Las emociones positivas también son para el verano

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El fomento de las emociones positivas se ha convertido en las últimas décadas en un recurso terapéutico y para la transformación de la vida cotidiana de las personas. Y también las emociones positivas son para el verano. Y como dice Patricia Ramírez, las emociones no se compran, pero si se entrenan.

Tal como escribía en un artículo sobre las emociones positivas, los estados emocionales positivos se relacionan con el fomento de la participación activa en la consecución de objetivos y con el entorno de la persona, que al estar en esta época más abiertos a las relaciones, ya que en verano se convierte en un tema indispensable. Por eso, es importante trabajar con:
• Confianza (la confianza no da asco), optimismo (encontrar una oportunidad en cada dificultad) y auto-eficacia (confianza en la propia capacidad para lograr los resultados pretendidos);
• Simpatía (afecto o inclinación hacia una persona o hacia su actitud o comportamiento) y con visión positiva de los demás;
• Sociabilidad (convivir en armonía con otras personas) y energía (todos conocemos a alguien que transmite una luz especial, que desprende alegría, positivismo, que nos hace ver la vida desde otro punto de vista e incluso nos la alegra con su compañía);
• Comportamiento social (que nos une a la vida de los demás y a nuestras relaciones con ellos);
• Bienestar físico, mental, emocional y social (El bienestar físico se da cuando la persona siente que su cuerpo funciona. El bienestar mental se manifiesta a través de ciertas habilidades como aprender y tener capacidad intelectual; procesar información y actuar conforme a ella; discernir sobre valores y creencias; tomar decisiones bien pensadas y ponerlas en práctica o comprender nuevas ideas. El Bienestar emocional consiste en la habilidad de manejar las emociones. El bienestar social está relacionada con factores que participan en la calidad de vida);
• Afrontamiento efectivo del estrés (son los esfuerzos que se hacen para controlar, reducir o aprender a tolerar las amenazas que conducen al estrés);
• Originalidad (hace referencia al origen de algo ya sea a su carácter nuevo, insólito o las particularidades de su primera versión) y flexibilidad (adaptarse con facilidad a las diversas circunstancias);
Las emociones positivas como la alegría o la satisfacción, típicas para un buen verano, comparten la característica de ampliar los repertorios de pensamiento y acción, construyendo reservas de recursos para futuras crisis o situaciones en que es necesario afrontar retos. Y el verano puede ser un buen momento para la reflexión y para preparar esos momentos para el futuro.
Experimentar emociones positivas, además de generar un efecto placentero a corto plazo, tiene un efecto a largo plazo, ya que ayuda a preparar a la persona para otros momentos más agradables como el verano y también más difíciles de la vida. De esta manera, mientras las emociones negativas permiten solucionar problemas de adaptación inmediata, las emociones positivas se relacionan con el desarrollo personal y social, reforzando la resistencia ante la adversidad y la resiliencia. Por tanto, afrontar adecuadamente las emociones positivas son clave para un buen futuro y también para un buen verano.
Como apoyo a esta idea, diversos estudios señalan una relación entre estados afectivos positivos, flexibilidad y capacidad de integración de la información. Todo ello fomenta el pensamiento creativo tanto en la solución de problemas como a la hora de tomar decisiones. Por un lado, las emociones negativas pueden conducir a un estilo de pensamiento pesimista y redundante, hasta introducir a la persona en una espiral de síntomas ansiosos y depresivos, nada recomendable para el verano. Este pesimismo conduce a la persona a centrarse únicamente en ver el vaso medio vacío. Por otro lado, las emociones positivas pueden conducir a un pensamiento más abierto y flexible, basado en un campo de atención más amplio. De esta manera, facilitan el afrontamiento del estrés, de la adversidad y aumentan el nivel de bienestar tanto en el momento del verano como sin duda, en el futuro.

El papel de las emociones positivas

El efecto constructivo de las emociones positivas, tanto a nivel individual como comunitario, tienen un papel fundamental en el crecimiento y desarrollo personal y también en los comportamientos que preparan a las personas para tiempos como los del verano.
Como ejemplo de esto, hemos leído que un estudio realizado sobre las medidas que se tomaron antes y después del 11-S mostraban que quienes, tras el atentado, presentaban emociones positivas desarrollaban menos síntomas depresivos, más aprendizaje positivo, un mayor nivel de optimismo, mayor satisfacción con la vida y mucha más tranquilidad. Los autores concluyeron que el hecho de experimentar sensaciones positivas tras una situación traumática hace que cualquier persona que la viva:
  • Sienta experiencias subjetivas positivas.
  • Reduzca el “daño” que las emociones negativas provocan.
  • Minimice el desarrollo de depresiones a largo plazo, aumentando la probabilidad de que se sienta bien en el futuro.
  • Refuerce los recursos personales de afrontamiento.
  • Posea un pensamiento más creativo, integrador y flexible, además de una mayor facilidad para el descubrimiento de nuevas ideas, acciones y vínculos sociales.
Por tanto, se puede decir que experimentar una emoción positiva, es decir, sentirse bien, transforma a las personas para mejor, ya que las hace más optimistas, más resistentes y más conectadas.
Si bien es cierto que hasta el momento se ha dotado de menos importancia a los eventos positivos que a los negativos, en gran parte porque los sucesos positivos no comprometen la supervivencia, podemos extraer que debemos desarrollar métodos para experimentar emociones positivas con mayor frecuencia. De esta manera, se favorecerá también un proceso de transformación, ya que las emociones positivas de cada persona pueden resonar a través de los demás, favoreciendo la existencia de una cadena de eventos positivos. En definitiva, una sociedad en la búsqueda de un mayor crecimiento, resiliencia y mejor preparada para tiempos difíciles o para momentos de ocio como para el verano.

Hacer un registro de tus emociones positivas

Cosas que pueden hacerse:
  1. Nombrar las emociones positivas que nos sean conocidas; las que ya hemos sentido en algún momento en nuestro verano.
  2. Armar una lista. Agregar más emociones a medida que las sentimos.
  3. Pensar (y escribir) cuáles actividades, situaciones o personas están asociadas con cada una de estas emociones nos puede ayudar porque escribir cura, alivia, acompaña, reconforta.
  4. Ver la lista de emociones al final del día y escribir cuando sentimos emociones positivas.
  5. Hacer un registro de las emociones positivas ya que ayuda a darnos cuenta de los sentimientos positivos que ya hemos vivido y de las situaciones o actividades que los generan.

Aumentar ciertas emociones positivas

Identificar una emoción positiva que deseemos aumentar, ayuda. Digamos, por ejemplo, que deseamos estar más alegre. Pensemos en diferentes circunstancias o actividades que puedan generar esa emoción. Escribamos cuantas más podamos.
Además, concentrase en las cosas simples y pequeñas, como una canción que nos hace sentir alegre al escucharla. Cada vez que nos sintamos contentos, agregamos en la lista la situación o la actividad que nos hizo sentir de esta manera.
Una vez que sabemos qué provocó la emoción que queremos aumentar, decidamos de qué manera incluir estas actividades en nuestra vida diaria. Elegir cosas que sean razonables hacer diariamente en función de las posibilidades de cada uno/a. Y en verano, es más fácil encontrarlas.
Comprometámonos a llevar a cabo una o más acciones para aumentar el sentimiento que deseamos aumentar en nuestra vida. Hacer tiempo para estas experiencias. Este ejercicio emocional nos protegerá nuestra salud.

Crear una colección de experiencias positivas

A veces nos olvidamos cómo volver a tener emociones positivas. Es posible que necesitemos un recordatorio que nos permita regresar a ese lugar feliz. Y el verano es un buen momento para hacerlo. Para ello es útil la colección de experiencias positivas.
Estas colecciones de experiencias positivas son recordatorios que nos permiten producir sentimientos asociados con buenos momentos en nuestras vidas, con cosas en las que nos destacamos, con alegrías y logros, con las cosas que nos divirtieron, la música que nos gusta o la gente a la que queremos. Es una colección de positivismo que en verano adquiere un color y una música especial.
Coleccionar cosas que nos ayuden a transportarnos emocionalmente a otro momento de nuestra vida en esta época del verano es muy importante. Por ejemplo:
  • fotos o recuerdos de momentos felices del verano
  • premios que nos recuerden nuestros logros en alguna actividad deportiva que aprendimos en agosto
  • tarjetas o comentarios escritos de personas que son parte de nuestra vida y de nuestro verano
  • citas favoritas que nos inspiran o la letra de una canción que oímos en fiestas veraniegas
  • recuerdos de nuestra niñez de sitios del verano
  • algo que hayamos hecho o dibujado en esta época del año
  • un regalo que alguien te hizo en julio o agosto
  • la foto de alguien que admiras que uno tuvo el honor de conocer en estos meses
Lo más importante es poder elegir elementos que generen emociones positivas en nosotros.
Y hay que tener claro que una persona optimista, como apunta Patricia Ramírez:
  1. Se queda con lo positivo frente a lo negativo cuando interpreta el entorno y las dificultades
  2. Verbaliza en positivo y en términos de soluciones, en lugar de rumiar y reconcomerse con lo negativo
  3. No anticipa lo malo que va a suceder
  4. Minimiza el error y el fracaso
  5. Se contempla como responsable de su éxito y se rodea de amigos
  6. Valora más lo que tiene que lo que le falta y presta ayuda
  7. Tiene una firma de pensar orientada al éxito
  8. Engrandece los momentos positivos
  9. Disfruta del camino
  10. Utiliza un idioma positivo
Se pueden agregar, extraer o cambiar estos elementos en cualquier momento.
Cuando uno/a se siente triste o desanimado/a, toma unos minutos para recargarse de emociones positivas. Mirar la vida con optimismo sirve para tomar una dosis de positivismo diaria. Y cuán necesaria es en verano!
A medida que haces un esfuerzo para aumentar tus emociones positivas, es posible que notes que estás más contento, que has logrado más cosas y que tienes más energía. Una pequeña inversión diaria de concentración en lo positivo generará grandes recompensas para este verano.
Por tanto, como dice Patricia Ramírez, con la cual empezábamos, las actitudes están condicionadas por nuestras ideas porque en parte somos y hacemos lo que nos decimos, como hemos comentado en alguno de nuestros anteriores artículos. Y viendo lo que decíamos hace unas semana, se puede decir que experimentar una emoción positiva, es decir, sentirse bien, transforma a las personas para mejor. Y los hace:
  • más optimistas
  • más resistentes y
  • más conectadas
Y todo ello mejor en verano, porque las emociones son también para el verano. A por ello.






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