La Semana Santa sin procesiones, un 'vía crucis' para comerciantes y hosteleros

"Teníamos tres temporadas buenas al año que eran la Navidad, el Corpus y esta; ahora nos hemos quedado sin ninguna", lamentan

Comercios y ciudadania en Granada
Sin procesiones en las calles, algunos comerciantes se resignan mientras esperan que los granadinos entren en sus tiendas | Reportaje gráfico: Antonio L. Juárez
Miguel López Rivera
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La Santa Cena, el Rescate, el Cristo de San Agustín, Los Gitanos, El Silencio, la Soledad, la Alhambra o el Resucitado. La Semana Santa es sinónimo de echarse a la calle. Granada es la quinta ciudad andaluza tras Sevilla, Málaga, Jerez y Córdoba que más hermandades y cofradías aglutina en su Semana Santa. Sin embargo, es una de las tres que tienen declarada esta fiesta de Interés Turístico Internacional, junto a las capitales hispalense y de la Costa del Sol. No es para menos. A la belleza singular de sus imágenes hay que añadir un entorno urbano único en el mundo y un ambiente de Pasión que no sólo se respira entre los hermanos cofrades, sino también alrededor de la multitud que se congrega para contemplar las distintas estaciones de penitencia.

Es esa multitud la que le confiere al centro de la ciudad un gentío del que comerciantes y hosteleros se benefician. Además del lógico ambiente eufórico que invita al consumo, se da una circunstancia que lo potencia aún más: los granadinos toman el espacio público y compran casi de rebote. Si hay gente en la calle, incluso cuando la intención no es hacer gasto, las cajas registradoras no paran de sonar. Sin embargo, el coronavirus ha matado la gallina de los huevos de oro. Sin procesiones en la calle, la economía de la ciudad -tan dependiente del sector servicios- se ve lastrada como ni en sus peores sueños se habrían imaginado bares, restaurantes y comercios.

Las previsiones de las federaciones de Comercio y Hostelería y Turismo hablan por sí solas. Entre el primer sector, la facturación en la Semana Santa de 2019 -la última con procesiones- rozó los 250 millones de euros en toda la provincia. Este año, en el escenario más optimista, cruzan los dedos para llegar al 40% o el 60% de esa cifra. "Entonces veníamos de una crisis en el consumo, pero fue una temporada más o menos buena", explica Miguel Moreno, gerente de la Federación Provincial de Comercio de Granada, quien recuerda que hay establecimientos como las tiendas de alimentación que están capeando mejor el temporal por la consecuente subida del consumo ante las restricciones sobre bares y restaurantes. Otros, como los de las ceremonias, tienen la temporada casi echada por alto. "Ahí tienes las tasas de ahorro, que están a niveles nunca vistos en las familias. Hemos pasado del temor al cansancio, el agotamiento y la desesperación", sentencia.

Muchos locales han tenido que colgar el cartel de 'se alquila' por culpa del virus.

Cifras con rostros humanos

A esas cifras le ponen rostro los autónomos cuya supervivencia depende de su pequeño negocio, como Paco Castro, a cuyo cargo está una mercería aledaña a la Catedral. "Teníamos tres temporadas buenas al año que eran Navidad, Semana Santa y el Corpus. Nos hemos quedado sin ninguna", cuenta. Un escenario que pocos podrían imaginar tan pesimista antes de que la pandemia lo cambiara todo. Este pequeño empresario cuenta que, en una Semana Santa normal podían desfilar por su tienda unas 100 personas al día, mientras que este año, con suerte, se llega a 30. Y eso traducido a caja es "pasar de unos 15.000 euros en las dos semanas fuertes de estas fechas a unos 4.000". Una situación que califica de "caótica" porque, asegura, "no sabes cómo van evolucionar las restricciones de una semana para otra". "El otro día paseaba junto a otro comerciante por la calle Oficios, Gran Vía y la plaza de las Pasiegas y no dábamos crédito de lo vacío que estaba todo", concluye.

Algo parecido explica José Antonio Martínez, propietario de una tienda de souvenirs en la capital. "Es un golpe muy fuerte el que se le da a la ciudad cuando se cancelan estas festividades. Es el segundo año sin Semana Santa. Dos años, dos temporadas menos", resume. En su caso, explica, la afluencia de personas en las calles es fundamental porque "somos negocios muy llamativos a los que la gente acude sólo con verlos", al tiempo que suma un problema añadido para este tipo de tiendas: "Nuestro CNAE (epígrafe de actividad para darse de alta como autónomos) es el mismo que el de las ferreterías y artículos de menaje y hogar, que no reciben ayudas al no estar obligados a cerrar, pero nosotros no somos actividad esencial".

"Teníamos tres temporadas buenas al año que eran Navidad, Semana Santa y el Corpus. Nos hemos quedado sin ninguna"

"A día de hoy pasa gente de Granada, pero… ¿qué turista va a pasar?", se pregunta a la vez que cuenta cómo ha pasado de comercializar a tutiplén pósteres de Federico García Lorca o taraceas a haber vendido en una sola jornada una botella de agua "y luego artículos por valor de 30 euros a un tío que ha venido de Bilbao". Otro comerciante que no quiere revelar su identidad suscribe todo lo dicho por José Antonio y aporta sus cuentas: "Los negocios en los años buenos ya han pasado. Antes podías vender 1.000 euros o 1.200 euros en un día. Ayer vendí siete euros con ochenta".

La hostelería, la otra gran damnificada

Y si mal lo están pasando los comerciantes, los hosteleros no se quedan atrás. Menos aforo, más restricciones de horario y también de su actividad. "Todos los años hago contratos temporales para Semana Santa, este y el pasado, ni uno. Bastante he tenido con poder abrir", sintetiza el dueño de un bar del Zaidín, uno de los barrios periféricos con más tradición de hermandades y cofradías. La sensación, en general, es de resignación en el gremio. Consideran que las administraciones local, autonómica y central no han atendido de forma pertinente las llamadas de auxilio que han hecho todos estos meses atrás. Tampoco ahora, tras las ayudas anunciadas recientemente por la Junta y el Gobierno, que consideran insuficientes y, sobre todo, muy demoradas en el tiempo.

La actividad del día a día no varía en fechas señaladas como la actual y está condicionada por la pandemia.

"Mientras no haya vacuna tenemos que acostumbrarnos a vivir con la gente de Granada porque el turismo se ha esfumado", explica Gregorio García, presidente de la Federación Provincial de Hostelería y Turismo de Granada. Semana Santa, de hecho, es una época muy propicia para el turismo interior por Andalucía, con trabajadores que juntan fines de semana o puentes como el que empieza este Jueves Santo para darse una escapada a un destino no demasiado lejos. Pero, además, la tradición que tienen las procesiones en la comunidad le permite también atraer visitantes de otras zonas de España, un fenómeno no tan habitual a la inversa.

"Mientras no haya vacuna tenemos que acostumbrarnos a vivir con la gente de Granada porque el turismo se ha esfumado"

"Se lo dijimos al Gobierno andaluz, la gente de Andalucía se mueve y la de la provincia se también. Lo de este año comparado con lo de los anteriores es la noche y el día", repite García, propietario del restaurante Óleum. En este contexto, hablar de ocupación hotelera es casi una llamada a la indignación. "Con gente sólo de la misma provincia es que ni hemos podido hacer previsiones. No tiene sentido hacer cálculos de pernoctaciones", lamenta para, acto seguido, agarrarse a la esperanza de la playa o Sierra Nevada, dos tablas de salvación con las que no todas las provincias cuentan.

No en vano, los campings de la Costa Tropical sí que cuentan con reservas que les permiten estimar una ocupación que oscila entre el 50% y el 60%, aunque las reservas en los bungalows siguen siendo bajas. Para el resto del sector del hospedaje el panorama pinta negro. Para entender mejor todo este contexto cambiante, basta con señalar que en 2019 la previsión de ocupación media en los hoteles de toda la provincia rondaba el 70%. Por zonas, evidentemente la capital (85%), Sierra Nevada (80%) y el litoral granadino (79%) eran las más agraciadas. Pero no había extremos diametralmente opuestos, pues el Altiplano (Baza y Huéscar) estaba en un 69%; Guadix y el Marquesado, en el 59%; la Alpujarra, en el 58% y el Poniente en el 57%. El parte de previsiones remitido este año a los medios desde la Federación ilustra por sí solo el cambio de paradigma: "Por zonas comarcales de la provincia, ninguna de ella merece la pena ni siquiera reseñar. El 85% de la planta de alojamiento está cerrada y sólo los establecimientos familiares permanecen abiertos en todas las comarcas de Granada, con un nivel de reservas que no son cuantificables por ser irrisorios".







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