El poder de la perseverancia

Tras quedar relegado al banquillo en las primeras semanas, la actuación de Chrsitian Díaz ante Andorra ha sido un golpe sobre la mesa para demostrar la confianza y las oportunidades que el canario merece

Coviran Granada Morabanc Andorra
Christian Díaz tras ganar este pasado domingo a MoraBanc Andorra | Foto: Antonio L. Juárez
Ainoa Morano
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"Intento dar siempre lo mejor de mí, ayudar en todo lo posible. Sé que Pablo tiene confianza en mí". Estas palabras las pronunció Christian Díaz hace poco más de un mes en una entrevista para GranadaDigital. El base canario empezó la temporada con un rol secundario, lastrado a pasar más minutos en el banquillo que en la pista por el evidente protagonismo que tomó Yiftach Ziv en las primeras jornadas de la presente campaña. El de Gran Canaria veía desde lejos cómo su equipo sumaba una derrota tras otra, mientras que su participación en el juego se veía reducida a unos pocos minutos. Insuficientes para sacar todo su potencial.

Cuatro minutos y medio de juego ante Girona y Bilbao; casi dos sobre la pista ante Manresa y cero participación en los duelos ante Murcia, Baskonia y Zaragoza. Las semanas pasaban y la afición se preguntaba qué pasaba con Christian Díaz, más aun tras el bajo nivel que estaba mostrando el base israelí. La verdadera oportunidad llegó, al fin, en la jornada 8 ante el Real Madrid. Pablo Pin dio un giro a su planteamiento de partido apostando por dar más minutos al base canario y a Germán Martínez. La decisión fue la correcta. Aunque en la anotación el 'pollito' se quedó en tan solo cinco puntos, su actuación a nivel defensivo fue una pieza clave para que el Covirán le plantase cara a todo un Real Madrid.

La siguiente jornada, ante Gran Canaria, sería el último aviso de Christian Díaz. Venía a por todas. Aprovecharía cada mínima oportunidad que se le diese. La emoción de regresar a su ciudad natal no le nubló la concentración ni le hizo perder el foco de lo realmente importante. Era un día para lucirse. En sus casi 17 minutos en pista, el base anotó ocho puntos y dio tres asistencias. Una vez más, los números no brillaban, pero sí su actitud e intensidad. Díaz fue uno de los pocos jugadores en aquel partido que realmente se dejó la piel sobre el parqué, el único que tuvo "esa energía necesaria", como explicó Pablo Pin en rueda de prensa.

Dos intentos. A la tercera iría la vencida. Porque si de algo sabe Christian Díaz es de aparecer cuando más se le necesita. El partido ante MoraBanc Andorra era una final. No se acabaría la temporada si se perdía, pero no se podía dejar escapar la victoria. Había que vencer sí o sí. Es en esos momentos cuando aquellos que están tocados por algún tipo de varita sacan sus trucos a relucir. La actuación de Christian Díaz este pasado domingo es para enmarcar. Ya no solo por sus 24 puntos y sus 5 de 5 en triples, sino por su actitud. El rayo canario desbordó energía, seguridad y, sobre todo, sensatez. Cuando un jugador está enchufado es habitual ver acciones de transiciones rápidas en las que el protagonista en anotación decide jugarse la posesión él solo. Quiere más, sabe que puede tener más. Sin embargo, el canario supo mantener la serenidad para anteponer el objetivo de su equipo a su ego y satisfacción personal. Jugó única y exclusivamente por y para el equipo. Los puntos simplemente fueron llegando. Ese tipo de actitudes son las que hacen grande a un deportista.

Muchos habrán descubierto este fin de semana a Christian Díaz, pero aquí en Granada sus actuaciones estelares en momentos clave ya son más que conocidas. No hay que olvidar el partido que firmó, precisamente ante Gran Canaria, la pasada temporada. A falta de doce jornadas para acabar la campaña y con un balance de 6-15, el Covirán Granada veía como cada semana el abismo del descenso se acercaba cada vez más. En la jornada 22, los de Jaka Lakovic visitaban el Palacio de Deportes y ahí estaba Christian Díaz para recordarles que la visita a tierras granadinas no sería un paseo. En sus 18 minutos en pista anotó 13 puntos con un 5 de 5 en tiros libres, cogió un rebote y repartió dos asistencias, números más que aceptables aunque su gran destello volvería a ser en el plano emocional. Su intensidad a nivel defensivo y su entrega física para tirar por tierra los planes del equipo de su isla dieron alas a un Covirán Granada que aquella noche sumaría su séptima victoria de la temporada.

Lo de Christian Díaz no es casualidad. No es flor de un día. Es el resultado de incansables horas de trabajo y dedicación. De no dejarse llevar por los largos partidos que tuvo que pasar en el banquillo, ni por los insuficientes minutos que ningún fruto le daban a nivel individual ni colectivo. Es el resultado de mantener la calma y pensar en que su momento llegaría y que cuando ocurriese debía estar preparado para dar el máximo. Es fruto de la perseverancia y la confianza en sí mismo, esa confianza que por fin el resto deposita en él.