Pedro Osuna, la firma granadina en las bandas sonoras de Hollywood

A sus 24 años, ha colaborado en películas como las últimas entregas de Thor y James Bond, y este mes acudirá al Festival de Cine de Venecia por primera vez como compositor titular de la banda sonora completa de un filme, ‘Argentina, 1985’

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El granadino Pedro Osuna ya ha colaborado con películas como las últimas entregas de Thor y James Bond | Foto: GD
Chema Ruiz España
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En un día normal de trabajo, Pedro Osuna (Granada, 1997) se levanta, pasa por la ducha mientras se despereza y se prepara un té verde. Una vez concluido el ritual, se sienta frente al ordenador, con el piano bien cerca y sin perder de vista el papel y el lápiz, donde conjura a las musas para ir hilvanando negras, corcheas y silencios. "Miro qué hay que hacer en el día. Si he tenido una reunión con el director, tendré varias piezas de música que revisar, porque es un proceso iterativo, en el que siempre vas haciendo versiones. Te van dando notas y las mejoras hasta que todo el mundo está contento", sintetiza. Unas composiciones que, tiempo después, sumergen en la gran pantalla a espectadores de todo el mundo.

-¿Cómo llega un granadino a poner sonido a las películas de Hollywood?

-Pues buena pregunta. Creo que fue un día, viendo Pesadilla antes de Navidad, cuando tuve un momento de revelación divina. Me di cuenta de que había un ser humano que le ponía música a aquello, que ese era su trabajo. Que se levantaba por la mañana para ponerle música a películas como, por ejemplo, aquella, que, en su momento, era una de mis películas favoritas. Cuando me di cuenta de que eso podía ser una forma de vida, para mí, fue un momento de decir ‘no vuelvo para atrás, voy a seguir en esta dirección’.

Osuna, ahora compositor profesional, tenía entonces 15 años y acababa de emprender un viaje apasionante que le ha llevado a instalarse en Los Ángeles, donde trabaja con algunos de los músicos más importantes de Hollywood. "Empecé a buscar en Google: ‘cómo ser compositor de música de cine’", relata el joven autor, que decidió hacer funcionar la popular regla no escrita que conecta a cualquier persona a través de no más de seis intermediarios. "Cuando tienes algo claro y estás dispuesto a darlo todo por ello, la gente siempre responde muy bien y te ayuda. Recuerdo mandarle un correo a un conocido de una amiga de mi tía, y que me hablase de una escuela de Boston que, me decía, era el mejor sitio del mundo para estudiarlo. Me dijo ‘tú no tengas miedo, haz la prueba’. Entonces, me fui a Estados Unidos a estudiar, a una escuela que se llama Berklee. Eso me cambió bastante la vida", narra.

Hasta entonces, había estudiado en el conservatorio "la parte más rigurosa" de la música. Desde pequeño, le acompañó el piano, pues concluyó que el violín no era lo suyo. "Era muy difícil y me frustré porque sonaba muy feo", comenta entre risas. Con el paso del tiempo, cultivó su pasión por el cine y cierta debilidad por el jazz. Y por crear su propia música, claro. "Cuando los niños jugaban al fútbol fuera, una vez había descubierto las bandas sonoras, ya no quería jugar a nada. Solo quería jugar a componer".

Tenía 18 años cuando aterrizó en Boston, pero allí seguía sin ver el techo. "Hubo un compositor, que era amigo del sobrino de una amiga de otra amiga, un conocido de cuarto grado, a quien le mandé un correo diciendo ‘oye, soy un compositor, ¿cómo se puede hacer esto?’. Empecé a insistirle y, como cuatro o cinco años después, eso derivaría en la primera película en la que trabajé como compositor adicional, Klaus", continúa. Lo rescata de la memoria con naturalidad, a punto de acudir al Festival de Cine de Venecia, a finales de este mes, por primera vez como compositor titular de la banda sonora completa de un filme, ‘Argentina, 1985’, de Santiago Mitre. "Su última película la hizo Alberto Iglesias, que es un genio, así que el listón lo habían dejado bastante alto", apunta.

"Fue todo un hilo. Siempre hacía el trabajo y luego no miraba hacia atrás. De hacer un trabajo bien, a hacer otro. De películas muy pequeñas en las que era asistente del copista, empecé luego a ser copista. Después, orquestador, y más tarde, asistente del compositor", precisa. Un camino durante el que este granadino, el estudiante más joven de Berklee en trabajar en una película nominada a los Oscars, ha ido escribiendo una filmografía de postín, que incluye, entre otros largometrajes, ‘Thor: Love and Thunder’, ‘Lightyear’ y ‘James Bond: No time to Die’.

Pero ahora solo piensa en el filme de Santiago Mitre. "Es, posiblemente, la película más importante de la historia de Argentina. Me siento afortunadísimo de poder ayudar a contar esta historia con la música", exterioriza Pedro Osuna. En este proyecto, ha trabajado con Victoria Alonso y Axel Kuschevatzky, productores, además de Michael Giacchino, con quien ya había colaborado en la última entrega de Thor y en ‘Lightyear’. "Cuando ves los créditos, de hecho, pone ‘música de Pedro Osuna; banda sonora producida por Michael Giacchino’. Ahora está haciendo todas las películas más grandes del mundo. Es un honor hacer mi primera película como compositor titular bajo el ala de un compositor tan grande", sostiene.

El proceso creativo

Su trabajo varía en función de cada proyecto, aunque de forma común sí señala que "el cine es un trabajo en equipo". "El director no lo hace todo. Pasa lo mismo con la música. A mí me gusta tener el control sobre toda la visión musical al mínimo detalles. He coescrito, he escrito para otros, he orquestado para otros… En ‘Argentina, 1985’, toda las notas de la banda sonora, todo lo que se oye en la película, lo escribí yo", subraya. Es por ello que esta es la película a la que le tiene más cariño, por encima de otras producciones mayores. "Luego, la que más ilusión me hace es la próxima que voy a hacer", avanza el granadino.

En este proceso creativo, todo comienza con el visionado del filme o la lectura del libreto. "En cuanto yo veo la película, yo escribo una suite -una composición que designa el tono musical de la producción cinematográfica-. Es muy importante. Para que la música sea interesante, creo fielmente en escribir sin mirar a la película. La ves y escribes una suite que te haga sentir lo que te hizo sentir el largometraje. De ahí, extraes los temas de los personajes, las situaciones…", precisa. Una serie de piezas que, más adelante, ya sí concreta "fotograma a fotograma". 

Además del cine, el trabajo de Pedro Osuna se introduce en otros espectros musicales. "He encontrado una posibilidad de profundizar en la música de concierto y de ser personal que la verdad es que me parece muy emocionante. Además, eso hace que mi música de cine sea muy distinta, creo. Mi música de concierto influye mucho a mi música de cine y viceversa. Me interesa mucho la gente que hace cine y otra cosa, ya sea que produzcan hip-hop o escriban para grandes orquestas", ahonda el granadino, enfrascado en un proyecto con Hila Plitmann en el que contará a través de sus notas una historia sobre una mujer del Sacromonte del siglo XV. En ello contribuye su forma de comprender la colaboración laboral. "Yo voy donde me llama el trabajo. La infraestructura, si eres una empresa o eres autónomo, da igual. Para mí es todo muy humano. ¿Nos caemos bien? ¿Sí o no? Y ya está", resuelve.

-Ha mencionado antes que le hace especial ilusión su próximo proyecto. ¿Cuál será?

-No puedo decir nada. Es lo malo del cine, que no se puede decir nunca nada.

-¿Es una gran producción de Hollywood?

-No puedo decir nada -ríe-.







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