Emilio Calatayud: “Lo de morirme lo voy a dejar para el final”

El afamado juez de menores reflexiona sobre sus cuarenta años en Granada, sus sentencias ejemplares, el cáncer que padece y su futuro: “Estamos en manos de Dios y de la ciencia”

Entrevista a Emilio Calatayud juez de menores en Granada
Emilio Calatayud | Foto: Antonio L. Juárez
Juan Prieto
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Llevaba tiempo con ganas de mantener una charla pausada y tranquila con Emilio Calatayud (Ciudad Real, 1955), el juez de menores que se hizo famoso por sus sentencias ejemplares. Así, hace una semana lo vi en la Plaza Aliatar, una de las más conocidas del Albayzín, barrio en el que ha residido toda la vida el magistrado, y lo abordé. “Don Emilio, llevo tiempo que quiero hacerle una entrevista”, a lo que él, con la naturalidad que lo caracteriza, me contestó: “Ahora mismo si quieres”. Pero no. Le agradecí el gesto, pero no era el momento. Así que el juez me emplazó a una cita para otro día: “El martes, a las once y cuarto, nos tomamos un café con churros en la churrería ‘Las cuatro esquinas’, enfrente de Casa Torcuato, en la calle Pagés y la hacemos”. Ni yo tenía su teléfono ni él el mío. Pero estaba seguro de que, como hombre de palabra que es, no faltaría y que allí estaría. Y, por supuesto, apareció puntual, dispuesto a hablar de todo, con la sinceridad de la que ha hecho gala siempre en una charla que se alargó por más de tres cuartos de hora delante del micrófono y otros tantos fuera de él. Hablamos de sus orígenes, su trayectoria, sus opiniones personales. Pero, sobre todo, de la vida y sus aspectos más íntimos. Realmente, un tipo especial.

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Pregunta: Es usted un auténtico albaicinero.

Respuesta: Como dice un amigo mío gitano, que ya me sacó el mote hace tiempo, soy manchego del Albayzín. Donde más he vivido ha sido en Granada y, además, vine directamente al Albayzín. Llegué en 1984 y ya llevo 40 años aquí.

P: Porque nació en Ciudad Real.

R: Sí, y allí estuve hasta que hice COU. Después me fui a Madrid a estudiar. Por esas cosas de la vida, por circunstancias me hice juez. Estuve en Tenerife y en el 84 me vine a Granada destinado.

P: ¿Y cómo ha visto la evolución del Albayzín en estos cuarenta años?

R: Vamos a peor. Pero no solamente el Albayzín, el centro de Granada y las grandes ciudades. ¿Por qué? Porque el Albayzín es muy bonito, pero los mayores se están muriendo. Y vivir en un carmen del Albayzín es incómodo. Como se dice aquí vulgarmente, no llega el Mercadona. Entonces se están yendo y la gente joven quiere pisos más cómodos. Y esto se está convirtiendo en muchos apartamentos turísticos. Y eso es perder el barrio.

P. Y se convierte en un parque temático.

R: Es un parque temático. Aparte de eso, me da pena que es un patrimonio de la Unesco, pero no se controla, no se cuida. Ahora hay que darle un voto de confianza a la alcaldesa, pero no pinta bien. Y luego tenemos el problema en Granada, no solamente en el Albayzín, sino también en Haza Grande y alrededor, como pasa en otros barrios, de la maldita marihuana. Yo
siempre tengo en mis conferencias un monólogo del gusto que da pasear por Granada.

P: Luego hablamos de ello, porque el eslogan 'Granada, capital de la marihuana' no favorece mucho. Pero antes quería preguntarle por cómo está de salud y la evolución del cáncer que padece.

R: Me diagnosticaron un cáncer de próstata hace ya diez años. Me hicieron una braquiterapia y tengo mis seguimientos, pero ahora se me ha disparado un poco el PSA y estoy en tratamiento de hormonas. Pero, aparte de eso, pues me dejaron, como digo yo a mis chorizos, como 'San Pirulo', porque me salió una fisura anal, me han tenido que operar y llevo seis meses de baja.

P: ¿Echa de menos el Juzgado de Menores?

R: Sí, por supuesto. Son 43 años que llevo de juez. Y, además, en Menores llevo desde el 87. Es toda mi vida. Pero, bueno, también ya se va acostumbrando uno y se va preparando para la etapa siguiente, que será la jubilación.

Emilio Calatayud durante la entrevista con GranadaDigital | Foto: Antonio L. Juárez

P: Como no hay otra manera de decirlo, yo se lo voy a decir así: el cáncer es una putada.

R: Sí, es una putada. Y, además, si va a por ti, va a por ti. Eso de la lucha y tal... Si va a por ti... ¿Qué pasa, que los que se mueren no luchan? Aquí no se trata de eso. Como dice mi médico, estamos en manos de Dios y de la ciencia. Y cada cuerpo es cada cuerpo. No sé lo que pasará, pero, como dicen los viejos que salen en Juan y Medio, lo de morirme lo voy a dejar para el final.

Mi mujer murió de cáncer

P: El cáncer ha estado muy presente en su vida el cáncer y ha sido terrible.

R: Mi mujer murió de cáncer. Lo que pasa es que ese cáncer que tuvo mi mujer, que duró dos años y medio, te vas preparando psicológicamente. Siempre he colaborado con las asociaciones de lucha contra el cáncer. ¿Qué te toca? Pues mira, me ha tocado a mí ahora, pero lo que es la vida. Aunque sea una barbaridad decirlo, el cáncer me quitó a mi mujer y, como efecto secundario, me devolvió a otra mujer que me ha dado la vida. Son las contradicciones. Sí, tengo cáncer y no pasa nada. Además, a mí me gusta decir lo que hay, no hay que ocultarlo.

P: Además, es importante también influir lo máximo posible para apoyar a que los científicos sigan investigando. Presionar a las autoridades para ello. 

R: Por supuesto. Y es una vergüenza que un político, sobre todo del Congreso y del Senado, con dos legislaturas y tal, se quede después con su pensión máxima, y que un investigador que salva vidas todos los días, y tengo una sobrina investigadora, gane 900 euros al mes. Una vergüenza. Así está España. Por eso, cuando me preguntan cómo estoy, digo que estoy mejor que el país. Hecho una puta mierda, pero mejor que el país.

P: A usted ya le dicen llaman en todos lados el juez granadino, porque en el fondo ya es granadino. ¿Ha cogido también la malafollá granaína? 

R: Claro que sí, y más viviendo en el Albayzín. Se me ha pegado hasta la malafollá. Pero también hay mucha malafollá por ahí, por otros lados. Pero Granada tiene la suya especial. Pero, vamos, en cuanto llegué a Granada, dijo mi mujer aquí nos quedamos y aquí me quedé. Y me voy a jubilar en Granada.

Un correccional para pijos

P: He leído que su padre le mandó a un correccional con 13 años.

R: Sí, bueno, yo lo llamo un colegio pijo porque era de pago. Era Campillos. Pero yo no era un delincuente ni nada. Lo que pasa es que era muy tímido para los libros.

P: Un mal estudiante.

R: Muy malo. A mí no me ha gustado nunca estudiar. Suspendí ocho asignaturas y mi padre me mandó a Campillos el verano del 69, el año que llegamos a la Luna. Campillos en aquella época estaba regentado por guardias civiles. Y allí también hubo colegas, como Bertín Osborne o Arévalo, que también estuvieron allí. Estuve un verano. Y aprobé todo. Suspendí ocho en 4º de Bachiller y cuando volví de Campillos aprobé las ocho y dos grupos de Reválida. Pero luego en 5º volví a suspender cuatro. Y mi padre me castigó ese verano a trabajar en un taller. Y me dijo: 'Esto es lo que hay: o estudias o trabajas'. Y decidí estudiar un poco. En 6º comencé a aprobar. Pero tampoco he sido un buen estudiante ni he tenido buenas notas. He sido de 'aprobaíllo' y punto.

P: ¿Ese tiempo en el correccional le enfocó la vida?

R: No, tampoco. Si tenía 13 años entonces.

P: ¿Y le influyó para decidirse a ser juez de menores?

R: No tuvo nada que ver. Eso fue posterior. Son casualidades. Yo no he tenido vocación nunca. Luego te cuento cómo me hice juez, pero no he tenido vocación. La vocación es para los frailes. Eso de con 14 años pensar en lo que iba a ser... No.

P: Cuando sale del correccional...

R: (me interrumpe) Un colegio de pijos. Era muy duro, pero el correccional era un colegio de pijos porque costaba un pastón. Después 5º me lo paso en un taller a 500 metros de mi colegio, cambiando ruedas, limpiando autobuses, descargando camiones... Y cuando mi padre me dijo si estudiaba o trabajaba, decidí estudiar y empecé 6º. Siempre he tenido la suerte de juntarme con buena gente. Aprobé 6º y COU y llegó la época de decidir qué iba a estudiar. En mi casa eran de la rama de Derecho o de la rama sanitaria. A mí la sanitaria no me llamaba. Oí hablar de ICADE, que era Derecho y Empresa, porque tampoco quería ser abogado. Me metí en ICADE, que no sé ni cómo me admitieron, porque yo no tenía ni nota ni nada. Pero hice el examen y aprobé. Era de los que aprobaban bajo, pero aprobado. Terminé el ICADE y me tuve que ir a Bilbao a convalidar en Deusto, porque fuimos la penúltima promoción que teníamos que ir a convalidar el título. Una especie de oposición. Aprobé y me fui a Ciudad Real a trabajar de abogado.

Emilio Calatayud y Juan Prieto, director de GranadaDigital | Foto: Antonio L. Juárez

P: ¿Y ejerció como abogado?

R: Sí, juré como abogado en 1977, me colegié y aún sigo colegiado. Estuve ejerciendo con mi abuelo, con mi padre y con un hermano que también hizo Derecho. Pero no me gustaba lo de abogado. Porque si yo veo una cosa blanca, cómo voy a convencer a un tío que es negra. Y no me gustaba. Y, además, es muy esclavo. Vi la vida de mi padre y mi abuelo, todo el día 'pringaos' con los clientes. Y me dije que esto no era para mí. Yo quería un sueldo fijo. Y me fui a tontear a Madrid, donde había estudiado, y me metí en una empresa a vender papel de ordenador, esos papeles autocopiativos, como cuando hacías un ingreso de banco o los billetes de Iberia. Y, mientras tanto, como tenía muy buena formación de Derecho Mercantil y Derecho Fiscal, estuve tonteando con opositar a Inspección de Hacienda. Ganaba mi dinerillo, porque trabajaba a comisión y me iba bien. Pero, cuando llevaba cinco o seis meses en la empresa, me llamaron para hacer las prácticas de la mili universitaria. Tuve que dejar la empresa y las oposiciones. Hice el campamento en Colmenar Viejo y la academia y las prácticas en Hoyo de Manzanares. Allí, me junté con un compañero y muy amigo mío, que había estado preparando también Inspección de Hacienda, pero lo habían suspendido. Y, desde el primer día, me empezó a comer el coco porque su novia acababa de sacar secretaria de Juzgado. Y me dijo lo de preparar jueces, que su mi novia le dijo que iban a convocar. Me insistió en ponernos los dos y me comió el tarro tanto que, a los seis meses, el último día le dije a la novia que me firmara la instancia. A los tres días de acabar la mili nos pusimos a estudiar y en ocho meses y diez días me quité las oposiciones.

P: Y se convirtió en juez.

R: Y me convertí en juez. Y aquí estoy.

P: Se marchó entonces a Tenerife.

R: Estuve cuatro años allí. Pero antes fue en una época muy bonita, porque en eso he tenido mucha suerte en mi vida. Cuando llegué a Madrid en el 72 me tragué allí el atentado de Carrero Blanco, la enfermedad y muerte de Franco, las manifestaciones en la Plaza de Oriente y, como me gustaban todas esas cosas, fui a todo. He corrido delante de los grises, viví la
movida madrileña, la Transición. He vivido la Historia.

P: ¿Era usted un 'rojillo'?

R: No era rojillo, era apolítico, pero a mí me gustaba porque sabía que eso pasaba a la Historia. Total, que tomé posesión de juez el 31 de octubre del 80. El 'Tejerazo' me pilló ya de juez en Tenerife.

P: En 1984 se vino a Granada.

R: Tenía un hermano en Granada que dijo que iban a sacar una plaza de juez. La solicité y tuvela suerte de que me dieron la plaza.

Juez de menores

P: ¿Y por qué el Juzgado de Menores?

R: Pues yo no sabía ni lo que era un menor ni nada, pero era juez de distrito y no me gustaba tanto papeleo, tráfico, desahucios, etc. Y salió en 1987 una especialidad nueva que era Menores. Mandé mi instancia al Consejo, me seleccionaron y me fui a Madrid a hacer la especialidad. En el 88 tomé posesión.

P: ¿Y cómo eran los menores de los años ochenta con respecto a los de ahora?

R: Los chorizos antiguos eran más legales. Primero, porque normalmente nos llegaba el chaval marginal. Y siempre me decían: "Emilio, si yo lo he hecho, yo lo pago, pero no me voy a tragar el marrón de otro". Eran de clases marginales, con delitos de robo, atracos, temas de drogas... Pero los padres no los justificaban. Tengo muy buenos amigos de aquella época. Ahora se han ido equiparando las clases sociales. Y ya casi tenemos más clase media y media alta que marginales. Y los padres lo justifican todo. Mi niño ni fuma ni bebe, y luego es un hijo puta, pero, bueno, mi niño ni fuma ni bebe. Es mucho más complicado. Y a eso se añade que las niñas se han incorporado mucho a la justicia de menores. Lo vengo diciendo desde hace 15 o 20 años en mis conferencias. Los delitos que más están subiendo es el de maltrato de los hijos a los padres. Y es un delito en el que está subiendo mucho la mujer. Antes, teníamos una delincuencia de 75% chicos y 25% chicas. Ahora, ya estamos en el delito de violencia familiar en un 60 / 40. De clase media y media alta. Y, luego, en el tema de los móviles y las redes sociales, hay delitos contra el honor, contra la intimidad, más agresiones... En fin, se ha complicado bastante la cosa.

P: Se percibe un gran aumento de falta de respeto de los menores a padres y profesores.

R: En eso yo me meto con los cinco presidentes de España que hemos tenido. Bajo la premisa de que mis opiniones son discutibles y mis sentencias son apelables. Pero, vamos, (ahora ironiza) como he sido un facha con toga, un machista con toga, un prevaricador... ya me da igual. Voy a tener que pedir perdón cuando me jubile a los 26.000 o 27.000 chorizos que he juzgado en mi vida porque como he sido prevaricador, pues, ¿qué le vamos a hacer? Pero lo que decía de los presidentes. Con Felipe González, entendiéndose bien la ironía, quitaron los manicomios. Yo creo que hay mucha gente que no puede estar en su casa. No digo que sea como la situación que había antes, pero creo que la sanidad tiene mecanismos suficientes para crear centros de internamiento para enfermos mentales. Porque hay mucha gente que no puede estar en su casa. Y luego pasa lo que pasa. ¿Y eso por qué? Porque tenemos cada vez más menores así. Siempre comento en mis charlas a los chavales que en los años 90 yo he levantado muchísimo cadáver en Granada, incluso aquí en mi barrio, por las sobredosis. Y los que no salían de la droga, los chorizos y drogatas de aquella época, no duraban 10 o 15 años. ¿Por qué? Porque cogían el sida o cogían la hepatitis y a los años se morían. Ahora los chavales no se inyectan y no se contagian. Pero como empiezan a muy temprana edad, con 12 o 13 años, cuando esos cuerpos llegan a los 16 o 17 años, están más para allá que para acá, y tenemos muchos psicópatas, muchos esquizofrénicos y muchos taraos. Y esa gente no puede estar en la calle. En Menores tenemos muchos recursos, pero ¿qué pasa con esos chavales cuando salen?

P: Prosiga con los presidentes.

R: ¿Con Aznar? Pues para mí tuvo un ataque de progresía y quitó la mili. Yo soy partidario de la mili y mira que yo era antimilitar cuando hice la mili. Pero después vi que... No digo que se hiciese como antes, pero, desde luego, cinco o seis meses a todos, todas y todes le vendría muy bien.

¿Zapatero? El artículo 154 decía que los padres podrían sancionar, educar o corregir razonable y moderadamente a los hijos. Zapatero, con esa sabiduría que le caracteriza, lo quitó. Y dijo que los padres deberían educar a sus hijos sin atentar contra su integridad física o psíquica. ¿Cómo se hace eso? Le pregunto a Zapatero y a los asesores de Zapatero cómo podemos evitar que un niño de 3 años meta los dedos en el enchufe. Porque hay dos posibilidades. Una, cuando vaya a meter los dedos en el enchufe, 'pupa nene, no se hace’ y a la tercera no te lo hace. La otra, cuando vaya a meter los dedos en el enchufe, decirle "niño, no introduzca los dedos en el enchufe porque puede originar un cortocircuito de consecuencias irremediables". Por supuesto, te pones a razonar con el niño y se te ha electrocutado el niño. Y así llegamos a “papá, no me toques que te denuncio", "no entres en mi cuarto que te denuncio" o "no me cojas el móvil que te denuncio". Están los padres encogidos.

¿Mariano? El primer acuerdo al que llegamos todos los jueces menores de España, que nos reunimos en Valladolid, fue cuando entró Mariano y se le pidió que devolviese la posibilidad de corregir razonable y moderadamente los padres a los hijos. ¿Y qué hizo? Pues no hizo nada. Y así estamos.

¿Y Pedro Sánchez? Bueno, Pedro Sánchez le agradecía en las conferencias y me voy a quedar ahí... Yo sí sé copiar. El único diez que tengo en la carrera fue un cambiazo que hice. Y no pasa nada, lo digo. ¿Quién no ha cometido un delito en su vida? ¿Quién no ha cogido algo de El Corte Inglés? ¿Quién no ha comprado falsificaciones? ¿Quién no intenta pagar lo menos posible a Hacienda? Lo que pasa es que no nos han pillado. Lo que quiero decir es que muchos cometemos delitos, pero no somos delincuentes. La ventaja de la justicia de menores es que cogemos a chavales que, gracias a Dios, a veces, han cometido hechos delictivos, pero los sacamos para adelante. Ese es el misterio y el agradecimiento que tiene esta jurisdicción. Y siempre digo que la justicia de menores tiene que ser tuerta, no puede ser ciega, porque hay que conocer las circunstancias que tienen cada uno de los chavales que vamos a juzgar. Y para eso tenemos un equipo muy grande de psicólogos, de educadores y demás. Es una justicia cara, pero merece la pena.

Sentencias ejemplares

P: Sus sentencias ejemplares han sido una excepción, pero deberían ser la regla, ¿no?

R: Yo creo que ya son la regla. Lo que pasa es que al juez le da miedo hablar. A mí lo que me pasa es que nunca me he callado. Cuando estábamos empezando con la Ley de Menores a mí me gustaba que los chavales supiesen cuál era su ley, las consecuencias que tenía. Entonces, he dado un montón de conferencias a colegios y conseguí que viniesen todos los colegios de Granada a ver los juicios de menores. Y, a raíz de eso, empecé a darle también a los padres, para que sepan lo que hay. Así se empezó.

P: Y saltó a la fama.

R: El fenómeno saltó porque estuve ocho años de juez decano y monté una especie de gabinete de prensa para los medios de comunicación, para que siempre que citaran fuentes oficiales, pues que fuese oficial de verdad. Esto era el año 90. Y entonces hubo una época que no había ninguna noticia, no habían detenido ni a ningún concejal ni nada. Y reclamaban a la secretaria del decanato, que era a su vez la secretaria del Juzgado de Menores: "¡Charo, no hay nada!". Y un día se le ocurrió decir, pues como no digas que el juez de menores ha condenado a un chaval a aprender a leer y a escribir... ¡Coño! Se armó el follón y empezaron a llamar de todos los medios y a hacer un seguimiento.

P: Nació la figura de juez estrella, que da la sensación de que no le gusta.

R: A mí no, pero es mejor que me vaya haciendo fotos con la gente a que me llamen hijo de puta o prevaricador.

P: Porque le pasa. La gente le pide hacerse fotos con usted.

R: Sí, gracias a Dios, sí.

P: ¿Eso se agradece?

R: Sí, hombre, y más en estos tiempos, tal y como está la justicia

P. Y merece la pena.

R: Es una justicia muy agradecida, porque después te dan la gracias con el tiempo tanto los chavales como los padres. Ahí sí fue ya cuando descubrí la vocación de juez, pero de juez de menores. Y ahí me quedé y me jubilaré de juez de menores, que es el menor de los jueces. Todos los que nos dedicamos a menores somos los menores de eso. El maestro es el menor de los catedráticos, el pediatra es el menor de los médicos, el juez de menores es el menor de los jueces, pero es lo más importante: trabajar con los niños.

Emilio Calatayud durante la entrevista con GranadaDigital | Foto: Antonio L. Juárez

P: Dentro de esas sentencias ejemplares, los chavales le habrán agradecido muchas.

R: Y no solo de esas sentencias ejemplares, sino también gente encerrada que ha venido a darme las gracias. Llevaré juzgados del orden de, aproximadamente, 40 asesinatos, homicidios y demás; unas 400 o 500 violaciones, agresiones sexuales o abusos sexuales; y unos 25.000 o 26.000 chorizos en mi vida. O sea, que he visto de todo. Y he condenado sentencias muy duras. Diez años, quince años de internamiento. Y de todos los delitos. Pues he tenido chavales que después, con el tiempo, me han visto por la calle y me han saludado y me han dado las gracias. Chavales que han estado internados. Ahora, que hay que conocer las circunstancias de cada uno de los chavales y cómo y por qué se cometen ciertos delitos. Gente que sale en los titulares de prensa, pero hay que conocer la historia. Hay gente que ha tenido equivocaciones muy graves, pero es que, a lo mejor, no les quedaba más remedio. Hay que individualizar mucho. Y, además, ellos saben cuando lo haces con cariño. A mí me llamaron una vez la atención en Antena 3 porque me preguntaron qué era lo peor que me habían llamado. Y dije que todos los días me llamaban hijo de puta. Eso va en mi sueldo. Lo bueno es que esa gente luego me ve por la calle y me da las gracias. También ha habido niños que me han pedido internamiento.

P: Es que habrá tenido todo tipo de casos.

R: Es que cada uno es cada uno. Y he tenido varios asesinatos o parricidios, que no eran chorizos, es que han interpretado mal la justicia, pero que no te mande Dios lo que no puedas aguantar. Esa es la cuestión. Hay casos puntuales que dices, "coño, ¿qué va a hacer? Que no te toque a ti".

La violencia de género

P: Y la violencia de género.

R: Cuando salió la modificación me negaba a aplicarla porque va dirigida a matrimonios separados, adultos y demás. Al principio pensaba que una pareja de chavalines no tenía la madurez para considerar la relación entre ellos como pareja o expareja. Pero ya sí. Es que estamos haciendo a los menores que se crean que son adultos. Cada vez hay más violencia de género. Las niñas son muy posesivas y los niños son muy posesivos y muy machistas y las niñas, también. También me llamaron la atención porque dije que las niñas se hacían fotos como putas. No me dio tiempo ni a decir que los chicos como putos. Pero es que es verdad. ¿Qué está saliendo ahora? Si yo lo llevo viendo esto hace 15 años. ¿Qué ha pasado? Problema de autoridad de los padres. Segundo, problema de autoridad de los maestros. Tercero, que se aprueba por ley. Es muy triste que en este país, después de casi 50 años de democracia, no haya un pacto por una ley educativa que dure una generación y no una legislatura. Se aprueba por ley, pues tira para adelante. Y, después, a esos son niños se les está dando derecho de mayores. Y son niños.

P: Y el libre acceso a Internet, que hay acceso a todo y cada vez con menos años.

R: Con 8 años e, incluso, menos. Así estamos, entonces vamos a peor.

P: También está el acoso escolar. Se acaba de conocer en Granada esta semana un caso terrible de un chaval que tenía la intención de suicidarse por el acoso escolar que estaba sufriendo desde hace tres años. Han sido detenidos seis menores por apedrearle, por pegarle, por asfixiarle hasta dejarle sin conocimiento en el recreo. ¿Cómo es posible que en un acoso tan prolongado no salten los protocolos en el colegio o no se den cuenta los padres?

R: No se moja la gente en menores. Y los centros escolares dicen que inician el protocolo, pero, ¿para qué iniciar el protocolo si es para lavarse las manos? Y al final siempre sale expulsado el acosado. Hay que mojarse en menores. Que no pasa nada. Y si hay que denunciar, se denuncia. Yo he condenado a colegios como responsables civiles subsidiarios. Y he tenido chavales que han anunciado el suicidio. Y he condenado a padres y a colegios. El año pasado se organizó en Granada una conferencia a nivel andaluz, a la que vino el consejero, sobre la responsabilidad que tienen los centros escolares sobre los niños y, más, los que tienen internado. Pero no son conscientes. El padre tiene que tener autoridad sobre el niño. Aunque diga la ley que somos todos iguales ante la ley, yo siempre digo que somos todos iguales, pero unos más iguales que otros. Y lo estamos viendo todos los días. Yo soy más igual que mi hijo, porque soy su padre. Y soy responsable de la educación de mis hijos. Y su madre, lo mismo. Y el maestro es más igual que el alumno, porque es su maestro. Soy partidario de la tarima para demostrarle al niño que para estar subido a la tarima, hacen falta muchos años y muchas horas de estudio. Luego si somos iguales, el maestro es más igual que el alumno. Pero aquí, yo hago lo que quiero, yo soy libre, yo soy mayor, yo...

P: El problema está entonces en las leyes.

R: En el Congreso se legisla sin sentido común. Ahora mismo una criatura de 16 años puede cambiarse de nombre o de sexo y, sin embargo, no puede comprar tabaco. Así estamos. No puede ir a un bar a tomarse una cerveza, pero se puede cambiar de nombre o de sexo y puede abortar sin conocimiento de los padres. Pues, ¡viva España! Lo que digo es que son niños, que no podemos adelantar. Las vida son etapas. Pero los en la adolescencia son adolescentes, no son adultos. Y hay muchos adultos que todavía no han llegado a la madurez, pues fíjate los niñatos...

Malcriar a los nietos

P: Usted es abuelo ya.

R: Tres nietos.

P: ¿Es un abuelo muy estricto o de los que da caprichos?

R: No veo mucho a mis nietos, porque uno vive en Madrid, y a las dos de Granada sí las veo, pero un par de veces a la semana, pero una o dos horitas. Que los críen sus padres. Los abuelos estamos para malcriar a los nietos, no para ser canguros. A mí me gusta malcriar a mis nietas, darle sus caprichitos, pero yo ya no aguanto una hora detrás de una criatura que tiene un año. Yo, para lo que haga falta y lo que sea necesario, estoy; pero de abuelo canguro, negativo.

P: Y no le va a regalar un móvil a sus nietos o nietas para la Comunión, claro.

R: No le voy a regalar un móvil. Para el móvil siempre digo que la edad mínima tiene que ser 14 años. Y me cabrearía mucho que mis hijos les regalasen un móvil.

P: ¿Qué opina de los menores que se encierran en sus habitaciones con los móviles o las tablets?

R: Antes el miedo lo teníamos cuando los niños estaban en la calle. Y ahora el miedo hay que tenerlo cuando el niño no sale de la habitación. A mí me han reconocido chavales acusados por malos tratos a los padres que durante el confinamiento han llegado a estar 18 horas diarias enganchados a las redes o al móvil sin saberlo sus padres. Entre las clases, las tareas escolares, las relaciones sociales, los juegos y demás, 18 horas diarias. Y yo he tenido muchos casos durísimos que le han desconectado el móvil y les han dado unas palizas tremendas a los padres. Siempre digo que el móvil, o la tablet, es una droga. Es un instrumento muy peligroso para cometer delitos y es un instrumento muy peligroso para ser víctima de delitos.

P: Sobre todo cuando no hay ningún control de los padres.

R: Por supuesto. He condenado a chavales a 10 años por asesinatos, por violaciones y contra el honor y la intimidad… Usted tiene que enseñar a su hijo que no está bien ir matando a la gente por la calle. Y usted paga. Usted tiene que enseñar a su hijo que cuando una niña dice no, es no, con copas y sin copas. Usted paga. Y usted, que le ha comprado un móvil tan guay a su niño, usted paga. Y, claro, cuando tú le metes a un padre en una sentencia, por ejemplo, 200.000 euros de indemnización porque su niño ha matado, o porque el niño ha violado y le metes 15.000 o 20.000 euros por cada violación, entonces le duele. Cuando tú le metes por atentar contra la intimidad y agresión sexual, por redes informáticas, por móviles e historias, usted tiene que enseñar a su hijo que el móvil es muy peligroso, y usted paga por el mal uso que hace su hijo de los móviles. Yo he dictado sentencias de 20.000 euros por dañar la imagen de una cría que le costó, por ejemplo, el traslado de tres institutos aquí en Granada. Tengo fotos y vídeos comprometedores tuyos, o te acuestas conmigo o cuelgo las fotos y los vídeos. Se acostó, penetración. A los tres días le vuelve a decir, oye, pero que te sigo teniendo. ¿No me dijiste que lo ibas a borrar? Lo sigo teniendo, o te acuestas conmigo o cuelgo las fotos y los vídeos. Se acostó, penetración. Y a los tres días, colgó las fotos y los vídeos. El padre me dijo que no lo iba a pagar él sino que lo iba a pagar el niño. Y vaya si lo pagó. Lo metió a trabajar y pagó el niño.

Granada

P: ¿Suele seguir la actualidad de Granada? ¿Está al tanto de todas las polémicas que hay o ha habido con la Aesia, la Escuela Andaluza de Salud Pública, la Agencia Estatal de Salud, etc.?

R: Me gusta enterarme un poco, pero tampoco profundizo mucho, pero sí me entero más o menos. Lo que me da pena es que los políticos son muy partidistas, no velan por el bien común ni nada. Siempre se oponen a todo, no hay posibilidad de negociar ni de llegar a acuerdos. Falta la categoría que había en los políticos de antes.

P: ¿Qué opina de la evolución de Granada en estos 40 años? ¿Hacia dónde cree que va la ciudad?

R: Le dio mucho prestigio el congreso de cuando vino el del Falcon este y tal, pero Granada tiene encanto, muchísima historia, la Universidad que tiene, es preciosa y tiene gran una calidad humana. Pero que me da pena porque se está deshabitando. Y me da pena lo de los partidos políticos. El Albayzín es patrimonio de la Unesco, ¿para qué? Para nada. El tranvía, por ejemplo, ha sido un éxito, pero la obra tardó 10 años tras levantar toda Granada. Y ahora a ver por dónde va. Pero, bueno, por eso no me gusta meterme en política, porque yo planteo problemas, pero no tengo la solución. Lo que me fastidia es que los políticos tampoco tienen soluciones, a veces la lían más. Soy amigo de muchos que han sido alcaldes, pero, coño, una vez que pasan a la oposición… Vamos a ponernos de acuerdo. Me da pena la categoría que había en la Transición y los primeros años de la democracia y que el nivel que tenían esos políticos no lo tengan estos. No hay más que mirar el Congreso y el Senado, cuantos más jóvenes, más maleducados y más ignorantes. Yo he invitado a políticos del Congreso y de parlamentos autonómicos a ver mis juicios. Me han venido cinco y de esos cinco, tres estaban enganchados al móvil. Me alegré mucho de la intervención del otro día de Unzué. Con dos cojones. Es una vergüenza. Veo que falta generosidad, preparación y honestidad, sobre todo, honestidad.

P: ¿Y la imagen de Granada como capital de la marihuana?

R: Es una vergüenza. Siempre ironizo en mis charlas sobre el gusto que da pasear por Granada. Y se lo dije a un alcalde, una vez que me dieron un premio al turismo en el Palacio de los Córdova hace tiempo. Te voy a contar cómo fue. Llego allí y hay un premio internacional al turismo y entonces se lo dan a varios restaurantes y a varios hoteles, y después a un bailaor, que ahora mismo el hombre está pasando un mal momento por las drogas. Y cuando me dan el premio digo yo, ¿qué tengo yo que ver en un premio al turismo? Pero como había que soltar unas palabrejas de agradecimiento y tal... Y pienso, ¿qué pollas digo? Total, que me dan el premio, subo allí y felicito a todos los homenajeados que se lo merecen, y me cuestiono qué pinto en un premio así. Y digo, bueno, pensándolo un poco, pues les puedo decir que algo de restauración sé, porque me dedico a los pinchos morunos, a los chorizos y sí les doy su punto. Y en cuanto a la hostelería, también, porque también a mis pinchos morunos, a mis chorizos y a mis morcillas hay que buscarles una habitación en condiciones. Pero a mí lo que más me preocupa es el gusto que da pasear por Granada. Algunas tardes estoy haciendo sentencias en mi casa y se me va la luz, no me inspiro. Pues voy a dar una vuelta, a ver si me entra la luz. Entonces cojo la carretera de Murcia y tiro para arriba hacia Haza Grande. Cuando llevo 200 o 300 metros subiendo (inspira profundamente), oye, empiezo a ver la luz, y ya empiezo a ver el encabezamiento de la sentencia. Digo, coño, ya la estoy viendo. Me voy a bajar a casa para pasarla al ordenador. Bajo otra vez, pero cambia el aire y se me va. Bueno, pues voy a tirar por el barrio. Y me cojo la calle Pagés, la calle del Agua y llego a Plaza Larga (inspira otra vez). Y ya empiezo a ver otra vez el encabezamiento, aquí el primer antecedente de hecho, y ya va cogiendo otra vez cuerpo. Tiro por la cuesta de la Alhacaba y ya voy cogiendo el segundo antecedente; tiro por la calle Elvira (inspira de nuevo) y ya hasta empiezo con los hechos probados. Llego a las Bodegas Castañeda, me tomo un cubata y sentencia firme.

Pero, además, hay una cosa en mi barrio. Aquí llegan todos los días chinos, y vienen todos muy rápidos y muy serios. No se paran en ningún bar a tomarse una copa ni ‘ná’. Van directos al Mirador de San Nicolás. Pero se pegan allí 10 o 15 minutos y después vienen más despacio y todos con una sonrisa. El aire de Graná y del Albayzín... Una vergüenza. Y están los chavales con 12 años así. No me hacen falta informes de la Universidad de Oxford, de Massachusetts o de la Autónoma de Barcelona, que los niños empiezan a consumir con 12 años. Alcohol, marihuana y hachís. Y así estamos.

P: Por último, ¿tiene en la cabeza ya la jubilación en el horizonte?

R: Ya veremos, como dice el Cholo, partido a partido.