Fundación Escuela de Solidaridad: donde nace la familia

Su director, Ignacio Pereda, creó un espacio de protección, unión y colaboración en Sierra Elvira para personas en riesgo de exclusión

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La Fundación Escuela de Solidaridad, un familia diferente | Foto: Javi Gea
Mayte Ruiz
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“La intención siempre ha sido construir familia con personas que han perdido el sentido de ella”. Con 19 años, Ignacio Pereda, en un campamento scout en Córdoba, fue testigo del sufrimiento que provoca la drogadicción en las familias. Allí sintió la necesidad de comenzar un proyecto para crear vínculos familiares entre personas que no comparten sangre.

La Fundación Escuela de Solidaridad es una organización que tiene como objetivo la acogida e intervención sobre personas que viven en el desarraigo, la desventaja, exclusión social e incluso el maltrato. La FES tiene tres programas básicos de actuación: Mejor con mamá, un programa que auxilia a madres con sus hijos en situación de emergencia; Mejor formado, que trata de educar y formar a las personas integrantes del hogar, y Mejor ocupado, que, a través de talleres ocupacionales, procura dotar de una formación práctica adecuada a las personas de la fundación para que pueda suponer su ejercicio una ayuda económica para la FES. Asimismo, cuenta con Mejor acompañado, Mejor al aire libre, Vive tu experiencia solidaria, y Mejor europeo.

Las personas que han llegado a la FES lo han hecho gracias a la intervención de organizaciones religiosas, centros de menores, de violencia de género, instituciones oficiales u hospitales. El perfil de persona acogida no se atiene a ningún requisito: lo único excluyente es la drogadicción. “El drogadicto encuentra en el núcleo familiar el sitio perfecto para acomodarse en su problema. No creemos que este sea el mejor lugar para alguien con adicciones, porque aquí se pretende construir una familia firme”, comenta Ignacio.

Unas diez casas forman el complejo donde se hospedan los integrantes. Cada una de ellas, con excepción de las más pequeñas, cuenta con espacio para 30 personas. Así, la FES está compuesta actualmente por más de 140 miembros. Cuando estas consiguen trabajo y un espacio seguro en sociedad, son consideradas aptas para abandonar Sierra Elvira y comenzar una nueva vida.

La fundación subsiste gracias a la venta de los productos que elaboran en sus distintos talleres: mermeladas, muebles restaurados, cerámica, esculturas, piezas de vidrio, productos de la huerta, entre otros. Además, tienen servicio de panadería para autoabastecimiento. Otra vía de financiación es la donación mensual de los socios, y las donaciones puntuales de personas ajenas a la fundación, ya sea en forma de dinero, ropa, productos de primera necesidad o muebles.

El sistema de voluntariado también es amplio. Ignacio cuenta que cada año llegan numerosos grupos de diferentes puntos de España, y de fuera de nuestras fronteras, para colaborar en la fundación no solo en verano. Scouts, organizaciones religiosas, grupos de amigos… “Toda persona que desee venir a ayudar en las labores de los talleres, en el cuidado de los menores, en cocina, construcción de nuevos espacios… Tiene las puertas abiertas”, invita Pereda.

“Invito a que la gente venga y se deje incordiar por el prójimo. La palabra incordiar viene del latín in (en el interior) y cordis (corazón). Dejarse incordiar es dejarse empapar el corazón con la esencia de otra persona”, concluye el fundador. El corazón de la Fundación Escuela de Solidaridad se nutre desde su nacimiento de lo que logran provocar en cada una de las personas que pasan por allí: que vuelvan a creer en la familia.

Datos de contacto de la Fundación Escuela de Solidaridad

www.escuelasolidaridad.org







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