La importancia de divagar

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Una excursión, un pequeño paseo por calles ignoradas de tu ciudad, una conversación con extraños; esas pequeñas cosas pueden transformar tu mente | Foto: Remitida
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Si deseas cambiar la perspectiva, tu mentalidad, tener ideas: divaga. Y no en el sillón de tu escritorio. Divaga caminando, hablando con extraños, cambiando de escenario. Aventúrate más en lo desconocido y menos en las rutas del GPS.

El reposo reflexivo estimula la rumiación mental e, indefectiblemente, nos conduce a amargas conclusiones sobre las cosas y a reafirmar nuestras obsesiones. En cambio, las ensoñaciones que surgen del devaneo mental en movimiento activan un proceso biológico que energiza los pensamientos.

Vete. Sin plan ni intenciones de llegar a ningún lado. Una excursión, un pequeño paseo por calles ignoradas de tu ciudad, una conversación con extraños; esas pequeñas cosas pueden transformar tu mente de maneras sorprendentes.

Al cambiar tu entorno físico, cambian tus percepciones. Al interactuar con desconocidos y sumergirte en ideas diferentes, tu mente se expande, vuelve a encender su llama. Piérdete, desafía tus ideas, libera tus pensamientos de la opresión de la inmovilidad.

«Viajar es descubrir que todos están equivocados sobre otros países», dijo Aldous Huxley. Levantarte del sillón, tal vez, te lleve a descubrir que tú también podrías estar equivocado sobre tu capacidad para cambiar de idea.







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