Todo lo que tienes que saber sobre el proceso de elección del nuevo Papa
Un total de 133 cardenales participan en el cónclave en Roma, donde es necesaria una mayoría cualificada de dos tercios para nombrar a un nuevo Santo Padre

El mundo entero pone su mirada este miércoles en Roma, donde comienza el cónclave para elegir al nuevo Papa. Un total de 133 cardenales participan en este proceso, donde es necesaria una mayoría cualificada de dos tercios para nombrar a un nuevo Santo Padre que sustituya a Francisco. La mayoría de la población conoce perfectamente que la 'fumata blanca' es el final del cónclave, pero el camino tiene unas normas bien marcadas y una historia que muestra que al consenso no se llega, salvo excepción, a la primera votación.
Durante estas jornadas recientes, han aterrizado en Roma cardenales procedentes de todas las ubicaciones del globo. Todos se alojaron en la noche de este martes en la Casa Santa Marta, la Domus Vaticana donde Francisco vivió. Todos han asistido a las congregaciones generales que se celebran con el objetivo de conocer y departir sobre cuestiones que afectan a la Iglesia. La última de ellas tuvo lugar en la mañana de este martes.
Entre los 133 cardenales que participan en el cónclave hay seis españoles: el arzobispo de Madrid, José Cobo; el arzobispo emérito de Madrid, Carlos Osoro; y el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella. Por su parte, el arzobispo emérito de Valencia, Antonio Cañizares, ha excusado su participación por motivos de salud.
Esta primera jornada de la cita es clave para conocer las apuestas de los electores. Los 133 entrarán en la Capilla Sixtina a las 16:30 horas y realizarán una primera votación en la que se conocerán los candidatos que cuentan con un mayor número de apoyos. Que en el primer escrutinio salga la fumata blanca es casi imposible, por lo que, salvo enorme sorpresa, la primera será negra. La única ocasión en la que se eligió a un nuevo Papa el primer día data del 9 de octubre de 1958, cuando Eugenio Pacelli, Pío XII, obtuvo los votos necesarios para ello.
La elección de este 2025 llega sin que haya un nombre que destaque claramente por encima del resto, lo que genera un punto de incertidumbre que puede alargar el proceso algo más que en las dos últimas ocasiones. En 2005 y 2013, años de elección de Benedicto y Francisco, los cónclaves se resolvieron al día siguiente de su inicio.
Los tres escrutadores se sentarán en una mesa frente al altar: el primero tomará una papeleta, la abrirá, anotará el nombre del elector y se la pasará al segundo, quien, una vez comprobado el nombre del elector, se la pasará al tercero, que la leerá en voz alta (para que todos los electores presentes puedan marcar su voto en una hoja especial) y anotará el nombre leído.
Cuatro votaciones diarias
En esta ocasión, las votaciones tendrán lugar a diario con dos por la mañana y dos vespertinas. En el caso de que transcurran tres días y los cardenales electores no logren ponerse de acuerdo, las votaciones se suspenderán durante un máximo de un día para una pausa de oración, libre discusión entre los electores y una breve exhortación espiritual, pronunciada por el cardenal decano de la orden de los diáconos. Tras esto, se reanudaría el cónclave.
Las normas contemplan que si después de siete votaciones la elección no ha tenido lugar, se celebrará otra pausa para la oración, la conversación y la exhortación, impartida por el cardenal mayor de la orden de los presbíteros. Después se acometería otra serie de siete votaciones. En caso de no alcanzar un consenso, se daría otro interludio, en este caso a cargo del cardenal mayor de la orden de los obispos. Tras esto, la votación se reanudaría con un máximo de siete papeletas.
Si de nuevo no hay elección, se volverá a reservar un día para la oración, la reflexión y el diálogo, y en la siguiente votación se deberá elegir entre los dos nombres que hayan recibido más votos en la votación anterior. En el caso de que se llegue a esta votación, también se necesita una mayoría cualificada de al menos dos tercios de los cardenales presentes y votantes, aunque en estas votaciones no pueden votar los dos cardenales sobre los que se requiere una votación.
Una vez que todos los electores cardinales depositen sus papeletas en la urna, el primer escrutador sacudirá la urna varias veces para barajar las papeletas e, inmediatamente después, el último escrutador procederá al recuento de las papeletas, sacándolas visiblemente una a una de la urna y depositándolas en otro recipiente vacío.
Si el número de papeletas no corresponde al número de votantes, deberán quemarse todas y se procederá inmediatamente a una segunda votación. Por el contrario, si coincide con el número de votantes, se procederá al recuento.
Proclamación del nuevo Papa
Una vez que un cardenal obtiene el apoyo necesario para ser el nuevo Santo Padre, debe comunicar en primer lugar si acepta la responsabilidad del cargo y el nombre que adopta. Tras recibir las felicitaciones del resto de sus compañeros de la Iglesia, se retira a la 'Sala de las Lágrimas', una icónica habitación en la que los pontífices elegidos asumen la emoción de ser el nuevo Papa. Tras pasar ese momento, elige un hábito para salir al balcón de la Basílica de San Pedro, donde dirige sus primeras palabras a los fieles, que experimentan minutos de tensión y expectativas tras ver humear la fumata blanca. Así finaliza el proceso para conocer al nuevo Papa.
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