Ser madre después de los 35, cada vez más frecuente

La mayoría de las mujeres de esa edad viven embarazos normales y tienen bebés sanos. La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se suma a esta moda, que visibiliza a madres de 40 años

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Susana Díaz, en una reciente visita a una guardería
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Las maternidades tardías ya no son una rareza. En la generación anterior era frecuente que se preguntara a las mujeres de veintitantos años cuándo iban a tener un bebé. Hoy día, para muchas mujeres el mejor momento para la crianza de los hijos comienza en torno a los 30 años… y se extiende más allá de los 40. Cada vez más mujeres se convierten en primerizas en torno a su 40 cumpleaños.

Las razones son variadas:

Tardamos más tiempo en tener una pareja estable y/o en casarnos.

Para muchas mujeres es importante acumular experiencia laboral después de terminar su formación.

La cifra de separaciones aumenta y eso también lleva a embarazos tardíos: muchos hombres y mujeres que inician una segunda relación desean volver a ser padres.

Los nuevos métodos para tratar la esterilidad hace que muchas parejas puedan convertirse en padres después de años de espera.

Pero es cierto que a determinadas edades, la fertilidad disminuye. Los ovarios sufren un envejecimiento y el proceso de maduración de los óvulos no funciona a los 35 tan bien como a los 25. A menudo se producen ciclos sin ovulación.

Además, con la edad desciende el número de óvulos disponibles: la mujer nace con dos millones de óvulos de promedio; cuando aparece la primera menstruación quedan aún 400.000; a los 35 años, tan sólo 35.000.
La posibilidad de que el óvulo fecundado anide en el útero y siga desarrollándose también se reduce. Son más frecuentes las alteraciones cromosómicas que conducen a abortos espontáneos aún antes de que se sepa que se ha producido un embarazo.

A los 24 años es cuando la mujer se queda embarazada con más facilidad. En torno a los 35 la tasa de embarazo está en torno a un 10 por ciento por ciclo, aunque, naturalmente, existen grandes diferencias individuales. La fertilidad real de una mujer también depende de su estado de salud y de factores psíquicos.

¿Un embarazo de riesgo?

Tradicionalmente, la gestación a partir de los 35 años se veía como un embarazo de riesgo. Algunos médicos, sin embargo, consideran este concepto anticuado. Los estudios muestran una y otra vez que, con los cuidados adecuados, no existe un peligro elevado para la madre ni para el bebé. Estos son algunos descubrimientos:

Las náuseas, los dolores de espalda y otras molestias típicas del embarazo no son más frecuentes en las mujeres de más de 35 años.

El riesgo de gestosis (patología específica del embarazo) se eleva a partir de los 35. Una de cada siete futuras madres de más de 35 años precisa ser tratada de gestosis, mientras que sólo una de cada diez mujeres de entre 20 y 30 años presentan este trastorno.

Las embarazadas de más de 35 años sufren más diabetes gestacional que las muy jóvenes.

Como las gestantes maduras se toman especialmente en serio los controles preventivos, cualquier problema suele ser detectado precozmente.

La importancia de los controles en el embarazo

Las modernas técnicas de control del embarazo ( ecografías y monitorización de las contracciones) pueden minimizar o incluso eliminar los riesgos. El corazón, la circulación sanguínea, el aparato locomotor y el metabolismo resultan más sobrecargados por el embarazo a esta edad, pero esto no tiene por qué influir negativamente en la evolución de la gestación.

Con los controles médicos se pueden reconocer a tiempo complicaciones como una gestosis, cuyo riesgo es mayor en primerizas maduras. La gestosis se puede determinar mediante una ecografía Doppler entre las semanas 20 a 22 de embarazo, mucho antes de que aparezcan síntomas.

Las embarazadas de más de 35 años sufren más diabetes. La posibilidad de padecer miomas también es mayor (20 por ciento de las mujeres mayores de 35). Son tumores uterinos benignos que, sin embargo, crecen rápidamente durante la gestación y pueden restar sustancias nutritivas al bebé y obligarle a adoptar una posición desfavorable para el parto.

Diagnóstico prenatal, ¿es realmente necesario?

En los niños de madres tardías son más frecuentes los trastornos cromosómicos. Esto significa que reciben demasiada o poca información genética (tienen cromosomas de más o de menos). La alteración más conocida es el síndrome de Down (o trisomía 21): el niño tiene tres en lugar de dos cromosomas 21. La probabilidad de engendrar un niño con síndrome de Down aumenta con la edad.
El diagnóstico prenatal ofrece la posibilidad de descartar determinadas enfermedades del bebé, entre ellas el síndrome de Down, defectos congénitos como la espina bífida o ciertas enfermedades metabólicas. Los médicos están obligados a informar a las embarazadas de más de 35 años sobre la posibilidades del diagnóstico prenatal.

Hábitos saludables

Para ayudar a reducir su riesgo de complicaciones durante el embarazo:

Empiece a tomar ácido fólico, porque se ha comprobado que las mujeres que lo toman al menos un mes antes de quedarse embarazadas reducen significativamente el riesgo de que el bebé presente malformaciones congénitas como la espina bífida.

Incremente la ingesta de ácidos grasos omega 3, presentes en alimentos como el pescado azul (atún, caballa, sardinas, salmón, trucha, anchoas...), frutos secos como las nueces, algunos mariscos, etc. Los omega 3, además de prevenir problemas de hipertensión en la futura madre, favorecen la maduración del sistema nervioso del feto.

Evite el consumo de tabaco y los ambientes contaminados. Está ampliamente demostrado que el tabaco resulta nocivo para el feto, y se relaciona con partos prematuros y bajo peso del bebé al nacer. La salud de la madre también se beneficiará del abandono de este hábito.

No beba alcohol. No está comprobado que exista una cantidad mínima segura para el feto, por lo que es mejor eliminarlo totalmente de la dieta. Una de las consecuencias más graves de beber durante el embarazo es el síndrome fetal alcohólico, que es irreversible y puede ocasionar malformaciones congénitas, retraso en el crecimiento, dificultades de aprendizaje, defectos visuales o auditivos, problemas de conducta, etc.

Haga ejercicio. Así mejorará su forma física y evitarás coger peso. Además, el ejercicio ayuda a controlar el estrés y aumenta la sensación de bienestar.

Controle las enfermedades crónicas, como la diabetes y la hipertensión, que son más frecuentes a partir de cierta edad, y que inciden negativamente tanto en la salud del feto como en la de la madre durante el embarazo. Si ya padeces alguno de estos trastornos, el hecho de controlarlos adecuadamente, antes y durante la gestación, mejora el pronóstico y reduce el riesgo de complicaciones asociadas como malformaciones fetales, retraso del crecimiento intrauterino, anomalías en la placenta, parto prematuro o por cesárea, etcétera.

Averigue si has padecido enfermedades infecciosas como la toxoplasmosis y la rubéola, ya que en caso contrario es necesario que tomes una serie de medidas preventivas para no padecerlas durante el embarazo, debido a que tienen efectos muy perjudiciales para un feto en desarrollo.







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