Álvaro Urquijo: "Escuchas las canciones del Benidorm Fest y piensas si merecía la pena tanto lío para eso"

El líder de Los Secretos repasa 44 años de trayectoria del grupo a dos semanas de su concierto en el Palacio de Congresos de Granada

Álvaro Urquijo
Álvaro Urquijo | Foto: Gabinete
Miguel López Rivera
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En la historia de Los Secretos, la palabra 'varapalo' se cuela de cuando en cuando entre sus canciones. Canito, Pedro A. Díaz y sobre todo Enrique Urquijo dejaron una huella indeleble en la historia de un grupo que parecía condenado a desaparecer, pero que Álvaro Urquijo (Madrid, 1962) se empeñó una y otra vez en salvar con tanta perseverancia como talento y misticismo desbordan sus integrantes desde 1981. En plena gira Recuperando las emociones, la banda llega el próximo 5 de marzo al Palacio de Congresos tras los conciertos de este sábado en Santiago de Compostela y el del próximo en San Sebastián. "En la primera gira de Los Secretos, en 1981, ya tocamos en Granada, es un público que siempre nos ha tratado muy bien", asegura Álvaro Urquijo, quien repasa con GranadaDigital 44 años de éxitos y deja varios titulares. En el recuerdo, siempre, el fallecimiento de su hermano Enrique. "Muchos periodistas asumieron que su muerte fue la de un toxicómano en un portal, entonces me callé porque no me veía con ganas", pero ahora ha decidido testimoniarlo en el libro Siempre hay un precio a fin de que "nadie cometa la imprudencia de creerse que la historia es tan banal".

Pregunta. Son más de cuatro décadas y éxitos como A tu lado, Déjame o Sobre un vidrio mojado permanecen imperecederos. Seguro que este juego de palabras no se lo han hecho nunca, pero, ¿cuál es el secreto?

Respuesta. Si haces bien tu trabajo, con honestidad y una lógica; pues a lo mejor eso no es suficiente, porque la última palabra la tiene el público. El secreto de un grupo nunca es el grupo en sí, sino el público. Le preguntaban a Mick Jagger casi lo mismo, pero con 80 años, y contestó: "Yo no hago giras para gente como tú, que estáis todo el día criticando o cuestionando por qué salgo de gira". Otra cosa es que vayas de gira y no vaya a verte nadie o aburras a la gente. Mientras haya público, el grupo está vivo.

P. Y en su último álbum de estudio regresan con temas como Mi Paraíso en el que no se cansa de repetir que quiere encontrar la puerta de atrás del paraíso. ¿Es una reivindicación de que la felicidad, lo auténtico, está en la trastienda de la vida?

R. Es algo parecido a lo que dices, sí es cierto. Yo me quejaba, porque hace 40 años no hubiera pensado que las cosas habrían ido a peor. Cuando empezamos nadie te discriminaba por tu ideología política. Era un bien conjunto. Tanto la gente más progresista como la de derechas tenía su lugar en la sociedad sin necesidad de enfrentarse e íbamos todos hacia adelante. En el tema está el hecho de que no se vendan discos y la gente lo consuma todo muy inmediatamente, que no haya un tratamiento de la cultura como yo esperaba o como en otros países de Europa. Luego hay una crítica al tratamiento que le hemos dado al planeta. Mi casa es 'cero emisiones' desde hace 20 años. Te hablo de la prehistoria de la tecnología fotovoltaica. Era una locura carísima que solo pirados como yo podían hacerlo con lo que ganaba con la música. Ahora parece que la gente se ha concienciado de este problema, yo lo hice hace 20 años. Se trata de aportar algo a la vida y no dejar una huella muy grande.

"Por tres millones de reproducciones en Spotify me pagaron 500 euros en 2018, en los noventa habrían sido 500.000"

P. Ya que saca el tema de la industria: Spotify copa últimamente titulares por distintos motivos como el patrocinio del Barça. Antes, con la polémica de Joe Rogan y Neil Young, también se destapó una crítica velada a este modelo de negocio. Corríjame si me equivoco, pero creo que usted es miembro del consejo directivo de AIE (Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes de España), ¿cómo analiza el modelo de la industria actual?

R. Bueno, fui dos años. Hace ya cuatro años que dejé el consejo de AIE. Intentaba ayudar en el Fondo de Asistencia Cultural, una sección para músicos que están en desamparo y no tienen lo mínimo para vivir. Te sorprenderías de la cantidad de gente que hay. Y, perdóname, ¿la pregunta era…?

…que cómo ve el panorama actual.

R. Pues eso tiene dos respuestas. La primera es que esas plataformas acercan la música a un dispositivo que todo el mundo tiene, y nunca ha habido tanta gente con la posibilidad de escucharla, que es algo muy bueno. Pero, por otro lado, estamos los que somos de la vieja escuela y un porcentaje de nuestra obra pertenece a multinacionales o discográficas. Primero tiene que pasar el porcentaje de la discográfica y luego el de Spotify. En 2018, por tres, cuatro o cinco millones de reproducciones, no lo recuerdo bien, me pagaron 500 euros. Era una de las primeras veces y me quedé sorprendidísimo. Eso mismo en los noventa habrían sido 500.000. Hay que poner la balanza entre que no está remunerado, pero te da difusión y te hace más fácil llenar un concierto. Desde Elvis Presley, Robert Johnson, el principio del blues, Nina Simone o los Beatles… La música siempre ha estado rodeada de gente que se aprovecha del talento del músico para hacer negocio. Ha habido un cambio de modelo. Desde mediados de los ochenta a esta parte la transformación digital ha sido brutal. El problema técnico de la pérdida de calidad ya se ha corregido, ahora solo falta el de la justicia digital, que las grandes multinacionales y Spotify tengan en cuenta que sus músicos y sus representados tienen que comer y vivir. Amigos que componían canciones para otros ahora lo están pasando canutas porque los derechos de autor que generaba un disco no son los mismos que los de Spotify. Y en YouTube puedes monetizar tu canal, pero al autor no le va a llegar dinero. Si todo va como tiene que ir, esas cosas se ajustarán. Lo contrario va en detrimento de la cultura y de la música.

P. Volviendo al disco Mi paraíso, hay otro tema titulado Si pudiera parar el tiempo que evoca directamente a Enrique Urquijo. Pero yo le pregunto a usted, ¿qué haría ahora mismo si pudiera parar el tiempo?

R. Es una metáfora. Es una canción nostálgica que habla de la gente que nos ha dejado, los grandes ídolos. Cuando era jovencito escuchaba a Bob Dylan, Bob Morrison o Neil Young y Joni Mitchell, que ahora se han ido de Spotify, pero a la vez estaban generándose nuevos ídolos como Spring, Bono y U2, Chrissie Hynde de The Pretenders y grandes bandas que han nacido con posteridad. Ahora la gente joven no tiene referentes vivos porque han ido muriendo, como les ha pasado a Tom Petty, Glen Frey de The Eagles, David Bowie, Lou Reed… Cuando vas a la página de cultura de un periódico parece casi un obituario. Fueron un faro y yo me vi influenciado por esos artistas que me arrastraron a ser músico. Ahora lo que parece es que lo que importa es estar en redes sociales y ser famoso o ganar dinero y no aprender el oficio de músico, que lleva muchas horas de sacrificio. Y no veo qué jóvenes están siendo ese referente para los nuevos músicos.

P. Pero, insisto, ¿qué haría o corregiría si pudiese parar el tiempo?

R. Muchas cosas. Ayudar a mi hermano para que no tuviera el accidente que tuvo, hacer las cosas mejor, corregir errores del pasado. Si pudiera viajar en el tiempo evitaría guerras. En realidad, es un pequeño guiño a algo imposible y un lamento al cambio a peor. Igual que Mi paraíso es un guiño a alguien que no encuentra el mundo como piensa que tiene que estar, que ve que se abre una deriva de polarización, odio y enfrentamiento. Cuando cayó el Muro de Berlín pensaba que la geopolítica se suavizaría en todo el planeta y que íbamos a progresar conjuntamente en un escenario más globalizado e igualitario y con una simbología de paz y de limpiar el planeta. No ha sido así y ese desencanto lo plasmo ahí. Eso en los noventa, luego los 2000 son la época de las redes sociales, el odio y el insultar sin poner tu foto. Por eso yo no tengo redes.

"Muchos periodistas asumieron que la muerte de mi hermano fue la de un toxicómano en un portal, me callé porque no me veía con ganas"

P. Y toda esa espiral de odio que parece teledirigida…

R. Los jóvenes de entre 15 y 21 años pasan muchas horas en redes sociales y cogen muchos estereotipos de fama y de éxito que no son reales. Evitan el esfuerzo y la cultura queda mal parada. No hay más que ver la polémica del Benidorm Fest. En todas los diarios y cadenas se ha hablado del tema, pero poco de las canciones. El mensaje y la politización iban por delante de la calidad de la canción. Eso te lo dice todo de un país que está politizado hasta para un festival de música donde lo más importante es la canción. Ponen las imágenes de cada uno de los artistas que estaban disputándose la polémica y yo no termino de oír bien ninguna de las canciones. Aparte que luego cuando las escuchas y las miras en internet dices: "¿Y tanto lío para esto?". Si la cosa fuera entre un Yesterday y un Simpatía por el diablo de los Rolling, pasando por un Blowin' in the wind de Bob Dylan y a ver quién decide cuál es la mejor... Pero estaban vendiendo otra cosa que no es una canción. En Eurovisión primero presentaban al compositor, luego al director artístico y que iba a dirigir la orquesta y posteriormente al intérprete. Era algo muy respetuoso con la cadena de mando de la música. Aquí ya parece que el espectáculo es el que manda y da igual las canciones y artistas que vayan. Se olvidan de que la canción esté chula y bien. Lo que ocurre es que yo no soy muy de Eurovisión. Se ha ido transformando en un fenómeno más de redes y opinión popular desde hace años. Que cada uno escuche lo que quiera, pero se ha convertido en otra cosa. Ahora cuenta mucho más la escenografía y la puesta en escena. El mensaje influye y el aspecto del que va a cantar también. Sale de mi territorio. Yo no veo tanta polémica. Si pensamos en un jurado popular podemos mandar un Chikilicuatre, que me parece una pérdida de tiempo y de dinero, o podemos buscar entre los jóvenes autores una buena canción y un gran intérprete. De eso se trata.

P. Apenas unos meses antes de la pandemia dieron el gran concierto Desde que no nos vemos, un homenaje a Enrique Urquijo en el WiZink Center y la actual gira se llama Recuperando las emociones. Ahora que se ha puesto de moda la palabra 'resiliencia', ¿diría que es la que mejor define a la banda después de tantos reveses?

R. Tal vez. Desconozco el significado absoluto y literal de la palabra. Sé que es como una mezcla de resistencia y capacidad de superación. Es evidente que somos gente que hemos superado grandes baches. Hemos puesto nuestra alma a disposición del público y ellos la han acogido con cariño. Hay que hacer las cosas con lógica, tesón, convencimiento y profesionalidad. Si eso es resiliencia, muy bien, tal vez lo seamos. Yo me identifico más con tesón, pasión por la profesión cultural, afán de mejorar, práctica y calidad. Esas palabras deberían figurar más en los artículos periodísticos que 'resiliencia', 'éxito', 'fama' o 'followers'; que se han inventado nuevas.

P. Recientemente también ha publicado Siempre hay un precio, la autobiografía del grupo. ¿Qué le ha supuesto a nivel emocional hacer un viaje a lo largo de 44 años de historia de la banda?

R. Yo veía que había muchísima biografía, un libro de la revista Efe Eme con un montón de entrevistas, entrevistas mías en las que se sacaban de contexto frases, un libro editado en 2003 con el que no estoy de acuerdo. El efecto túnel que produce la memoria es muy traicionero. Si tú conoces a alguien que hace años no llevaba una vida muy ordenada, ¿crees que si le preguntas va a reconocer eso y va a decir que era un drogadicto y un borracho que ahora no se acuerda de nada? Pues no, la gente tiende a recordar lo bueno de su pasado. Yo quería dejar mis recuerdos con la mayor honestidad, sinceridad y realidad de cara a la posteridad. No quería que, si me pasaba algo por el Covid o si me atropellaba un coche, quedara esa información tan sesgada y tan poco veraz sobre la muerte de mi hermano o la historia del grupo. Nadie la había contado en primera persona y quería evitarlo antes de que se me olvide por edad o de que alguien cometa la imprudencia de creerse que la historia es tan banal. Eso se llama clickbait y en un libro pienso que nadie puede hacerlo porque es una cosa física donde lees la información de primerísima mano.

"En el Benidorm Fest, el mensaje y la politización iban por delante de la calidad, eso lo dice todo de un país"

P. De hecho, el final de Enrique pesa mucho en este libro. Usted lo explica incluso con una frase de una canción: "De peores he salido", decía él. Usted cuenta que en aquel momento se vertieron muchas mentiras respecto a aquel final.

R. Cuando murió mi hermano, muchos periodistas y periódicos asumieron que había sido la típica muerte de un toxicómano en un portal, como si se estuviera drogando. Mi hermano tenía un problema y estaba en tratamiento desde hacía 16 años y el hecho es que él era una buenísima persona, brillante, inteligente, simpática y alegre que tenía sus momentos oscuros. En uno de ellos, coincidió con que su cuerpo no estaba tan habituado como antes a cierto tipo de excesos. Pero de ahí a trasladar la otra idea hay un trecho. Nadie que escribió tenía el cien por cien de la información. Yo me callé en su momento porque no me veía con ganas de enfrentarme a todo el mundo. Pensé en dejar pasar el tiempo y hacer lo que mejor sé: mi propio homenaje y un disco de tributo en el año 2000. Luego una gira que hicimos para promocionar ese disco y sanear las cuentas de su hija, mi sobrina, como la hipoteca de la casa. Lo quise hacer a través de mantener vivas sus canciones. Creo que lo he conseguido de sobra. En 2019 hice muchas entrevistas por el 20 aniversario de su fallecimiento en las que me preguntaban por mi hermano. Yo contestaba cosas muy bonitas, pero los titulares se quedaban en lo más escabroso y destructivo, y no en lo informativo.

P. Hablaba antes de su sobrina. ¿Sintió que tenía una necesidad clarificadora con tanta gente que tuvo que leer todos esos titulares?

R. Ella es un cielo de mujer. Es muy talentosa y se gana la vida estupendamente como diseñadora. Tiene la humildad de no usar su apellido para buscar un trabajo y yo me sentí muy cercano a ella cuando murió Enrique porque se quedó sin padre. No intenté hacer ese papel, pero sí preocuparme por sus intereses porque tenía solo cuatro años. Generar derechos de autor y royalties para que le lleguen a ella es algo muy noble y creo que lo conseguí. No tengo más que palabras de admiración por ella. Tiene una marca propia de ropa que viste a gente como Rosalía o Aitana. Es muy humilde, pero tiene el talento de su padre, aunque no sea música.

P. Pasó en A tu lado, un homenaje a Enrique Urquijo también en Desde que no nos vemos y hasta en el concierto de Las Ventas en 2008 por el 30 aniversario de la banda. Ustedes son de esos grupos que siempre están rodeados de otros amigos artistas dispuestos a colaborar cuando lo necesitan. Nacha Pop, Miguel Ríos, Amaral…

R. Hemos tenido el honor de concitar el respeto y la amistad no solo de la industria, sino también de los compañeros. Cualquiera que se ha puesto delante de un micro o intentado sacar adelante una carrera artística sabe lo muy difícil que es hacer las canciones que hacía mi hermano. Era una persona muy sensible, cariñosa y alegre a la vez. Cuando he necesitado la ayuda de alguien para darle atractivo a un concierto homenaje, me pasaba que no solo encontraba gente de sobra, sino que había quien llamaba para decir: "Oye, que yo también quiero participar". Mi agradecimiento a cada uno de los artistas que nos han echado una mano en los momentos más difíciles de nuestras vidas. Son ellos los primeros que saben lo que cuesta hacer un buen tema y valoran el talento que tenía mi hermano. Eso formaba parte de un plan, que era generar derechos de autor para mi sobrina y poner el sitio del grupo donde se merecía, no simplemente que el nombre de Los Secretos estuviera asociado a una muerte violenta porque ni siquiera se puede decir que fuera adicto a nada. Llevaba un año sin tomar nada y el día que muere lo hace por coincidencia. Eso le ha pasado a Tom Petty, le pasó a Glenn Frey, Prince, Michael Jackson. Suele ser habitual que la gente que vence a una sustancia, tiene una mala racha y no se da cuenta del daño que le está haciendo a su cuerpo por el aguante que tiene. Se ven superados por una toxicidad y terminan falleciendo. No quiere decir que tengas unos hábitos determinados o una forma de vida.

"En la primera gira de Los Secretos en 1981 ya tocamos en Granada, es un público que siempre nos ha tratado muy bien"

P. Y hasta le pusieron sintonía a la cabecera de Cuéntame. Una muestra más de que su música ha traspasado generaciones…

R. Nosotros nos podemos sentir muy felices de estar donde estamos y significar lo que significamos. Eso no queda exento de que haya un trabajo detrás ímprobo y con muchísima intencionalidad de hacer las cosas bien. De hecho, esa intencionalidad nos costó que nos echaran de alguna discográfica por no hacer lo que, en teoría, comercialmente teníamos que hacer. Pero defender nuestra identidad musical nos ha traído hasta el siglo XXI con más nombre y dignidad que el respeto o la repercusión que pudimos tener en los noventa y los ochenta. Me siento un afortunado y doy gracias por ello. ¿Por qué gente de 20 o 30 años no van a escuchar una buena canción si les gusta? Cuando yo aprendí a tocar la guitarra, tocaba rocanroles de Elvis y Chuck Berry que llevaban compuestos a lo mejor 20 años. Que la música de consumo sea para cada época y que una música se haga vieja por pasar unos meses creo que no se cumple en mi caso. En nuestros conciertos hemos visto un montón de gente con 30 años que van con sus padres.

P. ¿Y qué se encontrarán quienes asistan al de Granada el 5 de marzo?

R. Cada año intentamos mejorar algo. Ya sea el espectáculo, la escenografía, el arreglo de las canciones o el repertorio. Ampliamos a dos horas o dos y diez el show para que quepa todo lo que queremos ofrecer y estamos muy orgullosos de todo lo que está sonando y pasando. Eso es un triunfo. Repasamos canciones de todas las épocas, con 28 o 29 temas que hacen que la gente disfrute muchísimo. Rescatamos canciones olvidadas, otras son las que la gente imagina que vamos a tocar, pero que desde hace unos años interpretamos con un miembro nuevo que hace los coros y las guitarras como es Txetxu Altube. Llevamos el mejor equipo que podemos, la mejor tecnología y la mejor de las voluntades.

P. ¿Guarda algún recuerdo especial de Granada en estos 44 años de carrera?

R. Buenísimos. No son más que buenos. Es una ciudad maravillosa en la que el público siempre nos ha tratado muy bien. Recuerdo que, en nuestra primera gira, en 1981, ya tocamos allí. No tengo más que buenas palabras. Es una ciudad que parece una postal de arriba abajo y con gente maravillosa y muy culta. Yo siempre he hablado de que en Andalucía la música se siente de diferente manera porque hay un feeling genético que se llama 'duende', o como queráis llamarlo, que siempre ha sabido absorber bien el talento cuando escucháis música. Es un placer volver a Granada siempre.







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