Al Granada se le atragantan los viajes

La crisis de juego del conjunto rojiblanco se acentúa lejos de Los Cármenes, donde ha sumado de forma consecutiva las tres derrotas que acumula hasta el momento

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Los jugadores de Las Palmas celebran su primer gol ante la frustración de dos jugadores del Granada | Foto: LaLiga
Chema Ruiz España
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El inicio del curso aspira a convertir al Granada en un equipo extremista, de oscilaciones muy bruscas entre sus resultados como local y la renta que saca lejos de casa. El conjunto rojiblanco no tiene claro todavía a qué juega, por lo que a cada jornada, con independencia del estadio, se acentúa la condensación de su fútbol, carente de ritmo, profundidad e inventiva hasta el momento. Solamente en el último tercio frente al Racing de Santander y contra el Villarreal B pudo la hinchada nazarí vislumbrar algo de fluidez. Una tediosa regularidad que, sin embargo, presenta un remarcado contraste entre sus marcadores como local y los que registra en territorio ajeno. En Los Cármenes, aun sin comodidad, resuelve sus trámites con triunfos; más allá de los términos granadinos, los guarismos son bien distintos: los de Karanka han regresado con las manos vacías en tres de sus cuatro viajes hasta la fecha.

La derrota en Las Palmas, además de incidir en el trance futbolístico que atraviesa el conjunto granadino, señala la debilidad rojiblanca cuando el equipo es visitante. Solamente de Ibiza pudo volver con los tres puntos, en una actuación sosa. Los desplazamientos a Andorra y Eibar se contaron por fracasos, a los que se sumó el de este lunes en las Canarias. En todos estos duelos, un patrón común: un Granada espeso, que apenas llega al marco rival y concede con cierta facilidad cuando el contrario se acerca. En Los Cármenes, las sensaciones no son mucho mejores, pero logra sacar una rentabilidad máxima a sus pocas ocasiones y se endurece atrás. De los nueve goles que ha marcado, siete los ha celebrado ante su hinchada; de los ocho tantos que ha encajado, solo uno fue en el Zaidín. Reserva su acierto para la intimidad de su feudo, incluso el de su máximo artillero, con lo que se queda con los puntos. 

La inercia casera que ha adquirido el cuadro de Aitor Karanka le ha permitido instalarse en una zona cómoda en la tabla, con doce puntos, pero sus vaivenes son peligrosos. Gana en casa y pierde fuera, con la excepción de la jornada inaugural. Ni un empate aún en el casillero, marca única en la categoría en este curso. Una tendencia con la que el Granada fracasó en la campaña 2017/2018, con Oltra de inicio en el banquillo, durante la que sumó en total 12 derrotas lejos de Los Cármenes, que supusieron el 80% de los partidos perdidos en todo el ejercicio, y solo pudo ganar tres encuentros. El conjunto al que Fabri llevó a Primera División en la temporada 2010/2011 también se encontró en una tesitura similar, pero logró igualar más marcadores como huésped. Perdió ocho partidos fuera de casa, que equivalen al mismo porcentaje, pero empató cuatro más, con los que se coló en playoff.

Peor que en los últimos años en Segunda

El último ascenso a Primera División, con Diego Martínez al frente, rebajó estas cifras. Lejos de Los Cármenes, ganó nueve citas, empató siete y perdió cinco. Los números acumulados hasta la fecha por el Granada de Aitor Karanka en campo ajeno empeoran los registros de cualquiera de estos tres equipos a la misma altura de la campaña. Tanto Oltra como el vigués habían perdido solo un encuentro, mientras que Fabri había caído en dos ocasiones como visitante. 

El actual entrenador del Granada ya había mostrado cierta tendencia a sumar peores resultados fuera de casa cuando dirigió al Middlesbrough en la segunda división británica, pero la diferencia no era tan reseñable. En la temporada 2014/2015, perdió ocho encuentros lejos de casa, uno más que en el ejercicio posterior. En ambos casos, no obstante, contrarrestó las derrotas como huésped con 10 triunfos.

Curiosamente, en su aterrizaje en Los Cármenes, Karanka tuvo que hacer frente a una situación totalmente opuesta. La plantilla que terminó descendiendo era presa del pavor escénico ante su afición, pero mostraba una mejor versión en la lejanía. Revirtió la dinámica en los seis encuentros que dirigió, durante los que arañó un punto más en casa que fuera, pero en este curso todavía no ha conseguido regular la secuencia de marcadores. A su equipo se le atragantan los viajes, y sin esos puntos, la crisis de juego tiene consecuencias más graves. 







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