud.
Crear una colección de experiencias positivas
A veces nos olvidamos cómo volver a tener emociones positivas. Es posible que necesitemos un recordatorio que nos permita regresar a ese lugar feliz. Y el verano es un buen momento para hacerlo. Para ello es útil la colección de experiencias positivas.
Estas colecciones de experiencias positivas son recordatorios que nos permiten producir sentimientos asociados con buenos momentos en nuestras vidas, con cosas en las que nos destacamos, con alegrías y logros, con las cosas que nos divirtieron, la música que nos gusta o la gente a la que queremos. Es una colección de positivismo que en verano adquiere un color y una música especial.
Coleccionar cosas que nos ayuden a transportarnos emocionalmente a otro momento de nuestra vida en esta época del verano es muy importante. Por ejemplo:
- fotos o recuerdos de momentos felices del verano
- premios que nos recuerden nuestros logros en alguna actividad deportiva que aprendimos en agosto
- tarjetas o comentarios escritos de personas que son parte de nuestra vida y de nuestro verano
- citas favoritas que nos inspiran o la letra de una canción que oímos en fiestas veraniegas
- recuerdos de nuestra niñez de sitios del verano
- algo que hayamos hecho o dibujado en esta época del año
- un regalo que alguien te hizo en julio o agosto
- la foto de alguien que admiras que uno tuvo el honor de conocer en estos meses
Lo más importante es poder elegir elementos que generen emociones positivas en nosotros.
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