Jesús Cintora: "Interesa que no se juzgue igual al político de turno que al ciudadano medio"

El periodista aborda los tejemanejes del poder en 'No quieren que lo sepas', su cuarto libro, que presentó el martes en Granada

Jesús Cintora - Paula Santander
Jesús Cintora, junto a la fuente del patio del Ayuntamiento de Granada, que no es la misma de la que beben sus informaciones | Fotos: Paula Santander
Gisela Aragón y Miguel López
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El periodista Jesús Cintora (Ágreda, 1977) ha desarrollado su carrera profesional en diversas ramas de la comunicación como analista o conductor de espacios de actualidad en televisión y radio. En este último medio se desempeñó durante 15 años en Cadena SER, donde coordinó el tramo informativo de Hoy por hoy con Iñaki Gabilondo o dirigió Hora 14 y Hora 25 Fin de Semana. En la televisión ha estado al frente de programas como Las mañanas de Cuatro, Las cosas claras, Cintora a pie de calle o Carretera y manta. También ha colaborado en programas de Atresmedia como Al rojo vivo, La Sexta Noche, Liarla Pardo y Más vale tarde, entre otros. Además de este largo recorrido por televisión y radio, Cintora ha escrito varios libros de la mano de la editorial Espasa: La hora de la verdad (2015), Conspiraciones (2017) y La Conjura (2020). A finales de marzo publicó el último, que presentó el pasado martes en el Ayuntamiento de Granada, y lleva por título No quieren que lo sepas. 

Pregunta (P): ¿Qué es lo que no quieren que sepamos?

Respuesta (R): El libro traza una serie de relaciones entre gente poderosa en una espina dorsal de aspectos por mejorar en un estado, que va desde la corrupción del rey emérito, que ha quedado impune, a la excesiva politización que hay en la justicia. La concentración de poder económico en manos de los oligopolios de las eléctricas, la banca, la construcción... Es un sistema político donde se está cayendo demasiado en la teatralización y en las guerras intestinas, las guerras internas que a veces dejan en un segundo plano u oscurecen la gestión. También el programa de los medios, donde hay una excesiva intromisión de la política y poderes económicos con fines espurios, así como la propia sociedad, que en algunos casos sí que sufre un letargo, un despiste, un miedo a afrontar la realidad. El libro tiene la vocación de ser crítico con una vocación de mejora, de retratar lo que debe mejorarse en este país.

P: ¿Y qué era lo que no querían que se supiese cuando le cesaron en Las Mañanas de Cuatro o cuando cancelaron Las cosas claras?

R: Pues eso habría que preguntárselo a quienes lo hicieron. Lo que yo puedo decir es que eran programas que tenían una vocación de periodismo ciudadano y contaban lo que pasaba. No hay ninguna condena por mentir ni nadie me reprochó que hubiéramos dicho algo que no fuera verdad. Gustaban al público y, encima, cada vez más. Eran programas hechos para el ciudadano, esa es la realidad. Además, con gente con talento. Si son recordados, por algo será. No son recordados precisamente por haberlo hecho mal, sino porque tenían un cariño del público y sus cancelaciones representan casos lamentables.

P: A priori, los medios de comunicación están destinados a llevar la verdad a nuestra sociedad, ¿cree que actúan con plena honestidad hoy en día o están altamente influenciados?

R: Pues hay de todo, e influenciados seguro. Medios de comunicación hay muchos, de muchos tipos. Los grandes medios de comunicación son de grandes empresas, accionistas o consejos de administración, y sí que es cierto que hay que valorar hasta qué punto puede la influencia y la intromisión política o de intereses económicos determinados. Al final, las licencias de radio o de televisión las concede la administración. Una campaña de publicidad la puede dar o quitar una gran empresa que maneja mucho dinero para poder influir. Con ese mapa, a veces sí que están en duda determinadas decisiones y hay que pensar siempre si el periodismo se hace pensando en una cuenta de resultados o en el servicio a la ciudadanía.

P: ¿En España hay nicho para esos otros medios independientes en un sistema como el de España, que depende tanto de la publicidad?

R: De entrada no es malo que los medios de comunicación sean de empresas y no tiene que ser negativo, siempre ha habido editores en los medios de comunicación. Yo denuncio que quiten a un periodista, aunque no se cuente algo que es verdad, y que influya el interés de un poder económico que no se ajusta a lo que ocurre y que cuenta unas cosas y otras no. O que ampare fake news o líneas editoriales que vayan en contra de lo que realmente han prometido. Eso es lo denunciable. Los medios alternativos son ya una realidad y van a ir cada vez a más. Estamos viviendo una transformación en la cual los medios tradicionales se enfrentan a un cambio de consumo que va muy ligado a las nuevas tecnologías. Mucha gente, máxime de una edad para abajo, consumen los medios a través de plataformas digitales y, sobre todo, teléfonos móviles. No entienden la televisión o la radio. Eso va a configurar otro mapa. En X años vamos a ver una transformación absoluta.

P: ¿Los políticos han sido honestos con la pandemia del Covid-19 o nos han ocultado información?

R: De la pandemia hay que sacar una conclusión: la polarización o la política de declaraciones y confrontación no resuelven nada. En una pandemia con tantos muertos habría que analizar qué fallos y cambiarlos. Sin embargo, a la gente se le ha visto distraída y pensando en si la culpa era de unos o de otros, con declaraciones estridentes en un tema que es muy serio. En el libro cuento por ejemplo lo que ocurre en las residencias de ancianos en este país. La gente no sabe los intereses que tienen las empresas de Florentino Pérez ahí. Igual que no puede ser que los servicios de asistencia a nuestros mayores, con un alto grado de privatización, no tengan mayor asistencia sanitaria o de cuidados. Tampoco es admisible el deterioro que está habiendo en la atención primaria o la falta de especialistas en la sanidad pública, donde las listas de espera van en aumento. Todo eso es lo que hay que mejorar y sacar la conclusión de que en prevención no fuimos todo lo finos que podíamos ser. Aquí se dijo que iba a haber tres muertos. Eso es lo que interesa, no la política de distracción y si la culpa fue de tal o de cual. Igual es que al final hubo grados de responsabilidad compartida.

P: ¿Cómo puede ser que en algo tan serio como una pandemia, una administración pueda decir que las residencias de ancianos eran competencia de otra y viceversa? ¿Esto pasa en otros países?

R: Yo no tengo la receta de lo que pasa en todos los países. Sería un cretino si dijera que lo sé. Que haya oposición no es malo, sino sano. Tiene que haber un equilibro entre los gobiernos y aquellos que los interpelan, ya sean autonómicos o nacionales. Incluso el periodismo también debe estar ahí como contrapeso al poder político de turno. A partir de ahí, sí que es cierto que en el tema de la pandemia hay algo que une a bastantes partidos y gestores, y es que no se ha investigado debidamente lo ocurrido. Así lo están denunciando organizaciones, instituciones y colectivos. ¿Por qué será? Igual es porque hay varios intereses en ocultarlo y varios partidos implicados. Esa es la realidad y lo que realmente hay que abordar. Estamos hablando de miles de muertos, además de ancianos que, en muchos casos, sacaron este país adelante y murieron abandonados como perros mientras hubo gente que incluso se lucró en ese tiempo cobrando comisiones por material. Estaban puestos a dedo para gestionar la pandemia como cuento en el libro con la llamada 'Operación Bicho'. Debe hacerse justicia en eso más que en la política esta de circo, de declaraciones o de teatralizaciones. Es necesario saber lo que ocurre porque no puede quedar impune.

P: En su libro habla también del desprestigio de las instituciones cuando el ciudadano percibe que no se ataja correctamente la corrupción, y aporta un dato de Transparencia Internacional: en España hay 11,5 jueces por cada 100.000 habitantes. Está por debajo de Catar, Lituania o Corea. ¿El poder judicial tiene la estructura adelgazada adrede?

R: La estructura judicial en España se podría perfeccionar si quisieran. Al final interesa que no haya medios, sino una doble vara de medir en la justicia y un número de aforados sin parangón. Interesa que no se juzgue igual al político de turno que al ciudadano medio. Interesa que haya causas que prescriban o que haya tribunales especiales para juzgar a un político diferente a los que van a buscar al ciudadano. Esa es la realidad. También que haya una inviolabilidad para un rey... ¿Pero qué es esto? ¿Cómo puede ser? Hay una impunidad en ese sentido y aspectos a mejorar en la justicia, además de una excesiva intromisión. Al final hay un reparto de cargos políticos en las altas instancias como el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional o el de Cuentas. Se establece un reparto político que, de una forma opaca, reparte instancias judiciales a costa de perder independencia.

P: La primera reacción que se podía leer en internet tras la condena a Santi Mina era gente preguntándose si irá a la cárcel. ¿Hay impunidad en determinados sectores, aunque no detenten poder, por el simple hecho de ser rostros conocidos?

R: Lo hemos visto en casos de futbolistas también. Al final claro que se ven las dobles varas de medir en la justicia, no hace falta hablar de casos concretos. Hay casos de futbolistas importantes o de políticos que se han ido de rositas porque a determinados niveles se ve impunidad. Tenemos un país donde un rey corrupto ha quedado impune y futbolistas con grandes casos de fraude no han ido a la cárcel. El libro explica cómo políticos hablan con gente de la judicatura para controlar la justicia por detrás.

P: Todo esto nos lleva a la pregunta de si en España hay una separación real de poderes o no...

R: Claro, el libro va de esto también. Se ve que no. Hay márgenes donde se aprecia claramente la excesiva intromisión entre poder político y judicial. Hay poderes que no están reconocidos como tal y son auténticos factores de lo que ocurre. Personajes como Florentino Pérez no aparecen en esos poderes, pero le aseguro yo que los poderes que tienen empresarios importantes de los oligopolios eléctricos o bancarios como Ana Botín están ahí. El libro habla de esta gente y de por qué se tiene esa doble vara de medir; de lo ocurrido con banqueros, con gente de las eléctricas o de las constructoras. A esa gente no se les menciona haciendo alusión a que hay un poder que es el de los oligopolios. Eso no se dice.

P: Al palco del Bernabéu, entonces, no se va solo a ver remontar al Madrid contra el City, ¿no?

R: Pues hay de todo. Hay gente que irá a ver el fútbol y otra que irá a hacer negocios. Para hacer algo contrario a lo ético no es necesario ir a un palco, se puede hacer en otros lugares y viene ocurriendo incluso a veces se ve a plena luz del día. El problema no está tanto ahí, sino en la gestión de asuntos que parecen corrientes pero que demuestran que siempre hay quien gana y quien pierde. Hay privilegiados y en el otro lado gente que las pasa canutas. Cuando el presidente de una eléctrica se permite llamar tontos a sus usuarios da buena prueba del nivel de estulticia existente. Están abonando cada vez más por el recibo y entre otras cosas es para pagar su sueldo. Si ese señor gana 40.000 euros al día es porque se lo pagan los clientes. Así que primero tenemos a alguien que insulta a sus consumidores y luego, encima, lo hace con arrogancia en un tiempo en el que se paga el recibo cada vez más caro. No parece muy inteligente que se ponga a escupir en la mano que le da de comer.

P: Hablando de las eléctricas, ¿recibió alguna llamada del actual Gobierno por tratar en Las cosas claras la subida del recibo de la luz?

R: En los medios de comunicación, y en la política, hay contactos habituales de gente disconforme con la forma en la que se tratan algunos temas o porque les gustaría que apareciera más su mensaje. Que hablen mal de asuntos que no les conviene no les gusta, esa es la realidad. El precio de la luz es algo paradigmático porque, de entrada, nosotros contábamos que, en su pico, había llegado a 100. Y es que llegó a 700. Era un tipo de precio que pagaba el ciudadano y se veía claramente que estaba habiendo un comportamiento extraño en el mercado. Por eso mismo se han tomado medidas. Estamos frente a otro caso ante el que no hay que callar. Hay que contarlo y denunciarlo para que los poderosos no sigan sirviéndose de prácticas que son contrarias a lo que debe ser. Vivimos en un país donde se vacían pantanos o donde hay una eléctrica que ficha al expresidente del CNI y a exministros del PP y del PSOE. Todo eso debe ser contado y esa es la profesionalidad que tiene que tener un periodista.

P: ¿Conoce usted lo que está pasando en Granada con los vecinos de la zona Norte?

R: No, sinceramente no...

P: ...Desde hace casi tres lustros vienen sufriendo reiterados cortes de luz de horas que están relacionados con los enganches ilegales. Los vecinos y la administración culpan a Endesa y Endesa a quienes cultivan marihuana en casa...

R: No me gusta opinar de los temas que no conozco. Siempre voy a estar con las víctimas, pero en esto soy muy respetuoso. De la misma forma que no me pillarán una declaración diciendo que el coronavirus era una 'gripecilla', ni me van a ver decir lo que ocurre realmente en Ucrania. Soy muy respetuoso con los asuntos que no domino y me van a permitir que no opine de lo que desconozco. Creo que eso también falta en el periodismo.

P: Usted fue de los primeros en sentar en un mismo plató a Albert Rivera, Pablo Iglesias y Pablo Casado. Pero con Iglesias ocurrió un fenómeno increíble: allí terminó de ser conocido para el gran público y después fundó Podemos...

R: Al final es cierto que la voluntad que ha habido en programas que he hecho es dar voz a gente nueva que no es tan habitual en los medios de comunicación. Gente joven y que aporta caras nuevas. Yo intento dar también oportunidades y sacar a esa otra gente. No por ellos, sino por el público, para que vea otras caras. En ese primer programa de Las Mañanas de Cuatro se juntaron Sánchez, Iglesias, Rivera y Casado. En aquel tiempo Casado no era líder del PP, Sánchez tampoco del PSOE y no gozaba precisamente de grandes oportunidades en el partido. Iglesias no había montado Podemos y Rivera solo tenía Ciutadans en Cataluña. La televisión también es un escenario en el cual se han podido dar a conocer y a mí me gusta decir que yo fiché a gente que consideraba que podían hacerlo bien en una tertulia. Luego de la gestión de cada uno no me hacía responsable. Ser un buen contertulio no quiere decir que seas un buen gestor. Lo que puedo decir es que sí ha habido vocación de llevar gente nueva a los programas, tanto periodistas como políticos. Un dirigente debe estar en los medios para explicar su programa y sus ideas, pero luego hay que analizar la gestión. Yo eso lo he cumplido siempre.

P: ¿Podemos fue la transformación de la indignación de la izquierda y Ciudadanos el "Podemos de derechas" que pedía el presidente del Banco Sabadell?

R: No me gustan ese tipo de simplificaciones porque no serían justas. Al final hay varias razones que explican todo eso y da para hablar mucho. En el caso de Ciudadanos se ve favorecido claramente por un desgaste en el Partido Popular, muy castigado por los casos de corrupción, y por un tiempo en el que también veníamos de una gestión del PP bastante contraria a las medidas que habían prometido. Prometieron no recortar en sanidad y recortaron, prometieron no recortar en educación y recortaron. Se vio a un presidente que había mentido claramente y ese desgaste le vino bien a Ciudadanos. Había gente necesitada y gente de derechas que votó a un partido distinto. También hubo quien apoyó todo esto desde el mundo económico, como el Banco Sabadell. En cuanto a Podemos, también le vino bien el desgaste del Partido Socialista de aquella época, que venía arrastrando de la gestión de los años en los que arranca la crisis con Zapatero. Había cifras de paro en aumento, recortes que ya se empezaron a hacer en aquella época, y que luego se acentuaron, y también gente joven que no tuvo referentes y que a lo mejor no iban a votar y al final acabaron votando a Podemos. En la política, como en la vida, todo eso tiene un largo recorrido y hay que analizar las cosas según vayan evolucionando: lo que se promete y lo que realmente se cumple. Lo que los partidos políticos pueden llegar a durar o no, ya veremos. Durar pueden durar pero los desgastes que hay a veces respecto a cuando uno lleva más tiempo o es nuevo merecen ser estudiados y analizados. Al final es evidente que la gestión también puede desgastar. Podemos ha tenido campañas mediáticas en contra que no ha tenido Ciudadanos, pero también tienen crisis internas que están ahí.

P: Hablaba del desgaste de los nuevos partidos, ¿a Vox le llegará ese desgaste?

R: A todos los partidos les llegan. Vox es un partido que ya está tocando instituciones. Está en Castilla y León y permite gobiernos como por ejemplo el de Andalucía. Hay veces que el auge de partidos políticos se explica por momentos determinados o por desgaste de otros. Llega el desgaste en el PP y la disconformidad y hay gente que busca otro mensaje. Pero algunos de los que mandan a mí me parecen tremendos, como cuestionar derechos conquistados por las mujeres o poner en solfa fiestas como las del colectivo LGTBI en Madrid. Me parecen temas tremendos. Pero sí, Vox está ahí y es un partido que ha pactado con el PP en Castilla y León, en Andalucía y que si lo necesita para gobernar en España, el PP recurrirá a él.

P: Las redes sociales llegaron para dar voz a la gente, pero a través de ellas también se crean las fake news, ¿usted cree que las redes ayudan o perjudican más?

R: Las fake news, o mentiras, han existido siempre. Líneas editoriales basadas a veces en mentiras o campañas contra alguien ha habido siempre. Las redes sociales tienen sus pros y sus contras, como muchas cosas en la vida. Tienen de bueno el hecho de que son foros para llegar a una gran cantidad de población y donde los ciudadanos pueden discutir sus opiniones. Dan paso a nuevas oportunidades en la comunicación. Pero en detrimento de ellas también podemos decir que es un terreno donde se ve a veces que se vierten mentiras y, de forma interesada, se montan campañas o se hacen linchamientos públicos. A veces se hace pasar por periodista gente que no lo es. Por eso yo reivindico el oficio del periodismo como el de esa persona que se ha formado, que tiene experiencia para separar el polvo de la paja, la verdad de la mentira, y que sabe contrastar una noticia y tiene ese olfato para saber qué es lo verídico. Hay gente que tiene el título de periodista y son auténticos mentirosos.

P: Por último, y parafraseando a su abuelo, ¿usted qué vida lleva?

R: El libro es también un homenaje a mis orígenes en el pueblo, en una España en la que me tocó trabajar un montón desde pequeño, que no tenía vacaciones de verano y también es un homenaje a mi abuelo porque es una demostración de lo que debemos a nuestros mayores, que sacaron adelante este país en un tiempo muy calamitoso. Al final sí que me quedo con ese saludo que tenía en el pueblo. Allí no se decía "hola", sino que mi abuelo preguntaba "¿Qué vida llevas?". Es una forma de poner en valor que lo importante al final es el tipo de vida que estás teniendo, si estás bien o no, si eres feliz o no. Es ir a la base y a lo sustancial, a lo básico, y hacer una reivindicación de eso porque lo importante en la vida es intentar ser feliz.







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