El sueño americano del granadino Francisco Martos

Natural de Belicena, se mudó a Los Ángeles hace tres años, donde ha trabajado como actor en la serie 'Westworld' o para campañas de Cheetos y LG

Gorilla Pies
Aun así, Martos echa de menos su tierra y sabe que su futuro a largo plazo está en Granada | Foto: Colin Brennan
Rosa Núñez
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Perseguir el sueño americano. Una idea que puede sonar a épocas antiguas. Si bien este término lo acuñó James Truslow Adamsonm en 1931 en su libro American Epics, el concepto se retrotrae al siglo XVI. Sin embargo, continúa a día de hoy. El granadino Francisco Martos es prueba de ello, pues hace tres años que se mudó a Los Ángeles (California) con el objetivo de convertirse en actor.

Martos, natural de Belicena y afincado en la capital en su adolescencia, se fue a Estados Unidos (EEUU) con una visa M1 de estudiante para formarse en el estudio de actuación de Michelle Danner durante seis meses. Tras este periodo, cambió su visado a F1, con el que estudió dos cursos en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Finalmente, le concedieron un Optional Practical Training (OPT) que le permite trabajar actualmente como actor en Norteamérica. Anteriormente, en su ciudad natal, se centró en la carrera de Óptica y Optometría en la Universidad de Granada (UGR) y en el curso de Audiología Protésica en la Escola Tecnica Professional del Clot, en Barcelona.

Martos ha conseguido todos los trabajos como actor en Los Ángeles en este último año, ya que, durante los dos primeros, tuvo que adaptarse tanto a la ciudad como al país, y estudiar, por lo que no tenía el permiso para trabajar. Entre los muchos títulos en los que ha participado destacan sus papeles protagonistas en los videoclips de los temas All your days, de Shallou y Say it, del dúo canadiense DVBBS, con más de 500.000 y más de 100.000 visualizaciones, respectivamente; como personaje secundario en la serie Westworld; como uno de los personajes principales en el corto Clear Water, con el que consiguió cuatro nominaciones y cuatro premios; y como imagen de las marcas internacionales Cheetos, Bosch, LG y Paypal, entre otras.

El futuro de Martos es incierto. Si bien su intención es volver a España en unos dos años, a corto plazo será uno de los personajes principales de la película The Fear 3, la secuela más reciente de la película original, un culto al cine de terror clásico. Además de esta, ha hecho varias películas independientes (Bloody Famous, de Steve Balderson, y 6.15AM to 6.15PM, de Carl Bessai y Deborah Maxwell Dion), un tipo de cine que destaca especialmente el granadino.

Un sueño que empezó en la adolescencia

Cuando Francisco Martos tenía apenas 14 años, "mis padres me compraron una cámara y empecé a hacer vídeos caseros. Desde entonces, quise hacer interpretación", explica. Así, se metió en la Escuela de Artes Escénicas La Seducción con 17 años y cursó Óptica y Optometría en la UGR "a regañadientes", carrera que terminó "por cabezonería", dice entre risas. Gran surfista, recorrió las playas de Galicia, Cádiz y las Islas Canarias, donde trabajó como óptico.

Tras su traslado a Los Ángeles con 23 años, empezó a trabajar "de lo que podía" para ganar dinero y mejorar su inglés. "Estar aquí es como sacarse una oposición: hay que trabajar mucho todos los días", comenta. Pero su ambición era muy grande. No se contentaba con estudiar en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (Resad) de Madrid. Si a eso se le suman sus ganas de mejorar el idioma, además de sus ansias de vivir fuera de España, surge el cóctel perfecto para una huida de su zona de confort: "Me quería comer el mundo; era demasiado curioso como para quedarme en Granada. Aunque ahora sí me pienso las cosas dos veces porque cuando llegué me sentí un poco solo. Esta es una ciudad con tantas personas que uno nunca esta solo, pero sí se siente solo. Es difícil conseguir una comunidad de amigos porque hay grandes distancias entre un punto y otro, todo el mundo está siempre ocupado... Eso me hace que, de vez en cuando, eche de menos a mi familia y amigos".

El granadino en una de las producciones en las que ha trabajado | Foto: franciscomartos.com

Si bien Los Ángeles le parece "el sitio indicado para conseguir una experiencia profesional", Martos prefiere la calidad de vida que hay en Europa, ya que "no se puede igualar". De hecho, "mis mejores amigos de aquí son europeos. Aunque allí nos veamos tan diferentes, aquí somos todos muy parecidos", asegura.

Es por ello por lo que el joven actor quiere volver a Granada con la intención de formar una familia: "No me veo ganando un Oscar porque me parece un reconocimiento material que no es algo definitivo en mi carrera. Yo quiero mejorar como persona siendo actor, ser capaz de transmitir más, ser más vulnerable y natural... Prefiero que me paguen bien en una película y que no sea tan conocida. Creo que con Netflix ha cambiado mucho el mundo idealizado de Hollywood y se ha abierto una ventana a muchos países, así que ahora la industria se centra más en conseguir una película buena con actores buenos y no hacer estrellas de Hollywood".

Un camino difícil hasta la felicidad

Los dos primeros años en EEUU se le hicieron muy difíciles a Martos, pues, entre otras cosas, "me operaron de un dedo, así que estuve 15 días solo en el hospital; he vivido con compañeros que estaban metidos en la droga y yo vine tan inocente... Esas cosas son las que he ido aprendiendo. Antes era mucho más confiado y ahora analizo mucho mejor a la gente y los momentos, y todo eso me lo ha enseñado la ciudad. Pero hay mucho trabajo detrás, hay que estudiar mucho y es como tener exámenes todas las semanas, tienes que intentar que te salga bien el texto, pero que suenes natural, de 20 cástines a los que te presentas, consigues uno, pero cuando sales ya en alguna producción, te emociona. Así que hay que estar preparado académica y mentalmente, buscarse las pruebas y tener la energía suficiente. Yo lo pienso así: el buen rollo atrae las cosas buenas. Estos años me han servido para conocerme más a mi mismo".

El granadino, que tiene ahora 28 años, se fue por primera vez a Los Ángeles con 23, pero le tuvieron que operar de una hernia y estuvo un año y medio con dolor crónico, por lo que no volvió a América hasta los 25. "Eso fue un drama que me hizo madurar", cuenta. "Es muy loco lo que hice, lo sé. Pero no piensas en el miedo, piensas en la aventura", continúa.

Como dice Francisco Martos, hay que estar preparado mentalmente: "Me dan venazos y tengo una depresión existencial todos los meses. Pero tengo amigos que siempre están ahí y que me hacen darme cuenta de la realidad, y es que estoy haciendo muchas cosas. Mi manager cree en mí, mi madre, que al principio no creía en mí, ahora sí. Uno solo no puede, es muy fácil venirse abajo. Por eso es tan importante contar con gente que te quiera".

Inglés con acento andaluz

Pese a que Francisco Martos lleva viviendo tres años en Los Ángeles, piensa que el idioma nunca se domina al completo. "Hay veces que, si estoy hablando con mi familia con el acento andaluz, al volver al inglés, me como las eses. Y en castellano, a veces parece que no sé hablar porque me viene a la mente más fácilmente una palabra en inglés, hablo en espanglish", confiesa entre risas, y continúa: "Cuando llegué aquí, sabía hablar inglés, pero mi acento era malísimo y no me entendían, así que me lo tomé en serio y empecé a dedicarle tres horas al día a leer libros en voz alta, escuchar audiolibros... Me están ayudando a mejorar mi imaginación y a entrar más fácilmente en el personaje, así que además me está sirviendo mucho para actuar".

"Aun así, el idioma no lo controlo al 100% todavía. Pero he aprendido a amar mi acento; a las personas de aquí les gustan mucho los europeos", sigue.

La conexión con el hogar

El actor estuvo en su casa de Granada por última vez durante la cuarentena. En total, pasó siete meses en España, los cuales aprovechó para ayudar a su madre en la óptica y enfrentarse a nuevos retos como aprender a montar a caballo. "Soy siempre muy curioso y me gusta aprender cosas nuevas", admite. Pero el tiempo en su tierra se terminó y tuvo que volver a Los Ángeles para que le concedieran el visado de trabajo.

El belicenero agradece el tiempo que pasó en Granada, pues le costó mucho adaptarse a EEUU los dos primeros años y se topó con compañeros de piso con los que no terminaba de encajar. Así, los siete meses que pasó en su ciudad en 2020 los "disfruté como un bebé, como un turista, mirando todo el tiempo la Alhambra. Un día, estaba tomando un café y pensé 'Me está quitando el aliento este atardecer'", dice tiernamente. Sin embargo, para llegar a sentir esta admiración por su hogar, ha necesitado echarlo de menos. "Soy joven y pensé que este era el momento de irme y explorar, pero, cuando estás fuera, te das cuenta de lo que vale Granada; tenemos que dejarnos de prejuicios y ver lo bueno de la ciudad y de las personas que viven allí", prosigue, resaltando la conexión que siente cuando habla con un granadino, aunque no lo conozca. Este verano, Martos volverá a Granada, donde pasará dos meses.

De esta manera, a la pregunta de si se replantearía volver a mudarse a Los Ángeles si volviera hacia atrás en el tiempo, Martos duda para finalmente confesar que no: "Lo divertido de la aventura es no saber lo que va a pasar; si se me borraran estos tres años, pero me acordara de todo lo que he vivido, no volvería a hacerlo porque repetirlo me requeriría mucha energía. Entonces, ahora buscaría una aventura nueva. Pero, si no lo supiera, sí lo haría otra vez porque para mí era un sueño irme, no pensaba tanto en el dinero o el esfuerzo que me costaría".







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