Amancio Prada canta con el eje puesto en San Juan de la Curz, Lorca y Rosalía

El maestro guitarrista repasa las grandes figuras del pasado y el presente de la musa en una gran noche

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Amancio Prada tuvo su gran noche | Foto: Gabinete
Jero Camero
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Amancio Prado tiene en Granada un espacio natural para entender su creación. Gran parte de la labor desarrollada durante su carrera, ha sido poner música a poemas. Uno de sus trabajos más aclamados fue el que hizo con el texto del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, un poema culminado por el fraile en sus años granadinos. Las letras de Federico García Lorca han sido protagonistas de muchas de sus canciones. La relación ha resultado fecunda. Y este dúo pasa a trío con Rosalía de Castro, su otra letrista fundamental, a su vez tan claramente unida al autor de Fuente Vaqueros. Por eso su recital en el Auditorio Manuel de Falla, en el marco del Festival Internacional de la Guitarra, no se planteaba como una actuación al uso. Además, se hacía en memoria de las víctimas del COVID-19.

Nada más salir al escenario, se reflejaba en el rostro de Prada la satisfacción por cantar en Granada, a unos metros del Carmen de los Mártires, donde estuvo el convento carmelitano del que fue prior San Juan de la Cruz. Comenzó evocando la figura de Federico, que junto con Rosalía y el carmelita, armaron el corpus central de su actuación. Expresivo con la voz y también con su guitarra, que por momentos era algo más que un instrumento de acompañamiento. Primorosas sus canciones y también sus presentaciones orales, cargadas de un lirismo especial y haciendo uso de una magnifica memoria. Hubo momentos para otros autores, como Gustavo Adolfo Bécquer al que ha dedicado su último trabajo en el 150 aniversario de su muerte. Entretejió la memoria entre el poeta de Fuente Vaqueros y la poetisa gallega, recordando al joven García Lorca que se refería a Rosalía como “su hermana en tristeza”.

El artista Amancio Prada destila humanidad serena y se dibuja casi mística. Transmite serenidad y anima a profundizar en la belleza de la poesía. Su figura se hace gigante en el escenario, cuando con su mirada casi dibuja el argumento de los textos que canta. Sobriedad no significa en su caso monotonía. Para concluir, dejando a un lado la amplificación eléctrica del concierto, que fue alabada con el cantautor, invitó al público a actuar como coro de unos de los poemas gallegos de Federico García Lorca.

Así concluía un concierto diseñado para Granada y donde, como tantas veces sucede con Prada, se insinúa la mística y se disfruta de la belleza de la literatura hecha canción. El mejor aval de su éxito fue la conexión con el público, que puesto en pie despedía a Amancio Prada con un sincero y rotundo aplauso.







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