Vídeo | Pateando en la noche en que Hernán Pérez del Pulgar desafió al reino nazarí

Una historia de fe, estrategia y valentía que se esconde bajo los cimientos de la actual Catedral de Granada

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Hernán Pérez del Pulgar | GDAI
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Granada no es solo la Alhambra, los Reyes Católicos o la leyenda trágica de Boabdil. Entre los pliegues menos conocidos de su historia encontramos personajes que, si bien no son tan famosos, dejaron huellas imborrables. Uno de ellos es Hernán Pérez del Pulgar, conocido como "El de las Hazañas". Su nombre puede sonar a los más eruditos en historia, pero para muchos granadinos aún permanece en la sombra de otros protagonistas de la época nazarí y de la Reconquista.

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Hoy, gracias al trabajo de divulgación de personas como nuestra colaboradora Marta de @pateandogranada, rescatamos del olvido una de las gestas más audaces que se recuerdan de este caballero castellano. Una historia que nos traslada a una Granada musulmana en sus últimos estertores, a pocos meses de rendirse ante los Reyes Católicos.

El contexto: Granada en los últimos años del Reino Nazarí

Corría el año 1490. La guerra de Granada llevaba ya casi una década y los Reyes Católicos habían puesto todo su empeño en conquistar el último bastión musulmán en la península. Alhama, una ciudad clave por su situación geográfica, había caído en manos cristianas en 1482, convirtiéndose en una base estratégica desde la que lanzar incursiones hacia el corazón del reino nazarí.

Fue precisamente desde Alhama donde Hernán Pérez del Pulgar ideó una misión casi suicida, cuya finalidad no era tanto obtener una victoria militar, sino humillar al enemigo en su propia capital. Con apenas quince hombres de confianza, emprendió una de las operaciones más simbólicas de toda la contienda.

La incursión nocturna: la mezquita y el AVE MARÍA

La noche elegida fue una de diciembre de 1490. La oscuridad servía de aliada para este grupo de valientes que, guiados por el cauce del río Darro, se adentraron sigilosamente en la ciudad de Granada. Avanzaron por sus callejuelas, ocultos por la noche y la sorpresa, hasta llegar a las puertas de la mezquita principal.

Lo que Hernán hizo a continuación fue un acto de propaganda cristiana, tan simbólico como provocador: clavó en la puerta de la mezquita un cartel con la inscripción “AVE MARÍA”, una declaración de fe y de desafío en el corazón del islam andalusí. Los quince hombres se arrodillaron mientras realizaban esta ofrenda, sellando con ese gesto una de las escenas más audaces de la Guerra de Granada.

El plan incluía además prender fuego a la Alcaicería, el gran mercado nazarí, que se extendía por lo que hoy conocemos como el centro histórico de Granada. Sin embargo, el ruido de la incursión despertó a la guardia musulmana, que reaccionó rápidamente. El incendio fue frustrado, pero la huida de Hernán y sus hombres fue un éxito militar sorprendente: regresaron sanos y salvos a Alhama, tras haber penetrado en la ciudad más vigilada del reino enemigo.

Una hazaña reconocida por los Reyes Católicos

El impacto de la acción no tardó en llegar a oídos de Isabel y Fernando. Lejos de reprochar la temeridad del gesto, los Reyes Católicos lo consideraron un golpe moral al enemigo. Hernán no buscaba destruir, sino enviar un mensaje: que los cristianos podían entrar en la capital nazarí cuando quisieran, y que la caída de Granada era solo cuestión de tiempo.

Como muestra de gratitud y respeto, los monarcas prometieron a Pérez del Pulgar un honor muy particular: ser enterrado en la futura Catedral de Granada, aún inexistente en ese momento. El gesto tenía una carga simbólica inmensa, pues se le ofrecía descanso eterno en el corazón espiritual del nuevo orden cristiano que se impondría tras la toma de la ciudad.

El legado de Hernán Pérez del Pulgar

Hoy, el nombre de este caballero aparece citado en crónicas de la época, donde se le llama con razón "El de las Hazañas". Fue un militar que combinó audacia, simbolismo y estrategia, y que entendió como pocos la importancia del gesto en tiempos de guerra.

Su tumba puede visitarse hoy en la Iglesia del Sagrario, junto a la Catedral de Granada. Concretamente, en la Capilla de la Adoración Perpetua, en el mismo solar que en tiempos musulmanes ocupó la mezquita donde él dejó su célebre cartel.

Su lápida es sencilla, sin grandes alardes, pero cargada de historia. Allí descansa quien fue protagonista de una de las incursiones más singulares del conflicto que puso fin a ocho siglos de presencia islámica en la península ibérica.

¿Por qué recordar a Hernán hoy?

Recordar a Hernán Pérez del Pulgar es dar voz a los personajes que tejieron la historia desde la sombra. No todo fue Boabdil, ni todo fue Isabel y Fernando. La historia también se construye con gestos como el suyo: decididos, temerarios, y profundamente simbólicos.

Granada, que tanto debe a su pasado multicultural, guarda todavía muchas historias como esta entre sus calles, muchas de ellas invisibles al ojo apresurado del turista. Por eso es tan importante el trabajo de personas como Marta en @pateandogranada, que ayudan a descubrir y valorar el alma de la ciudad a través de sus personajes olvidados.







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