Enrique Herrera: "Estamos diseñando un innovador centro de divulgación científica que enriquezca la visita a la Alhambra"

El catedrático de Computación e Inteligencia Artificial de la UGR destaca el gran impacto que los proyectos de esta institución tienen sobre Granada y su provincia

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Enrique Herrera, una eminencia mundial en uno de los campos más pujantes en estos momentos, la IA | Foto principal: Celia Pérez / Reportaje gráfico: C. Pérez y Sonia Parra
Juan Prieto
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Enrique Herrera (Jódar, Jaén, 1969) es una eminencia mundial en uno de los campos más pujantes en estos momentos, la Inteligencia Artificial (IA). Catedrático del Departamento de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada (UGR) es, además, vicerrector de Investigación y Transferencia. Es uno de los profesores investigadores más citados a nivel mundial y posee una larga y merecida lista de reconocimientos nacionales e internacionales que lo convierten en una referencia en su campo. Su prestigio es un orgullo para la UGR. En esta entrevista con GranadaDigital analiza, además de su trayectoria, la importancia de la IA hoy día a la vez que su apuesta por la ciudad y la provincia en la que ha realizado su proyecto de vida, con iniciativas tan importantes como la creación de un centro de divulgación científica sobre la Alhambra.

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Pregunta. Eres natural de Jódar, en la provincia de Jaén. ¿Ahí pasaste tu infancia y tu juventud?

Respuesta. Ahí pasé 20 años de mi vida hasta que decidí irme a estudiar a la universidad, apoyado por mi madre. Aunque llevo muchísimos años viviendo en Granada, me siento galduriense, aunque también me siento muy granadino y se cumple aquello de que uno no es de donde nace, sino de donde pace. Granada es mi vida, donde he forjado mi familia, mi labor y mi vida diaria. Tengo una dependencia muy grande de Granada y de disfrute de ella.

P. Cuando miras atrás, ¿hay algo que sabías que los demás no para dedicarte al mundo de la Inteligencia Artificial, imprescindible hoy día?

R. No lo sé. La verdad es que si miro atrás y veo mi origen y todo lo que he hecho a lo largo de mi vida, me siento un privilegiado. No sé, al final, por qué estoy aquí. Sí creo que hay algunos astros, algunas fuerzas que se van alineando y te van poniendo en tu camino poco a poco y se ve que estaba llamado a hacer lo que estoy haciendo. Conoces a gente que no te esperabas conocer, intercambias experiencias y, fruto de todo eso, uno termina haciendo una labor importante, no solamente para él, sino para los que están alrededor, y con la que disfrutas. Me siento un privilegiado, pero, realmente, no sé cómo he llegado aquí.

P. Tuviste una infancia en la que el campo tuvo mucha influencia.

R. En mi casa era normal ver animales, mulos y todas las labores que había que hacer a mano en el campo: la recogida, el abonado, al corta, la poda... Eso lo viví con mi padre y mi madre durante mucho tiempo. Después, mi padre falleció por una enfermedad repentina y todo lo tuvimos que hacer mi madre y yo. Tuve unos años en los que trabajaba intensamente con mi madre y llevaba el campo que puede llevar un niño de 13 o 14 años, con la responsabilidad que se le puede dar. Pero eso te hace madurar mucho.

P. Y, además, fuiste un buen estudiante.

R. Es que eso, incluso, te inclina a estudiar más. Hay un cambio en mi vida desde ese momento en que tomas una responsabilidad, porque te hace más independiente y te das cuenta de cómo se mueve la sociedad y la economía y te animas mucho más a estudiar. Te vuelves más responsable. Es lo que sucedió.

Estudiar en Granada

P. ¿Cuándo fue el momento de decidir ir a Granada?

R. Tenía claro que tenía que estudiar y que debía ser una carrera tecnológica porque es lo que me gustaba. De ciencias, como se decía. Y terminé estudiando algo que me gustaba. Empecé el primer año Telecomunicaciones en Madrid y no me fue muy bien. No digerí bien el cambio. No quería hacer Telecomunicaciones, pero, como no podía estudiar Ingeniera Superior de Informática en Granada, porque solo existía una ingeniería técnica, me fui a Madrid. No había viajado en mi vida, pasaba los veranos en Jódar y estaba acostumbrado a ir por la calle y saludar a todo el mundo, porque los conocía. Pero llegar a Madrid y ver como hay tanta gente viviendo y que nadie te conoce, que no eres nada. Si te caes, nadie te coge. Un aislamiento entre tanta gente y lo pasé y lo digerí muy mal. Soy una persona que habla bastante y me acuerdo en los autobuses hablar con la gente que no me conocía y me miraban diciendo: "Este tío, ¿qué me está contando?". Estudié y trabajé mucho, pero no me fue bien. Y, al final, ese mismo año se abrió Ingeniería Informática en Granada y aquí me vine.

P. Una Granada que, en esa época, estaba la zona de la marcha de Pedro Antonio de Alarcón a tope. ¿Ibas por allí?

R. Vivía justo enfrente de Pedro Antonio de Alarcón, en Camino Ronda, en el 105. E iba por allí jueves y viernes, como todos los estudiantes. Era una persona muy programada, estudiaba continuamente y, por eso, en días previos a los exámenes muchas veces salía. Y cuando no había exámenes también disfrutaba. Hacía lo que hacían todos los estudiantes.

P. Cuándo empezaste a estudiar Informática, ¿qué era la IA en ese momento?

R. Para mí, en aquel momento, era el nombre del departamento que se creó en Granada y que nos daba clases, programación y demás, pero era un concepto que no me decía nada realmente.

P. Un concepto futurista entonces.

R. Podríamos llamarlo así. No sabía entenderlo. Pensaba que los ordenadores eran solo para programar y realizar una actividad automática y punto, nada más. Tareas simples que, de hecho, es lo que hacíamos. Un gestor de una biblioteca, de un programa de movimiento en un centro de trabajo, de control de personas, de productos…, pero nada más. Cuando uno ya va profundizando, estudiando, leyendo y van pasando los años te vas dando cuenta de que hay un trasfondo más importante. Un anhelo de la IA siempre ha sido siempre intentar imitar todo lo que hace un ser humano. Hasta el tema de la racionalidad que tenemos para afrontar y resolver problemas que hacemos diariamente con distintas variables y distintos tipos de información. Pero en aquel momento, eso era impensable.

Inteligencia Artificial

P. Y hoy día ya se ha convertido en algo imprescindible en nuestras vidas.

R. En el último año y pico, es verdad que se ha convertido en algo normal, de lo que todo el mundo habla, aunque no se sepa identificar muy bien de qué va el asunto. Previo a esto, ha habido un cambio en la digitalización de la sociedad, donde todo ha cambiado a la hora de representarse y han convergido muchos medios de comunicación, sistemas y demás que han permitido dar este salto y este gran uso que se está haciendo de la IA. El proceso de la digitalización que hemos asumido y mucha gente lo ha usado y no sabe ni siquiera lo que es. Lo que pasa es que la IA ha sido más disruptiva. En poco tiempo, ha empezado a aparecer en nuestros hogares y hemos tomado conciencia de que estaba ahí. Lo teníamos, pero no tomábamos conciencia. Por ejemplo, en los robots que hay que limpian la casa. Esto existe hace tiempo. O las herramientas que nos guían por las ciudades que visitamos. Y, en este último año, con los modelos generacionales de IA, la gente ha tomado conciencia de que ahí hay algo más potente, más importante, que puede cambiar nuestras vidas y ayudarnos mucho a mejorar. También con peligros y retos, evidentemente. Pero que puede ayudarnos mucho y estamos tomando conciencia de forma muy rápida, tan rápida que a la gente le cuesta trabajo digerir qué supone esto.

P. Recogiendo algunas de las palabras que has dicho, es posible que nos dé miedo a que sea la IA la que tome conciencia.

R. Ahí hay un debate importante sobre el tema de llegar al extremo de que la IA, al final, se humanice. No creo que eso pueda suceder. El humano es un ser muy complejo que tiene muchas cosas y la IA es una herramienta que viene a mejorar nuestras vidas, como otras herramientas que también llegaron en algún momento. Lo que pasa es que es una herramienta que consigue imitar muy bien los comportamientos y la forma de trabajar humana de forma simultánea, no solamente en una tarea concreta, y está mostrando un gran potencial para resolver problemas, igual que un humano. Tal cual sucede que no sabes si al otro lado de una habitación es una máquina la que te está dando respuestas, como el popularizado ChatGPT, o un humano. No serías capaz de identificar que es una máquina si no te lo dicen, porque responde y se comporta realmente como un humano y es capaz de ver muchas más cosas, como los humanos. Me parece que la IA es una herramienta que nos va a ayudar a mejorar nuestras vidas, que tiene sus problemas, que genera recelos, pero que, sin duda alguna, se va a seguir extendiendo y va a llegar un momento en que muchas de las tareas que ahora hacemos y que creemos que necesitan un soporte humano, se van a hacer de forma automática.

P. ¿Debemos tener miedo a la Inteligencia Artificial?

R. Debemos estar informados de qué supone y cómo podemos usarla, sobre todo, para evitar los abusos, no solamente los que podemos provocar nosotros sin quererlo, sino los que pueden producirse en nuestras vidas porque otros hagan mal uso. Como sucede con otras tecnologías, si se hace mal uso se puede hacer daño, pero las tecnologías y, en concreto, las aplicaciones de IA vienen a mejorar nuestra calidad de vida. Y de eso tenemos múltiples ejemplos desde hace años, especialmente en el ámbito sanitario, solo que ahora hemos tomado conciencia de que eso existe. El hecho de tener una herramienta como ChatGPT, por ejemplo. Su uso se ha impulsado de forma genérica, casi más por una necesidad de una empresa, que intentar mejorar el rendimiento del propio ChatGPT, y que nos está utilizando de laboratorio mundial para mejorarla. Ahora la gente ha tomado conciencia de que esto es potente, pero eso ya lo teníamos en muchas de las tecnologías con las que interactuamos en televisión, medicina, teléfonos inteligentes, buscadores, diseñadores de rutas con estrategias para visitar ciudades o herramientas con las cuales interactuamos todos los días cuando compramos online. Todo eso está basado en IA, pero no lo veíamos. El hecho en sí de tener una experiencia especial con una herramienta a la que le preguntas cosas y te devuelve respuestas te hace pensar: "Es casi mejor que una persona, ¿adónde vamos a llegar?". Eso crea un interrogante. Por eso digo que hay que formarse para hacer el buen uso, para ver todas las cosas positivas que tiene la tecnología y, también, para descubrir otras necesidades que surgen cuando la tecnología va avanzando, con puestos de trabajo que se van a crear, y alejar los miedos. Para todo, lo mejor es estar bien informados, aunque es cierto que la inmersión de la IA apareció y el impacto que ha tenido ha sido muy rápido y no nos ha dejado digerir lo que supone.

Crear un marco jurídico para la IA

P. Hay muchos ejemplos, como que imiten tu voz, aparezca tu rostro, que se generen noticias falsas... ¿Cómo distinguir la realidad? Eso sí es preocupante.

R. Hay que crear un contexto jurídico que vele para que eso no suceda, también de uso ético, y en eso se está trabajando, en la gobernanza de la IA para que perdure y se siga utilizando bien y haya control de riesgos. Hay entornos donde se aplica la IA que hay que identificar claramente y hacerlos seguros. El gran problema que puede tener esta tecnología, o cualquier otra, es la inseguridad que crea en la sociedad, porque eso automáticamente haría que la gente dejara de usarla. Y decrementarían los beneficios que tienen las empresas que están detrás de estos grandes avances. También los poderes públicos deben tomar conciencia de que esto no puede ser así. El desarrollo de la IA y de su uso no puede ser una responsabilidad solamente de las empresas que, aunque hacen el bien, porque dan mucho trabajo y crean tecnologías que ayudan a mejorar nuestras vidas, invierten mucho dinero y quieren recuperarlo. Entonces, a veces, se olvidan de ese uso ético y seguro que tiene que dar esa herramienta. No obstante, últimamente se han dado cuenta de que si no crea un ambiente de certidumbre, donde la gente se sienta segura, no se va a utilizar esta herramienta y podemos ir para atrás. Las empresas están también preocupadas, pero no con la misma intensidad con la que se preocupan de presentar más avances para demostrar que ellos son los líderes en determinadas tecnologías. Los poderes públicos no pueden dejar esa responsabilidad porque ese mundo va a cambiar todos los paradigmas en todas las áreas de nuestra vida de forma muy importante. Y tienen una responsabilidad de no dejar el protagonismo y la responsabilidad solo a las empresas.

P. Los gobiernos tienen que dar un paso adelante.

R. Esto creo que es una política global y hay que tomar decisiones por encima de las ideologías políticas porque esto ha venido para quedarse y tenemos que saber digerirlo y ayudar a la sociedad a hacer un buen uso.

P. He leído varias veces a Enrique Herrera decir que la UGR es un referente mundial en el campo de la investigación y el desarrollo de la IA. ¿Cuál fue el origen de esta apuesta? ¿Por qué Granada tiene esa ventaja con respecto a otras universidades?

R. He comentado antes que, cuando empecé a estudiar, la palabra Inteligencia Artificial me sonaba al nombre de un departamento. Y es que hubo un conjunto de profesores que se unieron para crear esta área en la UGR. De ahí surgieron profesores con una visión a largo plazo muy importante que querían poner en valor todo lo que se hacía en Granada en este ámbito y que sabían que no solo había que mirar lo local, sino que había que mirar a lo internacional. El Departamento de Ciencias de la Computación y de la Inteligencia Artificial, del cual tengo el honor de ser profesor, contó con los doctores y los profesores que allí me orientaron, como José Luis Verdegay, Miguel Delgado, Amparo Vila o Francisco Herrera. Ellos tuvieron esa visión de que había que salir de lo local e intentar ver lo que estaba pasando en el mundo. Es un departamento que surge al principio con un origen matemático. Y esa vocación internacional nos llevó a conocer lo que se estaba haciendo en Polonia, Estados Unidos, Noruega y en otros muchos países a través de congresos, relaciones internacionales, revistas y publicaciones, viajes... Y ahí, con talento, porque el departamento tiene talento, se siguió una política de selección de personal con criterios estupendos, como la que sigue la UGR. Así se creó un nicho, una semilla por aprender, por superarse, por ir fuera de lo local y saltar fronteras. Y, al final, tenemos equipos importantes que surgen en ese departamento y también en la Escuela de Informática. Este modelo se extendió al departamento de arquitectura, de ordenadores, de lengua de sistemas y, después, al de Telecomunicación. Hay una forma de crear ciencia, que es la internacionalidad, conocer cosas nuevas, ser crítico y autocrítico. Y, a partir de ahí, intentar mejorar lo que ya se tiene. Y se ve que no lo hemos hecho mal. Esto no surge de la noche a la mañana, es fruto de un trabajo muy importante. Lo importante es superarse, no quedarse con lo local e ir más allá de lo que se hace en España, conocer lo de fuera. Con los medios que uno tiene, intentar hacer la mejor ciencia posible, que es lo que hacemos en la UGR. Entre todos, hemos hecho un gran trabajo con los medios que tenemos.

Medios para los investigadores

P. Has incidido en la frase "con los medios que tenemos". ¿Por qué no se le dan más medios a los investigadores, cuyos trabajos van a mejorar nuestras vidas?

R. La sociedad funciona así y hay que aceptarlo. Tampoco la puedes cambiar de la noche a la mañana. No solamente la investigación es la que lo mueve, hay otra serie de cosas. Creo que a la comunidad investigadora universitaria nos toca entender cómo funciona la sociedad, abrir las puertas, interactuar con el contexto, con nuestra propia cultura, y entender cuáles son las formas en las cuales nosotros podemos incrementar nuestro impacto. En eso soy autocrítico. Muchas veces en las universidades se genera mucho conocimiento, pero no salen de las puertas de la universidad. Nos cuesta trabajo transmitirlo, a pesar de todos los programas de divulgación y demás, pero nos cuesta trabajo mostrar el potencial que tenemos. Y es bueno apostar por nosotros. Igualmente, los que mandan y dirigen nuestras políticas y nuestras vidas, tienen muchos problemas encima de la mesa. Y el mundo universitario puede ser uno de los problemas, pero también hay otros más importantes. Ellos van tomando decisiones en función de lo que surge. Y en las universidades no solemos ser muy agresivos para pedir, especialmente, en España. Aquí se hacen grandes cosas con muy poca inversión y mucho trabajo personal. Ese es el modelo que tenemos, pero creo que hay una responsabilidad de los investigadores de entender cómo funciona la sociedad y, en base a eso, con las armas que utilizan otros para sacar pecho y tener mayor visibilidad, utilizarlas para demandar esa ayuda. Porque si no se te ve, por ejemplo, en los medios de comunicación, parece que no existes. Aunque estés haciendo un trabajo muy callado de laboratorio. Un día, haces un gran descubrimiento y sales. Y parece que eso ya tapa todo lo que has hecho antes, como si no sirviera. Pero para llegar a ese gran descubrimiento has tenido que hacer mucho trabajo de fondo. Y esto está pasando en la UGR. Los logros no son fruto de un día ni de un año ni dos años. El logro de que la UGR esté teniendo muy buenos resultados es el diseño de una política continuada desde hace muchos años. En silencio y con los medios que en cada momento se han tenido.

P. ¿Cómo se beneficia Granada y su provincia de esta apuesta por la IA?

R. Desde la UGR hemos pensado que la IA no puede quedarse solamente en los laboratorios, que es lo que estábamos haciendo hasta ahora. Es verdad que aquí hay un ecosistema de empresas tecnológicas que están también trabajando en ese sentido. Pero creemos desde hace tiempo que hay que conectar con la sociedad para dar solución a muchos de los problemas que nos acechan desde la parte de la ingeniería informática. Aunque empezamos a brillar en el contexto internacional desde el punto de vista académico, por proyectos o artículos, tenemos que hacer transferencia e intentar resolver los problemas locales, nacionales e internacionales. De hecho, estamos en muchos proyectos. Y eso es un trabajo de salir fuera de las aulas, de abrir las puertas, de conectar con el tejido industrial y empresarial, con la sociedad o con los políticos, porque hay muchas aplicaciones. Y en eso estamos. Estamos trabajando de forma activa para intentar mejorar esa conexión. Por ejemplo, en los últimos cuatro o cinco años hemos intensificado un programa de cátedras que va orientado a desarrollar alianzas con empresas de cualquier sector, pero, especialmente, están brillando las alianzas con empresas tecnológicas, con Fujitsu, NTT Data, T-Systems, Google Cloud, Indra... para intentar contribuir desde el tejido académico a resolver problemas reales junto a ellas. Y estas empresas se han dado cuenta de que, al final, la tecnología está, pero la tecnología se hace para las personas y la desarrollan las personas, el talento. La UGR tiene mucho talento y eso es lo que se pone de manifiesto con todo ese trabajo que hemos hecho. ¿Medios? Los que podemos, pero si nos juntamos con ese sector empresarial local, nacional e internacional podemos hacer muchas más cosas.

ADIA Lab

P. De hecho, la colaboración público-privada es muy importante y ahora mismo están los ejemplos de proyectos como AI Lab o ADIA Lab.

R. Hemos ido construyendo ideas de colaboración o escenarios de colaboración con empresas a través de esos instrumentos. El programa de cátedras nos abrió la oportunidad de colaborar con empresas para actividades concretas que ellos estuviesen interesados y tener un enlace directo con profesores y alumnos para que estos pudieran encontrar trabajo de forma más fácil, quedarse en Granada y crear el ecosistema aquí, pero también para que los grupos de investigación pudieran desarrollar soluciones concretas a los problemas que las empresas les planteaban. Además, hay que buscar aquellos proyectos emblemáticos que muestren que aquí se están haciendo cosas importantes. Decidimos hacer una alianza con Indra y con ADIA Lab. También hay una alianza con Google y el centro UGR AI, cuyo espacio cedió la Junta en el PTS. Ahí hemos impulsado la Fundación de Inteligencia Artificial y también colaboramos con el Gobierno de España en el diseño de la estrategia nacional de IA al igual que con el Gobierno andaluz. Internacionalmente estamos colaborando también con un centro de investigación importante. Recientemente, estamos desarrollando ese acuerdo, también impulsado desde el Gobierno de España, con Emiratos Árabes, con el centro ADIA Lab, que es un centro muy importante que han creado allí para desarrollar toda la investigación y el avance científico en IA desde una perspectiva internacional, y han escogido socios con los que creen que pueden desarrollar y hacer esto efectivo. Así han fichado y se han llevado mucha gente de muchas universidades importantes que para nosotros son paradigma de muchos de los grandes avances que hay en la sociedad, pero también han cogido a la UGR y a Granada como sitio para establecer su sede europea y eso para nosotros es muy importante.

P. La economía granadina se ha basado siempre en el sector servicios y el sector primario y es una oportunidad para decidir el rumbo de hacia dónde debe ir la ciudad y la provincia.

R. Es verdad que cuando hicimos una de las apuestas en la que estuve involucrado, que es la candidatura para intentar traer a Granada la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (Aesia), era un proyecto en el que nos metimos también para mostrar al país que aquí se están haciendo cosas de IA y que somos capaces de abordar grandes proyectos, también nacionales, que involucran a toda la sociedad española. No salió, pero para nosotros la experiencia fue muy positiva. Para presentar la candidatura de Granada tuvimos que echar mano de los datos económicos de la provincia y realmente son muy negativos. Hay un índice de paro muy importante, una zona muy deprimida de esa perspectiva. Y lo que intentábamos justamente es, atrayendo este tipo de entidades como la agencia y otras en las que estamos trabajando, es revertir esos datos tan negativos.

P. Se ayuda al entorno geográfico con proyectos importantes.

R. Es importante diseñar proyectos que encandilen, que reestructuren Granada y que hagan crecer a la ciudad de todos los puntos de vista. En la UGR, en estos últimos ocho años, me he sentido muy cómodo con el gobierno de Pilar Aranda, hemos creado un equipo importante que hemos recogido el testigo de todo lo bien que se venía haciendo. Hemos hecho una apuesta por intentar sacarla más allá de las aulas e intentar que, ya que está metida en la ciudad, ir un pasito más allá, soñar, pensar que podemos hacer más cosas, más allá de los proyectos diarios de investigación, de las publicaciones, de esa importante labor que hacemos como formar a las generaciones futuras de este país. Y hemos hecho un esfuerzo grande, por ejemplo, con un edificio como UGR Dones, en Escúzar. O cuando hemos diseñado el proyecto UGR Sostenibilidad, que es muy importante, y hemos decidido poner a todos los grupos que trabajan en sostenibilidad juntos en un campus para dar soluciones de innovación y de investigación. Es una apuesta importante que afecta a la ciudad. O cuando nos hemos metido en el proyecto de fortalecer el ecosistema de la IA en Granada. Lo hacemos porque el futuro va por la tecnología y aquí tenemos mucho talento que puede provocar ese cambio y ayudar mucho a la ciudad, a la provincia y a Andalucía.

Proyecto en la Alhambra

P. Desde tu punto de vista, ¿cuál debe ser la apuesta de Granada?

R. Granada tiene que decidir por dónde va, pero aquí la empresa más importante que hay es su Universidad. Tienen que estar en buena sintonía y diseñar con la gente que hay en la UGR ese futuro de Granada. La UGR los ve desde la perspectiva de generación del conocimiento, innovación y transferencia. El ejemplo es el proyecto del IFMIF-Dones, que surgió desde la UGR en 2011, cuando se hizo la petición para que aquí viniese. Hay que crear esas grandes alianzas, ir de la mano. La UGR va hasta dónde puede llegar y no puede regir la vida de la ciudad, pero, desde el punto de vista del conocimiento, sí somos conscientes de la importancia de la investigación y la innovación que se hace en la UGR y con eso somos capaces de pensar qué podemos crear de valor añadido en la ciudad. Por eso, estos proyectos que he comentado y otros que tenemos ahora mismo en cartera que estamos haciendo para poner, por ejemplo, en valor temas relacionados con la Alhambra.

P. ¿En qué consiste ese proyecto con la Alhambra?

R. La UGR genera muchísimo conocimiento alrededor de la Alhambra, pero lo dejamos en las librerías o en los ámbitos estrictamente académicos. Puntualmente, hacemos alguna intervención social donde se ve el conocimiento que nuestros profesores tienen, pero queremos que la generación del conocimiento vaya más allá y sea también un instrumento de innovación ligado a la Alhambra. Por eso, estamos diseñando y pensando una entidad ligada a la Alhambra que podamos desarrollar en la UGR para mostrar a quien viene a visitarla el conocimiento que hay más allá del simple monumento, y que la ruta y la experiencia sea mucho más enriquecedora. Comenzamos a trabajar con el gobierno de Pilar Aranda en un innovador centro de innovación y divulgación científica ligado a la Alhambra que enriquezca la experiencia de los visitantes al monumento. Que no sea simple y llanamente ir a la Alhambra y después irse. Que aquellos que tengan un interés adicional por conocer cosas más profundas de aspectos de la Alhambra tengan la oportunidad de vivirlo y de tenerlo con el conocimiento que generamos en la Alhambra.

P. ¿Cómo sería?

R. Un centro de divulgación científica, de innovación, que enriquezca y que permita tener un turismo más selectivo, más interesado e informado, que tenga unas necesidades adicionales. Esa es nuestra aspiración. En la UGR desarrollamos hace mucho tiempo una política de la gente que quería trabajar en temas fronteras de investigación y, desde un punto de vista multidisciplinar, tener la oportunidad de crear un programa de unidad de excelencia. Bueno, pues hay una unidad de excelencia en la UGR que se llama Ciencia de la Alhambra, donde tenemos juntos a gente, a investigadores del área de matemáticas, biología, filosofía, informática, patrimonio, arquitectura... trabajando juntos en los distintos aspectos de la Alhambra. Y creemos que todo ese trabajo no debe quedarse solamente en el campo académico, sino que hay mucho que le puede interesar a la sociedad. Esto es algo que forma parte de nuestra vida e historia. Se abre un abanico de oportunidad para poderlo hacer. Sería un centro que se pudiera visitar o antes o después que la Alhambra, que ofreciera una información adicional de aquello que se ve, con un guía que te orienta a algunas cosas, pero de forma más profunda. Tener experiencias virtuales, inmersivas, con nuevas tecnologías, de algo que se vivió en la Alhambra y que tú puedes vivir ahora. Nuestro papel es intentar vislumbrar proyectos importantes para la investigación, pero que también tengan un impacto en la ciudad e intentar desarrollarlos de forma conjunta.

P. La implementación de la IA tiene muy preocupados a algunos profesionales que temen por sus puestos de trabajo. ¿Tienen razón para preocuparse?

R. La IA es una nueva tecnología que viene a mejorar muchas de nuestras actividades. Algunas que ahora hacemos van a poder ser automatizadas. Y eso va a mejorar nuestra actividad, rendimiento y productividad. Y tenemos que adaptarnos. Pero no hay que tener miedo. A la IA le queda muchísimo para que pensemos en que se pueda humanizar. Eso está muy lejos. Pero, sin embargo, sí es una herramienta que nos puede ayudar mucho a desarrollar nuestra actividad y nos va a permitir ser más competitivos. Mucha gente la está usando. Todos los que no tienen ese miedo. Si nos negamos a meter este tipo de tecnología en nuestra actividad diaria y otros la meten antes, nos vamos a quedar fuera del tablero. Hay que intentar ayudar a la gente que tiene estos recelos a que, poco a poco, vaya metiendo esta herramienta en su actividad con responsabilidad, creando el marco jurídico adecuado que permita minimizar los riesgos. Y una cosa que sí se está demostrando en los últimos años es que las tecnologías de la base de inteligencia son muy disruptivas. De la noche a la mañana cambian el modelo de negocio que hay en cualquier actividad. Por tanto, hay que estar muy abiertos, ver hasta dónde puede llegar y sacar lo mejor, como lo están haciendo otros. Pero no vivir del temor y mirar para otro lado cuando eso existe. Eso sería un error.