Christian García: “Dije que sí a todo… hasta que me quemé”
El cómico granadino repasa su trayectoria, el precio de la fama y su amor incondicional por la ciudad que lo vio crecer
Entra saludando con una sonrisa y se va igual. Durante toda su visita a La Redacción de GranadaDigital, el cómico granadino Christian García derrocha la simpatía que lo ha convertido en uno de los humoristas más queridos del sur de España. Sonríe a quien le pide una foto, bromea con los redactores y saluda a cada persona como si la conociera de toda la vida. Pero en la charla que mantenemos con él, descubrimos mucho más: un profesional exigente, un trabajador incansable, alguien que, aunque disfrute del éxito, también lo sufre. “A veces lo valoro poco. Estoy más centrado en no parar, en crear, en seguir creciendo. Pero cuando paro y lo pienso, me doy cuenta de que he cumplido un sueño”.
Christian García es uno de esos casos donde el talento natural, el trabajo duro y el empujón de las redes se han combinado para hacer despegar una carrera que empezó, como él dice, “con un monólogo para mi abuela en Nochevieja”. Hoy llena teatros por todo el país, pero no olvida de dónde viene: “He actuado en bares, en parkings… solo me falta un tanatorio”.
“A veces me paro y digo: lo que he conseguido no es fácil”
Pregunta: ¿Cómo estás viviendo este momento tan intenso a nivel profesional?
Respuesta: Muy bien, muy contento. Es una época en la que no paran de pasar cosas. Granada no para y eso, para alguien que vive de comentar lo que pasa, es ideal. Aunque, eso sí, la cabeza no para tampoco.
P: ¿Hay temporada alta en la comedia?
R: Para mí el verano es la temporada fuerte: ferias, eventos al aire libre, terrazas. También funcionan muy bien de enero a marzo y en noviembre. Los meses flojos son Semana Santa y junio.
P: ¿Y cómo se vive eso de no parar? ¿Cómo lo gestionas?
R: Me organizo muchísimo. Cada domingo planifico la semana completa, desde el lunes al domingo. Y eso me da un poco de paz mental. Pero paro poco, solo cuando me escapo una semana de vacaciones con mi novia. Ahí sí, lo apago todo: WhatsApp, Instagram… si pasa algo, que me llamen.
P: ¿Qué recuerdas del momento en que diste el salto?
R: Fue en 2022. Después de la pandemia. Al principio decía que sí a todo, incluso cobrando poquísimo. Era cuestión de hacerse ver. Pero te quemas. Y me di cuenta de que si seguía actuando gratis en bares, nadie iba a pagar una entrada por verme. Así que empecé a profesionalizarme y decidí apostar por el teatro.
P: ¿Y cómo ha respondido el público a ese cambio?
R: Increíble. Llena que te llena. Que la gente pague una entrada por verme y se siente allí solo por eso… es un regalo. Para mí es lo mejor que me podía pasar.
P: ¿Cómo combinas ese trabajo escénico con las redes y la creación constante?
R: Pues con estrés (risas). Esta semana, por ejemplo, tengo un evento privado en el que tengo que hacer media hora adaptada a esa empresa, luego mi espectáculo actual por la noche, y al día siguiente, otro monólogo distinto. Y además tengo que escribir el nuevo show de final de año, ensayarlo, probarlo… y seguir subiendo vídeos. Es una locura.
“El humor está mal visto. Nos falta libertad para bromear”
P: En todo este proceso, ¿crees que el humor en España lo tiene difícil?
R: Muchísimo. Está muy censurado. Ya no se puede hacer humor en público. Antes había programas de chistes, de monólogos, ahora nada. A la mínima, te denuncian. Me da mucha pena, porque el humor es lo mejor que tenemos: desconecta, hace feliz.
P: ¿Y tú dónde te inspiras para hacer reír?
R: En mi gente. Mi padre, mi novia, mis amigos… todos me nutren. Apunto en el móvil cosas que me pasan o que les pasan a ellos. Todo lo que cuento en el escenario es real, y eso conecta. Para redes sí miro tendencias, lo que está de moda. Pero el monólogo tiene que ser de verdad.
P: ¿Sientes que tienes libertad total en el escenario?
R: En el escenario, sí. Ahí la gente ya sabe cómo soy. En redes no tanto, porque hay mucha mala fe. Si digo algo un poco fuerte, me arriesgo a que me amarguen la tarde. Y para eso, prefiero cortarme un poco.
P: ¿Echas algo de menos del Christian de hace diez años?
R: Echo de menos el anonimato. Que nadie te grabe cuando estás en la playa con tu novia, por ejemplo. Pero, vamos, que volvería a hacer todo una y mil veces más. Y si mañana se acaba todo, vuelvo a ser recepcionista sin problema.
P: ¿Has conseguido disfrutar de lo que has logrado?
R: Sí, pero me cuesta. A veces lo sufro más que lo disfruto, porque siempre estoy buscando mejorar. Pero cuando paro y lo pienso, me digo: “Esto no es fácil, y lo has conseguido”.
Granada como origen, motor y refugio
P: ¿Qué significa Granada para ti?
R: Todo. Es la mejor ciudad del mundo. Tenemos sierra, playa, la Alhambra, tapas… buen clima y gente de categoría. ¿Qué más queremos?
P: ¿Y cómo ves el apoyo a la comedia aquí?
R: Siento que falta más apuesta institucional. Martita de Graná y yo hemos sido pioneros aquí, y seguimos siendo nosotros los que llamamos a los teatros. Ojalá las administraciones apostaran más por el humor. La gente lo agradece, lo necesita.
P: ¿Cuáles son tus próximas citas con Granada?
R: En diciembre estreno nuevo espectáculo. No puedo decir todavía ni el nombre ni la fecha, pero el objetivo es llenar el Palacio de Congresos. Y eso… eso sería cumplir otro sueño.
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